De manera desvergonzada, la Cumbre del Partido Popular Europeo adoptó ayer una Declaración Anticubana, en la que se pretende dar continuidad a la burda campaña política y mediática contra Cuba.
Esta vez la derecha europea, con el Partido Popular de España a la cabeza como principal promotor y ejecutor desde sus inicios de esta ofensiva fascista, pretende cuestionar y exigir a nuestro país respeto por los Derechos Humanos. El pretexto, en esta ocasión, es la muerte de un prisionero común, estimulado a Ilevar una huelga de hambre a través de manipulaciones criminales de los que hoy, mediante las más sucias mentiras, sacan provecho político de su fallecimiento.
Sería ingenuo no darse cuenta de que tras este nuevo montaje contra la nación cubana se esconde la siempre presente complicidad de Washington y de la ultraderecha de Miami, contando nuevamente con el apoyo de la derecha europea, que en perfecta sintonía ideológica pretenden cercar a Cuba con el deliberado propósito de destruir el sistema político y social que por decisión soberana construye nuestro pueblo.
Es bochornoso ver cómo partidos y personalidades de otros colores políticos en Europa se han dejado manipular y han caído ciegamente en la lógica de una derecha enfermiza, la misma que años atrás los reprimió, torturó y asesinó en su propio continente y que intenta, con un nuevo rostro, perpetuar una política injerencista, militarista y neocolonialista, heredera del pensamiento fascista que en Hitler, Mussolini y Franco tuvieron sus máximos exponentes.
Faltan principios, ideas, ética y moral en las filas de quienes hoy nos condenan y se arrogan el derecho a pedir que se usen los recursos políticos y financieros de la Unión Europea para intentar destruir a la Revolución cubana, o lo que ellos llaman «asegurar la transición política en Cuba».
Resulta claro que dadas sus intenciones es casi imperceptible la línea divisoria entre sus intereses y objetivos y la criminal política de bloqueo y agresiones del imperialismo norteamericano contra Cuba.
Es absolutamente inmoral por parte de los líderes populares europeos condenar la supuesta violación de derechos humanos en Cuba, cuando aún hoy han sido incapaces de llevar ante los tribunales a un solo responsable de los vuelos secretos de la CIA, o de la ilegal agresión a Iraq.
Vale preguntar una vez más:
¿Quién juzgará a José María Aznar por apoyar una guerra ilegal en Iraq contra la voluntad de la inmensa mayoría del pueblo español y justificada con mentiras ya descubiertas, que han costado más de un millón de víctimas a ese pueblo?
¿Quién llevará a los primeros ministros de las naciones europeas a los tribunales por permitir a la CIA usar el territorio de su país para secuestrar prisioneros, varios de ellos ciudadanos europeos, que posteriormente fueron torturados en cárceles secretas ubicadas en territorios de la propia Unión Europea o en la base naval de Guantánamo, enclavada en territorio ilegalmente ocupado por los Estados Unidos en Cuba?
Agreden ahora a Cuba con la hipocresía de un falso humanismo los máximos responsables de una crisis económica, financiera, ecológica, alimentaria, energética y política a nivel internacional, generada por el capitalismo y que pone en peligro la propia existencia de la vida humana en el planeta. Nos condenan quienes exacerban el odio, la xenofobia, la exclusión social, la precariedad del trabajo, las desigualdades sociales, la marginalidad y la pobreza.
Los cubanos somos conscientes de que los que han adoptado esta espuria condena solo son capaces, por su propia naturaleza, de generar injusticias, discriminación y desprecio hacia el Tercer Mundo, hacia nuestras ricas y diversas culturas y hacia experiencias políticas diferentes, como la de Cuba, movidas por altos valores humanistas y solidarios.
Por eso, esperamos que la cultura política de que tanto se precia Europa prevalezca y sea capaz de imponerse a esta nueva cruzada contra un pueblo digno y heroico, que a lo largo de medio siglo ha sabido resistir los intentos de ponerlo de rodillas y que hoy, con su frente bien en alto, defiende su derecho a mantener la independencia y la soberanía conquistadas aquel 1ro. de enero de 1959.
Por ese derecho humano irrenunciable es que a lo largo de toda la isla la inmensa mayoría de los cubanos hemos reiterado con toda firmeza que no habrá fuerza en el mundo capaz de vencer a nuestras ideas, profundas convicciones y principios.