Legis­lar con­tra el amor: La Ley de Vio­len­cia de Géne­ro y la cons­truc­ción del Esta­do policial

Legis­lar con­tra el amor: La Ley de Vio­len­cia de Géne­ro y cons­truc­ción del Esta­do poli­cial y totalitario.

La ley de Vio­len­cia de Géne­ro de 2004 (en ade­lan­te LOVG) fue apro­ba­da por una­ni­mi­dad en un par­la­men­to mayo­ri­ta­ria­men­te mas­cu­lino (solo el 36% de los par­la­men­ta­rios eran muje­res). La anuen­cia gene­ral que ha teni­do esta legis­la­ción expre­sa su impor­tan­cia capi­tal para el Esta­do y la sitúa en la mis­ma cate­go­ría que las direc­tri­ces fun­da­men­ta­les del sis­te­ma como lo es la Cons­ti­tu­ción de 1978.

Los datos de su apli­ca­ción son estre­me­ce­do­res: El 13% de la pobla­ción reclu­sa son varo­nes cas­ti­ga­dos por deli­tos tipi­fi­ca­dos en la ley, deli­tos que, de ser come­ti­dos por muje­res ten­drían la cate­go­ría de fal­tas y no con­lle­va­rían penas de cár­cel. Duran­te los pri­me­ros cin­co años de vida de la ley más de cien mil hom­bres han sufri­do algún tipo de con­de­na o medi­da penal. El gobierno con­si­de­ra que las cien mil denun­cias anua­les que se pro­du­cen no repre­sen­tan sino la cuar­ta par­te de las que se debe­rían poner1 por lo que hay que cal­cu­lar que si los varo­nes encar­ce­la­dos por vio­len­cia de géne­ro son nue­ve mil en este momen­to podrían lle­gar pron­to a las trein­ta y seis mil, es decir, incre­men­ta­ría la pobla­ción reclu­sa en un 50% creán­do­se autén­ti­cos cam­pos de con­cen­tra­ción. Por otro lado, la apli­ca­ción de esta nor­ma no solo no ha resuel­to el pro­ble­ma de la muer­te de muje­res por sus pare­jas sino que las víc­ti­mas2 han segui­do aumen­tan­do como pro­duc­to pre­ci­sa­men­te del enco­na­mien­to, el resen­ti­mien­to y la hos­ti­li­dad que la ley gene­ra en las rela­cio­nes entre los sexos.

Tal nor­ma­ti­va tie­ne efec­tos muy bene­fi­cio­sos para la máqui­na esta­tal capi­ta­lis­ta que azu­za la dis­cor­dia entre muje­res y hom­bres como pre­tex­to para seguir amplian­do el esta­do mili­tar y poli­cial y la judi­cia­li­za­ción de la vida social a la vez que ensa­ya pro­ce­di­mien­tos excep­cio­na­les para el con­trol y domi­na­ción de la pobla­ción civil como las pul­se­ras de segui­mien­to y vigi­lan­cia y para la mani­pu­la­ción men­tal masi­va a tra­vés de las medi­das (judi­cia­les o no) de reedu­ca­ción como las que actual­men­te se lle­van a cabo con los hom­bres para la crea­ción de lo que lla­man la “nue­va masculinidad”.

Apro­pián­do­se del dis­cur­so de la eman­ci­pa­ción y la libe­ra­ción feme­ni­na el femi­nis­mo de Esta­do hace acep­ta­ble una legis­la­ción que es, en los hechos, un régi­men de excep­ción, con juz­ga­dos espe­cia­les y apli­ca­ción del dere­cho penal del enemi­go a una par­te de la pobla­ción a la que se impo­ne la pre­sun­ción de cul­pa­bi­li­dad gené­ri­ca. La apli­ca­ción de estas medi­das jus­ti­fi­ca el cre­ci­mien­to impa­ra­ble de las diver­sas poli­cías y la Guar­dia Civil que aumen­tan al rit­mo del 5% anual3, con un por­cen­ta­je de muje­res que en el Cen­tro de For­ma­ción de Poli­cía de Ávi­la que es ya del 19% para la esca­la bási­ca mien­tras en la esca­la eje­cu­ti­va son el 56% de los aspi­ran­tes, algu­nas fémi­nas han lle­ga­do a lo más alto del poder poli­cial y esta­tal como Ele­na Sán­chez, secre­ta­ria gene­ral del CNI o Con­cep­ción de la Vega, jefa supe­rior de poli­cía en Canarias.

Pero lo que es un mons­truo­so cre­ci­mien­to del Esta­do repre­si­vo se pre­sen­ta con tin­tes pro­gre­sis­tas y libe­ra­do­res de defen­sa de los opri­mi­dos (las muje­res) y res­ta­ble­ci­mien­to de la jus­ti­cia social, por lo que la poli­cía ya no es vis­ta como ins­ti­tu­ción para la tor­tu­ra y la bru­ta­li­dad con­tra la gen­te común sino como una ONG de sal­va­do­res y sal­va­do­ras de débi­les fémi­nas. La LOVG, sin embar­go, no es un caso úni­co, for­ma par­te del vas­to plan de amplia­ción de los ins­tru­men­tos de la vio­len­cia esta­tal lle­va­da a cabo por los gobier­nos de la social­de­mo­cra­cia des­de 2004 y que inclu­yen un con­jun­to de leyes y la recien­te refor­ma del Códi­go Penal.

Ade­más cien­tos de miles de muje­res están hoy de for­ma cre­cien­te en ínti­mo y dia­rio con­tac­to con los apa­ra­tos repre­si­vos, las con­ti­nuas visi­tas a las comi­sa­rías o los cuar­te­li­llos de la Guar­dia Civil, la sim­pa­tía con la que se ve a sus miem­bros, el adoc­tri­na­mien­to en el odio irra­cio­nal a los hom­bres, incre­men­ta­rá, en los años veni­de­ros, el núme­ro de con­fi­den­tes y cola­bo­ra­do­ras con esos cuer­pos y sen­ta­rá las bases para la crea­ción de gru­pos para­po­li­cia­les feme­ni­nos como un moderno Soma­tén que defen­de­rá el sis­te­ma de domi­na­ción con las armas si hace falta.

El sexis­mo, que es la esen­cia la LOVG, es una ideo­lo­gía de la mis­ma natu­ra­le­za que el racis­mo pues es un esen­cia­lis­mo bio­ló­gi­co. De la mis­ma mane­ra que los nazis usa­ron el sen­ti­mien­to anti­ju­dío para cons­ti­tuir su base de masas ins­ti­gan­do el odio irra­cio­nal y ali­men­tan­do el emo­cio­na­lis­mo más exal­ta­do, el pre­jui­cio andro­fó­bi­co está sien­do uti­li­za­do hoy por el poder con la mis­ma fun­ción. Esta doc­tri­na y los hábi­tos y pau­tas de con­duc­ta que el alec­cio­na­mien­to ince­san­te y la apli­ca­ción de las leyes lla­ma­das de dis­cri­mi­na­ción posi­ti­va crean en las muje­res harán rena­cer las filo­so­fías y las orga­ni­za­cio­nes de cor­te fas­cis­ta que, en muchos casos, ten­drán ros­tro feme­nino4. Por este moti­vo entre las fuen­tes de las que se nutre el femi­nis­mo de Esta­do se encuen­tran corrien­tes que han sido ini­cua­men­te cali­fi­ca­das de anti­sis­te­ma como el movi­mien­to SCUM que ya des­de su pro­pio nom­bre (sus siglas sig­ni­fi­can Socie­dad para el Exter­mi­nio del Hom­bre) es un ale­ga­to fascista.

Con ser la repre­sión el aspec­to más lla­ma­ti­vo no es el úni­co, ni el más impor­tan­te, ele­men­to inquie­tan­te de una ley que pre­ten­de trans­for­mar de for­ma radi­cal e irre­vo­ca­ble las ideas, con­duc­tas y pau­tas cul­tu­ra­les que han orga­ni­za­do his­tó­ri­ca­men­te los víncu­los entre muje­res y hom­bres. En pri­mer lugar defi­ne todas las rela­cio­nes entre los sexos como rela­cio­nes de poder y de domi­nio afir­man­do que, des­de tiem­pos inme­mo­ria­les, los hom­bres han abu­sa­do de las muje­res5 y uti­li­za­do la agre­sión con­tra ellas por el lugar pri­vi­le­gia­do que ocu­pan en la socie­dad. Afir­man, asi­mis­mo, que la vio­len­cia de los varo­nes hacia las fémi­nas es estruc­tu­ral, es decir, se pro­du­ce por el hecho de ser muje­res y no tie­ne una cau­sa con­cre­ta. Para­dó­ji­ca­men­te los hom­bres solo son opre­so­res para las muje­res cuan­do tie­nen lazos afec­ti­vo-sexua­les con ellas pero no cuan­do son empre­sa­rios, gober­nan­tes, poli­cías, jue­ces, geri­fal­tes mediá­ti­cos u otros con poder; de lo que cabe dedu­cir que no es una ley con­tra los hom­bres sin más sino con­tra las rela­cio­nes afec­ti­vo-sexua­les, los víncu­los y las ins­ti­tu­cio­nes natu­ra­les de con­vi­ven­cia. Resul­ta sor­pren­den­te que esta des­ca­be­lla­da e insen­sa­ta argu­men­ta­ción haya cala­do de for­ma tan rotun­da en una par­te sig­ni­fi­ca­ti­va del cuer­po social.

Con tales dis­cur­sos se alien­ta en muchas muje­res una ideo­lo­gía vic­ti­mis­ta, que recla­ma el dere­cho a ser débil a la vez que cul­ti­va el ren­cor y el resen­ti­mien­to más áspe­ro hacia los varo­nes, un recha­zo irra­cio­nal que anu­la las capa­ci­da­des refle­xi­vas e inte­lec­ti­vas en las fémi­nas que lo sos­tie­nen y que pro­vo­ca acti­tu­des y sen­ti­mien­tos de agra­vio y de infe­rio­ri­dad y una agre­si­va fero­ci­dad hacia el otro sexo. De hecho la ley al esta­ble­cer la espe­cial vul­ne­ra­bi­li­dad de las muje­res, su nece­si­dad de excep­cio­nal pro­tec­ción hace gala de un machis­mo mos­tren­co pues sus­ti­tu­ye la tute­la mari­tal que esta­ble­cía el Códi­go Civil de 1889 por la del Esta­do y sus ins­ti­tu­cio­nes y fun­cio­na­rios, fun­dan­do de esta mane­ra un neo-patriar­ca­do esta­tal, que las no solo las “ampa­ra” sino que hace recaer en ellas pri­vi­le­gios y ven­ta­jas inne­ga­bles a cam­bio de la obli­ga­ción de guar­dar­le obe­dien­cia y ser­vir­le en todo. No pode­mos des­car­tar, no obs­tan­te, que en un futu­ro pró­xi­mo se inci­te la apa­ri­ción de nue­vas corrien­tes misó­gi­nas y machis­tas que expan­dan la lla­ma de la dis­cor­dia y la escisión.

La psi­co­sis colec­ti­va que los medios de adoc­tri­na­mien­to y mani­pu­la­ción men­tal han con­se­gui­do crear con el argu­men­to de la vio­len­cia de géne­ro ocul­ta el ate­rra­dor cre­ci­mien­to del enfren­ta­mien­to, las agre­sio­nes y los crí­me­nes en el seno de la comu­ni­dad de los igua­les. Muchos ado­les­cen­tes (varo­nes y muje­res por igual) mal­tra­tan a sus fami­lias, espe­cial­men­te a sus madres ‑que aun­que son muje­res no son defen­di­das espe­cial­men­te por las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les-. Muchos ancia­nos, mayor­men­te ancia­nas, pues son más lon­ge­vas, sufren aban­dono y agre­sión físi­ca y emo­cio­nal por sus alle­ga­dos o sus cui­da­do­res o cui­da­do­ras. Innu­me­ra­bles niños y niñas peque­ños pade­cen la fal­ta de cari­ño y de cui­da­dos de unos madres y padres que no les entien­den ni les aman. Los actos de vio­len­cia y cruel­dad pro­ta­go­ni­za­dos por muje­res han cre­ci­do de for­ma horri­pi­lan­te en los últi­mos años. Todo ello es indu­ci­do por el Esta­do a tra­vés de la mani­pu­la­ción de las con­cien­cias que lle­va a cabo la indus­tria de la cul­tu­ra, el cine, el sis­te­ma edu­ca­ti­vo etc. y la crea­ción de hábi­tos y con­duc­tas anti-con­vi­ven­cia­les que gene­ra la legis­la­ción que nor­ma­ti­vi­za los pro­ce­sos y prác­ti­cas que antes se pro­du­cían en el seno de la comu­ni­dad y al mar­gen de las ins­ti­tu­cio­nes por el acuer­do entre pares y a tra­vés de la cola­bo­ra­ción y el entendimiento.

La inca­pa­ci­dad de la socie­dad civil para enfren­tar­se con tan des­co­mu­nal heca­tom­be de las cos­tum­bres per­mi­te que el poder tirá­ni­co del Esta­do se pre­sen­te como sal­va­dor apor­tan­do lo que le es más pro­pio, la orga­ni­za­ción de la vio­len­cia ins­ti­tu­cio­na­li­za­da. Que­bra­dos los lazos inter­hu­ma­nos, la poli­cía y los ejér­ci­tos apa­re­cen como garan­tes de la civi­li­za­ción hacien­do bue­na la pro­fe­cía hob­bes­sia­na sobre que somos fie­ras y depre­da­do­res por natu­ra­le­za6

La influen­cia de las leyes en la con­vi­ven­cia social y la cos­mo­vi­sión y hábi­tos de los indi­vi­duos no ha de ser menos­pre­cia­da pues el cuer­po legal del sis­te­ma lejos de ser con­se­cuen­cia de la reali­dad social es, más a menu­do, cau­sa de esa mis­ma reali­dad que es pre­via­men­te bus­ca­da por los legis­la­do­res, así suce­de con la LOVG que está con­si­guien­do la des­truc­ción de lo poco que que­da­ba de las ins­ti­tu­cio­nes natu­ra­les de vida social, a saber, los víncu­los afec­ti­vos-sexua­les y las rela­cio­nes fami­lia­res de con­vi­ven­cia y paren­tes­co pues si los de aba­jo están divi­di­dos, o mejor aún, ato­mi­za­dos, el sis­te­ma de domi­na­ción se for­ta­le­ce­rá de mane­ra colo­sal. Una socie­dad uni­da, estruc­tu­ra­da, dota­da de cul­tu­ra, y capa­ci­dad para vivir en común, con posi­bi­li­dad de dotar­se de fines ele­gi­dos y aspi­ra­cio­nes com­par­ti­das es un duro enemi­go del Esta­do que que­da así muy dis­mi­nui­do en sus pre­rro­ga­ti­vas y posi­bi­li­da­des de acción.

Por ello la segre­ga­ción es el camino para el triun­fo del abso­lu­tis­mo esta­tal, pri­me­ro se sepa­ró a los jóve­nes de los adul­tos, lue­go a los niños de los mayo­res, a los ancia­nos de la socie­dad en gene­ral y final­men­te a los hom­bres de las muje­res, de esta mane­ra todos, ais­la­dos y soli­ta­rios, dis­mi­nui­dos, irres­pon­sa­bles y enton­te­ci­dos por la fal­ta de expe­rien­cia social, pue­den ser mejor some­ti­dos y domi­na­dos por las ins­ti­tu­cio­nes del poder.

Si el patriar­ca­do del pasa­do se basó en la fami­lia y el con­trol de las rela­cio­nes que en ella se esta­ble­cen –un some­ti­mien­to que siem­pre fue par­cial y limi­ta­do- el actual se fun­da­rá sobre la des­truc­ción de todas las ins­ti­tu­cio­nes natu­ra­les de con­vi­ven­cia, en la crea­ción de un indi­vi­duo, ya no ple­na­men­te humano, por la pér­di­da de la mayor par­te de las capa­ci­da­des de rela­ción ínti­ma y afec­ti­va con sus igua­les, en ello ten­drá un papel fun­da­men­tal el odio sexis­ta intro­du­ci­do por el femi­nis­mo de Esta­do que aspi­ra a la des­truc­ción de los valo­res y capa­ci­da­des posi­ti­vas que con­ser­van las muje­res y que nos con­ver­ti­rá, si no lo reme­dia­mos, en seres soli­ta­rios y egoís­tas, aje­nos a la moral y el rec­to obrar en nues­tra vida públi­ca y pri­va­da, empo­bre­ci­das de prác­ti­ca men­tal refle­xi­va y, en gene­ral, de vida psí­qui­ca y espi­ri­tual algu­na, aje­nas al amor y a las nece­si­da­des huma­nas auténticas.

Resul­ta incohe­ren­te que cier­to “radi­ca­lis­mo”, que se lla­ma a sí mis­mo anti­sis­te­ma, ejer­za de voce­ro de las con­sig­nas del poder jalean­do el des­en­cuen­tro entre muje­res y hom­bres, seña­lan­do como agre­sio­nes los actos más ino­cen­tes y tri­via­les7, y ponién­do­se en todo a las órde­nes de la social­de­mo­cra­cia que los usa como mano de obra en sus pro­yec­tos. Debe­mos ser cons­cien­tes de que mien­tras siga ati­zán­do­se la pug­na entre los sexos, la agre­sión, la vio­len­cia y el cri­men segui­rán cre­cien­do sin reme­dio. Las rela­cio­nes entre las muje­res y los hom­bres tie­nen que fun­dar­se en la sim­pa­tía, el afec­to, la fra­ter­ni­dad y el amor, no en el mie­do, la incom­pren­sión y el des­co­no­ci­mien­to y el odio pues solo uni­dos se pue­de hacer fren­te al sis­te­ma de dominación.

A modo de resumen:

1. La vio­len­cia entre los sexos es com­ple­ta­men­te recha­za­ble pero, al con­tra­rio de lo que dice el femi­nis­mo de Esta­do no resul­ta de un solo fac­tor –la cul­tu­ra machis­ta y el patriar­ca­do- sino de dos, a saber, la trá­gi­ca natu­ra­le­za de la con­di­ción huma­na que nos con­vier­te en fie­ras en cier­tas cir­cuns­tan­cias y la acción del pro­pio Esta­do que a tra­vés de la ley y la mani­pu­la­ción de las con­cien­cias divi­de, enfren­ta y frag­men­ta la socie­dad civil para aumen­tar su poder, sien­do este segun­do el agen­te deci­si­vo en el momen­to actual.

2. No es admi­si­ble que quie­nes dicen opo­ner­se al Esta­do defien­dan la LOVG o, sin men­cio­nar­la sus­ten­ten sus con­cep­cio­nes sexis­tas y andro­fó­bi­cas y alien­ten la gue­rra de los sexos.

3. Debe denun­ciar­se la LOVG como una ley que pro­yec­ta el Esta­do poli­cial y la repre­sión indis­cri­mi­na­da con­tra la pobla­ción y ade­más impo­ne la inter­ven­ción del poder en la vida ínti­ma de los individuos.

4. Debe con­de­nar­se asi­mis­mo su fun­ción “edu­ca­ti­va” para impo­ner a la socie­dad los dis­va­lo­res del odio, el egoís­mo y la inmo­ra­li­dad, su carác­ter machis­ta y neo­pa­triar­cal pues pre­sen­ta a las muje­res como seres incom­pe­ten­tes y nos pone bajo la tute­la del Esta­do. Las muje­res debe­mos opo­ner­nos de for­ma con­tun­den­te a esas medi­das que supues­ta­men­te nos protegen.

5. Con­de­nar y cri­ti­car la ley no es sufi­cien­te, es nece­sa­rio bre­gar por la recu­pe­ra­ción de los sabe­res, las con­duc­tas, las prác­ti­cas, los hábi­tos y las ins­ti­tu­cio­nes que rigen la con­vi­ven­cia entre iguales.

6. Las muje­res y los hom­bres tie­nen que res­ca­tar las habi­li­da­des, los ins­tru­men­tos y capa­ci­da­des para ele­gir­se y con­vi­vir res­ca­tan­do el amor como víncu­lo subli­me y excep­cio­nal y el sexo como poten­cia uni­ti­va de enor­me valor. Las rela­cio­nes ínti­mas entre las per­so­nas deben dejar de ser inter­ve­ni­das por el Esta­do y tene­mos que aspi­rar a que lle­guen a ser aje­nas a cual­quier intro­mi­sión política.

Pra­do Este­ban Diezma

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