El Gobierno de Madrid acaba de recibir a Ehud Barak, ministro de Defensa israelí; entre cumplidos y comilonas, han firmado un acuerdo de cooperación militar. Las madres palestinas seguirán llorando la muerte de sus hijos gracias a la complicidad española
Va a cumplirse un año de la matanza que provocó en Gaza el ejército israelí. Trágico exponente del imperialismo sionista que va dejando tras sí el amargo reguero de pueblos destruidos, palestinos expatriados, muros construidos, olivos arrancados, almacenes de alimentos bombardeados, férreos controles de carretera donde se desangran hasta la muerte angustiadas parturientas, civiles asesinados, niños aplastados por los tanques…
Ninguno de estos crímenes gozaría de tan escandalosa impunidad si no fuera por la necesaria colaboración de los sionistas locales. Encabecen esta lista los falsarios gobiernos europeos, los que sanean la economía israelí y privan de recursos al legítimo Gobierno de Hamas; permiten que Tel Aviv se limpie el trasero con las resoluciones de la ONU y abandonaron la sala de Ginebra cuando la Conferencia contra el Racismo celebrada en abril osó citar a Israel. El Gobierno de Madrid acaba de recibir a Ehud Barak, ministro de Defensa israelí; entre cumplidos y comilonas, han firmado un acuerdo de cooperación militar. Las madres palestinas seguirán llorando la muerte de sus hijos gracias a la complicidad española. La lista de los sionistas locales es larga y variada. Conste en ella Josean Querejeta, presidente del Baskonia; a pesar de las recomendaciones en contrario, fichó a Lior Eliyahu, uno de los deportistas de elite que aplaudió al Ejército hebreo cuando se dirigía a destruir Gaza. Engrosen el listado quienes contratan a Noa, la que atribuye a los palestinos la responsabilidad de sus calamidades; la pasean por Euskal Herria con la torva esperanza de que la voz dulce de la cantante sionista engorde sus faltriqueras. El grupo musical donostiarra La Oreja de Van Gogh realizó en noviembre una gira por las entrañas del sionismo. Los dinerillos españoles de la Casa Sefarad-Israel han cubierto los gastos del viaje; inversiones para mejora de imagen que se suman a los dos millones de dólares con los que Israel está intentando maquillar sus crímenes en Gaza. La gira musical obviaba el territorio palestino pero los músicos se equivocaron. El Mar Muerto y Lod, lugares donde el grupo actuó, pertenecen ‑según el derecho internacional- a Palestina.
El 29 de octubre de este año, el Maccabi de Tel Aviv volvió a jugar en Gasteiz. Lorena López de Lacalle, diputada de Cultura y Deportes, había asegurado a los internacionalistas que en el pabellón se garantizaría la libertad de expresión. Frágil y volandera promesa. La Policía de Ares (¡viva el internacionalismo del PSOE!) y los guardianes de Querejeta (ejemplar de vasco solidario) rivalizaron en rudeza. Chequeos, requise de pancartas, pegatinas, banderolas, identificaciones, amenazas, insultos, golpes, moratones… para ahogar la rabia que en estas tierras provoca el racismo sionista. Pese a tanta «libertad de expresión», la cancha recogió la solidaridad con Palestina. Fueron unos segundos breves que supieron a horas. Frente a la delegación israelí, y por encima de tanto impedimento, ondeó fugazmente en la cancha la bandera palestina. Testimonio fehaciente de que la solidaridad entre pueblos, pese a tanto sionista local, sigue viva.