La suiza Carla del Ponte, ex fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, nunca pudo probar los crímenes atribuidos a Slobodan Milosevic, quien, defendiéndose así mismo, puso en evidencia los compadreos de un Tribunal creado por el imperialismo. Su autodefensa llegó a tal extremo que tuvieron que dejar de transcribir las sesiones, y deslizaron el proceso hacia el oscurantismo.
Carla del Ponte dijo que se juzgarían “todos los crímenes” independientemente de sus autores; sin embargo se negó a investigar la denuncia registrada contra la OTAN por “crímenes de guerra” cometidos en aquella contienda. Es obvio que muchos albaneses fueron víctimas de los serbios (y a la inversa) pero del Ponte no logró acusar de genocida a Milosevic. Por fortuna para ella, el ex mandatario serbio murió en extrañas circunstancias. Se había convertido en un personaje molesto.
Según ha informado el rotativo británico The Guardian, Carla del Ponte ha sido acusada de sobornar testigos presentados contra el líder del Partido Radical Serbio (SRS), Vojislav Seselj. Resulta que la fiscal recurría a la intimidación y el soborno para obtener testimonios “a la carta”. Uno de los testigos afirma que le ofrecieron un trabajo en Estados Unidos a cambio de que su declaración se ajustara a la acusación. El mismo Vojislav Seselj, que se entregó a la justicia en 2003, denunció a los fiscales del Tribunal por uso de la fuerza, amenazas y chantaje.
Como es natural, Carla y sus colegas, rechazan las acusaciones y prometen cooperar con los jueces que investigarán tan graves acusaciones. ¡Qué solemnes y dignos, aparentan ser! Resulta que del Ponte va a cooperar con unos jueces que comparten los mismos “valores” que ella. El resultado de la “investigación” ya lo sabemos. Así imparte su justicia la burguesía.