Agus­tín Tos­co (1930−1975): No es un ani­ver­sa­rio más – Leo­ni­das Ceruti

Cuan­do las pato­tas de la buro­cra­cia sin­di­cal ata­can, gol­pean y matan a tra­ba­ja­do­res com­ba­ti­vos, como Mariano Ferrey­ra, se cum­ple un nue­vo ani­ver­sa­rio del falle­ci­mien­to de Agus­tín Tos­co, cuan­do se encon­tra­ba en la clan­des­ti­ni­dad, por­que el gobierno de Isa­be­li­ta había decre­ta­do su deten­ción, la Tri­ple A lo había con­de­na­do a muer­te y su gre­mio Luz y Fuer­za había sido inter­ve­ni­do por el Minis­te­rio de Trabajo.

Pen­sa­mos, que por la dimen­sión de su figu­ra, mere­ce que lo recor­de­mos en dis­tin­tos aspec­tos de su vida, y eso es lo que intentaremos.

Ejem­plo de sindicalista

Tos­co fue un diri­gen­te sin­di­cal com­ba­ti­vo, cla­sis­ta, hones­to, soli­da­rio, demo­crá­ti­co, plu­ra­lis­ta, tra­ba­jó codo a codo jun­to a com­pa­ñe­ros de dis­tin­tas pos­tu­ras polí­ti­cas y con los estu­dian­tes universitarios.

Tos­co en 1952 fue elec­to secre­ta­rio del cuer­po de dele­ga­dos de Luz y Fuer­za de Cór­do­ba, en 1953 ganó las elec­cio­nes para la con­duc­ción del gre­mio en la pro­vin­cia, tenien­do 23 años. Un año más tar­de lo eli­gie­ron como Secre­ta­rio Gre­mial del secre­ta­ria­do nacio­nal de la Fede­ra­ción Argen­ti­na de Tra­ba­ja­do­res de Luz y Fuer­za (FATLYF). Al cese de las inter­ven­cio­nes mili­ta­res, entre 1955 – 1957, bajo las cua­les fue inha­bi­li­ta­do, for­mó par­te del Con­gre­so Nor­ma­li­za­dor y vol­vió a ser reele­gi­do en los dos car­gos antes men­cio­na­dos. En 1972, mien­tras per­ma­ne­cía en pri­sión fue ele­gi­do como secre­ta­rio adjun­to de la CGT Regio­nal Córdoba.

Tos­co se pro­nun­ció por una socie­dad sin explo­ta­do­res ni explo­ta­dos, con posi­cio­nes anti­im­pe­ria­lis­tas, anti­dic­ta­to­ria­les e internacionalistas.

Tos­co fue per­se­gui­do, varias veces dete­ni­do, pasó por dis­tin­tas cár­ce­les, y la Masa­cre de Tre­lew lo encon­tró encar­ce­la­do en Rawson.

Nada de lo humano le era ajeno

Tos­co recor­da­ba que hizo el secun­da­rio en cali­dad de interno, “el ciclo bási­co indus­trial, en la Escue­la de Tra­ba­jo, don­de fui ele­gi­do pre­si­den­te del Cen­tro de Alum­nos. Mi mili­tan­cia arran­có en esa épo­ca, cuan­do enca­be­cé varias huel­gas por con­di­cio­nes en el inter­na­do y con­tra las auto­ri­da­des de la casa. No es lo úni­co: en el mis­mo lugar al ter­mi­nar el ciclo, me desig­na­ron para hablar en el cie­rre del cur­so; des­de allí cri­ti­que el sis­te­ma vigen­te en la escue­la y me negué a reci­bir el diplo­ma de par­te del Direc­tor, don­de me ova­cio­na­ron todos los com­pa­ñe­ros. A los 9 años deci­dí hacer­me hin­cha de fút­bol y en vez de optar por el cam­peón de la tem­po­ra­da (1939) Inde­pen­dien­te, me hice hin­cha del úni­co equi­po que logró derro­tar­lo: Hura­cán. Años más tar­de esas pre­fe­ren­cias se vol­ca­ron por dos clu­bes cor­do­be­ses: Talle­res y Alas Argen­ti­na, un modes­to equi­po de mi barrio. A los 18 años duran­te tres años fui a la Uni­ver­si­dad Tec­no­ló­gi­ca, don­de me reci­bí de elec­tro­téc­ni­co, don­de fui dele­ga­do de cur­so. Allí se dis­cu­tía mucho y ese diá­lo­go per­ma­nen­te me inci­ta­ba a pro­fun­di­zar la lectura.

Siem­pre me gus­tó leer. En mi pro­pia casa con piso de tie­rra y sin luz eléc­tri­ca; me había cons­trui­do una peque­ña biblio­te­ca, pre­ca­ria pero acce­si­ble. De ado­les­cen­te solía pre­fe­rir a Inge­nie­ros; aun­que posi­ti­vis­ta, ense­ña­ba cosas. Cuan­do a los 17 años salí a bus­car una nue­va ocu­pa­ción, reci­bí ense­ñan­zas de otra índo­le: me acep­ta­ban como apren­diz y enton­ces no me paga­ban o me paga­ban poco. Corría la lie­bre. Tan solo al cum­plir la mayo­ría de edad con­se­guí incor­po­rar­me a Luz y Fuer­za como ayu­dan­te elec­tri­cis­ta en el taller elec­tro­me­cá­ni­co, don­de aho­ra soy téc­ni­co espe­cia­li­za­do. Por aque­lla épo­ca ya había adqui­ri­do con­cien­cia de los con­flic­tos socia­les, y había deci­di­do tam­bién tomar par­ti­do por mi cla­se. A los 19 años fui ele­gi­do sub­de­le­ga­do, a los 20 ascen­dí a dele­ga­do. Mien­tras tan­to, Perón subía al poder y yo mira­ba con sim­pa­tía al movi­mien­to que levan­ta­ba un eslo­gan con­tra Braden.»

Con­sul­ta­do como era un día de su vida, comen­tó: “Bueno, me levan­to a las cin­co y media. Antes de las seis y media estoy fichan­do en la empre­sa. Tra­ba­jo has­ta la una y media. Almuer­zo en casa (a veces lo hago en el sin­di­ca­to), duer­mo una peque­ña sies­ta de dos horas, y des­de las cin­co de la tar­de estoy en el sin­di­ca­to, tra­ba­jan­do con los com­pa­ñe­ros, con la gen­te que vie­ne. Atien­do tam­bién en la CGT. En fin, ter­mi­na­mos siem­pre a la una o dos de la maña­na, dor­mi­mos muy poco. Por las noches, íba­mos a ver par­ti­dos de bás­quet­bol; nos que­dá­ba­mos a cenar, en fin, seguía­mos hablan­do siem­pre de los pro­ble­mas nues­tros, pero no bajo el signo que nos obli­gó Onga­nia y la Revo­lu­ción Argentina”.

Sus defi­ni­cio­nes ideológicas

Se defi­nía como “mar­xis­ta-socia­lis­ta, los fun­da­men­tos que ten­go están ela­bo­ra­dos en base al mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co, y en lo polí­ti­co estoy por la uni­dad de las fuer­zas de la dis­tin­tas ten­den­cias, sin dis­cri­mi­na­cio­nes ideo­ló­gi­cas, pero siem­pre que coin­ci­dan con el pro­gre­so y la libe­ra­ción nacio­nal de los argentinos”.

Ante la con­sul­ta de ¿Cuál revo­lu­ción es la que pro­pug­na­ba?, no vaci­ló en res­pon­der: “En reali­dad la úni­ca revo­lu­ción posi­ble es la que cam­bie la pro­pie­dad de los medios de pro­duc­ción y de cam­bio, aho­ra en manos de entes pri­va­dos y pri­vi­le­gia­dos, para colo­car­los en manos del pue­blo. Es la revo­lu­ción socia­lis­ta, con sus carac­te­rís­ti­cas y su desa­rro­llo his­tó­ri­co según las con­di­cio­nes nacio­na­les de cada país”.

Y para que no que­da­ran dudas de sus pos­tu­ras decla­ró “noso­tros que­re­mos res­ca­tar los medios de pro­duc­ción y de cam­bio que están en manos de los con­sor­cios capi­ta­lis­tas ‑fun­da­men­tal­men­te de los mono­po­lios- para el pue­blo. Nues­tro pun­to de vis­ta es que deben des­apa­re­cer las cla­ses y que debe exis­tir una cla­se: la de quie­nes tra­ba­jan. Y no como aho­ra, que exis­ten: la de los explo­ta­dos que tra­ba­jan y la de los explo­ta­do­res que sólo viven del esfuer­zo de los demás”.

La uni­dad del cam­po popu­lar y los revolucionarios

Fue un defen­sor de la uni­dad de los revo­lu­cio­na­rios y de la izquier­da. Com­par­tió con los comu­nis­tas la cons­truc­ción de la Comi­sión Nacio­nal Inter­sin­di­cal y el Encuen­tro Nacio­nal de los Argen­ti­nos, apo­yó la can­di­da­tu­ra pero­nis­ta de Ati­lio López para la vice­go­ber­na­ción de Cór­do­ba en 1973, impul­só y par­ti­ci­pó en los Ple­na­rios Anti­bu­ro­cra­ti­cos, jun­to a nume­ro­sos gre­mia­lis­tas com­ba­ti­vos, se sumó entu­sias­ta­men­te a los Con­gre­sos del Fren­te Anti­im­pe­ria­lis­tas y por el Socia­lis­mo (FAS), que impul­sa­ban entre otros el ERP-PRT, en tan­to que su abo­ga­do y ami­go era el radi­cal Hipó­li­to Sola­ri Irigoyen.

Sus com­pa­ñe­ros opi­nan de su personalidad

Feli­pe Alber­ti ‑secre­ta­rio de Cul­tu­ra de Luz y Fuer­za Cór­do­ba- sos­tu­vo ante “Pri­me­ra Pla­na” que “Tos­co es uno de los pocos diri­gen­tes que la Fede­ra­ción no logró corrom­per”. Otro com­pa­ñe­ro, Con­tre­ras, opino que “tan­ta aus­te­ri­dad, tama­ña con­duc­ta, sue­le refle­jar­se en la ayu­da que el diri­gen­te sin­di­cal acep­ta para su espo­sa e hijos, mien­tras dure su pri­sión. Men­sual­men­te y por limi­ta­ción del pro­pio Tos­co, entre­ga­mos 60 mil pesos vie­jos a su espo­sa, fru­to de la cola­bo­ra­ción volun­ta­ria de nues­tros afi­lia­dos; cada uno se coti­za con lo que pue­de. Des­de el más modes­to has­ta los que tie­ne car­gos altos. Lo que sobra de esa suma, lo inte­gra­mos en el fon­do para ayu­da de los pre­sos….” La revis­ta comen­tó que “Con­tre­ras y Alber­ti, jun­to a otros diri­gen­tes sin­di­ca­les luci­fuer­cis­tas (Moro, Dito­fino, Gri­gai­tis), cons­ti­tu­yen el ani­llo que rodea a Tos­co. “El Grin­go ‑refie­ren- tie­ne una gran per­so­na­li­dad; es hones­to y correc­to. Posee una capa­ci­dad de tra­ba­jo increí­ble. Se pasa 18 horas en el sin­di­ca­to. A noso­tros nos cues­ta seguir­lo. Le gus­ta hablar de noche. Por ahí ‑bro­mean- le deci­mos que en vez de haber sido encar­ga­do de sec­tor, ten­dría que ser sereno”. Cla­ro que no todas son rosas entre Tos­co y sus ami­gos: “Por ahí nos pelea­mos, es que Tos­co tie­ne todas las cosas que pue­de tener un hom­bre ‑dice Alberti‑, pero a poco de dis­cu­tir, de calen­tar­nos, vemos que la mayo­ría de las veces tie­ne razón”. Ade­más dicen que “Des­de la cár­cel, el 17 de sep­tiem­bre del año pasa­do, Tos­co fue reelec­to en su car­go por 1110 votos con­tra 653. Nadie duda sobre el res­pe­to a su per­so­na­li­dad, una acti­tud de todos los sec­to­res, inclu­so los de la pro­pia opo­si­ción sin­di­cal. En ese terreno, algu­nos acuer­dos pudie­ron lograr­se más allá de las frías rela­cio­nes políticas”.

Tos­co y sus convicciones

Sobre él se dijo: “Fue de esos hom­bres que mili­tó la ter­que­dad de la espe­ran­za, un auto­di­dac­ta, andu­vo siem­pre en la bús­que­da de ampliar el cono­ci­mien­to, como una mane­ra de ser cada más libre, bus­có per­fec­cio­nar­lo a tra­vés de la lec­tu­ra y el estu­dio, éste, fue uno de las moda­li­da­des para ampliar el cono­ci­mien­to, tan­to huma­nís­ti­cos, polí­ti­cos o téc­ni­cos; el otro, fue el de bucear en las aguas pro­fun­das de la prác­ti­ca con­cre­ta, y com­bi­na­ba la teo­ría con esa prác­ti­ca, en un ejer­ci­cio per­ma­nen­te de comprobación”.

El otro aspec­to de su per­so­na­li­dad, pero que tie­ne que ver con la inte­gra­li­dad del hom­bre, fue la de cum­plir con los man­da­tos que le daban sus igua­les: los com­pa­ñe­ros, la de ser buen tra­ba­ja­dor, la de tener una acti­tud correc­ta fren­te al tra­ba­jo, ante sus com­pa­ñe­ros en la rela­ción social dia­ria, ser soli­da­rio, una de las for­mas era la de trans­mi­tir sin egoís­mos el cono­ci­mien­to acu­mu­la­do del ofi­cio, cua­li­dad de esa par­ti­cu­la­ri­dad, que es igno­ra­da en los mun­dos aca­dé­mi­cos cuan­do se tra­ta de la des­crip­ción de un trabajador.

Una fuer­te con­cep­ción fue la de obrar siem­pre en for­ma colec­ti­va, lo demos­tra­ba en los hechos con­cre­tos, habla­ba y actua­ba en plu­ral siem­pre rodea­do de sus pares.

Desa­rro­lló su pen­sa­mien­to bus­can­do otra reali­dad para el Movi­mien­to Obre­ro Argen­tino, que se cen­tra­ba en la rotu­ra de las cade­nas que lo oprimían.

Fue cla­ro al seña­lar que el recla­mo eco­nó­mi­co sola­men­te, era una tram­pa ten­di­da por los explo­ta­do­res. Dijo que “el patrón, tra­ta­ba de pene­trar con esa con­cep­ción, la de pelear sólo por el sala­rio y otras rei­vin­di­ca­cio­nes pare­ci­das. Era la ideo­lo­gía del eco­no­mi­cis­mo que se inmis­cuía en el seno de las luchas de los tra­ba­ja­do­res para des­viar el pro­ble­ma cen­tral, la lucha de cla­ses en el mar­co de la lidia por la libe­ra­ción nacio­nal, para ter­mi­nar con la explo­ta­ción del hom­bre por el hombre”.

“Aca­bar, defi­ni­ti­va­men­te, con explo­ta­dos y explo­ta­do­res, ter­mi­nar con los sue­ños de los explo­ta­do­res que quie­ren que los tra­ba­ja­do­res tra­ba­jen de la cuna a la tumba”.

“Eso fue lo que inten­ta­ron en inten­tan en la actua­li­dad los diri­gen­tes obre­ros par­ti­ci­pa­cio­nis­tas o cola­bo­ra­cio­nis­tas, y los lla­ma­dos buró­cra­tas en los tiem­pos con­tem­po­rá­neos, cuan­do bus­ca­ban y bus­can arti­ma­ñas para que la lucha sólo sea por el sala­rio. Y que ade­más, el Movi­mien­to obre­ro fue­ra apo­lí­ti­co, tal como lo pre­ten­dían y pre­ten­den las patro­na­les, el Esta­do y las buro­cra­cias entregadas”.

Tos­co y sus com­pa­ñe­ros, expre­sa­ban dis­tin­tas corrien­tes del pen­sa­mien­to polí­ti­co local y nacio­nal, tuvie­ron en cla­ro que no se pue­de intro­du­cir nin­gún par­ti­do polí­ti­co en for­ma pre­emi­nen­te, ni dar­le un tin­te par­ti­da­rio al sin­di­ca­to. Entre los tra­ba­ja­do­res, en el seno de la cla­se obre­ra con­vi­ven y exis­ten dis­tin­tas expre­sio­nes, iden­ti­da­des, creen­cias y pen­sa­mien­tos. Por eso sos­te­nían que la polí­ti­ca sin­di­cal es la for­ma polí­ti­ca más impor­tan­te y com­ple­ja a desarrollar.

Dos tipos de sindicalismo

Tos­co, defi­nió que exis­tían, dos tipos, al menos de sin­di­ca­lis­mo. “Uno el sin­di­ca­lis­mo que deno­mi­na­mos par­ti­ci­pa­cio­nis­ta o adap­ta­cio­nis­ta, que se mue­ve en for­ma depen­dien­te y refe­ren­cial al sis­te­ma. Es el que espe­ra que crez­ca el cos­to del nivel de vida para pedir aumen­to de sala­rios y que ter­mi­na con­for­mán­do­se en la prác­ti­ca con el aumen­to de sala­rios que la Secre­ta­ría de Tra­ba­jo auto­ri­za. El otro, es el sin­di­ca­lis­mo de libe­ra­ción, que ha com­pren­di­do que debe ser un fac­tor en la lucha por la libe­ra­ción nacio­nal. Es el que atien­de tan­to a la defen­sa de los dere­chos y rei­vin­di­ca­cio­nes de carác­ter inme­dia­to de los com­pa­ñe­ros y que plan­tea la lucha con­tra el impe­ria­lis­mo inter­na­cio­nal del dine­ro, en su mani­fes­ta­ción con­cre­ta de mono­po­lios de la pro­duc­ción, de la dis­tri­bu­ción, de los ser­vi­cios, de las finan­zas inter­na­cio­na­les. Es el sin­di­ca­lis­mo que asu­me una misión y una res­pon­sa­bi­li­dad glo­bal, social y nacio­nal. Que plan­tea la trans­for­ma­ción revo­lu­cio­na­ria de las estruc­tu­ras y que recla­ma en lo inme­dia­to que los gran­des medios de pro­duc­ción y las palan­cas fun­da­men­ta­les de la eco­no­mía sean de pro­pie­dad esta­tal ‑social y no privada-”.

“El sin­di­ca­lis­mo de libe­ra­ción lucha en estos momen­tos con­tra los tres gran­des res­pon­sa­bles de la injus­ti­cia y de la opre­sión: el impe­ria­lis­mo, la dic­ta­du­ra y el par­ti­ci­pa­cio­nis­mo. A su vez levan­ta tres ban­de­ras de uni­dad y lucha: jus­ti­cia social, sobe­ra­nía popu­lar y libe­ra­ción nacio­nal, que par­ti­cu­lar­men­te pue­den tener otras deno­mi­na­cio­nes, pero que en el fon­do, deben unir a todos los que luchan por una vida mejor, sean del color que fue­ren. El sin­di­ca­lis­mo de libe­ra­ción debe actuar en todos los terre­nos, ins­ti­tu­cio­na­les o no. Depen­de de la rela­ción de fuer­zas y de las cir­cuns­tan­cias para la pre­emi­nen­cia de su accio­nar en un terreno u otro. Los sin­di­ca­tos en cuan­to ins­tru­men­tos de la cla­se tra­ba­ja­do­ra no son apén­di­ces natos del sistema”.

“Este sí, quie­re con­ver­tir­los en un apén­di­ce mori­ge­ra­dor. Pero la lucha de la cla­se tra­ba­ja­do­ra debe lle­var­se en todos los terre­nos y no debe cejar su esfuer­zo para que todos los sin­di­ca­tos sean, en el ámbi­to sin­di­cal, sus cana­les rei­vin­di­ca­ti­vos, des­de los cua­les mucho se pue­de hacer para el cam­bio del sis­te­ma, al menos por aho­ra en Argen­ti­na y varios paí­ses del mun­do depen­dien­te. El sin­di­ca­lis­mo de libe­ra­ción asu­me su papel polí­ti­co gene­ral en su capa­ci­dad van­guar­dis­ta, en uni­dad con los demás sec­to­res popu­la­res, polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos y sociales…”.

“Ya sea en el terreno ins­ti­tu­cio­nal, en el de la resis­ten­cia e inclu­so en la clan­des­ti­ni­dad no hay otra rela­ción posi­ble que la demo­cra­cia de bases. Es decir el con­tac­to direc­to entre los tra­ba­ja­do­res y sus repre­sen­tan­tes o diri­gen­tes. La con­cien­cia­ción a nivel de bases. La reci­pro­ci­dad del inter­cam­bio de opi­nio­nes. Las asam­bleas gene­ra­les, las de sec­to­res, las de uni­da­des de tra­ba­jo. Cla­ro que hay dife­ren­cias para una situa­ción ins­ti­tu­cio­nal, de resis­ten­cia o de clan­des­ti­ni­dad. Pero en defi­ni­ti­va en el terreno del sin­di­ca­lis­mo, nada es váli­do, sin la demo­cra­cia de bases y la con­se­cuen­te reci­pro­ci­dad entre las bases y las direcciones”.

“En todos los casos de mane­ra tal que las bases sean las que deci­dan como pro­ta­go­nis­ta de la vida y de los obje­ti­vos de su organización”.

Car­ta a su compañera

Con su com­pa­ñe­ra Susa­na, dele­ga­da del gre­mio, pasó gran par­te de su vida. Cuan­do fue dete­ni­do el 29 de abril de 1971, al decla­rar­se el esta­do de sitio, fue tras­la­do a Villa Devo­to, lue­go fue tras­la­do en 1972 a Raw­son, y fue libe­ra­do el 23 de sep­tiem­bre de ese año. A los días de ser encar­ce­la­do, le envió esta carta:

“Que­ri­da Susa­na: Ni bien lle­gué fuí ubi­ca­do en la cel­da de ais­la­mien­to en el entre­pi­so N° 6. Este es muy redu­ci­do cons­trui­do sobre el 3° y últi­mo piso de uno de los gran­des edi­fi­cios del penal. Esta cár­cel alo­ja alre­de­dor de 2.500 dete­ni­dos. El ascen­sor lle­ga has­ta el últi­mo piso y por una esca­le­ra se va has­ta don­de esta­mos noso­tros. La cel­da del entre­pi­so tie­ne dos peque­ños com­par­ti­mien­tos de 2,30 m. de lar­go por 1,40 m. de ancho; de altu­ra 2,10 m. Pode­mos apo­yar las manos en el techo, con los bra­zos abier­tos un codo da sobre una pared y la mano sobre la otra; allí está la cama y la puer­ta no pue­de abrir­se del todo, por­que topa con la cama. Así, con datos prác­ti­cos, es la dimen­sión de cada com­par­ti­mien­to. Son con­ti­guos y por el fren­te los comu­ni­ca un pasi­llo, que a su vez desem­bo­ca en el baño. En éste una ven­ta­na con rejas da al exterior”.

“Des­de la mis­ma se pue­de obser­var par­te del penal y del barrio Villa Devo­to. Estu­ve 17 días com­ple­ta­men­te solo, has­ta que lo tra­je­ron a Onga­ro, acom­pa­ña­do de una radio a tran­sis­to­res y los dia­rios de la maña­na que dejan entrar. Tan­tos días sin con­ver­sar resul­ta­ron can­sa­do­res. Veía fugaz­men­te a los cela­do­res, ya que no están en el entre­pi­so sino aba­jo en el pabe­llón, cuan­do traían la comi­da o pro­ce­dían al recuen­to. Hizo mucho frío y lo com­ba­tía con un calen­ta­dor a kerosene”.

“Comen­za­ron a lle­gar car­tas y comu­ni­ca­cio­nes por inter­me­dio del abo­ga­do Dr. Hipó­li­to Sola­ri Iri­go­yen y des­de Cór­do­ba mi abo­ga­do y com­pa­ñe­ro el Dr. Arnal­do Murúa, ali­via­ron la situa­ción. De la corres­pon­den­cia y de los salu­dos de mis fami­lia­res, de las com­pa­ñe­ras y com­pa­ñe­ros de Luz y Fuer­za, de ins­ti­tu­cio­nes, abo­ga­dos y ami­gos reci­bí una cáli­da soli­da­ri­dad lle­na de fe, de fir­me­za y de com­ba­ti­vi­dad. Fue­ron mi prin­ci­pal oxí­geno espi­ri­tual y pasé y paso la mayor can­ti­dad de horas con­tes­tán­do­las, reco­no­cien­do todo eso que vie­ne de los que luchan, de los que com­ba­ten la arbi­tra­rie­dad y la injus­ti­cia, las tram­pas y los enga­ños de un régi­men usur­pa­dor y con­ti­nuis­ta. Todas las car­tas son peda­zo de una vida pal­pi­tan­te que está allí afue­ra y que lle­gan has­ta mí con su car­ga gene­ro­sa de sen­ti­mien­tos, de ideas, de sóli­das afir­ma­cio­nes. Y por mi cabe­za pasan los recuer­dos, vue­la la ima­gi­na­ción, se rati­fi­can todas las posi­cio­nes y se con­tem­pla toda la socie­dad que todos que­re­mos construir”.

La per­se­cu­ción, la cár­cel y la con­de­na a muer­te no pudie­ron ven­cer­lo, siguió luchan­do y hoy sus accio­nes e ideas siguen vigen­tes en cada con­flic­to obrero.

Leó­ni­das Ceru­ti es historiador.
IMC Argen­ti­na /​Sema­na­rio Alternativas

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