ELA y LAB pidieron a los grupos políticos que no avalaran la reforma laboral en el Congreso español, pero no les han hecho caso. ¿Qué lectura hacen?
AINHOA ETXAIDE. No nos pilló de sorpresa, está claro. El hecho de que estemos en la calle incrementando la capacidad de movilización es consecuencia y causa de la dejadez que hacen los partidos a las indicaciones de los trabajadores. Vemos con preocupación no sólo que no nos hayan atendido, sino que la mayoría del arco parlamentario ha planteado la insuficiencia de la reforma, no su equivocada dirección. Es lamentable.
TXIKI MUÑOZ. Sí y abstención son iguales en este caso. Es dejar vía libre para que la reforma vaya para adelante con el compromiso del Gobierno español de que en el trámite parlamentario empeore. Es una decisión contra los trabajadores. La foto del Congreso español no es ajena a la foto que se ve aquí en temas como las medidas fiscales. PNV, PP, UPN, PSOE, en sus dos vertientes, están de acuerdo cómo se tiene que administrar la crisis, es decir dando cobertura a la patronal y a los poderosos.
¿Cómo se para esto si empeora?
A. E. Apostando por la alternativa y siendo conscientes de que sí la hay. Cada vez tenemos que ser más los trabajadores, la sociedad y la mayoría sindical quienes demandemos y luchemos a favor de esa transformación social. Es lo que ya estamos consiguiendo con la acumulación de fuerzas y es lo que tenemos delante para avanzar.
T. M. Hay que darle mucho valor a lo que hemos sido capaces de hacer. La huelga general no es un punto final. Tiene una componente de socialización de alternativas para dar oxígeno a los espacios reivindicativos. Tuvimos mucho valor al convocar una huelga el 21 de mayo y esta del 29 de junio dará oxígeno a la lucha diaria. El reto es ‑espero que sea una reflexión compartida- soldar alianzas fuertes para dar una respuesta integral.
Las alternativas son las que se recogen en el decálogo, ¿cuáles destacarían entre todas ellas?
T. M. La alternativa fundamental es que no hemos abandonado el debate de la distribución de la riqueza. Los que saben de esto dicen que nunca ha habido tanta evasión de capitales como ahora en el Estado español. Los trabajadores no evadimos capitales. La otra pasa por la negociación colectiva. A la hora de resumir ese decálogo insisto en que es movilizar a la sociedad para una política de solidaridad, que no es la que se está haciendo y con la negociación colectiva, nos tenemos que preparar para una durísima pelea.
A. E. El decálogo se resume en cambiar las políticas que se hacen desde la capacidad de decidir en Hego Euskal Herria, garantizando la participación de los trabajadores en esas decisiones. Se trata de dar una respuesta efectiva y real a la situación que atravesamos; cambiar la tendencia de las politicas económicas y sociales e ir avanzando hacia otro modelo económico y social. La alternativa va a ir generando mayorías sociales y, a la vez, generará alianzas; la posibilidad te la dan los instrumentos que tienes. Una de las principales bases para esa alternativa la concretamos en el marco vasco de relaciones laborales. Capacidad existe en Euskal Herria para hacer otro tipo de políticas. Instrumentos tenemos: uno, es la negociación colectiva y otro, la capacidad de cambiarlo.
Por lo que conocen ya de las adhesiones a la huelga, ¿los trabajadores ven necesario salir a la calle y hacer paro?
A. E. Por los datos que tenemos, sí. Nos da para intuir desde ahora que va haber una respuesta masiva de rechazo a la reforma. Los trabajadores ven que no hay más alternativa que salir a la calle a responder y a luchar. La huelga general es un punto de inflexión, de acumulación de todas las luchas que se producen, como estamos viendo en Gipuzkoa con los conflictos en algunos convenios. En esta huelga hay una realidad y un factor determinante que ocurre con todas las crisis, es decir que pone a todos los trabajadores a la defensiva. La crisis tiene un componente de desactivación, de miedo, de amenaza y de chantaje. Provoca desmovilización. En ésta es justo lo contrario. Hay más movilización social y más lucha. Los trabajadores no asumen el discurso oficial de apretarnos todos el cinturón y que no es momento de reivindicaciones, sino todo lo contrario. Por lo tanto, es una base sólida para dar nuevos pasos. La huelga no sólo va a salir bien, sino que los trabajadores se sienten partícipes de impulsar la alternativa. Se sienten protagonistas de la única dinámica que es capaz de enfrentarse al poder económico y a las decisiones que se están tomando.
T. M. La gente visualiza una foto muy dura: quienes mandan, la élite económica, tienen al poder político entregado. Es una foto patética y vergonzante. La gran labor de nuestra militancia es explicar que el gran pagano de la crisis no tienen porqué ser los derechos laborales y sociales, que no tienen nada que ver con quienes han generado la crisis. Hay muchas razones para rebelarse, es verdad que el capital visualiza un «shock» y que se da una coyuntura propicia para aprovechar el miedo que genera el desempleo masivo, por eso tiene más valor lo que estamos haciendo: salir a la huelga.
Esta reforma laboral va más allá porque ningún trabajador está seguro, ni los temporales ni los fijos. ¿Qué les parece?
T. M. Afecta a todos, trasversalmente la reforma afecta a todo el mundo. El despido subjetivo se abarata y facilita; y se obtiene financiación pública para practicarlo. La patronal obtiene la posibilidad de sustituir a bajo costo el empleo digno por empleo precario. En el Estado español, siempre que ha habido un problema en el mercado laboral se ha acudido a la misma receta: más precariedad. Es lo que ha decidido el Parlamento: dar a la patronal lo que quiere.
A. E. Para generar empleo hay que invertir en empleo, pero la reforma hace lo contrario, permite a las empresas ser más rentables a costa de sustituir empleo fijo, porque se facilita el despido barato; impulsa la flexibilidad laboral; y otorga la capacidad unilateral a los empresarios para aplicar las condiciones laborales. Es una reforma laboral agresiva y dura para el conjunto del mercado laboral, que pone en riesgo los derechos de los trabajadores.
¿Creen que la respuesta preocupa a Madrid y a los gobiernos autonómicos?
A. E. La respuesta siempre preocupa. Independientemente de que haya respuesta y ésta vaya creciendo, no debilitándose en un contexto de crisis, y que no sólo sea de rechazo, sino de una respuesta que está generando alternativas, claro que preocupa. Esta respuesta está consolidando el sujeto político y social y puede ser, y debe ser, uno de los activos de cohesión social que necesita Euskal Herria. Sí que preocupa o, desde luego, debería preocupar. No sólo a Madrid, sino a las instituciones vascas, que están al servicio de Madrid, y a los partidos que luego se tienen que poner delante de la sociedad vasca a explicar sus programas electorales con cada vez menos margen de credibilidad porque actúan a espaldas de la sociedad y de los trabajadores.
T. M. Preocupa en la medida de que genera una movilización. Hay que darle valor a la huelga del 21 de mayo, que tuvo en contra a todos, incluidos UGT y CCOO. Pasado cierto tiempo, se da más decisión al atrevimiento de quienes tomamos aquella decisión del 21 de mayo. Entre otras cosas porque creemos que algunos quieren ir a por todo con esta nueva reforma laboral, ya que el poder político está rendido a los pies de los empresarios y los poderosos. Es tal el grado de unilateralidad y el control de la política, que van a aprovechar la coyuntura y van a ir a por más. El presidente de BBVA, Francisco González, dijo sin rubor, que había que profundizar en la reforma laboral, en la de pensiones y establecer el copago en la Sanidad, etc y, además, pidió más ayudas públicas a la banca. No pasó nada. Todos los que están en nómina del poder no critican esas posiciones tan inapropiadas en tiempos de crisis, a sabiendas de que mucha gente lo está pasando muy mal. Sin embargo, otros son capaces de criticar al movimiento sindical vasco bajo cuatro tópicos.
Por eso, tenemos derecho a criticar que durante los años de crecimiento, la acumulación de riqueza fue bestial, porque los planes de urbanismo no los ha aprobado el Espíritu Santo, sino que se han hecho con responsabilidad política, para que unos ganasen todo lo que quisiesen. En época de crecimiento ha habido una pérdida de derechos laborales, de aumento de la precariedad y de una distribución injusta para las rentas salariales. Algunos nos quieren imponer que no hablemos de esto.
Gara