Bien pudiera haber señalado algunos otros, pero destaco los que a mi juicio resultan más importantes, comparados con los aciertos de nuestra democracia en España. Es un lamentable error, por ejemplo:
1.- Que el pueblo elija directa y libremente a sus representantes en el Parlamento. En una democracia que se precie de tal, la sociedad debe ignorarlo todo acerca de los aspirantes a diputados. Los diversos colectivos políticos formados por abogados, economistas y empresarios que integran un partido, podrían recibir todo el apoyo mediático y monetario posible, si promovieran un régimen de corte capitalista. La izquierda cercana a la ideología comunista debe ser aniquilada de forma estratégica, para que sus representantes sean simplemente un adorno con el que justificar la libertad de pensamiento. El bipartidismo de derechas es la meta final en un régimen democrático.
2.- Que los Jefes de las Fuerzas Armadas tengan una clara extracción humilde, con un salario equiparable a cualquier profesional de la salud o la educación, cuando lo democrático es que provengan de castas, linajes, familias y colectivos de la nobleza, y sus prebendas estén a la altura de su vivienda, vestimenta y necesidades varias. El Jefe Supremo, en una democracia, deberá percibir, como mínimo, 9.000.000 de euros anuales, para asegurar su buena presencia.
3.- Que las prisiones sirvan realmente para la readaptación social del condenado, apoyando a este en los estudios o trabajo que quisiera efectuar dentro del recinto, cuando lo más democrático es que sean centros donde algunos funcionarios puedan proporcionar a estos su dosis diaria de droga, negándoles la aplicación de determinadas normas de la Ley Penitenciaria (sobre todo las referentes a la reducción de pena por el trabajo por salud quebradiza), para que los allí encerrados sigan delinquiendo, o cayeran víctimas de cáncer, del AIDS o infecciones masivas.
4.- Que la sociedad sea un ejemplo de cultura, serenidad, solidaridad y responsabilidad colectiva, cuando lo más democrático es que sea inculta, agresiva, desconfiada y desencantada de cualquier meta, en la que la moralidad y la ética constituyan elementos sustanciales a la hora de participar en tareas colectivas.
5.- Que las familias sigan unidas emocionalmente a pesar de sus diferencias políticas, cuando lo realmente democrático es confiar en que se maten unos a otros, con la ayuda inestimable de los medios de comunicación y las fuerzas de seguridad, que deben amparar ante todo a los ciudadanos de ideología fascista.
6.- Que la universidad (como la salud) sea gratuita y de libre acceso, cuando lo más necesario y democrático es implantar un sistema como el llamado Bolonia, para que las carreras de humanidades desaparezcan de forma paulatina, dejando a los propios empresarios la inmensa y patriótica de decidir qué estudiantes y qué asignaturas deben ser protegidos, para satisfacer al mercado laboral, promoviendo contratos en los que la obsoleta indemnización quede suprimida.
7.- Que las Fuerzas del Orden tengan prohibido terminantemente ejercer cualquier tipo de violencia contra la ciudadanía, cuando lo realmente democrático es detener a todo aquel que abra la boca, sometiéndole a brutales palizas, con todo tipo de objetos contundentes, sean niños, mujeres, jóvenes o ancianos, para posteriormente ser torturados en los centros de detención, al objeto de recabar información, que será siempre tildada de “enormemente aclaatoria”. Se eliminará tal posibilidad cuando el detenido se confesara adepto al franquismo, al Rey, a los principios de la Falange o al Real Madrid..
8.- Que se permita jugar en las aceras de las calles, bajo la luz de una farola, una partida de ajedrez o dominó, cuando lo democrático es impedir que las personas utilicen esos espacios ciudadanos para su solaz y entretenimiento, obligándoles a abandonar el lugar, siendo primero golpeados y mas tarde multados por ello. De la misma forma, en una verdadera democracia, se aplicarán castigos ejemplares a quienes canten en la vía pública a partir de las 10 de la noche.
9.- Que esté prohibido el desalojo de una familia de su vivienda en casos de morosidad, cuando lo democrático es expulsar del piso o apartamento a todos los miembros de una familia, dejándoles con los enseres en plena calle y urgiéndoles para que abandonen el lugar con todos los muebles, so pena de someterles a la lógica mano de hostias. No se les facilitará otra alternativa que dormir al raso.
10.- Que ante la solicitud para que un ciudadano muestre su carné de identidad a la autoridad, tal demanda se hiciere de forma educada, cuando lo más democrático es colocar contra la pared al inquirido, abrirle las piernas, registrarle los bolsillos, insultarle sobre su condición u origen, amenazando en todo momento su integridad física, sea o no sospechoso, porque en una democracia todo ciudadano debe ser considerado un terrorista en potencia, hasta que se demuestre, tras la pertinente paliza, lo contrario.
11.- Que la interrupción del embarazo sea libre y gratuita en cualquier caso, siempre que la portadora del embrión lo desee. En una democracia representativa como la española, esa posibilidad debe ser relegada hasta el año 2139.
12.- Que se mantenga, a pesar del bloqueo y los desastres naturales, un equilibrio en los precios de los alimentos básicos y el salario, sabiendo que las condiciones del embargo impiden satisfacer otro tipo de viandas, cuando en la democracia verdadera se revisan al alza hasta dos veces y tres al año no sólo el precio del pan, la leche o el arroz, sino igualmente los del gas, el agua, la electricidad y el servicio telefónico.
13.- Que ante la aparición de fenómenos como seísmos, huracanes, ciclones e inundaciones, se tenga ante todo en cuenta la vida de las personas y su atención alimentaria y médica, cuando lo verdaderamente útil y democrático es que el ejército se dedique a proteger los comercios y centros privados, deteniendo a todo aquel que, en una clara opción delictiva, roba un paquete de leche o una barra de pan.
14.- Que haya muerto un delincuente común tras una larga huelga de hambre, habiéndole prestado todo tipo de ayuda médica, cuando lo democrático es permitir que se suicide de forma más rápida, como ocurre diariamente en EEUU, Rumania, Polonia, Albania, Colombia, México, Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador, Chile, Argentina, Brasil, etc., facilitando navajas, cuchillos o útiles como cuerdas y maromas a los presos de confianza, para que estos se los entreguen a quienes desean pasar a mejor vida. El número de suicidios en las prisiones democráticas de los países aludidos es ejemplar, ya que oscila entre 35 y 200 al año, lo que evita que los finados pudieran volver a delinquir.
15.- Que la prensa esté en poder de los profesionales, cuando lo democrático es que los empresarios que dirigen lobbys en esa área, aunque defiendan un mismo sistema económico como es el exitoso capitalismo, dirijan a la sociedad y a los partidos políticos, informando de lo que creen debe ser la verdad, aunque ésta no sea tal. La democracia debe afirmar su compromiso con la pluralidad ideológica para garantizar libertad de expresión de todos, menos los de la izquierda, peligroso sector que debe ser sometido a continuos ataques, para evitar que detente radios, prensa y emisoras de televisión.
16.- Que el igualitarismo no sustituya nunca, por injusto e ineficaz, a la verdadera igualdad de la ciudadanía ante los derechos fundamentales del hombre, cuando lo más democrático es considerar que, por encima de todo, los partidos políticos son el cimiento de una sociedad en paz, aunque haya que invadir militarmente países ajenos. Una verdadera constitución democrática debe referirse a todos los derechos, aunque no se pueda cumplir la mayor parte de los referidos a trabajo, educación, vivienda y libertad de expresión, por razones muy largas de explicar. Una autoridad realmente democrática deberá suprimir el derecho a la asistencia letrada en el momento en que se practique una detención, ya que la aplicación del habeas corpus (que se debe permitir cuando el acusado sea una persona de solvencia económica y social), ralentiza gravemente la posibilidad de que las Fuerzas de Seguridad obtengan, aunque sea bajo tratos degradantes, una información necesaria.
17.- Que la televisión sea un medio sin publicidad comercial alguna, dotada de una programación variada, donde se asegure un sano entretenimiento y divulgación cultural, evitando la utilización de lenguaje violento, cuando lo democrático en ese medio es la potenciación de la agresividad, creando espacios donde se desaten las más bajas pasiones e instintos, que son los que más altos beneficios producen al empresario.
18.- Que la libertad condicional se aplique en todos los casos que contempla la ley, independientemente de las posibilidades económicas del condenado, cuando lo más ajustado a un régimen democrático es liberar a aquellas personas que pueden abonar altas cifras, lo que demuestra a las autoridades judiciales la solvencia moral del procesado, su clase social, su inteligencia y su compromiso consigo mismo y su familia.
Resumiendo, un verdadero demócrata como el terrorista Luis Posada Carriles, responsable confeso de la voladura de un DC‑8 de Cubana de Aviación, el 6 de octubre de 1976, en el que murieron 178 personas inocentes, es detenido y luego amparado, protegido y puesto en libertad por los jueces norteamericanos; los mismos que condenaron hace ya más de dos lustros, a penas de 30 años y cadena perpetua, a cinco cubanos antiterroristas que informaron puntualmente a las autoridades de USA, sobre las actividades armadas de la Mafia cubano-americana de Florida.
Un verdadero sistema representativo, como la monarquía española, jamás condenará el genocidio y los crímenes de otro demócrata ejemplar, como fue Francisco Franco, y defenderá como necesaria la violencia en sesión continua, ejercida contra todos los terroristas que se niegan a aceptar la victoria final del capitalismo sobre el socialismo real, sobre todo si son de origen árabe o vasco.
La democracia, hoy perfeccionada militarmente por el capitalismo, es el régimen idóneo, insustituible, la mejor forma de solucionar los problemas e ilusiones de un empresario que sólo anhela proporcionar trabajo indigno y mal remunerado a un ciudadano