Si el sumario por el caso «Egunkaria» es «otro juicio más contra todo un pueblo», tal y como se describía ayer en estas mismas páginas, la imagen tomada en Madrid antes del comienzo de la vista oral, que muestra una representación del apoyo recabado por los encausados y en defensa de la libertad de expresión, evidencia que una mayoría social y política de este pueblo está no sólo contra este juicio, sino contra esta clase de juicios. La manifestación convocada para el sábado en Bilbo será otra ejemplo más de ese rechazo, el tercero en muy poco tiempo.
Las razones para oponerse a estos juicios políticos pueden ser muchas. El evidente impulso político que mueve estos procesos es la primera y más evidente. No sólo tiene que ver con que estos sumarios forman parte de una estrategia concreta contra un pueblo y sus expresiones sociales y políticas más dinámicas, sino que además revela la nula separación de poderes que existe en el Estado español. En este caso, además, se puede alegar la gravedad de cerrar medios de comunicación, así como que supuso un ataque contra un patrimonio cultural, el euskara, que el Estado debería proteger y no atacar. Las torturas relatadas por las personas incomunicadas no deberían olvidarse a la hora de oponerse a éste y a otros sumarios. Las cuestiones procedimentales como la demora o que no exista acusación pública son jurídicamente escandalosas.
Otra cuestión es que por intereses particulares no siempre se visualice tan claramente como en este caso ese rechazo. Intereses que pueden llevar a partidos que en principio están contra la estrategia que potencia esta clase de sumarios a conocer de primera mano cuál era la estrategia del Ministerio de Interior para ahogar al independentismo y, pese a mostrarle su disconformidad en privado, no ser capaces de alertar a la sociedad vasca y plantear alternativas al resto de fuerzas abertzales. Es hora de activar ese muro contra la impunidad para evitar nuevos ataques contra Euskal Herria.