La razón de la fuer­za por EHK

“Una revo­lu­ción es una opi­nión apo­ya­da con bayonetas”

Napo­león Bonaparte.

Tan­tas veces nos susu­rra la bur­gue­sía la nece­si­dad de depo­ner las armas, como tan­tas nos dice lo con­tra­rio con sus hechos. Al pare­cer la fuer­za de las armas del Esta­do de Dere­cho espa­ñol, que no son pocas ni sola­men­te las lega­les, sur­te efec­tos y, curio­sa­men­te, no debe haber­los en la vio­len­cia del Pue­blo sub­yu­ga­do. ¿ No les pare­ce sorprendente?.

Votos o bom­bas, bra­ma el repre­sen­tan­te espa­ñol del minis­te­rio de la gue­rra ‑inte­rior- ante la mili­tan­cia aber­tza­le, como si la his­to­ria de Espa­ña no fue­ra, pre­ci­sa­men­te, la de una suce­sión de gobier­nos cuyos votos se han obte­ni­do median­te la ame­na­za del uso de la fuer­za o, sim­ple­men­te, tras el uso exor­bi­tan­te y cru­de­lí­si­mo de la mis­ma, vía gol­pe mili­tar. Así resul­ta que cuan­do el Pue­blo pudo expre­sar­se y lo hizo en la direc­ción “equi­vo­ca­da” – la repú­bli­ca en 1931, el fren­te popu­lar en 1936‑, ense­gui­da se alzó la sol­da­des­ca afri­ca­nis­ta para poner las cosas en su sitio: el cam­po­san­to o, sin más, la cune­ta. ¿Alguien ha depu­ra­do res­pon­sa­bi­li­da­des por ello? ¿Se han eri­gi­do mono­li­tos y orga­ni­za­do cum­bres ins­ti­tu­cio­na­les de las víc­ti­mas de aque­lla masa­cre, inclu­yén­do­las, a ellas tam­bién, en un turno espe­cial de acce­so a la fun­ción públi­ca? Por cier­to que no.

Con la vio­len­cia nada se con­si­gue, nos repi­ten. Pero es más cier­to que aque­lla bes­tial vio­len­cia per­mi­tió a la oli­gar­quía recu­pe­rar el Poder polí­ti­co y con él el eco­nó­mi­co, robar los bie­nes de los ven­ci­dos, ase­si­nar a miles de obre­ros, cua­dros e inte­lec­tua­les, insu­flar un géli­do terror duran­te cua­tro déca­das a toda una pobla­ción inde­fen­sa y tras una sim­pá­ti­ca “tran­si­ción” a la espa­ño­la, fumar­se un puro mien­tras con­tem­plan que la mis­ma monar­quía, la mis­ma Igle­sia, la mis­ma aris­to­cra­cia impro­duc­ti­va y los mis­mos sec­to­res nun­ca depu­ra­dos de la judi­ca­tu­ra y de la poli­cía siguen indem­nes y gober­nan­do, por sí o por medio de sus here­de­ros. Es decir, que gra­cias a esa enor­me vio­len­cia, que resul­ta inne­ce­sa­ria en el con­trin­can­te, se man­tie­nen gozan­do de las exce­len­cias del Poder. ¿ Y toda­vía dicen que la vio­len­cia no con­si­gue nada?. Más aún, la extre­ma vio­len­cia con­si­gue adhe­sio­nes polí­ti­cas. Sólo había que ver los lle­na­zos de la Pla­za de Orien­te, o el triun­fo elec­to­ral de los here­de­ros del Cau­di­llo, la UCD. No son los votos, señor Rubal­ca­ba, los que obtie­nen el Poder, bien lo saben uste­des. Por el con­tra­rio, es el Poder quien reca­ba los votos. Por­que el Poder cons­ti­tui­do por la vio­len­cia corrom­pe y ame­na­za, tan­to a los medios de comu­ni­ca­ción a los que man­tie­ne eco­nó­mi­ca­men­te y diri­ge polí­ti­ca­men­te, como a los demás apa­ra­tos del Esta­do, a los que sub­yu­ga con sus nom­bra­mien­tos. ¿Quie­ren que hable­mos del Tri­bu­nal Supre­mo, o del Cons­ti­tu­cio­nal? .Es evi­den­te que no pare­ce nece­sa­rio hacerlo.

En Eus­kal Herria el Poder espa­ñol está for­ja­do sobre la vio­len­cia y la repre­sión. Las elec­cio­nes hace tiem­po que no son demo­crá­ti­cas ni pro­pi­cian la repre­sen­ta­ción de todo el Cuer­po elec­to­ral. Y sobre esta base vio­len­ta y anti­de­mo­crá­ti­ca, un tal señor López, regen­ta los intere­ses de la metró­po­li en el Ter­cio auto­nó­mi­co vas­co. Más aún, median­te el esper­pén­ti­co recur­so a la figu­ra del “entorno” – un exabrup­to jurí­di­co-penal que encu­bre la lucha anti sub­ver­si­va de manual de la Escue­la de las Amé­ri­cas- la razón de la fuer­za se está impo­nien­do entre cada vez más amplios sec­to­res de la pobla­ción vas­ca. Evi­den­te­men­te, con el auxi­lio judi­cial que toda dic­ta­du­ra requie­re y obtie­ne de inme­dia­to. La Audien­cia Nacio­nal, here­de­ra del Tri­bu­nal de Orden Públi­co, que vino a sus­ti­tuir, en fin, a los cana­lles­cos “jui­cios” suma­rí­si­mos de pos­gue­rra, es la lon­ga mano del minis­te­rio de la gue­rra ‑inte­rior- con­tra Eus­kal Herria. No son jue­ces los que dic­tan reso­lu­cio­nes fun­da­das en Dere­cho para dete­ner a ciu­da­da­nos, es la razón de Esta­do quien dic­ta a esos jue­ces los Autos y sen­ten­cias que pre­ci­sa para dete­ner y com­ba­tir a la disi­den­cia polí­ti­ca vasca.

Así que, dice el refrán: del enemi­go, el con­se­jo. El Esta­do espa­ñol hace tiem­po que vie­ne a impo­ner sus reales en Eus­kal Herria median­te los votos – ama­ña­dos- y median­te las bom­bas- judi­cia­les- para man­te­ner a la pobla­ción vas­ca más cons­cien­te y pre­pa­ra­da polí­ti­ca­men­te en la trin­che­ra del terror per­ma­nen­te, sin saber si será esta noche y con vio­len­cia cuan­do aca­so sea dete­ni­do e inco­mu­ni­ca­do ese joven o aque­lla madre, y pase a cons­ti­tuir la siguien­te víc­ti­ma del apa­ra­to jurí­di­co poli­cial. Terror, puro terror al ser­vi­cio de una cau­sa polí­ti­ca de asi­mi­la­ción. Por­que detrás de todo esto está la nada ocul­ta inten­ción de some­ter a la ter­ca y rebel­de nación vas­ca al redil español.

Cuan­do los comu­nis­tas habla­mos de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do no es en bal­de ni por citar un con­cep­to del mar­xis­mo clá­si­co, que algu­nos creen ya ana­cró­ni­co. Se tra­ta de pura y sim­ple auto­de­fen­sa. Si en Vene­zue­la el señor Chá­vez no espa­bi­la y pron­to, pue­de aca­bar el pró­xi­mo año como Allen­de en San­tia­go de Chi­le. El impe­ria­lis­mo ni des­can­sa ni per­do­na en su afán inter­ven­cio­nis­ta y geno­ci­da. Y la bur­gue­sía espa­ño­la, tam­po­co. Sólo debe obser­var­se que nues­tro enemi­go de cla­se en nin­gún caso se ha des­ar­ma­do de nin­gu­na posi­bi­li­dad, líci­ta o ile­gal, según con­ven­ga a la juga­da, que diría ese mag­ní­fi­co repre­sen­tan­te de la carre­ra fis­cal his­pa­na al ser­vi­cio del amo que lo nom­bra y paga y, entre tan­to, el cuer­po de Jon Anza aún recla­ma sepul­tu­ra digna.

Algu­nos “paci­fis­tas” de salón solo escon­den su mie­do a la repre­sión, y su afán por con­ten­tar a la fiera..

Votos o bom­bas. De enemi­go el consejo.

Eus­kal Herri­ko Komunistak

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