Ber­lus­co­ni en bra­gas: las muje­res ita­lia­nas se movi­li­zan por su dig­ni­dad – AmecoPress

AmecoPress/​PES.- Pues, al final, salie­ron a relu­cir las anun­cia­das bra­gas en el “día de las muje­res con­tra Ber­lus­co­ni”. Al menos unas de color rosa y otras negras se pue­den ver en el “álbum de foto­gra­fías” que hoy publi­ca el dia­rio La Repub­bli­ca toma­das en la mani­fes­ta­ción que había con­vo­ca­do la izquier­da extra­par­la­men­ta­ria ita­lia­na para ayer, en Arco­re, la loca­li­dad don­de el cava­lie­re pasa los fines de sema­na y las “noches locas”.

Según la agen­cia Fran­ce-Pres­se fue­ron un millar de per­so­nas las que se acer­ca­ron has­ta la ver­ja de la lujo­sa villa San Mar­tino, que el pre­si­den­te del Con­se­jo tie­ne cer­ca de Milán, gri­tan­do “¡Bas­ta!” y “Dimi­te”: el acce­so a la casa esta­ba blo­quea­do por dece­nas de miem­bros de la policía.

Las pan­car­tas eran mucho más explí­ci­tas: “Aten­ción es peli­gro­so”, “Cadu­ca­do”, “Per­ju­di­ca gra­ve­men­te la salud”, “Tu nos “ruby” la dig­ni­dad”, “Haga­mos lim­pie­za en la putocra­cia”… Hubo mani­fes­tan­tes dis­fra­za­dos de Ber­lus­co­ni y de cone­ji­tos rosas; otros lle­va­ban esposas.

La ini­cia­ti­va, orga­ni­za­da por el movi­mien­to del Popo­lo Vio­la y otras aso­cia­cio­nes, a base de sms y correos elec­tró­ni­cos, tuvo dos aspec­tos: para empe­zar, el fes­ti­vo, con músi­ca y can­cio­nes; des­pués, el de los enfren­ta­mien­tos con las fuer­zas del orden (alguien, algún día, me ten­drá que expli­car por qué se lla­man así), que se sal­dó con algu­nos heri­dos de poca con­si­de­ra­ción, entre ellos tres agen­tes de poli­cía, dos cara­bi­ne­ros y un perio­dis­ta, y dos dete­ni­dos acu­sa­dos de vio­len­cia y resis­ten­cia a un oficial.

En Face­book la pági­na de la mani­fes­ta­ción reco­gió casi ocho mil adhesiones.

Antes, el sába­do, varias dece­nas de miles de per­so­nas se con­cen­tra­ron en Milán, delan­te de la magis­tra­tu­ra, para escu­char a per­so­na­li­da­des como los escri­to­res Umber­to Eco y Rober­to Saviano que tam­bién piden la dimi­sión del cavaliere.

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