Nació en Alemania el 12 de Febrero de 1908, en plena avanzada nazi. Sensibilizada por la labor caritativa de su Padre Leo Benario y contrariada por la estéril vida pequeño burguesa que lleva su madre, Eugenie Benario, crece en tiempos de guerra, hambre y represión, como mujer y revolucionaria.
Como típica familia de clase media intentan vivir “tranquilamente” en medio del fuerte clima político que vivía Alemania, producto de la caída de la monarquía y de la instauración de un régimen formalmente republicano conocido como la República de Weimar. Renuente a esto: “…el nacionalismo alemán jamás aceptó este régimen al que consideraba un producto de la traición surgida después del vergonzoso Tratado de Versalles, tampoco aceptó esto la extrema izquierda, que pulverizada políticamente después del Levantamiento Espartaquista de 1919 y la muerte de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, deseaba fervientemente una alianza política entre una Alemania Comunista y la Unión Soviética.”
Olga atraída por el movimiento comunista, en pugna con los pactos y el proyecto fascista, inicia su militancia desde muy joven en la Liga Juvenil Comunista con apenas 15 años de Edad. Valiente y atrevida va ganando espacios en la apasionada batalla de Ideas y en la determinante praxis revolucionaria. En medio de fuertes luchas callejeras originadas por las confrontaciones entre los piquetes de soldados nazis y los revolucionarios comunistas, en el barrio de Kreuzberg, Olga es hecha presa junto a su compañero Otto Braun, quienes lideraban para el momento al movimiento juvenil revolucionario, siendo acusados de alta traición a la Patria.
La convulsión que causa el hecho de que la joven hija del abogado Benario esté presa, hace que con rapidez se tramite su libertad. Sin embargo Otto continúa recluido, razón por la cual el partido Comunista adelanta un plan para tomar la cárcel y rescatarlo. Olga lleva la dirección del operativo y junto a otros compañeros de militancia, irrumpe a punta de pistola en la cárcel de Moabit, un céntrico distrito berlinés, rescatando de la “justicia burguesa” a su novio y camarada. Esta acción impecable finalizó con la fuga espectacular de ambos a la Unión Soviética.
Con su llegada a la URSS, icono de la Revolución mundial, Olga se adapta con facilidad, logrando escalar rápidamente en la dirección de la Internacional Comunista demostrando sus habilidades militares, ideológicas y políticas, trabajando como instructora de la sección juvenil del Komintern. Su condición de destacada dirigente, incluso como oficial del Ejército Rojo, determina su separación con Braun, luego en 1931 estuvo casada por breve tiempo con el oficial ruso B. P. Nikitin.
En el mapa internacional crece el movimiento comunista liderado por la Unión Soviética consolidándose en la formación del partido en distintos lugares del mundo, incluso en el Sur de América.
En este contexto Olga viaja a Brasil en 1934, por determinación de la Internacional Comunista, para apoyar al Partido Comunista de Brasil en la preparación de una Revolución. Fue enviada desde Leningrado, junto con Luís Carlos Prestes.
“…En esa época, Moscú creó en Montevideo, Uruguay, el Secretariado Latinoamericano que operaba clandestinamente y quería aproximar a todas las organizaciones comunistas de América Latina con Moscú. Olga y Prestes eran apoyados financieramente y logísticamente a través de esta organización…”
“…Prestes había asombrado al mundo recorriendo de 1924 a 1926, con su columna de 1500 hombres, más de 25 000 kilómetros de la vasta geografía del Brasil. En ese gigantesco país […] el caballero andante brasileño consiguió poner en jaque al gobierno de Artur da Silva Bernardes durante más de dos años, hasta que la realidad del desgaste militar le aconsejó detener las andanzas de su aguerrida columna. Ordenó entonces el repliegue y cruzó con sus hombres la frontera con Bolivia.
Después del exilio boliviano, pasó unos años en Argentina, donde se acercó a las ideas comunistas, aprovechando la lectura para desarrollar sus criterios y unirse luego al Komintern, con sede regional en Buenos Aires.
Dispuesto a conocer por si mismo la meca del proletariado mundial, viaja con su madre y hermana siendo recibido como el líder legendario de la Brasil pujante y revolucionaria que seria liberada por fin de las elites burguesas y del hambre causada por éstas.
El brasilero Luis Carlos Prestes, que desde 1931 estaba ya instalado en la Unión Soviética es finalmente incorporado en 1934 entre los cuadros del Partido Comunista Brasilero (PCB), por recomendación del Partido Comunista de la Unión Soviética. Fue elegido miembro de la comisión ejecutiva de la Internacional Comunista y vuelve a Brasil, vía Nueva York, como clandestino, en diciembre del mismo año acompañado por Olga Benario, quien como líder destacada militar y políticamente es responsabilizada de su seguridad. Ambos inician el viaje haciéndose pasar por marido y mujer siendo su objetivo el de liderar una revolución armada con apoyo de Moscú.
“…Prestes y Olga llegan a Brasil con documentos falsos en abril de 1935. Prestes se encuentra con la recién creada Alianza Nacional Libertadora, un frente político comunista de carácter antifascista. Este movimiento se contraponía contra el integrismo de Plínio Salgado, que representaba al fascismo brasilero.
Es de destacar que el Partido Comunista Brasilero había exagerado considerablemente sobre la influencia y la capacidad revolucionaria que tenía en el país en ese momento y le pasó una perspectiva completamente errada a Moscú para el posible levantamiento comunista victorioso que compensase, de alguna forma, la reciente derrota frente la Alemania de Hitler.
Olga y Prestes sin embargo, liderando el levantamiento, inician todos los preparativos mientras simulan su vida normal. Olga establece los términos de la seguridad, organiza las estrategias de la rebelión, mientras Prestes y el resto del equipo internacional trabajan en la agitación de la masa popular brasilera.
“…El levantamiento armado comienza en la ciudad de Río Grande do Sul. Prestes ordenó que la insurrección fuese extendida al resto del país…”
En este contexto toda la masa afecta a la Alianza Nacional Libertadora fue movilizada, Olga revisa todos los detalles y el equipo de Prestes dirige el levantamiento cívico-militar. Sin embargo los organismos de seguridad de Vargas logran moverse con agilidad y comienzan una brutal represión que sofoca el levantamiento. El bastión de resistencia más sólido estuvo en la guarnición de Natal (Río Grande del Norte) pero sin embargo, al no expandirse el levantamiento militar en otras guarniciones, como fue preparado por los revolucionarios, fue finalmente aplacado luego de una feroz contienda.
Mientras permanecen algunos pequeños focos civiles, continúa la persecución de los líderes y afectos comunistas. Uno a uno son detenidos y reprimidos por la inteligencia de Vargas. Las cárceles están repletas y sin embargo los líderes rebeldes no son alcanzados. Getulio aupado por el jefe de la policía Filinto Müller (quién formó parte de la columna Prestes, condenado por Robo y corrupción y siendo expulsado) ordena aumento de la intensidad en la represión hasta que den con el paradero de Prestes.
Olga se encarga de resguardar a Prestes como líder del levantamiento y como su compañero, permaneciendo en la clandestinidad y moviéndose de lugar según obtienen noticias de los acercamientos de la inteligencia brasilera.
A pesar de toda la seguridad establecida por Olga y los compañeros que quedan, logran ser detenidos y encarcelados, situados por sus compañeros quienes en plena tortura develaban los detalles de la organización y el paradero de Prestes. En su papel como agente de una potencia extranjera y cerebro co-organizador de la intentona comunista de 1934, es separada de Prestes y enviada a la cárcel en marzo de 1936, siendo recluida la Casa de Detención, colocada en una celda junto con otras diez mujeres quienes la reciben como la indudable líder y heroína en la que se convertía.
Durante el periodo en la cárcel de Brasil, Olga descubre junto a sus compañeras que esta embarazada. Esto sirvió para sensibilizar a la población y a la opinión pública a favor de Prestes y ella. Sin embargo Vargas no logra conmoverse, buscando todas las formas legales o no de tomar represalias contra la mujer de su enemigo político, Luis Carlos Prestes.
“…El juicio a Olga Benario fue hecho según los términos formales de la orden constitucional definida por la Constitución Federal, atendiendo a un pedido de extradición del Tercer Reich. Recordemos que Olga era buscada por la justicia alemana por un crimen cometido años antes de la llegada del nacionalsocialismo al gobierno alemán. En los términos de la constitución en vigor en ese momento, el juicio era totalmente legal. El Supremo Tribunal Federal aprobó el pedido de extradición…”
Olga entonces se convirtió en víctima de la brutalidad antisemita y anticomunista al ser deportada a su país de origen…”
Transportada para Alemania en el carguero alemán «La Coruña». Llegando el 18 de octubre de 1936. Olga fue recluida inmediatamente en Barnimstrasse, una prisión para mujeres, donde tuvo a su hija que llamó Anita Leocadia Prestes. El gobierno del Tercer Reich obedeciendo las leyes internacionales permitió que el bebé siguiese en poder de la madre hasta el final del período de amamantación y posteriormente la entregaron a su abuela, madre de Prestes, quien encabezó una fuerte campaña de sensibilización para lograr la recuperación de ambas, logrando solo que le entregaran a su nieta.
“…Olga fue transferida para el campo de trabajo de Lichtenburg durante los primeros días de marzo de 1938 y en febrero de 1942, un poco antes de completar 34 años, fue finalmente enviada al campo de exterminio de Bernburg, en donde fue muerta en una cámara de gas…”
Es de recalcar que en este terrible proceso Olga no perdió la esperanza, mantuvo una determinante posición a la hora de enfrentar las más crueles torturas y situaciones, organizando a la Mujeres presas en torno a el mantenimiento de la salud y la higiene en medio de las escalofriantes condiciones a las que eran sometidas, logra además encontrar las mas creativas formas de mantener la moral de sus compañeras logrando estudiar, informarse y educarse junto a ellas en la situación geopolítica, histórica y social del mundo y de su Brasil añorado.
La vida de Olga Benario es un elevado ejemplo de la ética y de la fuerza de los revolucionarios y las revolucionarias y de la obra necesaria de todos y todas quienes consagramos nuestra vida por la redención de la humanidad en tiempos de convulsión y en virtud de la consolidación del Socialismo.