Unas semanas atrás hemos enviado el documento de debate interno que las bases de la Izquierda Independentista Vasca estamos debatiendo en las difíciles condiciones de represión y persecución que nos impone el estado español. Por aquel documento varios compañeros y compañeras significativos/as han sido detenidas y están en la cárcel acusadas de “terrorismo” por un tribunal especial español y el magistrado Baltazar Garzón entre otros. Sin embargo con ello no han conseguido paralizar la actividad política de la Izquierda Independentista Vasca.
En el 5º aniversario de la declaración “Ahora el Pueblo, Ahora la Paz” (Declaración de Anoeta), y en Altsasu, el pueblo que en 1978 vio nacer Herri Batasuna, la Izquierda Independentista Vasca (izquierda abertzale) ha presentado el documento “UN PRIMER PASO PARA EL PROCESO DEMOCRÁTICO:PRINCIPIOS Y VOLUNTAD DE LA IZQUIERDA ABERTZALE”, documento que recoge las bases de la apuesta política de la izquierda abertzale surgidas de este debate. Más de 100 militantes referenciales de la izquierda abertzale han participado en la rueda de prensa en la que se ha presentado el documento.
Este documento recoge la reflexiones que la izquierda abertzale realiza acerca de la situación política y del proceso de liberación de Euskal Herria- País Vasco. Del mismo modo, en el documento que os adjuntamos se presenta y define el Proceso Democrático como herramienta principal para la resolución del conflicto y se recogen las bases y principios de dicho Proceso Democrático.
El eco de la declaración de la izquierda abertzale llegó hasta la jornada sobre resolución de conflictos y procesos de paz que se celebraba en Venecia. Allí, el experto sudafricano Brian Currin fue uno de los que escuchó de primera mano el texto presentado en Altsasu, ya que la abogada Jone Gorizelaia se encargó de darle lectura. En la reunión también participaba el miembro del Sinn Féin Raymond McCartney o representantes del Kurdistán. Tras escucharlo, Currin consideró que el movimiento de la izquierda abertzale es “significativo e innovador” y reclamó a los gobiernos de la Unión Europea que “aplaudan” la iniciativa. En concreto, se dirigió a gobiernos como los de Irlanda, Reino Unido, Alemania o Estado francés para pedirles que se impliquen en la resolución del conflicto vasco aprovechando esa posición de la izquierda abertzale.
Al Estado español, por su parte, le pidió que valore la propuesta de forma “positiva”. En su opinión, Madrid se siente “cómodo” en la actual situación de confrontación armada ya que ha apostado por las vías policiales y ha logrado resultados contra ETA.
El experto sudafricano mencionó también a esta organización y le pidió que declare un alto el fuego. Por lo que respecta al Gobierno del PSOE, declaró que tras el compromiso con las vías democráticas explicitado por la izquierda abertzale, debe de facilitar unos mínimos democráticos para que el movimiento independentista trabaje con libertad.
En este sentido, reclamó que la Ley de Partidos sea derogada. Según recordó, uno de los factores que imposibilitó que el último proceso de negociaciones llegara a buen puerto fue la situación de ilegalización de la izquierda abertzale, ya que hacía que las reuniones no se pudieran llevar a cabo con normalidad. Como prueba de ello citó el juicio que sentó en el banquillo a Juan José Ibarretxe, Patxi López, actual presidente de la comunidad autónoma vasca) Rodolfo Ares (actual consejero de interior de la misma y cinco miembros de la izquierda independentista vasca.
Mientras el Estado español sigue pertrechándose de nuevos artículos del Código Penal con la previsión de alargar la guerra otros muchos años, como hizo el viernes el Consejo de Ministros, la izquierda abertzale se prepara para ir dando pasos unilaterales hacia la paz.
Pese a la nitidez del documento hecho público ayer en Altsasu, no faltarán quienes califiquen el compromiso como “insuficiente” y “poco novedoso”, o “pura palabrería” y “maniobra desesperada”; también puede haber quien declare que “no queremos una sola palabra con ETA ni con nada que se mueva en su entorno”; o quien mantenga que “ofrece diálogo con una rama de olivo en una mano y la otra en el bolsillo, sin que nadie sepa lo que esconde”.
Esas son algunas de las reacciones que se produjeron hace cinco años, cuando Arnaldo Otegi hizo la declaración de Anoeta ante un velódromo a rebosar con miles de ilegalizados e ilegalizadas. Una declaración que, pasadas las respuestas a bote pronto, la mayoría del arco político entendió como fundamental y origen del proceso negociador 2005 – 2007.
Por lo tanto, antes de que Alfredo Pérez Rubalcaba o su maestro Jaime Mayor Oreja digan nada, aclaremos que también desde estas páginas hemos descubierto la jugada que la izquierda abertzale esconde con este “primer paso para el proceso democrático”: caminan hacia una “paz-trampa”.
Si alguien opina que paz y trampa son términos casi antagónicos o se pregunta qué puede haber de tramposo en la paz, que hable con Baltasar Garzón, que considera delictivo “el conseguir treguas encubiertas” y por eso mantiene encarcelado a Arnaldo Otegi. Habrá quien diga que “encubierta o explícita, mejor una tregua que el fragor de la batalla”. Pues sepa quien así piense que la Audiencia Nacional y el Gobierno español no son de su mismo parecer. Y la izquierda abertzale se ha dado cuenta de ello.
Tras el último proceso negociador y las conversaciones de Loiola en noviembre de 2006 y las de Ginebra en mayo de 2007, la izquierda abertzale ‑hecha también la necesaria autocrítica sobre su actuación en aquel momento- ha llegado a la conclusión de que el terreno en el que el Estado español es más débil es el de la confrontación política desarmada. En el debate político ante observadores internacionales de solvencia democrática, se queda sin argumentos y pierde.
Lo anunció Arnaldo Otegi en una entrevista en GARA hace ahora un año y lo desarrolló más en el foro organizado en el Kursaal el 17 de enero de 2009:“Hay que confrontar con el Estado en su punto débil, el terreno político”.
Así que, como explicó Rufi Etxeberria hace apenas quince días, la izquierda abertzale anda buscando “una confrontación entre unionistas e independentistas que se desarrolle única y exclusivamente por vías democráticas”.
¿Por qué? ¿Se han arrepentido? ¿Han visto la luz? No da la impresión. Más bien parece que la izquierda abertzale entiende que después de años de lucha ahora se dan las condiciones, que no se daban en el pasado, para ganar el reconocimiento nacional de Euskal Herria y del derecho de autodeterminación a través de la articulación de mayorías políticas y sociales. Ya lo escribió ETA en su V Asamblea: “Cada avance o retroceso del proceso revolucionario en su conjunto exige unas formas organizativas y de lucha específicas”. (Nota para la Audiencia Nacional: esta cita está indultada por la Ley de Amnistía de 1977 y su léxico se circunscribe a la terminología del momento).
Si Karl von Clausewitz escribió que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, la izquierda abertzale ha llegado a la conclusión de que “un proceso pacífico puede ser la continuación de la lucha de 50 años por medios más eficaces”. La paz (aunque sea parcial, ofrecida por una sola de las partes) como “trampa” para el Estado y ganarle democráticamente. ¿Que siguen sin entender cómo la paz puede ser una trampa?
Pregúntenle a Pérez Rubalcaba, que está desplegando todo su ardor guerrero para evitarla y anoche dijo desde Cádiz que este texto es “más de lo mismo”.
No es cosa frecuente que se formulen iniciativas de riesgo desde la unilateralidad, es decir, sin haber obtenido ‑ni siquiera reclamado- contrapartidas o garantías previas de la otra parte. Destaca, igualmente, que la iniciativa esté siendo sometida a un debate interno ‑pese a la incesante persecución policial‑, en el que va ganando voluntades hasta componer la foto de ayer. Y es muy reseñable, por último, que un movimiento de tal calado se realice en un momento en que el sector proponente sufre un acoso sin precedentes que, sin embargo, no ha logrado hacerle retroceder a las catacumbas políticas.
La izquierda abertzale, en fin, declara y pone por escrito su voluntad de salir a campo abierto, sin escudos ni máscaras. Y eso sólo puede hacerlo quien sabe que sus posiciones políticas son sólidas, afirme lo que afirme la propaganda reinante. Sólo puede hacerlo quien ha llegado a la conclusión de que tiene mucho más por ganar que por perder.
Con ello, la izquierda abertzale muestra que no sólo se trata de un mensaje en clave interna, como podía interpretarse en algunos de los lanzados en los últimos meses, sino de una mano tendida en múltiples direcciones. A los independentistas, a quienes se ofrece una cooperación sincera. Pero también a todos los vascos, a quienes la izquierda abertzale recalca que “se compromete solemnemente a respetar en cada fase del proceso las decisiones que libre, pacífica y democráticamente, se vayan adoptando”. Y a todos los agentes internacionales, a quienes se traslada la apuesta sincera por “un cambio de ciclo que sustituya el enfrentamiento armado, el bloqueo y la falta de expectativa por el diálogo, el acuerdo y una solución justa, estable y duradera para el país”.
Todo ello aparece definido, además, como un “primer paso”. El primer paso de un camino en el que la izquierda abertzale se ha colocado en línea de salida y está dispuesta para partir.
Hace cinco años, un día como ayer, Arnaldo Otegi presentaba en el Velódromo de Anoeta a la izquierda abertzale con una rama de olivo en la mano y pedía al resto que no la dejaran caer al suelo. Hoy, la izquierda abertzale va más allá y asume en primer persona el compromiso de mantener esa rama de olivo en lo alto. Que lo haga frente a un Estado que tiene hoy a aquel líder político en prisión y que se apreste incluso a juzgar aquel acto de Anoeta constituye la declaración de voluntad más rotunda. Tras el mensaje de ayer, no hay motivos objetivos ni excusas que valgan para no ir acercándose a esa línea de salida.
Ezker Abertzale Independentista