Aupa, Arnal­do- Car­lo Fabretti

Al igual que su metá­fo­ra la bom­ba, el fas­cis­mo se ha vuel­to “inte­li­gen­te”: gol­pea de for­ma selec­ti­va, “qui­rúr­gi­ca”, y hacien­do el menor rui­do posi­ble, para no tur­bar el sue­ño de la Espa­ña que duer­me ni el sopor de la Espa­ña que bos­te­za. Tan selec­ti­vo y tan qui­rúr­gi­co se ha vuel­to el fas­cis­mo, que has­ta pro­mul­ga leyes apli­ca­bles a un solo caso, para ile­ga­li­zar a un solo par­ti­do; y solo lo hace si es estric­ta­men­te nece­sa­rio, es decir, si ese par­ti­do plan­tea una opo­si­ción real a la bar­ba­rie capi­ta­lis­ta y goza de un amplio res­pal­do popu­lar. Tan­to afi­na el fas­cis­mo del siglo XXI, que gol­pea direc­ta­men­te en los cimien­tos de la demo­cra­cia y vul­ne­ra el dere­cho al silen­cio, el gra­do cero de la liber­tad de expre­sión. Tan “inte­li­gen­te” se ha vuel­to, que solo repri­me, tor­tu­ra y mata lo estric­ta­men­te nece­sa­rio. Y solo encar­ce­la a los que repre­sen­tan un peli­gro real e inme­dia­to para los pode­res esta­ble­ci­dos, a los que tenien­do voz y audien­cia se atre­ven a decir la ver­dad, a los que luchan abier­ta y efi­caz­men­te por el diá­lo­go y por la paz, por esa paz hija de la jus­ti­cia que los anti­guos grie­gos lla­ma­ban Ire­ne y que es la úni­ca desea­ble, la úni­ca posible.

Pero en su selec­ti­va y qui­rúr­gi­ca estra­te­gia pos­mo­der­na, el fas­cis­mo se olvi­da de un dato, por más que la His­to­ria lo repi­ta sin cesar: que un pue­blo que lucha por su liber­tad es inven­ci­ble; podrá per­der algu­nas bata­llas, inclu­so muchas, pero solo para salir de ellas más uni­do y más vigo­ro­so: lo que no lo ani­qui­la lo hace más fuer­te. Hace unos días, pasean­do por Bil­bo, me encon­tré con Mikel, un ami­go recien­te­men­te excar­ce­la­do y aún pen­dien­te de jui­cio. Es una de las per­so­nas más ama­bles y pací­fi­cas que conoz­co, y podría pasar sie­te años en la cár­cel por el mero hecho de per­te­ne­cer a la izquier­da aber­tza­le. Y esta­ba radian­te, en ple­na for­ma. “Como en el tru­llo no hay nada que hacer, me paso el día estu­dian­do y hacien­do gim­na­sia”, me dijo con una son­ri­sa que era la de todo un pue­blo, la de una cau­sa vic­to­rio­sa. “Aupa, Mikel, no estáis solos”, le dije al des­pe­dir­nos. “Lo sabe­mos”, me con­tes­tó sin dejar de sonreír.

No, no estáis solos. Cada vez son más las per­so­nas, den­tro y fue­ra de Eus­kal Herria, que reco­no­cen que el deno­mi­na­do con­flic­to vas­co solo se pue­de resol­ver median­te la nego­cia­ción y el diá­lo­go, y que en ese diá­lo­go impres­cin­di­ble la izquier­da aber­tza­le es un inter­lo­cu­tor fun­da­men­tal; lo tie­nen cla­ro inclu­so algu­nos diri­gen­tes del PSOE, aun­que nun­ca lo admi­ti­rían en públi­co (y segu­ra­men­te tam­bién lo tie­nen cla­ro algu­nos diri­gen­tes del PP, aun­que no lo admi­ti­rían ni siquie­ra en pri­va­do). Cada vez son más las per­so­nas cons­cien­tes de que la tor­tu­ra es una prác­ti­ca sis­te­má­ti­ca e impu­ne en el Esta­do espa­ñol, y de que ello no sería posi­ble sin la com­pli­ci­dad de los tres pode­res ‑de los cuatro‑, lo que equi­va­le a decir que la supues­ta tran­si­ción demo­crá­ti­ca no fue más que una arti­ma­ña para per­pe­tuar en el poder a los enemi­gos de la jus­ti­cia y de la liber­tad. Cada vez son más las per­so­nas que se dan cuen­ta de que encar­ce­lar a la cabe­za visi­ble de la izquier­da aber­tza­le no es sino un deses­pe­ra­do inten­to de silen­ciar un cla­mor que cre­ce cada día.

Y no con­ten­tos con encar­ce­lar a Ote­gi por el deli­to de pro­cla­mar lo evi­den­te, han lle­ga­do al extre­mo de inten­tar borrar­lo de las redes socia­les, igual que hace unos años inten­ta­ron borrar del ciber­es­pa­cio a la Aso­cia­ción Con­tra la Tor­tu­ra, igual que inten­tan borrar a Insur­gen­te, a Kaos en la Red, a Nodo 50… El fas­cis­mo “inte­li­gen­te”, cada vez más estú­pi­do, no com­pren­de que hay ámbi­tos de liber­tad y trans­pa­ren­cia en los que las tacha­du­ras se con­vier­ten en sub­ra­ya­dos, que los espe­jos se mul­ti­pli­can al rom­per­los, que las negras silue­tas de los pre­sos polí­ti­cos son aún más elo­cuen­tes que sus ros­tros. Ale­gré­mo­nos de las tor­pe­zas de nues­tros enemi­gos, que son los enemi­gos de los pue­blos del mun­do; cele­bre­mos sus gri­tos de rabia y sus ges­tos de deses­pe­ra­ción, que son los más cla­ros sig­nos de nues­tro avan­ce. Pron­to te vere­mos, como a Mikel, pasean­do son­rien­te por las calles de Bil­bo o de Donos­ti, for­ta­le­ci­do por quie­nes en vano inten­tan ani­qui­lar­te. Aupa, Arnal­do. Vol­ve­rás. Venceremos.

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