Men­ti­ra y fala­cia – Anto­nio Alva­rez Solis

Dice el dic­cio­na­rio de la Real Aca­de­mia Espa­ño­la que «men­ti­ra es expre­sión o mani­fes­ta­ción con­tra­ria a lo que se sabe, cree o pien­sa» y esta­ble­ce el Sr. Ferra­ter Mora que fala­cia resul­ta «una for­ma de argu­men­to no váli­da» y que se apa­re­ja con el sofis­ma. Hay, pues, en las últi­mas decla­ra­cio­nes del Sr. Zapa­te­ro sobre Eus­ka­di, cuan­do mani­fies­ta que los pasos dados por la izquier­da aber­tza­le «no van a ser en bal­de», una men­ti­ra a la par que una fala­cia. El Sr. Zapa­te­ro ha entre­ga­do la cues­tión vas­ca a su pode­ro­so minis­tro de poli­cía, que ha insis­ti­do en que la polí­ti­ca anti­te­rro­ris­ta no cam­bia­rá «un ápi­ce» y que se sos­ten­drá el mis­mo nivel de exi­gen­cia con la izquier­da aber­tza­le. Mien­te, pues, el pre­si­den­te en esa suges­tión mali­cio­sa de que todo lo actua­do por la izquier­da aber­tza­le no es «en bal­de», a la vez que, con­tra­dic­to­ria­men­te, tra­ta de mane­jar una fala­cia espe­ran­za­do­ra sobre el asunto.

Aho­ra bien, ¿a quién mien­te el Gobierno de la Mon­cloa? Pare­ce evi­den­te que a los espa­ño­les cuan­do reafir­ma su inten­ción de no cam­biar su viru­len­ta polí­ti­ca en Eus­ka­di, ya que insi­núa una mejo­ra ¿Y con quien es falaz ese Gobierno? Pues con los vas­cos, a los que tra­ta de hacer un gui­ño para que bajen la guar­dia al suge­rir­les un futu­ro dife­ren­te. La con­tra­dic­ción resul­ta, por tan­to, fla­gran­te por pre­ña­da de un con­fu­sio­nis­mo que, ade­más, se agra­va mer­ced a su carác­ter públi­co. La gen­te se pre­gun­ta, a ambos lados de la muga, en qué con­sis­ti­rá cier­ta­men­te la polí­ti­ca que pre­va­le­ce­rá en Madrid: ¿habrá nego­cia­cio­nes por par­te del Sr. Jáu­re­gui o pro­se­gui­rán las per­se­cu­cio­nes por par­te del Sr. Pérez Rubal­ca­ba? Más aún: ¿hay o no hay un jue­go com­ple­men­ta­rio entre ambos ya que el mis­mo Sr. Rubal­ca­ba ensa­ya benig­ni­da­des con algu­nos pre­sos de ETA que acep­tan haber­se equi­vo­ca­do en su lucha arma­da y se enfren­tan, al pare­cer, a su pro­pia organización?

Se pue­den cons­truir varias hipó­te­sis para des­en­re­dar este ovi­llo. La pri­me­ra con­sis­ti­ría en que el Sr. Rodrí­guez Zapa­te­ro quie­re gran­jear­se una nue­va per­so­na­li­dad razo­na­do­ra endul­zan­do de cara a los vas­cos su polí­ti­ca repre­so­ra a la vez que con­ti­núa su agre­si­vi­dad anti­vas­ca para solaz de los espa­ño­les, mayo­ri­ta­ria­men­te rígi­dos den­tro de su cor­sé impe­rial. La ope­ra­ción resul­ta, al menos facial­men­te, de una ele­men­ta­li­dad cla­mo­ro­sa. El mis­mo Sr. Zapa­te­ro pare­ce dar­se cuen­ta de ello al habi­li­tar un esce­na­rio minis­te­rial en que crea su pro­pio adver­sa­rio en su más poten­te minis­tro. Apa­re­cen las care­tas de la ópe­ra chi­na a fin de que el públi­co se ence­le en el enfren­ta­mien­to del cual ha de salir ven­ce­dor el empe­ra­dor, que mon­ta­rá segui­da­men­te en la gran carro­za de las elecciones.

Segun­da hipó­te­sis. El Sr. Zapa­te­ro logra que ETA entre­gue sus armas para enri­que­cer la polí­ti­ca de paz del aber­tza­lis­mo de izquier­da, que lue­go habrá de seguir un lar­go camino de rele­gis­la­ción para obte­ner la ben­di­ción elec­to­ral, que posi­ble­men­te lle­gue tar­de. Des­de el terri­to­rio espa­ñol muchos ciu­da­da­nos se mara­vi­lla­rán por el triun­fo mili­tar del señor de La Mon­cloa, y des­de el terri­to­rio vas­co habrá par­ti­dos, prin­ci­pal­men­te el PNV, que se apre­su­ra­rán a dis­po­ner el recre­ci­do ces­to de votos de unos ciu­da­da­nos que cree­rán, duran­te la espe­ra de la nor­ma­li­dad total, en la san­ti­dad pro­vi­sio­nal de una unión aber­tza­le en torno a las tem­pla­das for­ma­cio­nes lega­les. Los espa­ño­les verían con apre­cio este vir­tual camino de reso­lu­ción del con­flic­to en la con­fian­za de una regre­sión pos­te­rior de la cues­tión vas­ca al terreno sóli­do de la uni­dad espa­ño­la, que habrá entre­ga­do el sobe­ra­nis­mo a un enlu­ci­do regio­na­lis­mo sobre­do­ra­do por Madrid.

Ter­ce­ra hipó­te­sis. Ven­ci­do y des­ar­ma­do el sobe­ra­nis­mo tan­to por las armas bru­ta­les del Sr. Rubal­ca­ba como por la incóg­ni­ta y endul­za­da suges­tión del Sr. Zapa­te­ro, nada se opon­dría a una alian­za entre socia­lis­tas y nacio­na­lis­tas de boi­na azul para entre­gar al aber­tza­lis­mo de izquier­da una par­ce­la elec­to­ral per­fec­ta­men­te alam­bra­da sub espe­cie de que no era aún la hora del sobe­ra­nis­mo. El Sr. Jáu­re­gui, por ejem­plo, o per­so­na­je de su con­fian­za, pasa­ría por fin a lehen­da­ka­ri con un poten­te vice­lehen­da­ka­ri del nacio­na­lis­mo ban­ca­rio. Madrid ope­ra­ría con guan­tes vas­cos, pro­cu­ran­do que Eus­ka­di reci­bie­ra mejo­ras líqui­das o tras­va­ses polí­ti­cos con la copa del árbol en tie­rra vas­ca y las raí­ces en Madrid.

Cuar­ta hipó­te­sis. A la espe­ra de las elec­cio­nes, todo lo que afec­ta a la liber­tad vas­ca trans­cu­rri­rá en un dan­zón zapa­te­ril a la espe­ra de una nue­va vic­to­ria elec­to­ral del Sr. Zapa­te­ro o de una eta­pa triun­fal de los «popu­la­res», lo que libe­ra­ría a los socia­lis­tas de todo com­pro­mi­so como orga­ni­za­ción polí­ti­ca espa­ño­la y con­ver­ti­ría al PSE en una reser­va para el futu­ro. Ésta es la hipó­te­sis más sim­ple e irre­le­van­te, a no ser que la vic­to­ria del Sr. Zapa­te­ro le con­vir­tie­se en un dic­ta­dor de fac­to con todas las ins­ti­tu­cio­nes colo­ni­za­das por los per­so­na­jes que va intro­du­cien­do en ellas.

Pue­de haber varian­tes en estas hipó­te­sis que aca­ba­mos de con­tem­plar, pero de lo que no cabe duda es que la vic­to­ria elec­to­ral socia­lis­ta o la vic­to­ria popu­lar segui­rían man­te­nien­do el actual some­ti­mien­to de lo vas­co a Madrid en tan­to Euro­pa deje de ser una reali­dad uni­da ‑lo que aún no es, ni mucho menos- y retor­ne abier­ta­men­te a un jue­go de poten­cias obli­ga­do por las exi­gen­cias de una varie­dad de mer­ca­dos esta­ta­les archi­pro­te­gi­dos. Estas poten­cias eli­mi­na­rían un jue­go de ambi­cio­nes sobe­ra­nis­tas por par­te de sus nacio­na­lis­mos sin esta­do a fin de man­te­ner un jaco­bi­nis­mo férreo de ópti­ca ultraconservadora.

El Sr. Zapa­te­ro no sue­le mani­fes­tar­se como per­so­na con un gran desa­rro­llo ideo­ló­gi­co, pero sabe, con ins­tin­to pro­fun­do de super­vi­vien­te, que su ambi­cio­sa per­vi­ven­cia polí­ti­ca está con­di­cio­na­da por el papel de capo­ral que pue­da desem­pe­ñar en Espa­ña. Como es obvio, en una Espa­ña uni­da y en orden, como solía decir el Geno­ci­da. Pre­ci­sa­men­te esta úni­ca ambi­ción del leo­nés es la que le ha deci­di­do a recla­mar el apo­yo de la vie­ja guar­dia socia­lis­ta, cuya gober­na­ción del Esta­do con­sis­tió en situar a sus pro­ta­go­nis­tas en las gra­das de los gran­des pode­res inter­na­cio­na­les. El Sr. Zapa­te­ro ha entre­ga­do abier­ta­men­te el poder a los que se recla­man de feli­pis­tas y con­ti­nua­do­res de las polí­ti­cas de sumi­sión de la ciu­da­da­nía española.

Por ello es poco creí­ble que se faci­li­te la vida públi­ca a sec­to­res como el aber­tza­lis­mo de izquier­das, que está nutri­do por un deseo muy inten­so de par­ti­ci­pa­ción popu­lar. Tras la fra­se que con­lle­va la espe­ran­za de que los pasos dados por el aber­tza­lis­mo de izquier­da «no van a ser en bal­de» no creo que haya abso­lu­ta­men­te nada. Como decía un polí­ti­co espa­ñol de la ante­rior monar­quía, toda esa pala­bre­ría es foga­ta de viru­tas y espu­ma de cerveza.

La ver­dad pare­ce con­sis­tir en que el futu­ro de Eus­ka­di y, por exten­sión, el de Eus­kal Herria está en las manos de quie­nes creen sin­ce­ra­men­te en el sobe­ra­nis­mo como úni­ca sali­da decen­te para el pue­blo eus­kal­dun; un pue­blo que ocu­pe per­ma­nen­te­men­te la calle y bus­que la soli­da­ri­dad con otros socios que reúnan las dos con­di­cio­nes siguien­tes: la ambi­ción por la liber­tad como camino úni­co de rea­li­za­ción en todos los sen­ti­dos y que esté con­ven­ci­do de que un socia­lis­mo bási­co y con ros­tro humano les pro­por­cio­na­rá un desa­rro­llo de carác­ter dig­na­men­te social.

El futu­ro de un mun­do vivi­ble está en la mano de aque­llas colec­ti­vi­da­des que sean capa­ces de revi­vir una orga­ni­za­ción de no ali­nea­dos fren­te al muro del impe­rio. Por ahí han de ir, ima­gino, los esfuer­zos cons­truc­to­res de quie­nes no están con­ta­mi­na­dos por el poder estatal.

Pero estas son cues­tio­nes para hablar­las de noche y al pie de la reja. Aho­ra se tra­ta de Eus­ka­di y Madrid.

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