Las elecciones generales en Reino Unido son un fraude, se presentan como el punto culminante de la vida política en este país, pero en realidad, representan una subasta grosera por los votos de la clase media.
En el siglo XIX, antes de la introducción de votaciones secretas, los votos se compraban y vendían abiertamente en las calles.
Hoy se intenta hacer parecer como el proceso más respetable. Los candidatos no compran los votos directamente con dinero o favores, pero siguen, como una nueva forma de soborno, con la promesa de reducir los impuestos y de mantener los privilegios de la clase media.
Quienquiera que gane estas elecciones, ya sea el partido Laborista (de gobierno), el Conservador o el Liberal-demócrata, será la clase obrera quien deberá pagar por la crisis del capitalismo.
Los políticos y medios de prensa intentan desviar nuestro enojo sobre el rescate financiero de bancos corruptos con dinero público, hacia un falso consenso de la necesidad de pagar la deuda nacional.
Es notorio cómo las principales fuerzas políticas compiten por introducir las más severas reducciones al gasto del Estado. Todo esto se refleja en el cierre de hospitales, más privatizaciones de escuelas, más desempleo, menos beneficios sociales y menos apoyo para los más pobres y vulnerables.
La mayoría de la población no tiene ilusiones en este proceso y no saldrá a votar, a pesar de los espectáculos en debates televisivos, pues está consciente que no hay diferencias substanciales entre los partidos.
Estos dicen que es un sistema político abierto, con libertad de representación, mientras la realidad muestra una dictadura burguesa.
Las elecciones han sido una evento mediático, un proceso irrisoriamente llamado democracia, en el cual el pueblo llega a ser un espectador; una audiencia. La forma en que se llevan a cabo las elecciones devela una intención de desarmar a la gente políticamente, en especial a la clase obrera.
Los políticos aparecen en lugares interiores diseñados con audiencias seleccionadas específicamente.
Se sabe que la industria del espectáculo es la inspiración por la escena y la actuación. Profesionales de marketing y directores de comunicación son contratados para inventar y ensayar aforismos, frases magistrales y «sound bites» – adulaciones, distorsiones, mentiras y frases sin seriedad y sinceridad.
Mientras procede este circo, la izquierda oportunista nos insta a votar otra vez para el partido Laborista – para «no dejar ganar a los conservadores», para «no dejar ganar al partido nacionalista británico (BNP)â�Ö por creer en el mito de que «todavía los Laboristas representan a la clase obrera».
La realidad es clara: votar por el partido Laborista significa un voto para más guerra, racismo y represión. Es un voto para adelantar los intereses de las corporaciones y para más saqueo del resto del mundo. Esta declaración se sustenta en el récord de gobierno laborista durante los últimos 13 años.
En Reino Unido, la resistencia a la crisis capitalista aumentará en los años siguientes. Los sectores socialistas apoyarán las fuerzas radicales e independientes que surgirán para desenmascarar la dictadura de la burguesía, demandar verdadera justicia económica y social, y poder político.