La Casa Blanca se devana los sesos tratando de buscar salida al agudo problema del desempleo que afecta directamente a 15 millones de norteamericanos. Más de 1,2 millones de familias habrán visto embargados sus hogares al finalizar este año, según los cálculos de la firma especializada RealtyTrack; solo en septiembre fueron confiscadas por los bancos 102 134 casas, cifra récord para un mes. Según la Reserva Federal, el valor de las viviendas, la principal fuente de riqueza de los ciudadanos estadounidenses, ha disminuido en un 50 por ciento desde el 2006, representando pérdidas para la ciudadanía por valor de 6.5 millones de millones de dólares. La Oficina del Censo revelaba recientemente que Estados Unidos tiene hoy su mayor nivel cuantitativo de pobreza desde que se llevan estadísticas: 43 millones 600 mil norteamericanos viven en tal condición.
Per esas no son noticias que causen pesar en Wall Street. Los que implosionaron el sistema financiero y aceleraron la crisis, parecen no tener muchas preocupaciones. Nada de suicidios como en el 30. Por sus arcas ya han pasado, según cálculos del Real Economy Project del Center for Media and Democracy, unos 4,72 millones de millones de dólares que les fueron entregados en los generosos paquetes de rescate costeados por los contribuyentes, préstamos de la Reserva Federal y otros aportes indirectos.
Las ganancias de los bancos este año son un 3 por ciento superiores a las de 2009, aunque prácticamente no han concedido créditos. El fin de año se acerca y la danza de los bonos y las compensaciones por tales réditos comienza a ejecutarse en el sistema financiero del imperio. The Wall Street Journal anunciaba el pasado 11 de octubre que las instituciones del mundo de las finanzas se aprestaban, por segundo año consecutivo, a romper el récord de pagos a sus ejecutivos.
Si en el 2009, en pleno impacto de la crisis, las 35 principales firmas bancarias pagaron a sus ejecutivos 139 mil millones de dólares en compensaciones y beneficios, para este año se prevé que la cifra llegue a 144 mil millones. Eso representa el 32,1 por ciento de todos sus ingresos.
Las primas o bonos vinculados a la ganancia han sido señalados como uno de los factores que llevaron a los banqueros a armar los rejuegos y asumir los riesgos que condujeron al colapso financiero.
Lo increíble es que los bancos han vuelto a hacer los mismo trucos de antes de la crisis y han invertido el generoso dinero público que recibieron en especulación de divisas e inversiones en la bolsa y la renta fija.
Nuevas tretas al descubierto
La prodedumbre moral de los bankster no se limita a la codicia sin límites; pasa también por su falta de compasión con el prójimo.
Si durante la expansión inmobiliaria concedieron préstamos en masa sin tomar en cuenta la capacidad de pago de los clientes, enfebrecidos por las multimillonarias ganancias, ahora el escándalo apunta al procedimiento seguido por los bancos para embargar las viviendas, en un país donde uno de cada siete propietarios está en riesgo de perder su vivienda.
Se ha revelado por estos días parte de la trama de una práctica conocida como robo-signing, que se traduce en que ejecutivos bancarios de nivel medio autorizaban miles de embargos de viviendas al mes para quitarlas del balance lo más rápido posible, sin haberse leído la documentación y entregando a la justicia papeles falsos para apoyar los embargos. Según cálculos de una empresa de análisis de mercados, por cada mes que se atrase un embargo hipotecario la industria financiera pierde 1000 dólares, lo que equivales a 3 mil millones de dólares de menos ingresos para la industria en todo el país durante un trimestre.
La primera institución en admitir la triquiñuela fue la división hipotecaria Ally de GMAC, la antigua filial financiera de General Motors. Uno sólo de sus empleados llegó a firmar 10 mil desahucios al mes sin mirar los papeles. También reconocieron tal proceder el Bank of America , JP Morgan Chase, Citigroup y Goldman Sachs, y se sospecha que iguales manejos hicieron Fannie Mae y Freddie Mac, las dos gigantes de las hipotecas que están bajo control del gobierno.
El JP Morgan está revisando más de 115 mil desahucios que parecen ser ilegítimos. The New York Times revelaba en un artículo del 14 de octubre que en ese enorme banco y en otros como Citibank los embargos de casa los embargos de casas se dejaron en manos de personas recién llegadas que “apenas sabían lo que era una hipoteca”.
La dimensión del escándalo ha crecido en las últimas semanas y ha provocado que los fiscales de los 50 estados de la nación hayan abierto una investigación conjunta del ya nombrado mortgage-gate. Se dice que esto ya venía ocurriendo desde hace varios años y era de conocimiento de las autoridades gubernamentales.
En plena campaña electoral, los líderes demócratas y republicanos claman por una moratoria a los desahucios; algo que la Casa Blanca no apoya. El plan de ayuda impulsado por el gobierno para las personas en riesgo de perder sus casas culminó la pasada semana sin grandes logros a la vista
Los bancos se han convertido en cementerios de las esperanzas de millones de familias norteamericanas, pero a la vez son emporios de ganancias abundantes para funcionarios tramposos. La lógica del sistema funcionando a la perfección: socializar las pérdidas y privatizar cada vez más las ganancias.
Fuentes consultadas: The Wall Street Journal, The Washington Post, The New York Times, CNN Money, RealtyTrack, Bankster.com, The Financial Crisis Portal, El País