Edu­ca­ción y adoc­tri­na­mien­to- Jose Luis Orella

El Plan de Edu­ca­ción para la Paz y los Dere­chos Huma­nos refor­mu­la­do por la con­se­je­ra de Edu­ca­ción del Gobierno Vas­co, Isa­bel Celaá, en el docu­men­to «Con­vi­ven­cia demo­crá­ti­ca y des­le­gi­ti­ma­ción de la vio­len­cia» ha entra­do en un pro­ce­so poco edu­ca­ti­vo por dema­sia­do doctrinario.

El obje­ti­vo prin­ci­pal que no pode­mos ni debe­mos obviar es que se pre­ten­de edu­car mejor a nues­tros hijos y fomen­tar la pro­mo­ción inte­gral de los dere­chos humanos.

Para esta labor están desig­na­dos pri­mor­dial­men­te los edu­ca­do­res que no son sino cola­bo­ra­do­res con otros agen­tes de la for­ma­ción, como son los padres, la fami­lia, los ami­gos, las aso­cia­cio­nes popu­la­res y los medios de comu­ni­ca­ción. Cada uno de estos agen­tes tie­ne su papel y su res­pon­sa­bi­li­dad en la for­ma­ción de los aho­ra ado­les­cen­tes y pron­to futu­ros ciudadanos.

Los edu­ca­do­res pro­fe­sio­na­les se han pre­pa­ra­do duran­te años de for­ma­ción inte­lec­tual y huma­na en sus carre­ras pro­pias del obje­ti­vo edu­ca­cio­nal, han rea­li­za­do con éxi­to las prue­bas para acce­der a la docen­cia y se van cur­tien­do en su expe­rien­cia docen­te con los años, con el con­tac­to con otros miem­bros del claus­tro y con las eva­lua­cio­nes que se rea­li­zan (prin­ci­pal­men­te en la Uni­ver­si­dad) de su com­pe­ten­cia cien­tí­fi­ca, dotes peda­gó­gi­cas de ense­ñan­za y serie­dad huma­na y pro­fe­sio­na­li­dad. Los mis­mos edu­ca­do­res de cada cen­tro deben ser los res­pon­sa­bles de impar­tir la asig­na­tu­ra «Edu­ca­ción para la ciudadanía».

Los edu­ca­do­res saben que la for­ma­ción inte­gral de sus edu­can­dos recla­ma tam­bién un desa­rro­llo sobre el papel de la vio­len­cia. La vio­len­cia no es una face­ta extra­ña en la for­ma­ción del alumno y del ciu­da­dano. No se pue­de con­de­nar de for­ma sim­plis­ta y sin dis­tin­gos toda vio­len­cia. Todos debe­mos saber que la vio­len­cia es una herra­mien­ta de edu­ca­ción en la fami­lia y en la socie­dad. Los padres y los edu­ca­do­res no lle­ga­rían nun­ca a obte­ner sus obje­ti­vos sin el uso de la vio­len­cia con los pre­mios, con los cas­ti­gos, con las eva­lua­cio­nes y los sus­pen­sos. La vio­len­cia es ade­más un ins­tru­men­to en manos del esta­do para la for­ma­ción del ciu­da­dano y para hacer cum­plir las leyes. Igual­men­te en el mun­do inter­na­cio­nal, líde­res polí­ti­cos como José María Aznar en la gue­rra de Irak, Barack Oba­ma en la de Afga­nis­tán o Israel con res­pec­to a los pales­ti­nos recla­man la uti­li­za­ción de la vio­len­cia arma­da como mani­fes­ta­ción de la «gue­rra jus­ta». La Audien­cia Nacio­nal espa­ño­la no se ha atre­vi­do a con­de­nar al últi­mo pre­mio Nobel de la Paz por su pro­gra­ma sobre la vio­len­cia y la «gue­rra jus­ta». Ni nin­gún poli­tó­lo­go no con­ta­mi­na­do se atre­ve­rá a deno­mi­nar «terro­ris­tas» a aque­llos que luchan por­que se res­pe­ten sus dere­chos, sean estos pales­ti­nos, ira­quíes, afga­nos o de los dife­ren­tes pue­blos, ante el aco­so o la inva­sión extranjera.

Todo edu­ca­dor debe saber con­ju­gar el res­pe­to a los dere­chos de los demás, comen­zan­do por el res­pe­to a los intere­ses de uno mis­mo, con la tole­ran­cia. La tole­ran­cia no es una opción indis­cri­mi­na­da de acep­ta­ción ante toda mani­fes­ta­ción oral, escri­ta o social. El res­pe­to y la tole­ran­cia son dos valo­res que mutua­men­te se con­tro­lan y se limitan.

En este com­ple­jo sis­te­ma de edu­ca­ción inte­gral el nue­vo Plan de Con­vi­ven­cia ela­bo­ra­do por el Gobierno pasan­do por alto las res­pon­sa­bi­li­da­des de los docen­tes y los idea­rios de los cen­tros quie­re intro­du­cir un fac­tor nue­vo de edu­ca­ción en las aulas como es el acer­ca­mien­to de la socie­dad a las víc­ti­mas del terro­ris­mo. Exa­mi­ne­mos con mayor deten­ción este nue­vo fac­tor educativo.

Pri­me­ro: El con­cep­to de víc­ti­ma es poli­sé­mi­co y el pro­yec­to pre­sen­ta­do no se ha toma­do la moles­tia de estu­diar­lo en todo el aba­ni­co de sus dis­pa­ri­da­des. En efec­to, hay muchas cla­ses de víc­ti­mas en Espa­ña: víc­ti­mas del terro­ris­mo social, víc­ti­mas de las dic­ta­du­ras polí­ti­cas, víc­ti­mas de géne­ro, víc­ti­mas de exclu­sión social, víc­ti­mas de apartheid, víc­ti­mas de ETA y de otros movi­mien­tos terro­ris­tas, etcé­te­ra. ¿A títu­lo de qué cri­te­rio peda­gó­gi­co quie­re limi­tar­se el ámbi­to de las vic­ti­mas a las del terrorismo?

Segun­do: ¿Quién eli­ge y deter­mi­na la víc­ti­ma que va a venir al aula de mis hijos para dar­les su expe­rien­cia dolo­ro­sa y trau­má­ti­ca sin posi­bi­li­dad de vis­lum­brar solu­cio­nes efi­ca­ces a cor­to pla­zo? ¿Dón­de que­da el papel del con­se­jo esco­lar de cada cen­tro para deter­mi­nar esta elec­ción? ¿Será el ele­gi­do un inmi­gran­te que mal­vi­ve de la asis­ten­cia social, un gitano que no se ha inte­gra­do en la socie­dad por varia­das cau­sas, será un menes­te­ro­so que vive de la limos­na dia­ria, será un obre­ro que se ha que­da­do en paro, será un empre­sa­rio que ha lle­ga­do a los ser­vi­cios socia­les por una sus­pen­sión de pagos, será una víc­ti­ma de la vio­len­cia machis­ta, será un nie­to de la repre­sión fran­quis­ta o será un fami­liar de los aten­ta­dos de ETA o de cual­quier movi­mien­to terrorista?

Ter­ce­ro: Para toda pre­sen­ta­ción en el aula se nece­si­ta un saber estar y hablar en públi­co, una garan­tía de cla­ri­dad en el plan­tea­mien­to, de peda­go­gía en la expo­si­ción, de cua­li­da­des de atrac­ción de la aten­ción y man­te­ni­mien­to del orden, de cri­te­rios cívi­cos y de solu­cio­nes que se pue­dan asu­mir. ¿Quién valo­ra­rá la valía de la víc­ti­ma en todas estas fun­cio­nes que debe rea­li­zar? La sim­ple desig­na­ción no bas­ta. ¿Se van a orga­ni­zar cur­sos de pre­pa­ra­ción para víc­ti­mas educadoras?

Cuar­to: Los que hemos esta­do duran­te muchos lus­tros en la docen­cia, tan­to uni­ver­si­ta­ria como de ense­ñan­za secun­da­ria, sabe­mos que el pro­fe­sor es muy vul­ne­ra­ble ante la con­ti­nua­da expo­si­ción ante un gru­po nume­ro­so. Al final, aun­que el pro­fe­sor se dedi­que a dar mate­má­ti­cas, aca­ba­rá mani­fes­tan­do cons­cien­te o incons­cien­te­men­te sus incli­na­cio­nes socia­les, reli­gio­sas, polí­ti­cas, eco­nó­mi­cas… Y ante las pre­gun­tas del alumno inte­li­gen­te (y en todas las aulas hay más de uno) debe­rá el pro­fe­sor res­pon­der de temas que no están en el pro­gra­ma de su asig­na­tu­ra. ¿Tie­nen estas víc­ti­mas la for­ma­ción nece­sa­ria para saber res­pon­der a las insi­dio­sas pre­gun­tas de esos alum­nos más inte­li­gen­tes o más atre­vi­dos sin caer en el des­cré­di­to que le mar­ca­rá para siem­pre per­so­nal­men­te y ante las posi­bles y futu­ras aulas? ¿Tie­nen estas víc­ti­mas el poso humano sufi­cien­te para des­cri­bir una situa­ción aní­mi­ca y social pro­fun­da­men­te vivi­da sin mar­car la expo­si­ción impar­ti­da de un cal­do de cul­ti­vo ideológico?

Quin­to: La duda fun­da­men­tal que gene­ra este pro­gra­ma es la de la gene­ral impre­pa­ra­ción (admi­tien­do las posi­bles excep­cio­nes) de las víc­ti­mas ante el amplio pro­gra­ma de los dere­chos huma­nos y la posi­ble remi­sión ali­cor­ta de adu­cir uno u otro artícu­lo de la Decla­ra­ción de la ONU y, peor aún, citan­do artícu­los des­ga­ja­dos de una Constitución.

Sex­to: ¿Quién sal­drá garan­te del paso dado ante un pro­yec­to pre­ci­pi­ta­do, que bus­ca un ren­di­mien­to a cor­to pla­zo, por­que vie­ne a com­ple­tar el cam­bio antes de que ven­za la legis­la­tu­ra? Según las encues­tas de los mejo­res soció­lo­gos «la legi­ti­ma­ción de ETA sigue sien­do muy fuer­te en una pro­por­ción nada des­de­ña­ble de la pobla­ción esco­lar» por­que se ve res­pal­da­da por un aco­so sis­te­má­ti­co con­tra flan­cos cru­cia­les del sen­tir vas­co como la len­gua y la cul­tu­ra, como los medios de comu­ni­ca­ción de radio y tele­vi­sión, como los esta­men­tos socia­les con­si­de­ra­dos social­men­te líde­res de las aspi­ra­cio­nes de un pue­blo, como las ins­ti­tu­cio­nes de barrio con­si­de­ra­das como mani­fes­ta­cio­nes coti­dia­nas lle­va­das ade­lan­te por los mis­mos miem­bros populares.

Hága­se un estu­dio repo­sa­do y pro­fe­sio­nal antes de intro­du­cir un Caba­llo de Tro­ya en el sis­te­ma edu­ca­ti­vo que lue­go no se sepa cómo des­ac­ti­var. La con­se­cuen­cia de esta intro­mi­sión no será hacer visi­ble la divi­sión entre nacio­na­lis­tas y no nacio­na­lis­tas como afir­ma Celaá, sino entre edu­ca­do­res e ideó­lo­gos, sean éstos del vic­ti­ma­rio o de la judi­ca­tu­ra. El Caba­llo de Tro­ya con­sis­ti­rá en meter a los ideó­lo­gos y a los polí­ti­cos en las aulas que de for­ma espo­rá­di­ca y pun­tual pon­gan car­gas de pro­fun­di­dad fren­te a los edu­ca­do­res que desa­rro­lla­rán su vida pro­fe­sio­nal duran­te lustros.

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