La fron­te­ra con Colom­bia sepa­ra pue­blos y crea fortunas

Colombia,Venezuela

En esa línea divi­so­ria, quie­nes más ganan no son de la zona

Luis Alber­to Matos


“Dios no ha crea­do fronteras.”

Mahat­ma Gandhi
Hace cin­co meses, tra­ta­mos estos TEMAS. Decía­mos enton­ces que nece­si­ta­mos a Colom­bia pero ellos más a noso­tros, por­que, si sólo vemos la eco­no­mía, Vene­zue­la no es la par­te débil.
Tra­ta­mos enton­ces sobre la Patria Gran­de, la Balan­za de Pagos entre ambos, la inmi­gra­ción per­ma­nen­te y el con­tra­ban­do de exportación.
Esos 2.216 km. de fron­te­ra común están vivos. De allí que, casi cua­tro meses des­pués, la situa­ción per­ma­ne­ce y muta hacia situa­cio­nes espe­cí­fi­cas para bene­fi­cio de algunos.
Apro­ve­chan enton­ces las “Cáma­ras” de inte­gra­ción, indus­tria, manu­fac­tu­ra, comer­cio y expor­ta­ción para ele­var sus que­jas y cul­par a los suce­sos fron­te­ri­zos. Sus pro­yec­cio­nes les anti­ci­pan que este año, como míni­mo, “se redu­ci­rá el inter­cam­bio comer­cial entre ambos paí­ses en un 35%”. Fue­ron 7.300 millo­nes de dóla­res en 2008; mien­tras que, en el 2009, difí­cil­men­te lle­gue a 4.800 millones.
Pero, aun­que en bue­na par­te eso “pasa” por la fron­te­ra, sus habi­tan­tes natu­ra­les, la gen­te que vive allí des­de siem­pre y quie­nes tie­nen ami­gos y fami­lia­res a ambos lados de la raya, obtie­nen poco o casi nin­gún bene­fi­cio direc­to de esas gran­des movi­li­za­cio­nes. Son otros, en ambos lados de la línea divi­so­ria, quie­nes acu­mu­lan las ganan­cias de esta impor­ta­ción con­ti­nua de bie­nes y servicios.
His­to­ria repetida
La cau­sa real sigue sien­do la mis­ma: esos 316.000.000.000 de barri­les de petró­leo, ambi­cio­na­dos por otros, que no son colom­bia­nos ni venezolanos.
Apro­ve­chan cual­quier suce­so, inclu­so ajeno a la reali­dad de la fron­te­ra, para crear matri­ces de opi­nión don­de el lec­tor o tele­vi­den­te una varias situa­cio­nes: las recien­tes decla­ra­cio­nes inter­na­cio­na­les sobre liber­tad de pren­sa en Vene­zue­la, las fallas de elec­tri­ci­dad, las ope­ra­cio­nes de la ban­ca comer­cial, la infla­ción, el III Con­gre­so Mun­dial de Cru­dos Pesa­dos y has­ta algu­na opi­nión sobre la Fuer­za Arma­da Nacio­nal Boli­va­ria­na, se pre­sen­ta, así como quien no quie­re la cosa, al lado de las fotos del trá­fi­co dete­ni­do en los Puen­tes Inter­na­cio­na­les Simón Bolí­var y Fran­cis­co de Pau­la San­tan­der, con tra­ba­ja­do­res arries­gan­do para pasar al otro lado.
Y por supues­to, los lla­ma­dos al “diá­lo­go fran­co”, mien­tras sus pro­pios hechos pare­cen ir en sen­ti­do opuesto.
Pim­pi­ne­ros y transportistas
Entre tan­to, la gen­te hones­ta de los pue­blos de la fron­te­ra, quie­nes viven del comer­cio e indus­tria local legal, ven dis­mi­nui­dos sus ingre­sos al no tener a quien trans­por­tar, a quien alo­jar ni a quien ven­der­le comi­da y obje­tos del lugar.
Es muy fácil, des­de una leja­na capi­tal, defen­der el dere­cho del pim­pi­ne­ro a com­prar gaso­li­na en un lado y lle­var­la más lejos, para que otros ganen varias veces lo que le dejan por su alto riesgo.
No es tan difí­cil, sen­ta­do en un escri­to­rio fren­te a un café calien­te, com­pa­rar el con­trol de una fron­te­ra, don­de pasan millo­nes de dóla­res que nadie con­tro­la, con un muro de otro siglo, otra lati­tud, otras per­so­nas, otras cos­tum­bres y otro idioma.
Los taxis­tas del tan­que de doble fon­do, las seño­ra que ven­den comi­da al final del puen­te, los posa­de­ros que alber­gan camio­ne­ros por una noche y has­ta el car­ga­dor de todo lo que pasa por allí, tie­nen aho­ra un cul­pa­ble: Vene­zue­la, por­que se opo­ne a que la ame­na­cen con bases militares.
Duros y mandaderos
En una nove­la bogo­ta­na, de rela­ti­vo éxi­to allá y aquí, pre­sen­ta­ban a “los duros” que comer­cia­ban lo ile­gal: des­de joven­ci­tas has­ta eso que estás pen­san­do. Los man­da­de­ros eran los jóve­nes reclu­ta­dos en el barrio y las mucha­chas “bue­na mozas” que que­rían dejar la mise­ria pronto.
De este lado de la pan­ta­lla, esos duros de plás­ti­co son real­men­te man­da­de­ros. Los ver­da­de­ros duros son “lega­les”.
Y qui­zás esto que lla­man “con­flic­tos fron­te­ri­zos entre Colom­bia y Vene­zue­la” sea sólo una opor­tu­ni­dad más para demos­trar quien real­men­te tie­ne el sar­tén por el mango.
Para solu­cio­nar ese pro­ble­ma, hace fal­ta bas­tan­te más que bue­nas inten­cio­nes. Estas son nece­sa­rias, por supues­to, pero nó suficientes.
Divi­sión artificial
Toda fron­te­ra es un error en prin­ci­pio. Y nin­gu­na está bien tra­za­da. Alguien, pen­san­do sólo en él, sus intere­ses y los suyos, algu­na vez por la fuer­za la tra­zó allí. Divi­dió en dos, a veces en más, lo que nun­ca le perteneció.
Obli­gó a per­so­nas a par­cia­li­zar­se y sepa­rar­se, has­ta pelear entre ellos, sólo por una raya que pudo ir más allá o más acá. Como muchas de las cosas que hace­mos los seres huma­nos, las fron­te­ras no se hicie­ron pre­ci­sa­men­te por el bien de los demás. Res­pon­den casi siem­pre a bene­fi­cios de quie­nes mane­jan des­ti­nos y per­so­nas, con el úni­co pro­pó­si­to de des­viar las rique­zas de todos a las arcas de unos cuantos.
Esa fron­te­ra está allí por­que San­tan­der y Páez, cum­plien­do órde­nes supe­rio­res, así lo deci­die­ron. El Hom­bre Más Gran­de que Ha Exis­ti­do, el Liber­ta­dor Simón Bolí­var, fun­dó una sola gran nación. Y algún día la vol­ve­re­mos a tener.
Fuen­te ALAI

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