El 14 de abril de 1931 se proclamaba la II República, después de la victoria de las candidaturas republicanas en unas elecciones que, aunque formalmente estaban convocadas como municipales por el gobierno monárquico del almirante Aznar, que sustituía al de el General Berenguer que cayó el 14 de febrero de 1931 y que había durado desde la caída de la Dictadura de Primo de Rivera, eran de hecho un referéndum sobre la monarquía.
La Dictadura de Primo de Rivera se proclamó en Septiembre de 1923 y duró hasta Enero de 1930.
Como decíamos, aunque esas elecciones estaban convocadas formalmente como municipales, el deseo mayoritario de la población era la celebración de elecciones generales. Por tanto, esa consulta al Pueblo, al margen de formalismos, se convirtió en un auténtico referéndum sobre el Régimen Monárquico que había amparado todas las atrocidades y corruptelas de la Dictadura de Primo de Rivera, incluyendo la intervención militar colonial en el norte de África.
Desde prácticamente los inicios de la II República, los sectores mas reaccionarios de la sociedad española y de las instituciones del Estado, conspiraron contra aquella: la mayoría de la jerarquía de la Iglesia Católica, jefes del ejército, y muy particularmente la oligarquía española constituida especialmente por el sector financiero y los grandes propietarios de tierras.
Para esa fracción hegemónica, económicamente hablando, del bloque dominante español la República, que no era sino un régimen democrático-parlamentario burgués, se les presentaba como un sistema político antagónico con sus intereses, demostrando una vez más que sectores esenciales del bloque dominante español, eran y son incapaces de amoldarse a un sistema democrático normalizado, dada la naturaleza siempre especulativa y criminal de sus intereses económicos, así como sus tendencias muy marcadas al autoritarismo
A ésto hay que añadir, además, la desconfianza ancestral del bloque dominante español en la ciudadanía de los Pueblos, bajo la jurisdicción de su Estado.
Es por estas razones que desde un principio comenzaron a conspirar contra la república, la Sanjurjada de 1932, sublevación militar en Madrid y Sevilla encabezada por el general Sanjurjo y secunda por los generales Barrena, Ponte, Cavalgati, Villegas y otros como Franco, Varela y Goded, aunque estos últimos al darse cuenta de las pocas posibilidades del triunfo del pronunciamiento se retiraron,esto es un ejemplo de lo que decimos.
Es decir, en esta primera conspiración ya participaron de una u otra forma los militares más vinculados al ejército de África.
La Sanjurjada fue fácilmente sofocada, sin embargo fue muy útil como experiencia para los organizadores del levantamiento del 18 de julio de 1936, porque les hizo ver que el estilo de Pronunciamiento militar típico, a través del que tantas veces habían conseguido sus objetivos, ya no iba a servir para acabar con la II República.
El escenario Europeo e internacional:
La II República se proclama en un momento de auge y ascenso al poder de los movimientos fascistas en Europa: Portugal, Italia, Alemania, Austria…
El fascismo internacional y en particular el nazismo alemán, eran proyectos imperialistas especialmente criminales pero perfectamente viables. De hecho durante la década de los treinta fueron de victoria en victoria.
La única forma de parar el avance del fascismo en Europa era la resistencia popular antifascista y antiimperialista.
El Estado Español por su situación geoestratégica, control de la entrada y salida entre el Mediterráneo y el Atlántico, enlace con el norte de África…, tenía y sigue teniendo un interés de primer orden en cualquier conflicto en el ámbito geográfico de Europa, norte de África y Oriente Próximo.
El nazi-fascismo, que era al fin y al cabo el imperialismo en Europa, tenía un gran interés en el control del Estado Español, no solo por su posición geoestratégica como decíamos, sino también por la abundancia de recursos minerales en aquel momento.
Objetivamente pues había una coincidencia entre los intereses de los sectores mas reaccionarios de la sociedad española y de su oligarquía, con los intereses del proyecto nazi-fascista europeo.
No es de extrañar pues que desde el principio. las maniobras conspiratorias contra la II República contarán con el apoyo total de los gobiernos fascistas, italiano y portugués, así como con la del gobierno nazi de Alemania, ésto ya se puso de manifiesto con la Sanjurjada.
Por otra parte »las potencias democráticas»: EEUU, Gran Bretaña y Francia, no estaban por la labor de enfrentarse a Hitler, si no por la labor de conciliar con su proyecto, esperando que el nazi-fascismo se orientara contra la URSS que al fin y al cabo era considerada como el enemigo común.
Al fin y al cabo, el fascismo no es más que la forma de dominación política mas extrema del capitalismo.
Es por esta razón que los gobiernos de esas potencias no mostraron ninguna simpatía por la II República, y llegado el momento optaron por apoyar de una forma mas o menos explicita el levantamiento militar-fascista.
En noviembre de 1933, con un gran desgaste de la izquierda, por el incumplimiento de las promesas al Pueblo, después de dos años de régimen republicano, se celebraron elecciones generales.
La derecha se había organizado a través de la CEDA, primer partido de masas de la derecha española, con un grandísimo despliegue de medios y con una fuerte abstención de las clases populares, la derecha española ganaba las elecciones con un programa claramente antipopular y parafascista.
En Italia y Alemania, el fascismo había llegado al gobierno a través de procesos electorales y una vez en éstos, valiéndose de los resortes del Poder, fueron reconvirtiendo los respectivos regímenes parlamentarios en sistemas puramente fascistas, con la negación de todo derecho político o social.
Los Pueblos del Estado Español, percibieron que si la CEDA entraba en el gobierno iba a reproducir ese proceso que, como decíamos, ya era un hecho que se había dado en Italia, Alemania, etc…
Es por ello que, cuando se da entrada en el gobierno a ese partido parafascista, se levanta un gran movimiento de resistencia popular que va a tener su máxima expresión en la llamada Revolución de Octubre de 1934.
Este movimiento no es un movimiento contra la Democracia ‚ni contra la República, sino una respuesta popular al intento de fasticizar la II República, tal como había ocurrido en otros Estados europeos.
De la misma forma que para el fascio la Sanjurjada fue un ensayo experimental del levantamiento de julio de 1936, la resistencia antifascista, incluyendo la resistencia armada de 1934, fue una gran experiencia para la organización de la resistencia antifascista de julio de 1936.
El 16 de febrero de 1936, vuelve a haber elecciones generales y ya con el Frente Popular constituido y con una participación muy importante, en contra de los pronósticos de la derechona, el Frente Popular gana las elecciones por amplia mayoría.
A partir de ese momento, la decisión de dar un golpe militar-fascista contra la II República, con la implicación plena de las potencias nazi-fascistas europeas, se acelera, los contactos de jefes del ejercito, especialmente delegados de Franco, con Hitler y otros jerarcas del régimen nazi que ya procedían de años atrás se intensifican. Así mismo ocurre con los de José Antonio Primo de Rivera con nazis y fascistas europeos.
Los jefes de los requetés-carlistas de Navarra, territorio en el que la insurrección contó con una mayor base social, junto con algunas provincias del norte de Castilla, tales como Antonio Goicochea, Olarzabal y Lizarra, concluyeron con Mussolinni ya en marzo de 1934 un pacto para que éste apoyara el levantamiento contra la II República.
No sin algunos roces entre el bando rebelde, se ultima la insurrección. Las mayores dificultades estuvieron en Navarra, entre el General Mola »director de la conspiración» y jefe militar en ese territorio y el jefe carlista Fal Conde.
Como decíamos el movimiento contaba en Navarra, y en algunas provincias del norte de Castilla, con su mayor base cívico-militar. De hecho los Requetés tenían organizados militarmente antes del inicio de la rebelión a más de ocho mil hombres.
Los Requetés exigían que la bandera de la rebelión fuera la bicolor, la actual española. Cuando los planes de los jefes militares rebeldes era usar la tricolor, la republicana, para engañar a la población.
Finalmente sólo en Navarra y en Burgos la rebelión se inició bajo la bandera bicolor.
Para darse cuenta de la importancia militar de los carlistas hay que tener en cuenta que la otra fuerza paramilitar que apoyó el movimiento rebelde, la Falange, solo pudo ofertar para el inicio del levantamiento unos cuatro mil miembros armados en todo el territorio del Estado.
Las fuerzas fascistas navarras tuvieron una gran importancia militar en la toma del resto de Euskal Herria, tanto en el levantamiento del 18 de julio, como en la guerra propiamente dicha.
El 17⁄18 de julio de 1936, estalla la rebelión militar-fascista en forma de Golpe, pero con un plan B, que era la guerra.
LA RESISTENCIA POPULAR CONSIGUE DERROTAR EL GOLPE. Y ello a pesar de la total pasividad del gobierno republicano presidido por Casares Quiroga: Esto es un hecho de una gran transcendencia histórica que es fundamental recuperar y fijar en nuestra memoria.
»LOS PUEBLOS DEL ESTADO ESPAÑOL» son los primeros que consiguen derrotar política y militarmente al fascismo.
El golpe militar del 18 de julio, es derrotado militarmente por la resistencia popular y con bastante rapidez.
Los fascistas no esperaban este resultado y pasan por una situación de autentico pánico, por que el plan B, el inicio de una guerra contra el Pueblo, no podía hacerse sin la presencia del ejército de África y sin la presencia de los ejércitos fascistas europeos.
El ejercito peninsular en su mayoría había quedado fuera de juego por la rápida derrota del golpe militar-fascista.
Ellos sabían que había sitios en que era imposible que triunfara el golpe militar, como Madrid, Barcelona y Bilbao, pero contaban que en Santander, Valencia, Andalucia y el resto de Castilla, triunfara. Y no fue así, sólo en Galicia, Castilla la Vieja, menos Santander y las cuencas mineras de León y Palencia , Alava, Navarra, además de una franja en Andalucía occidental entre Sevilla y Córdoba, triunfó el golpe. Y como decíamos no tenían en la península otro ejercito disponible para llevar adelante el plan B, es decir la guerra, porque éste había sido derrotado.
Es por ello que la primera gran operación militar ya con la plena implicación del ejercito nazi-alemán y del fascista italiano, a través de su aviación y de su flota, la llamada operación estrecho, tiene como finalidad trasladar el ejército de África a la península.
La llamada operación estrecho, es una operación rápida de transporte militar por vía aérea que se comienza a finales de Julio, en ella participan veinte aviones de transporte “’JU52» de la aviación nazi con sus tripulaciones respectivas y once aviones »saboya 81”” de la aviación fascista italiana, también con sus tripulaciones respectivas, que llegan a África el 28 de julio.
La flotas de ambos países (Alemania e Italia) apoyaron la operación, así como algún navío inglés que estaba en la zona y que también colaboró activamente.
En este primer puente aéreo de la historia militar, la operación estrecho, son trasladadas de Tetuán a Sevilla y Jerez en muy pocas horas, catorce mil efectivos del ejército de África.
El ejército de África, »era el típico ejercito colonial, compuesto por las unidades indígenas, las mehallas y el tercio de extranjeros. Las filas de estas unidades se nutrían de marroquíes reclutados en las cabilas más atrasadas, de aventureros de distintos países huidos de la justicia o simplemente de individuos desclasados, que se convertían en desalmados mercenarios capaces de todos los crímenes.
Estas fuerzas heterogéneas y apátridas estaban dirigidas y encuadradas por la oficialidad más reaccionaria del ejercito español”.(guerra y revolución en España 1936 – 1939).
Esa fue una de las puntas de lanza de las fuerzas franquistas en su guerra contra los Pueblos del Estado Español.
El ejercito de África, que llego a tener cien mil componentes, tenía plena libertad para asesinar, violar o robar y así lo hicieron sistemáticamente con el típico comportamiento de ejercito colonial de ocupación.
Las otras grandes aportaciones desde el inicio de la guerra a las fuerzas franquistas fueron, el ejercito alemán, el italiano y el portugués.
Se calcula que cincuenta mil miembros del ejercito alemán participaron en la guerra en el Estado Español, participación que les sirvió además como campo de ensayo para la II Guerra Mundial.
Entre cien mil y ciento veinte mil miembros del ejercito italiano con un equipamiento impresionante estuvieron también encuadrados en las fuerzas franquistas.
Mas de veinte mil miembros del ejército portugués participaron de igual modo.
Portugal jugó además un papel de principalísima importancia como retaguardia de la insurrección militar-fascista y posteriormente en la guerra: sus carreteras, sus aeropuertos, sus infraestructuras de telefonía y telégrafos, sus puertos, eran libremente utilizados por los fascistas españoles y sus aliados internacionales.
Su policía política colaboraba estrechamente en la represión del bando antifascista, más de cinco mil refugiados republicanos fueron devueltos a las autoridades franquistas.
La operación del estrecho va a marcar las pautas de comportamiento de todas las potencias occidentales en la guerra antifascista:
- Apoyo militar explicito y sin límites de los regímenes fascistas a Franco.
- Colaboración con recursos como gasolina, camiones y otros por parte de EEUU, también hacia Franco.
- Colaboración indirecta impidiendo la actividad internacional del gobierno legítimo del Frente Popular Republicano, tanto militar, como política, como comercial, por parte de Gran Bretaña y Francia, a pesar de que en este ultimo Estado había un gobierno del Frente Popular presidido por el socialista León Blun.
El éxito de la operación político-militar del paso del estrecho, con el traslado a la península del ejército de África y la participación masiva de ejércitos fascistas extranjeros, marca una correlación de fuerzas militares muy desfavorable para la República y permite retomar la iniciativa a las fuerzas militares franquistas, que no son sino ejércitos de ocupación.
Ese tremendo desequilibrio, se consigue compensar relativamente desde septiembre de 1936 y en 1937 con la organización de las fuerzas militares populares, que precisamente en el año 1937 se constituirán en el Ejercito Popular Republicano. La ayuda de las brigadas internacionales y la ayuda en material de guerra soviético, así como en instructores militares, sirve para compensar ese desequilibrio inicial.
Luis Ocampo, IzCa.