Los jue­gos mala­ba­res – Anto­nio Alva­rez Solis

«La des­co­ne­xión del jue­go finan­cie­ro con la eco­no­mía de las cosas o eco­no­mía real, don­de radi­ca el empleo y el con­su­mo» es para el autor una cla­ve en el «pas­tel enve­ne­na­do» de la cri­sis. Afir­ma que acep­tar la mone­da como «úni­ca mer­can­cía volup­tuo­sa» con­lle­va­rá «lesio­nes pro­fun­das» del lla­ma­do mer­ca­do libre. Y apues­ta por resi­tuar el dine­ro como «sím­bo­lo de inter­cam­bio» y por que «la res­pon­sa­bi­li­dad de la pro­duc­ción pase a las admi­nis­tra­do­ras manos populares».

La Sra. Caro­li­ne Atkin­son, res­pon­sa­ble de Rela­cio­nes Exter­nas del Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal, aca­ba de hacer arries­ga­dos jue­gos mala­ba­res con los con­cep­tos eco­nó­mi­cos. Estos jue­gos son habi­tua­les en los jerar­cas del Fon­do, en los del Ban­co Mun­dial y en la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal de Comer­cio. Se sir­ven para pro­du­cir una con­vic­ción sobre sus afir­ma­cio­nes de un extra­ño bri­t­ame­ri­cano pobla­do de neo­lo­gis­mos y mani­pu­la­cio­nes idio­má­ti­cas. Pero al fin la reali­dad siem­pre aca­ba por dejar des­nu­do su dis­cur­so que es sim­ple­men­te una atra­bi­lia­ria mani­pu­la­ción más por par­te del poder existente.

La Sra. Atkin­son, a fin de negar la quie­bra gene­ral, ha dife­ren­cia­do los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos que sufre Espa­ña y los que pade­ce Irlan­da con el sim­pli­cí­si­mo rega­te de decir que las difi­cul­ta­des irlan­de­sas sur­gen de su sis­te­ma ban­ca­rio y las de Espa­ña bro­tan del des­em­pleo y del inexis­ten­te cre­ci­mien­to. La habi­li­dad retó­ri­ca es noto­ria y al pare­cer efi­caz al haber sido con­ver­ti­da la eco­no­mía en un puro jue­go numé­ri­co sus­traí­do al cono­ci­mien­to de la ciu­da­da­nía, cosa que no suce­día en tiem­po de los gran­des clá­si­cos de la eco­no­mía polí­ti­ca, que era una cien­cia moral y se expli­ca­ba con un len­gua­je social muy comprensible.

Decir que los pro­ble­mas de Irlan­da bro­tan de su ban­ca y que los de Espa­ña sur­gen del inexis­ten­te cre­ci­mien­to y del paro es decir prác­ti­ca­men­te lo mis­mo. A mí me da igual que mi tro­zo de tar­ta pro­ven­ga de dis­tin­ta par­te del pas­tel que el tro­zo de tar­ta del comen­sal que me sigue. Todo es el mis­mo pas­tel enve­ne­na­do. Pare­ce evi­den­te que los pro­ble­mas finan­cie­ros de los ban­cos han apa­re­ci­do por­que ese jue­go finan­cie­ro ha sido abso­lu­ta­men­te des­co­nec­ta­do de la eco­no­mía real o eco­no­mía de cosas, que es don­de radi­ca el empleo y el consumo.

Es más, el acep­tar como una úni­ca mer­can­cía volup­tuo­sa la mone­da, cuan­do en tiem­pos de la eco­no­mía libe­ral-bur­gue­sa la mone­da era un sim­ple signo de inter­cam­bio, ha lle­va­do a la pobre­za de la inver­sión físi­ca real y, con ello, a la mul­ti­pli­ca­ción del paro y a la rever­sión del cre­ci­mien­to social. El tra­ba­jo ha des­apa­re­ci­do en con­se­cuen­cia como un valor fun­da­men­tal o se ha trans­for­ma­do en una pesa­da car­ga sobre las espal­das de quie­nes mani­pu­lan los núme­ros en la Bol­sa y con­vier­ten los mer­ca­dos en mar­co de puras espe­cu­la­cio­nes que están entre la pira­te­ría que prac­ti­can los gran­des pode­res y el cor­so que per­mi­ten con su ban­de­ra los Esta­dos. La reali­dad es esta y está retra­ta­da en los gran­des eco­no­mis­tas que flo­re­cie­ron des­de David Ricar­do al Sr. Marx, pasan­do actual­men­te por gen­te de la sabi­du­ría del Sr. Schum­pe­ter o del mis­mo Sr. Gal­braith, que entre col y col de su epi­dér­mi­ca y cíni­ca adhe­sión al sis­te­ma se ha refe­ri­do siem­pre a la reali­dad de la pro­duc­ción de mer­can­cías y a los pro­ble­mas de la dis­tri­bu­ción y el con­su­mo como los ver­da­de­ros y fun­da­men­ta­les hechos eco­nó­mi­cos. Estos ilus­tres varo­nes sub­ra­yan siem­pre con ras­gos enér­gi­cos que el mane­jo des­aten­ta­do de la mone­da como ori­gen y fin de sí mis­ma con­lle­va una putre­fac­ción inevi­ta­ble de la eco­no­mía real. Es más, la ten­den­cia cons­tan­te de los pode­res públi­cos a emi­tir mone­da sin mayor reca­to ‑por ejem­plo, lo que está hacien­do Esta­dos Uni­dos en estos momen­tos- ori­gi­na la enfer­me­dad de la infla­ción, que pro­du­ce la ano­re­xia de la pro­duc­ción y el con­su­mo. Al fin y al cabo, Esta­dos Uni­dos con su abun­dan­te emi­sión de dóla­res por la Reser­va Fede­ral pro­vo­ca una deva­lua­ción de hecho del bille­te ver­de que con­lle­va una lesión pro­fun­da en el equi­li­brio del lla­ma­do libre mer­ca­do, que ya no es ni libre ni, con­se­cuen­te­men­te, mer­ca­do ¡Cuán­tas leyes defor­man ade­más ese mercado!

Hay que sub­ra­yar decen­te­men­te que la Ban­ca espa­ño­la pare­ce dis­fru­tar de un cier­to equi­li­brio en sus balan­ces, pero esto lo logra mer­ced a la prác­ti­ca de sola­par su gigan­tes­co y real agu­je­ro median­te la san­gría que pro­du­ce en otros pue­blos su pira­te­ría de acti­vos líqui­dos median­te la com­pra de orga­ni­za­cio­nes ban­ca­rias aje­nas que pasan por una serie de apuros.

Con ese asal­to a los fon­dos exte­rio­res la Ban­ca espa­ño­la se per­mi­te man­te­ner una sui­ci­da gue­rra de depó­si­tos bien retri­bui­dos aquí que acu­mu­lan masas dine­ra­rias en sus arcas sin tener en cuen­ta que ese dine­ro le crea una reali­dad ede­ma­to­sa al no tran­si­tar hacia el prés­ta­mo. Cla­ro que la Ban­ca espa­ño­la sabe que los Gobier­nos de Madrid acu­di­rán en su auxi­lio tan pron­to sean reque­ri­dos para inyec­tar­les nue­vas reme­sas que les per­mi­tan seguir con su jue­go inter­ban­ca­rio y sus espe­cu­la­cio­nes bol­sís­ti­cas sin otro hori­zon­te que crear un poder cada vez más pira­midal des­co­nec­ta­do de la reali­dad productiva.

Un país como Espa­ña, de peque­ña y media­na empre­sa, no reci­be el cau­dal cre­di­ti­cio míni­mo y va que­dán­do­se exan­güe, mien­tras los finan­cie­ros sue­ñan con una mul­ti­na­cio­na­li­dad para unas esca­sas fir­mas que no pro­du­cen ni empleo en el inte­rior ni mucho menos crean un con­su­mo regu­lar, base que sus­ten­ta la eco­no­mía toda. La Ban­ca espa­ño­la pro­ce­de con la vora­ci­dad del tibu­rón al devo­rar enti­da­des de su mis­ma espe­cie y cami­na hacia la muer­te de los dino­sau­rios, que no pere­cie­ron sino por la caren­cia de ali­men­ta­ción ade­cua­da y sufi­cien­te para satis­fa­cer su tre­men­da avi­dez. Dejé­mo­nos de jugar con figu­ras de meteo­ri­tos exte­rio­res como fin de los gran­des sau­rios, que pere­cie­ron tras un dra­má­ti­co autocanibalismo.

Ante este pano­ra­ma, el sis­te­ma acu­de a engan­char su carre­ta que­jum­bro­sa a la social­de­mo­cra­cia ‑que faci­li­ta el fal­so recuer­do de lo que las masas cau­ti­vas creen aún socia­lis­mo- o a un con­ser­va­du­ris­mo auto­crá­ti­co que ha subs­ti­tuí­do los obje­ti­vos esen­cia­les de la vida por preo­cu­pa­cio­nes de segu­ri­dad, glo­ba­li­za­ción, tec­no­lo­gías y gue­rras pro­duc­ti­vas que con­vier­ten al hom­bre actual en un ven­ci­do inca­paz de hacer­se car­go de su pro­pia vida. Sedu­ci­do por el anal­fa­be­tis­mo que pro­du­ce la ima­gen, tan­to mate­rial como ver­bal, ese ciu­da­dano ha deja­do de ser tal para incli­nar­se sumi­sa­men­te fren­te al altar en que los gran­des sacer­do­tes ofi­cian con len­gua­je eso­té­ri­co a los demo­nios del capitalismo.

Si con­si­de­ra­mos la reali­dad des­de tal pun­to, y habría­mos de ser cie­gos ‑lo somos, este es el dra­ma- para no ver­lo así, habría­mos de cam­biar la ópti­ca sobre la total ins­ti­tu­cio­na­li­dad vigen­te ‑cla­ve cifra­da de la domi­na­ción vela­da- por un mode­lo social en don­de el dine­ro vol­vie­ra a ser sim­ple­men­te un sím­bo­lo de inter­cam­bio y la res­pon­sa­bi­li­dad acer­ca de la vida pasa­se a las manos popu­la­res cons­ti­tuí­das en admi­nis­tra­do­ras de la pro­duc­ción que ellas protagonizan.

Masas que no pue­den ama­ni­llar­se con el dog­ma del mer­ca­do que se atri­bu­yen y con­du­cen las mino­rías explo­ta­do­ras. Lamen­to hablar de explo­ta­do­res y explo­ta­dos, pero creo que la visión de la reali­dad no per­mi­te dis­tin­to tipo de len­gua­je. Llá­men­nos sim­ples, pero haga­mos la revo­lu­ción que la socie­dad nece­si­ta para que el ase­si­na­to vil de millo­nes de seres, median­te la enfer­me­dad, el ham­bre y las armas, no cons­ti­tu­ya lo «razo­na­ble» en la vida huma­na. Creo que el socia­lis­mo pre­vis­to por Marx está a la vuel­ta de la esqui­na como la gran nece­si­dad. Inclu­so creo que lo que se esti­mó una equi­vo­ca­ción mar­xia­na ‑que la revo­lu­ción se daría en los gran­des paí­ses indus­tria­li­za­dos- recu­pe­ra su valor.

El famo­so esla­bón débil de Lenin ‑la Rusia zaris­ta y pobre- se entre­vé ya, aun­que sea vago­ro­sa­men­te, en la car­ne de esas gran­des poten­cias que hoy recu­rren al aran­cel, al ámbi­to eco­nó­mi­co cerra­do y a las nacio­na­li­za­cio­nes encu­bier­tas para pro­te­ger­se del ham­bre y de las nece­si­da­des que estran­gu­lan a bue­na par­te de sus masas.

Con todas esas medi­das tra­tan de opo­ner­se a su res­pues­ta vio­len­ta, a la que quie­re exor­ci­zar­se mos­trán­do­les cons­tan­te­men­te el demo­nio del terrorismo.

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