Caba­llo de Tro­ya: Como fun­cio­na el «gol­pe de la CIA» en Irán- IAR Noticias

Una inva­sión mili­tar de Irán por vía terres­tre para derro­car al régi­men de los aya­to­las (el ver­da­de­ro obje­ti­vo de Washing­ton), le cos­ta­ría a EEUU y a Israel bajas huma­nas y pér­di­das mili­ta­res impo­si­bles de men­su­rar. Esta reali­dad es la que guía (y guió) el dise­ño de pla­nes estra­té­gi­cos orien­ta­dos a des­es­ta­bi­li­zar Irán y a gene­rar con­sen­so a even­tua­les ope­ra­cio­nes mili­ta­res aéreas con­tra ins­ta­la­cio­nes nuclea­res y mili­ta­res de Tehe­rán. Este obje­ti­vo, a su vez, gene­ró el dise­ño ope­ra­ti­vo de una «gue­rra por otras vías» para des­es­ta­bi­li­zar y pre­pa­rar el derro­ca­mien­to interno del régi­men de los aya­to­las. Esa es la lógi­ca que con­du­ce a la actual ope­ra­ción «Caba­llo de Tro­ya» de la CIA con los refor­mis­tas.

Por Manuel Frey­tas (*)
manuefreytas@​iarnoticias.​com

El obje­ti­vo Irán

Por las líneas geo­po­lí­ti­cas de Irán, se tras­mi­ten y retrans­mi­ten los tea­tros de con­flic­to que atra­vie­san la esca­la com­pren­di­da entre Eura­sia y Medio Orien­te, cuyos des­en­la­ces impac­tan direc­ta­men­te en las fron­te­ras ener­gé­ti­cas ubi­ca­das entre el Mar Cas­pio y el Gol­fo Pér­si­co, las cla­ves estra­té­gi­cas del petró­leo y la ener­gía mun­dial.

De cómo se resuel­va el con­flic­to nuclear con Irán, depen­de­rá el des­en­la­ce y la reso­lu­ción de los con­flic­tos mili­ta­res laten­tes en Eura­sia y Medio Orien­te, las lla­ves estra­té­gi­cas que abren o cie­rran la posi­bi­li­dad del esta­lli­do de una ter­ce­ra gue­rra mun­dial intercapitalista.

En Irán (a dife­ren­cia de lo que infor­ma y ana­li­za la pren­sa del sis­te­ma) des­de junio del año pasa­do no hay un enfren­ta­mien­to por un resul­ta­do elec­to­ral, sino que se uti­li­za el resul­ta­do elec­to­ral para diri­mir un con­flic­to más pro­fun­do que, por su impor­tan­cia estra­té­gi­ca, tras­cien­de las fron­te­ras de Irán.

Por las líneas fron­te­ri­zas de Irán hoy se escri­ben a cor­to pla­zo los ejes matri­ces y las coor­de­na­das de un des­en­la­ce inter­na­cio­nal de la gue­rra inter­ca­pi­ta­lis­ta por el petró­leo y los recur­sos estra­té­gi­cos.«Refor­mis­tas» y «fun­da­men­ta­lis­tas» son sólo pie­zas fun­cio­na­les de ese table­ro en Irán.

Una inva­sión mili­tar a Irán por vía terres­tre para derro­car al régi­men de los aya­to­las (el ver­da­de­ro obje­ti­vo del eje sio­nis­ta «Washing­ton-UE-Israel), le cos­ta­ría a EEUU e Israel bajas huma­nas y pér­di­das mili­ta­res impo­si­bles de men­su­rar.

Esta reali­dad es la que guía (y guió) el dise­ño de pla­nes estra­té­gi­cos orien­ta­dos a des­es­ta­bi­li­zar Irán por medio de una gue­rra civil, y a gene­rar con­sen­so a even­tua­les ope­ra­cio­nes mili­ta­res aéreas con­tra ins­ta­la­cio­nes nuclea­res y mili­ta­res. Esa es la lógi­ca que con­du­ce a la actual ope­ra­ción «caba­llo de Tro­ya» con los reformistas.

Si el eje Washing­ton-Tel Aviv deci­die­ra inva­dir mili­tar­men­te por tie­rra a Irán posi­ble­men­te el infierno de Irak o de Afga­nis­tán, o la rato­ne­ra del Líbano en 2006, luci­rían como paseos turís­ti­cos com­pa­ra­dos con lo que les depa­ra­ría a sus tro­pas el gigan­te islá­mi­co de Medio Oriente.

Irán cuen­ta con un terri­to­rio cua­tro veces mayor, y tie­ne un equi­va­len­te a casi tres veces la pobla­ción de Irak.
Al mis­mo tiem­po, el terreno de Irán es mucho más mon­ta­ño­so que el de Irak, y con­for­ma el tea­tro ideal para la gue­rra de gue­rri­llas, en la cual están entre­na­dos alre­de­dor de 500.000 mujai­di­nes volun­ta­rios pre­pa­ra­dos para ser movi­li­za­dos en cual­quier momento.

Para com­pa­rar, bas­ta citar el ejem­plo de Líbano en 2006, don­de 30.000 sol­da­dos israe­líes, con tan­ques, bate­rías de arti­lle­ría, heli­cóp­te­ros arti­lla­dos, cober­tu­ra aérea con misi­les, bom­bas «inte­li­gen­tes» y fue­go naval, no pudie­ron doble­gar a los 5.000 com­ba­tien­tes de Hez­bo­lá entre­na­dos por Irán y Siria. 

En tér­mi­nos con­ven­cio­na­les, las Fuer­zas Arma­das ira­níes son las más nume­ro­sas y pode­ro­sas del Medio Orien­te: cuen­tan con 1.000.000 de efec­ti­vos dis­tri­bui­dos entre el Ejér­ci­to de Tie­rra, la Fuer­za Aérea, la Mari­na y el Cuer­po de los Guar­dia­nes de la Revo­lu­ción Islá­mi­ca (CGRI).

La doc­tri­na y la estra­te­gia de Defen­sa mili­tar ira­ní, pre­vé la movi­li­za­ción, en caso de nece­si­dad, de un «Ejér­ci­to islá­mi­co» de 20 millo­nes de per­so­nas sobre un total de más de 70 millo­nes de habitantes. 

Tan­to hom­bres como muje­res, de 12 a 60 años, reci­ben pre­pa­ra­ción mili­tar en las filas de las mili­cias popu­la­res, y en caso de gue­rra podrían ser incor­po­ra­dos a las Fuer­zas Arma­das regulares.

El Cuer­po de los Guar­dia­nes de la Revo­lu­ción o Guar­dia Revo­lu­cio­na­ria, con­si­de­ra­do como el «ejér­ci­to ideo­ló­gi­co» del régi­men, repre­sen­ta “un ejér­ci­to den­tro del ejér­ci­to” ya que cuen­ta, ade­más de sus fuer­zas terres­tres, con Fuer­za Aérea y Mari­na pro­pias, ade­más de la poli­cía y del res­to de las fuer­zas de segu­ri­dad bajo su control.

Ade­más, los Guar­dia­nes de la Revo­lu­ción cuen­tan con el «Kode», un cuer­po de eli­te de 15.000 hom­bres cuya misión es orga­ni­zar ope­ra­cio­nes espe­cia­les en la reta­guar­dia enemiga.

La Guar­dia Revo­lu­cio­na­ria tie­ne bajo su man­do a las mili­cias volun­ta­rias (mujai­di­nes), que cuen­tan con uni­da­des de com­ba­te y un sis­te­ma de movi­li­za­ción per­ma­nen­te en todas las localidades.

Ade­más de su exce­len­te pre­pa­ra­ción mili­tar, los sol­da­dos y mujai­di­nes ira­níes están men­ta­li­za­dos en una sóli­da for­ma­ción «reli­gio­sa-doc­tri­na­ria» imbui­da en los valo­res y pre­cep­tos del Islam, que los tor­na inmu­nes a ope­ra­cio­nes de gue­rra psi­co­ló­gi­ca con­ven­cio­na­les (como ya se demos­tró con Hez­bo­lá en Líbano).

Este esce­na­rio pre­li­mi­nar, refe­ren­cia­do por el poder mili­tar y la capa­ci­dad de defen­sa de Irán, fue lo que deter­mi­nó que el Pen­tá­gono, en la épo­ca de la dupla Che­ney-Rums­feld (des­pués de eva­luar cos­tos y bene­fi­cios) des­car­ta­ra una inva­sión terres­tre al país de los ayatolas.

Caba­llos de Troya

La reali­dad de un Irán inex­pug­na­ble por tie­rra, a su vez, deter­mi­nó la nece­si­dad de dise­ñar una estra­te­gia de ope­ra­ción encu­bier­ta de infil­tra­ción en Irán con la fina­li­dad de crear una divi­sión inter­na entre el poder teo­crá­ti­co y con­ser­va­dor de los aya­to­las (que deten­ta el poder real y con­cen­tra todas las deci­sio­nes) y los sec­to­res «refor­mis­tas» que se nuclean prin­ci­pal­men­te en la Uni­ver­si­dad, el Par­la­men­to y medios de comunicación.

El ese esce­na­rio, el obje­ti­vo del gol­pe «refor­mis­ta» en cur­so no es otro que el de derro­car al régi­men fun­da­men­ta­lis­ta de los aya­to­las y res­tau­rar el domi­nio «occi­den­tal» sobre la eco­no­mía y el petró­leo ira­ní uti­li­zan­do, a modo de «caba­llo de Tro­ya», no ya a la dic­ta­du­ra de un Cha de Per­sia, sino a una ter­ce­ra par­te de la socie­dad ira­ní colo­ni­za­da men­tal­men­te con la socie­dad de con­su­mo capitalista.

Des­pués de la inva­sión de Irak, en el 2003, y lue­go de con­so­li­dar el con­trol sobre los mili­ta­res y las cor­po­ra­cio­nes de inte­li­gen­cia tras el 11‑S, el lobby sio­nis­ta de la Casa Blan­ca y el Pen­tá­gono, cuyos jefes eran el vice­pre­si­den­te Dick Che­ney y el secre­ta­rio de Defen­sa, Donald Rums­fel, se dedi­có a la pre­pa­ra­ción de accio­nes encu­bier­tas para apun­ta­lar even­tua­les pla­nes de acción mili­tar con­tra Irán.

Según seña­la­ba por enton­ces el influ­yen­te colum­nis­ta de New Yor­ker, Sey­mour M. Hersh, los estra­te­gas del lobby neo­con pla­nea­ban com­ple­men­tar los «ata­ques mili­ta­res pre­ven­ti­vos» con­tra Irán y Siria, con ope­ra­cio­nes encu­bier­tas de la CIA orien­ta­das a for­ti­fi­car a los gru­pos opo­si­to­res inter­nos enfren­ta­dos al régi­men auto­crá­ti­co de Irán, al que la inte­li­gen­cia nor­te­ame­ri­ca­na con­ti­núa seña­lan­do como pro­tec­tor prin­ci­pal de los gru­pos «terro­ris­tas» que desa­rro­llan su accio­nar en Irak y Medio Oriente.

Median­te ame­na­zas cons­tan­tes y vela­das de repre­sa­lia mili­tar, y acu­san­do a los clé­ri­gos de cobi­jar al «terro­ris­mo de Al Qae­da» en terri­to­rio ira­ní, la Casa Blan­ca y el Pen­tá­gono de Bush inten­ta­ron pre­ci­pi­tar reac­cio­nes socia­les masi­vas de los refor­mis­tas del pre­si­den­te Jata­mí con­tra el régi­men teo­crá­ti­co del aya­to­lah Jamenei. 

Inten­ta­ban poner una cuña de enfren­ta­mien­to arma­do entre «refor­mis­tas» y «fun­da­men­ta­lis­tas», con la fina­li­dad de debi­li­tar al régi­men ira­ní y con­se­guir con­sen­so social y polí­ti­co para un ata­que mili­tar a las ins­ta­la­cio­nes mili­ta­res y nuclea­res estra­té­gi­cas de Irán.

Su obje­ti­vo prin­ci­pal esta­ba diri­gi­do a con­se­guir que fue­ran los pro­pios sec­to­res «refor­mis­tas» ira­níes los que se enfren­ta­ran a los aya­to­las «pro­tec­to­res de terro­ris­tas», para pro­mo­ver un «gol­pe demo­crá­ti­co» interno, o una «revo­lu­ción refor­mis­ta», que sir­vie­ra de colum­na ver­te­bral para derro­car al régi­men teo­crá­ti­co ins­ta­la­do con la revo­lu­ción islá­mi­ca de Komei­ni en 1979.

La ope­ra­ción res­pon­día a un dise­ño gene­ral estra­té­gi­co orien­ta­do a armar «caba­llos de Tro­ya» en el mun­do ára­be y musul­mán, usan­do como pre­tex­to el com­ba­te «demo­crá­ti­co» con­tra el «terro­ris­mo» y las «dic­ta­du­ras».

No se tra­ta­ba de otra cosa (y como fue plas­ma­do en el dis­cur­so de la segun­da asun­ción de Bush) que de la com­ple­men­ta­ción de la «gue­rra con­tra el terro­ris­mo» con el com­ba­te con­tra las «tira­nías» median­te «pro­ce­sos demo­crá­ti­cos» ins­tau­ra­dos en todo el table­ro del mun­do ára­be y musulmán.

La pri­me­ra expe­rien­cia en 2003

La pri­me­ra fase del plan para divi­dir Irán, tuvo una ope­ra­ción ini­cial de alto impac­to en junio de 2003 , cuan­do duran­te seis noches con­se­cu­ti­vas, miles de estu­dian­tes y mili­tan­tes del refor­mis­mo se lan­za­ron a las calles a pro­tes­tar y a pedir «la hor­ca» para el jefe espi­ri­tual de Irán, el aya­to­lah Jame­nei, y fue­ron dura­men­te repri­mi­dos por las mili­cias y las fuer­zas de eli­te del régi­men teo­crá­ti­co que man­tie­ne un férreo con­trol sobre la poli­cía y las fuer­zas armadas. 

El gobierno y los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia ira­níes seña­la­ban por enton­ces que la CIA infil­tró estos movi­mien­tos con la inten­ción de crear un «cli­ma pre­pa­ra­to­rio» de agi­ta­ción social, y des­de ahí avan­zar con cua­dros entre­na­dos a un enfren­ta­mien­to arma­do abier­to en las calles en un esta­do de vir­tual gue­rra civil.

Desa­rro­llan­do la mis­ma lógi­ca y meto­do­lo­gía que uti­li­za­ron con­tra Sad­dam Hus­sein antes de la inva­sión a Irak, se inten­ta­ba crear un cli­ma de revuel­ta con­tra el poder teo­crá­ti­co de los clé­ri­gos con la fina­li­dad de debi­li­tar­lo, y con­so­li­dar una alian­za con los refor­mis­tas que les otor­ga­se con­sen­so social y polí­ti­co para un ata­que mili­tar ya pla­ni­fi­ca­do por el Pen­tá­gono, seña­la­ban por enton­ces ana­lis­tas del mun­do árabe.

Los hal­co­nes neo­con del Pen­tá­gono creían que una fuer­te pre­sión social sobre el régi­men ira­ní podría des­atar una revuel­ta inter­na con­tra el gobierno islá­mi­co de Tehe­rán, de la mis­ma mane­ra que pre­de­cían que Sad­dam iba a ser eli­mi­na­do por una suble­va­ción inter­na antes de la guerra.

Mien­tras se desa­rro­lla­ba el plan des­es­ta­bi­li­za­dor en Tehe­rán, en junio de 2003, Geor­ge W. Bush decía suges­ti­va­men­te por cade­na nacio­nal que las mani­fes­ta­cio­nes en Irán «son una señal «posi­ti­va» y «el comien­zo de la expre­sión popu­lar por un Irán más libre».

Duran­te la pri­me­ra expe­rien­cia sub­ver­si­va de labo­ra­to­rio para des­es­ta­bi­li­zar Irán, y mien­tras cre­cía la vio­len­cia en las calles de Tehe­rán, el aya­to­la Alí Jame­nei advir­tió a los mani­fes­tan­tes que si no desis­tían ten­drían que enfren­tar las con­se­cuen­cias repre­si­vas más duras, reci­bien­do como res­pues­ta un incre­men­to de los disturbios.

Final­men­te, el régi­men ira­ní lan­zó sobre los bas­tio­nes gol­pis­tas una feroz ope­ra­ción repre­si­va com­bi­na­da de mili­cias, poli­cías y fuer­zas espe­cia­les que cul­mi­nó con un baño de san­gre y la muer­te de cen­te­na­res de estu­dian­tes y mili­tan­tes que ‑según los «refor­mis­tas»- las esta­dís­ti­cas ofi­cia­les ocul­ta­ron celosamente.

La expe­rien­cia bis

Tras los comi­cios del 12 de junio de 2009 que con­sa­gra­ron la reelec­ción de Ahma­di­ne­yad por el 63% de los votos (y a 6 años de la pri­me­ra expe­rien­cia des­es­ta­bi­li­za­do­ra con Bush), nue­va­men­te la chis­pa de la sub­ver­sión inter­na fue lan­za­da a tra­vés del can­di­da­to refor­mis­ta derro­ta­do, Musa­vi, bajo con­sig­nas de acu­sa­cio­nes de frau­de.

Ya no se pedía la «hor­ca» para el aya­to­la Jame­nei como en 2003, sino que se pedía la anu­la­ción de las elec­cio­nes y la renun­cia del «dic­ta­dor» Ahmadineyad.

«¿La his­to­ria se repi­te? Washing­ton ha renun­cia­do a ata­car mili­tar­men­te a Irán y ha disua­di­do a Israel de tomar esa ini­cia­ti­va. Para con­se­guir «cam­biar el régi­men», la admi­nis­tra­ción Oba­ma pre­fie­re jugar la car­ta –menos peli­gro­sa aun­que más incier­ta- de la acción secre­ta», seña­la des­de Red Vol­tai­re, Thierry Meyssan.

Para el ana­lis­ta fran­cés, «Dichas mani­fes­ta­cio­nes refle­jan una pro­fun­da divi­sión en la socie­dad ira­ní entre un pro­le­ta­ria­do nacio­na­lis­ta y una bur­gue­sía que lamen­ta su mar­gi­na­ción de la glo­ba­li­za­ción eco­nó­mi­ca. Actuan­do bajo cuer­da, Washing­ton inten­ta influir en los acon­te­ci­mien­tos para derro­car al pre­si­den­te reelegido».

Tras el derro­ca­mien­to del Sha en 1979 ‚y la pos­te­rior expul­sión de EEUU por la Revo­lu­ción Islá­mi­ca del aya­to­la Komei­ni, la CIA reali­zó diver­sas ope­ra­cio­nes de infil­tra­ción frus­tra­das para derro­car al régi­men nacio­na­lis­ta islá­mi­co que con­tro­la el poder mili­tar y eco­nó­mi­co en Irán.

Los suce­si­vos inten­tos de la inte­li­gen­cia nor­te­ame­ri­ca­na por des­es­ta­bi­li­zar al gobierno de Komei­ni fue­ron neu­tra­li­za­dos sis­te­má­ti­ca­men­te y sus agen­tes fue­ron detec­ta­dos y eje­cu­ta­dos por las fuer­zas del régi­men nacio­na­lis­ta islámico. 

Habien­do fra­ca­sa­do sus ope­ra­cio­nes encu­bier­tas en Irán, EEUU deci­dió inva­dir mili­tar­men­te a ese país uti­li­zan­do a Sad­dam Hus­sein y a su ejér­ci­to por enton­ces arma­do y entre­na­do por la CIA y el Pentágono. 

Tras una lar­ga gue­rra Irak-Irán que abar­có casi toda la déca­da del 80, y pro­du­jo un millón de muer­tos entre civi­les y mili­ta­res, Sad­dam y el régi­men ira­ní fir­ma­ron un final de las ope­ra­cio­nes mili­ta­res, con el cual fra­ca­só el inten­to de EEUU por reapo­de­rar­se del petró­leo ira­quí.

Pos­te­rior­men­te, y tras la Pri­me­ra Gue­rra del Gol­fo en la déca­da del 90, la CIA reto­mó sus con­tac­tos con el régi­men ira­ní de los aya­to­lah con el obje­ti­vo de orga­ni­zar la des­es­ta­bi­li­za­ción del líder ira­quí des­de terri­to­rio iraní.

Des­apa­re­ci­do Sad­dam Hus­sein tras la ocu­pa­ción nor­te­ame­ri­ca­na de Irak, se pro­du­jo una nue­va rup­tu­ra de víncu­los entre EEUU y el gobierno teo­crá­ti­co del aya­to­la Jame­nei, que ya pre­veía que el pró­xi­mo obje­ti­vo mili­tar del Pen­tá­gono sería Irán.

El labo­ra­to­rio de Obama

A dife­ren­cia de Bush y los hal­co­nes, la estra­te­gia de la admi­nis­tra­ción de Oba­ma pare­ce cen­trar­se en una línea más sutil de «gue­rra por otras vías», explo­tan­do el flan­co de debi­li­dad inter­na (la divi­sión entre «fun­da­men­ta­lis­tas» y «refor­mis­tas») y disi­mu­lan­do el obje­ti­vo con una apa­ren­te «neu­tra­li­dad» en el conflicto.

Ya no se tra­ta de una revuel­ta abier­ta con­tra el poder de los aya­to­las, como en junio de 2003, sino de una puli­da ope­ra­ción de gue­rra psi­co­ló­gi­ca en el fren­te social que uti­li­za a la opo­si­ción «refor­mis­ta» ira­ní como un caba­llo de Tro­ya para des­gas­tar el poder de los aya­to­las y des­le­gi­ti­mar el triun­fo de Ahma­di­ne­yad en las urnas.

Para tener en cla­ro como se desa­rro­llan (y hacia qué blan­co apun­tan) los hechos del labo­ra­to­rio des­es­ta­bi­li­za­dor en Irán, hay que par­tir de un prin­ci­pio: No hay un solo Irán sino que exis­ten «dos Irán».

El pri­mer Irán, islá­mi­co con­fe­sio­nal, mar­ca­da­men­te anti­sio­nis­ta, anti-Israel y anti-EEUU, se repre­sen­ta en el Esta­do y en el gobierno de los aya­to­las que con­tro­lan con mano de hie­rro los dos encla­ves estra­té­gi­cos del poder ira­ní: la eco­no­mía y las fuer­zas arma­das y de seguridad. 

El segun­do Irán se repre­sen­ta en el sec­tor de los «refor­mis­tas» (un seg­men­to de la socie­dad for­ma­do en la ideo­lo­gía «libe­ral» y en las pau­tas de la socie­dad de con­su­mo capi­ta­lis­ta occi­den­tal) cuyo emer­gen­te social y su ideo­lo­gía «occi­den­ta­li­za­da» son incom­pa­ti­bles con el fun­da­men­ta­lis­mo reli­gio­so del régi­men teo­crá­ti­co de los ayatolas. 

El pri­mer Irán está en gue­rra con­tra Israel y EEUU, y el segun­do quie­re fusio­nar­se con la «civi­li­za­ción occi­den­tal» y nego­ciar pau­tas de con­vi­ven­cia con Israel y EEUU.

Como con­cep­to cen­tral hay que pre­ci­sar que el «Irán refor­mis­ta» es tan o más enemi­go del «Irán fun­da­men­ta­lis­ta» como lo son Israel y EEUU.

Duran­te sie­te días el círcu­lo de la ope­ra­ción gol­pis­ta se cerró con sus cua­tro acto­res prin­ci­pa­les: El «frau­de», la «pro­tes­ta popu­lar», los muer­tos y la pre­sión inter­na­cio­nal para obli­gar al gobierno de Irán a sus­pen­der las elecciones.

En este con­tex­to, el pla­to está ser­vi­do para que los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia esta­dou­ni­den­ses y euro­peos (prin­ci­pal­men­te bri­tá­ni­cos), infil­tra­dos en las usi­nas «refor­mis­tas» de la Uni­ver­si­dad y de los medios de comu­ni­ca­ción ira­níes, com­ple­ten el esce­na­rio para hacer­le per­der el con­trol de la situa­ción al régi­men de los ayatolas.

Esta es la razón cen­tral que expli­ca por­qué las cla­ses medias y altas «refor­mis­tas» ira­níes son el natu­ral ele­men­to de infil­tra­ción de las poten­cias sio­nis­tas para derro­car a los aya­to­las y a su gobierno hoy con­du­ci­do por Ahmadineyad. 

En ese esce­na­rio, y como com­ple­men­to del plan mili­tar, el pro­yec­to estra­té­gi­co de EEUU, Israel y las poten­cias sio­nis­tas alia­das, no gira alre­de­dor de la des­truc­ción de Irán, sino alre­de­dor del fin de régi­men de los ayatolas.

La líneas matrices

Como ya lo adver­ti­mos: El enfren­ta­mien­to interno no es sola­men­te una pelea por el con­trol polí­ti­co, sino que es una gue­rra exclu­yen­te entre dos sec­to­res del poder que sólo va a ter­mi­nar cuan­do uno supri­ma al otro, y viceversa. 

En pri­mer lugar: Las líneas matri­ces del enfren­ta­mien­to y la divi­sión no nacen de la calle, sino que sur­gen del pro­pio seno del régi­men repu­bli­cano teo­crá­ti­co y se pro­yec­tan como una fron­te­ra divi­so­ria con con­sig­nas, ban­de­ras y radios de acción en la socie­dad iraní. 

La divi­sión y el enfren­ta­mien­to entre «refor­mis­tas» y «fun­da­men­ta­lis­tas» en la socie­dad ira­ní (que sólo la con­ten­ción mili­tar impi­de que lle­guen a un enfren­ta­mien­to arma­do) par­te de las cúpu­las, don­de un sec­tor (el que expre­sa a los «refor­mis­tas» en el entorno de los aya­to­las) bus­ca cla­ra­men­te una línea de acer­ca­mien­to nego­cia­dor con EEUU y las poten­cias occi­den­ta­les, y el otro sec­tor (que expre­sa la estruc­tu­ra ofi­cial en manos del aya­to­la Jame­nei) desa­fía el poder de las poten­cias, ame­na­za la super­vi­ven­cia de Israel e inten­ta pro­yec­tar a Irán como poten­cia nuclear.

Lo que hoy está suce­dien­do en Irán tie­ne una impor­tan­cia estra­té­gi­ca fun­da­men­tal para el des­tino del pla­ne­ta por dos razo­nes principales: 

A) Des­de el pun­to de vis­ta geo­po­lí­ti­co y mili­tar estra­té­gi­co, Irán está ali­nea­do den­tro de uno de los ejes (Rusia, Chi­na y las poten­cias emer­gen­tes asiá­ti­cas) que dispu­ta una gue­rra (por aho­ra fría) por el con­trol del petró­leo y de los recur­sos estra­té­gi­cos del pla­ne­ta con el eje occi­den­tal EEUU-Unión Europea.

B) Des­de el pun­to de vis­ta geo­co­nó­mi­co, Irán es un juga­dor cla­ve en el table­ro de la gue­rra por el con­trol de los recur­sos ener­gé­ti­cos del deno­mi­na­do «trián­gu­lo petro­le­ro» Eura­sia-Cáu­ca­so-Medio Oriente. 

El entra­ma­do estra­té­gi­co de las redes ener­gé­ti­cas del eje Eura­sia-Cáu­ca­so-Medio Orien­te (más del 70% de las reser­vas mun­dia­les) defi­ne no sola­men­te el des­tino del pla­ne­ta a cor­to y mediano pla­zo sino que tam­bién defi­ne si el pla­ne­ta va a lle­gar a su des­tino vivo o muerto. 

Todos los con­flic­tos que hoy se desa­rro­llan en el pla­ne­ta (sean de orden polí­ti­co, mili­tar o social) abre­van en for­ma sub­si­dia­ria en esa gue­rra sub­te­rrá­nea inter­ca­pi­ta­lis­ta por el con­trol de los recur­sos estra­té­gi­cos cla­ves para la super­vi­ven­cia futu­ra de las poten­cias capitalistas.

Las poten­cias que no cuen­ten en un cor­to pla­zo con petró­leo, gas y recur­sos como el agua y la bio­di­ver­si­dad (los gran­des pul­mo­nes ver­des) hoy con­ta­mi­na­dos y ame­na­za­dos de extin­ción, tie­nen pocas posi­bi­li­da­des de super­vi­vir.

EEUU solo pue­de satis­fa­cer un 25% de sus nece­si­da­des ener­gé­ti­cas (con recur­sos que se ago­tan), y la Unión Euro­pea es total­men­te depen­dien­te en pro­vi­sión de gas y petróleo. 

Chi­na (al igual que India, Japón y las poten­cias asiá­ti­cas) nece­si­tan del petró­leo y el gas (bom­bea­dos prin­ci­pal­men­te por los corre­do­res rusos) para super­vi­vir como super­po­ten­cias industriales.

Esta es la razón prin­ci­pal que impul­sa una gue­rra inter­ca­pi­ta­lis­ta (por aho­ra lar­va­da) entre el eje de poten­cias emer­gen­tes, por un lado, y el eje de las poten­cias hege­mó­ni­cas occi­den­ta­les, por el otro.

Los paí­ses que con­cen­tran recur­sos estra­té­gi­cos esen­cia­les para la super­vi­ven­cia de la civi­li­za­ción capi­ta­lis­ta (como es el caso de Irán y de las nacio­nes petro­le­ras del mun­do islá­mi­co) van a ser el tea­tro de ope­ra­cio­nes de esos con­flic­tos que hoy per­ma­ne­cen laten­tes y a la espe­ra de un detonante.

Este esce­na­rio (con des­en­la­ce en un cor­to pla­zo) con­vier­te a Irán en un país cla­ve para el futu­ro inme­dia­to del sis­te­ma capi­ta­lis­ta don­de las poten­cias bus­can posi­cio­nar­se para super­vi­vir en un pla­ne­ta don­de el petró­leo y los recur­sos estra­té­gi­cos se agotan.

Un nue­vo esta­lli­do mili­tar de la gue­rra ener­gé­ti­ca, tan­to en el Cáu­ca­so (con Rusia como pro­ta­go­nis­ta) como en Medio Orien­te va a tener a Irán como un pro­ta­go­nis­ta central.

Irán, un gigan­te que com­par­te fron­te­ras con Irak, Tur­quía, Afga­nis­tán y Pakis­tán, que limi­ta al nores­te con el Mar Cas­pio y toca al sur­oes­te sus fron­te­ras con el Gol­fo Pér­si­co, se con­vier­te en la caja de reso­nan­cia estra­té­gi­ca de cual­quier con­flic­to que esta­lle en el Cáu­ca­so o en los corre­do­res euro­asiá­ti­cos del gas y petróleo.

Tan­to Pakis­tán (un gigan­te islá­mi­co con poder nuclear) y Afga­nis­tán (domi­na­do por un con­flic­to arma­do con los tali­ba­nes) con­for­man una lla­ve estra­té­gi­ca para el domi­nio y con­trol mili­tar del lla­ma­do «trián­gu­lo petro­le­ro» (Mar Negro-Mar Cas­pio-Gol­fo Pér­si­co), don­de se con­cen­tra más del 70% de la pro­duc­ción petro­le­ra y gasí­fe­ra mun­dial, un ele­men­to cla­ve para la super­vi­ven­cia futu­ra de las poten­cias capi­ta­lis­tas del eje USA-UE.

Irán, que con­tro­la el Estre­cho de Ormuz, por don­de pasa el 40% de la pro­duc­ción mun­dial petro­le­ra, ade­más ‑con su posi­bi­li­dad de tener un bom­ba nuclear- pone en peli­gro la super­vi­ven­cia del Esta­do de Israel y la supre­ma­cía del con­trol eco­nó­mi­co, geo­po­lí­ti­co y mili­tar estra­té­gi­co del poder impe­rial USA-UE en la deci­si­va región del Medio Orien­te y del Gol­fo Pérsico.

Así como Rusia repre­sen­ta para el eje USA-UE la «barre­ra» geo­po­lí­ti­ca y mili­tar a ven­cer para la con­quis­ta de Eura­sia y de sus recur­sos ener­gé­ti­cos (vita­les para la super­vi­ven­cia futu­ra del eje USA-UE), Irán es la pie­dra que hay que remo­ver para com­ple­men­tar el con­trol sobre las rutas y las reser­vas ener­gé­ti­cas del Medio Oriente. 

En estas líneas matri­ces, y no como resul­tan­te de una dispu­ta elec­to­ral, hay que bus­car la reso­lu­ción de la tra­ma y el des­en­la­ce del con­flic­to ira­ní que la pren­sa inter­na­cio­nal y sus ana­lis­tas pre­sen­tan como una pelea elec­to­ral en «fun­da­men­ta­lis­tas» y «refor­mis­tas».

En resu­men, por las líneas fron­te­ri­zas de Irán hoy se escri­ben a cor­to pla­zo los ejes matri­ces y las coor­de­na­das de un des­en­la­ce inter­na­cio­nal de la gue­rra inter­ca­pi­ta­lis­ta por el petró­leo y los recur­sos estratégicos.

«Refor­mis­tas» y «fun­da­men­ta­lis­tas» son solo pie­zas fun­cio­na­les de ese table­ro en Irán.

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