Más de 320 000 jóve­nes cuba­nos vota­rán por pri­me­ra vez- Juven­tud Rebelde

Este domin­go 25 de abril más de 320 000 jóve­nes cuba­nos, por lle­gar a la edad de 16 años, ejer­ce­rán por vez pri­me­ra su dere­cho al voto, cuan­do acu­dan a las urnas para ele­gir al can­di­da­to que ellos con­si­de­ren con méri­to, capa­ci­dad y dis­po­si­ción sufi­cien­tes para repre­sen­tar­los como sus dele­ga­dos a las asam­bleas muni­ci­pa­les del Poder Popular.

Que todos y cada uno de esos jóve­nes que acu­di­rán a las urnas por vez pri­me­ra conoz­can —y asu­man de mane­ra cons­cien­te y res­pon­sa­ble— que gozan de pri­vi­le­gios que hoy son casi úni­cos en el mun­do, es una de las mayo­res aspi­ra­cio­nes del juris­ta y Doc­tor en Dere­cho Fabio Rai­mun­do Torra­do, un hom­bre con­ven­ci­do de que, entre esos y los jóve­nes nomi­na­dos como can­di­da­tos, están los que «sabrán lle­var a feliz tér­mino la gran obra ini­cia­da por las gene­ra­cio­nes que les precedieron».

Mucho sabe el «pro­fe» Rai­mun­do sobre pro­ce­sos elec­to­ra­les. Es Más­ter en Cien­cias Polí­ti­cas y pro­fe­sor titu­lar. Estu­dio­so e inves­ti­ga­dor incan­sa­ble. Con varios libros publi­ca­dos. Todo un exper­to que, aun­que no le gus­ta que le lla­men así, usa su sabi­du­ría con una sen­ci­llez y humil­dad que impresionan.

De muchos temas pode­mos hablar, pero dia­lo­gar sobre la par­ti­ci­pa­ción de los jóve­nes en el actual pro­ce­so elec­ti­vo le pare­ce esen­cial. Por­que «si ellos hacen bien lo que les toca, nadie podrá ven­cer­nos», afirma.

—Usted habla de pri­vi­le­gios que hoy son toda­vía una qui­me­ra en muchas par­tes del mun­do. ¿A cuá­les se refiere?

—Esos más de 320 000 jóve­nes que ejer­ce­rán su dere­cho al voto, pues han lle­ga­do a la mayo­ría de edad elec­to­ral, que en el caso de Cuba es de 16 años. Has­ta aho­ra es la más baja del mun­do. De modo gene­ral, osci­la entre 21 y 18 años en la mayo­ría de los paí­ses cuyos sis­te­mas elec­to­ra­les hemos consultado.

«En Cuba, ese lími­te míni­mo para ejer­cer el voto está acom­pa­ña­do, en el caso de las elec­cio­nes par­cia­les actual­men­te en cur­so, de la posi­bi­li­dad de acce­der a los car­gos públi­cos ele­gi­bles en el nivel muni­ci­pal, posi­bi­li­dad que tam­bién sea qui­zá úni­ca en el mun­do. (No ocu­rre así para los casos de car­gos a nivel de las pro­vin­cias y la nación, para los cua­les se exi­ge tener 18 años, lími­te coin­ci­den­te con la mayo­ría de edad civil, pre­vis­ta en el vigen­te Códi­go Civil.)

«Ade­más, ocu­rre una cosa muy intere­san­te, y que no mucha gen­te se ha per­ca­ta­do de eso, y es que esos jóve­nes de 16 años, según la Ley Elec­to­ral, pue­den ser selec­cio­na­dos y elec­tos para desem­pe­ñar car­gos públi­cos y elec­ti­vos en el seno de los muni­ci­pios, o sea pue­den lle­gar a ser has­ta pre­si­den­tes de Gobierno muni­ci­pal, si así fue­ran elec­tos por los dele­ga­dos que con­for­man la Asam­blea. No hay nada en la Ley Elec­to­ral que lo impi­da. Úni­ca­men­te lo podría impe­dir su volun­ta­rie­dad para asu­mir el car­go, o el reco­no­ci­mien­to o des­co­no­ci­mien­to que se ten­ga de la capa­ci­dad indi­vi­dual de cada uno de ellos».

—Entre los can­di­da­tos tam­bién hay jóvenes.

—Asi­mis­mo. De los 34 766 can­di­da­tos pro­pues­tos por los elec­to­res libre­men­te, sin que para ello se requi­rie­ra la pre­sen­cia de par­ti­dos polí­ti­cos crea­dos con fines elec­to­ra­les, 13 225, o sea el 38 por cien­to, están com­pren­di­dos entre las eda­des de 16 y 40 años.

«Son jóve­nes naci­dos mucho des­pués del triun­fo de la Revo­lu­ción, y en su seno se encuen­tra, a todas luces, una posi­ble can­te­ra de los futu­ros diri­gen­tes de nues­tra Patria.

«No está de más hacer un poco de his­to­ria en este pun­to. Antes del 1ro. de enero de 1959 se con­si­de­ra­ba como la mayo­ría de edad, y por tan­to la posi­bi­li­dad de votar o ser elec­to, el lími­te míni­mo de 21 años de edad.

«Cree­mos que los más de 320 000 jóve­nes a los que nos refe­ri­mos al comien­zo y, de mane­ra prio­ri­ta­ria los que fue­ron nomi­na­dos como can­di­da­tos, ame­ri­tan reci­bir una expli­ca­ción y pre­pa­ra­ción sis­te­má­ti­ca, y no coyun­tu­ral, sobre la sig­ni­fi­ca­ción que tie­ne para ellos el ejer­ci­cio de ese dere­cho ciu­da­dano, reco­gi­do en la Cons­ti­tu­ción Socia­lis­ta de Cuba y en la Ley Elec­to­ral, y que está en corres­pon­den­cia con el carác­ter de dere­cho humano que, con inde­pen­den­cia de su sexo, dis­fru­tan con­for­me a la Decla­ra­ción Uni­ver­sal de los Dere­chos Humanos».

—A jui­cio suyo, hablar de esos pri­vi­le­gios y de los docu­men­tos que así lo esta­ble­cen debe­ría ser algo cotidiano.

—Más del 70 por cien­to de nues­tra pobla­ción nació des­pués del 59 y no cono­ció las gra­ves vio­la­cio­nes y vicios que carac­te­ri­za­ron las elec­cio­nes duran­te la Repú­bli­ca bur­gue­sa, por lo que se impo­ne una divul­ga­ción más sos­te­ni­da y expli­ca­ti­va de esa his­to­ria nefas­ta que tuvie­ron los pro­ce­sos elec­to­ra­les anteriores.

«Nota­mos, por otra par­te, una caren­cia que impli­ca des­co­no­ci­mien­to de la his­to­ria de estos pro­ce­sos; cómo fue que sur­gie­ron, qué desa­rro­llo tuvie­ron, cómo fue que se dise­ña­ron los sis­te­mas elec­to­ra­les, sus vicios y defor­ma­cio­nes, etcétera.

«Asi­mis­mo pue­de obser­var­se la ausen­cia de cono­ci­mien­tos sufi­cien­tes en algu­nos seg­men­tos socia­les sobre qué es un sis­te­ma polí­ti­co real­men­te demo­crá­ti­co, como lo es el nues­tro, que es un sis­te­ma elec­to­ral par­ti­ci­pa­ti­vo para todo el pue­blo, trans­pa­ren­te y com­pe­ti­ti­vo éti­ca­men­te, así como cuál podría ser la vin­cu­la­ción entre ambos, has­ta el pun­to de que sea impo­si­ble hablar de un sis­te­ma elec­to­ral demo­crá­ti­co con las carac­te­rís­ti­cas men­cio­na­das, sin la pre­sen­cia de un sis­te­ma polí­ti­co igual­men­te demo­crá­ti­co, pues uno es sus­ten­to impres­cin­di­ble del otro y viceversa.

«Tam­po­co exis­te cla­ri­dad sufi­cien­te sobre la influen­cia que el sis­te­ma eco­nó­mi­co impe­ran­te en una socie­dad dada pue­de tener en los otros dos sis­te­mas ya men­cio­na­dos, por lo que ante la exis­ten­cia de difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas de mayor o menor enver­ga­du­ra y núme­ro, pudie­ra ocu­rrir el sur­gi­mien­to de per­cep­cio­nes equi­vo­ca­das, sobre la ple­ni­tud y alcan­ce de la demo­cra­cia en el sis­te­ma polí­ti­co existente.

«Tales limi­ta­cio­nes están reque­ri­das de ade­cua­do escla­re­ci­mien­to, a fin de evi­tar con­fu­sio­nes sur­gi­das ante su pre­sen­cia, a la hora de hacer una valo­ra­ción de esos sistemas.

«Estos seña­la­mien­tos no cons­ti­tu­yen una crí­ti­ca a la situa­ción des­cri­ta, la cual, por otra par­te, pudie­ra no ser com­par­ti­da por otros inves­ti­ga­do­res, sino un aler­ta sobre omi­sio­nes pre­sen­tes en la pla­ni­fi­ca­ción y rea­li­za­ción de la pre­pa­ra­ción que deben reci­bir nues­tras jóve­nes gene­ra­cio­nes, omi­sio­nes que son per­fec­ta­men­te solu­bles, sin reque­rir mayo­res esfuer­zos, ni gran­des recur­sos para ello.

«Debe tener­se en cuen­ta que en Cuba, lue­go del triun­fo de la Revo­lu­ción comen­za­ron los pro­ce­sos elec­to­ra­les en el año 1976, como fru­to del pro­ce­so de ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción de país, el que tuvo su cul­mi­na­ción con la apro­ba­ción y pro­mul­ga­ción de la Cons­ti­tu­ción Socia­lis­ta y las ins­ti­tu­cio­nes repre­sen­ta­ti­vas, sur­gi­das en vir­tud de la legis­la­ción elec­to­ral apro­ba­da al efecto.

«Esta legis­la­ción ha ido evo­lu­cio­nan­do posi­ti­va­men­te, pues des­de esa fecha has­ta la actua­li­dad, han sido apro­ba­das has­ta el momen­to, tres leyes elec­to­ra­les, de las cua­les la actual data del año 1992».

—Un comen­ta­rio: no solo los jóve­nes care­cie­ron del dere­cho de votar y ser elec­tos, tam­bién las mujeres.

—Resul­ta impor­tan­te que las muje­res votan­tes y, en este caso, con mayor moti­vo las arri­ban­tes a la edad elec­to­ral, y entre ellas las 12 431 muje­res nomi­na­das como can­di­da­tas a ocu­par el car­go de dele­ga­das muni­ci­pa­les, sean infor­ma­das del valor par­ti­cu­lar que tie­ne para ellas el poder ejer­cer ese derecho.

«Las muje­res, al igual que la juven­tud, cual­quie­ra que fue­ra su sexo, care­cie­ron de esos dere­chos, duran­te varios miles de años. Para que se ten­ga una idea, hace casi 3 000 años, cuan­do en la anti­gua Gre­cia se comen­zó a hablar de la demo­cra­cia, tan­to las muje­res como los jóve­nes care­cían de la posi­bi­li­dad de par­ti­ci­par en la vida pública.

«Cuan­do triun­fó la Revo­lu­ción Fran­ce­sa, a fines del siglo XVIII, los hom­bres mayo­res de edad, den­tro de los lími­tes reco­no­ci­dos, que eran muy supe­rio­res a los 21 años arri­ba con­sig­na­dos, eran los úni­cos que podían votar, y para eso no todos, pues no exis­tía el dere­cho de sufra­gio uni­ver­sal, tan­to en el sen­ti­do de votar, como en el de ser elec­to para ocu­par un car­go, pues se exi­gían deter­mi­na­dos requi­si­tos para ello.

«Entre esos requi­si­tos apa­re­cía, en pri­mer lugar, el ser pro­pie­ta­rio de deter­mi­na­dos bie­nes y ren­tas, así como el de saber leer y escri­bir, inclu­so en los paí­ses más desa­rro­lla­dos de aquel enton­ces, don­de la edu­ca­ción solo esta­ba al alcan­ce de pocas per­so­nas. No fue has­ta las pos­tri­me­rías del siglo XIX y comien­zos del XX, que esas cir­cuns­tan­cias comen­za­ron a transformarse.

«Hoy la pre­sen­cia de la mujer y de los jóve­nes en los pro­ce­sos elec­to­ra­les, den­tro de los lími­tes de edad seña­la­dos ante­rior­men­te, se ve como algo natu­ral, en espe­cial en nues­tra Patria, aun­que como ya diji­mos no siem­pre fue así. Por ejem­plo, en lo que se refie­re al dere­cho al voto, a las muje­res se les auto­ri­zó en Cuba a ejer­cer el mis­mo, para las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les ocu­rri­das a media­dos de los años 30 del siglo pasado».

—Ape­nas unas horas nos sepa­ran del día de las elec­cio­nes. ¿Qué espe­ra de los jóve­nes que por vez pri­me­ra votarán?

—Aten­dien­do a la his­to­ria de nues­tro país, y al papel de avan­za­da que le ha corres­pon­di­do a la juven­tud desem­pe­ñar en ella, siem­pre a la van­guar­dia de las luchas socia­les, podría­mos expre­sar que la juven­tud actual, por des­tino pro­pio, es la con­ti­nua­do­ra de la obra que ini­cia­ron sus padres y abue­los, al aco­me­ter la cons­truc­ción del socia­lis­mo en Cuba, como un nue­vo pro­yec­to social, diri­gi­do a lograr el desa­rro­llo eco­nó­mi­co, la ple­na igual­dad y la demo­cra­cia para todo el pue­blo y no para una par­te exclu­si­va de él.

«Los jóve­nes —con inde­pen­den­cia de su ori­gen social— lucha­ron, tan­to por la inde­pen­den­cia del yugo colo­nial, como por la pre­ser­va­ción pos­te­rior de la Revo­lu­ción, fren­te a los inten­tos ane­xio­nis­tas de aque­llos que des­de el exte­rior, o sus cóm­pli­ces en el inte­rior, pre­ten­den some­ter­la nue­va­men­te al tute­la­je del impe­rio, del cual nos libe­ra­mos el 1ro. de enero de 1959. Siem­pre han esta­do en la pri­me­ra línea. Si eso se pier­de, se pier­den la his­to­ria, la Patria, la Revo­lu­ción y tam­bién su sen­ti­do de per­te­nen­cia a la nación.

«Cier­ta vez José Mar­tí dijo, y para­fra­seo, que cada cual cum­pla con la par­te de res­pon­sa­bi­li­dad que le toca, y nadie podrá ven­cer­nos. En este momen­to, lo que todos los revo­lu­cio­na­rios deben hacer es apo­yar a su Revolución».

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