El capi­ta­lis­mo lle­ga a su fin; Wallerstein

Fir­man­te del mani­fies­to del Foro Social de Por­to Ale­gre («Doce pro­pues­tas para otro mun­do posi­ble»), en 2005, usted es con­si­de­ra­do como uno de los ins­pi­ra­do­res del movi­mien­to altermundialista.

Usted fun­dó y diri­gió el Cen­tro Fer­nand Brau­del para el estu­dio de la eco­no­mía de los sis­te­mas his­tó­ri­cos y de las civi­li­za­cio­nes de la Uni­ver­si­dad del Esta­do de Nue­va York, en Binghamton.

¿Cómo sitúa la cri­sis eco­nó­mi­ca y finan­cie­ra actual en el «tiem­po lar­go» de la his­to­ria del capitalismo»? 

Imma­nuel Wallers­tein: Fer­nand Brau­del (1902 – 1985) dis­tin­guía el tiem­po de «lar­ga dura­ción», que ve la suce­sión en la his­to­ria huma­na de sis­te­ma que rigen las rela­cio­nes del hom­bre con su entorno mate­rial, y, al inte­rior de esas fases, del tiem­po de los ciclos más coyun­tu­ra­les, des­cri­tos por eco­no­mis­tas como Nico­las Kon­dra­tieff (1982 – 1930) o Joseph Schum­pe­ter (1883 – 1950). Actual­men­te esta­mos evi­den­te­men­te en una fase B de un ciclo de Kon­dra­tieff que ha comen­za­do entre hace trein­ta y trein­ta y cin­co años, des­pués de una fase A que ha sido la más lar­ga (de 1945 a 1975) de los qui­nien­tos años de his­to­ria del sis­te­ma capitalista.

En una fase A, el bene­fi­cio es gene­ra­do por la pro­duc­ción mate­rial, indus­trial u otra; en una fase B, el capi­ta­lis­mo debe, para seguir gene­ran­do bene­fi­cios, refi­nan­ciar­se y refu­giar­se en la espe­cu­la­ción. Des­de hace más de trein­ta años, las empre­sas, los Esta­dos y las eco­no­mías fami­lia­res se endeu­dan, de modo masi­vo. Actual­men­te esta­mos en la últi­ma par­te de una fase B de Kon­dra­tieff, cuan­do la deca­den­cia vir­tual se hace real, y las bur­bu­jas revien­tan las unas tras las otras: las ban­ca­rro­tas se mul­ti­pli­can, la con­cen­tra­ción del capi­tal aumen­ta, la des­ocu­pa­ción pro­gre­sa, y la eco­no­mía cono­ce una situa­ción real de deflación.

Pero, hoy en día, ese momen­to de ciclo coyun­tu­ral coin­ci­de con, y por con­se­cuen­cia agra­va, un perío­do de tran­si­ción entre dos sis­te­mas de lar­ga dura­ción. Pien­so en efec­to que hemos entra­do des­pués de trein­ta años en la fase ter­mi­nal del sis­te­ma capi­tal. Lo que dife­ren­cia fun­da­men­tal­men­te esa fase de la suce­sión inin­te­rrum­pi­da de los ciclos coyun­tu­ra­les ante­rio­res, es que el capi­ta­lis­mo ya no lle­ga a «hacer sis­te­ma», en el sen­ti­do en el que lo entien­de el físi­co y quí­mi­co Ilya Pri­go­gi­ne (1917 – 2003): cuan­do un sis­te­ma, bio­ló­gi­co, quí­mi­co o social, se des­vía dema­sia­do y dema­sia­do a menu­do de su situa­ción de esta­bi­li­dad, ya no lle­ga a encon­trar el equi­li­brio, y se asis­te enton­ces a una bifurcación.

La situa­ción se hace caó­ti­ca, incon­tro­la­ble por las fuer­zas que la han domi­na­do has­ta ese momen­to, y se ve apa­re­cer una lucha, y no entre los posee­do­res y adver­sa­rios del sis­te­ma, sino entre todos los acto­res, para deter­mi­nar lo que lo va a reem­pla­zar. Reser­vo el uso de la pala­bra «cri­sis» a ese tipo de perío­do. Aho­ra bien, esta­mos en cri­sis. El capi­ta­lis­mo se acaba.

¿Por qué no se tra­ta­ría más bien de una nue­va muta­ción del capi­ta­lis­mo, que ya ha cono­ci­do, des­pués de todo, el paso del capi­ta­lis­mo mer­can­til al capi­ta­lis­mo indus­trial, des­pués del capi­ta­lis­mo indus­trial al capi­ta­lis­mo financiero?

Imma­nuel Wallers­tein: El capi­ta­lis­mo es omní­vo­ro, cap­ta el bene­fi­cio don­de es más impor­tan­te en un momen­to dado; no se con­ten­ta con peque­ños bene­fi­cios mar­gi­na­les; al con­tra­rio, los maxi­mi­za cons­ti­tu­yen­do mono­po­lios –ha pro­ba­do de hacer­lo últi­ma­men­te una vez más en las bio­tec­no­lo­gías y en las tec­no­lo­gías de la infor­ma­ción. Pero pien­so que las posi­bi­li­da­des de acu­mu­la­ción real del sis­te­ma han lle­ga­do a su lími­te. El capi­ta­lis­mo, des­de su naci­mien­to en la segun­da mitad del Siglo XVI, se ali­men­ta de la dife­ren­cia de rique­za entre un cen­tro, en el que con­ver­gen los bene­fi­cios, y peri­fe­rias (no nece­sa­ria­men­te geo­grá­fi­cas) cada vez más empobrecidas.

Al res­pec­to, la recu­pe­ra­ción eco­nó­mi­ca de Asia del Este, de India, de Amé­ri­ca Lati­na, cons­ti­tu­ye un desa­fío insal­va­ble para la «eco­no­mía – mun­do» crea­da por Occi­den­te, que ya no lle­ga a con­tro­lar los cos­tes de la acu­mu­la­ción. Des­de hace dece­nios las tres cur­vas mun­dia­les de pre­cios de la mano de obra, de las mate­rias pri­mas y de los impues­tos están en todas par­tes en una fuer­te alza.

El bre­ve perío­do neo­li­be­ral que se está ter­mi­nan­do sólo ha inver­ti­do de modo pro­vi­so­rio la ten­den­cia: a fines de los años noven­ta, esos cos­tes eran cier­ta­men­te menos ele­va­dos que en 1970, pero eran mucho más altos que en 1945. De hecho, el últi­mo perío­do de acu­mu­la­ción real – los «glo­rio­sos trein­ta»– sólo fue posi­ble por­que los Esta­dos key­ne­sia­nos pusie­ron sus fuer­zas al ser­vi­cio del capi­tal. ¡Pero en este caso tam­bién se lle­gó al límite!

¿Hay pre­ce­den­tes de la fase actual, tal como usted la describe?

Imma­nuel Wallers­tein: Ha habi­do muchos en la his­to­ria de la huma­ni­dad, con­tra­ria­men­te a lo que refle­ja la repre­sen­ta­ción, for­ja­da a media­dos del Siglo XIX, de un pro­gre­so con­ti­nuo e inevi­ta­ble, inclui­da en su ver­sión mar­xis­ta. Yo pre­fie­ro limi­tar­me a la tesis de la posi­bi­li­dad del pro­gre­so, y no a su carác­ter ineluc­ta­ble. Por cier­to, el capi­ta­lis­mo es el sis­te­ma que ha sabi­do pro­du­cir, de mane­ra extra­or­di­na­ria y nota­ble, el máxi­mo de bie­nes y rique­zas. Pero hay que con­si­de­rar tam­bién la suma de las pér­di­das que ha engen­dra­do: para el medio ambien­te, para las socie­da­des. El úni­co bien, es el que per­mi­te obte­ner para el mayor núme­ro posi­ble una vida racio­nal e inteligente.

Aho­ra bien, la cri­sis recien­te simi­lar a la actual es el derrum­be del sis­te­ma feu­dal en Euro­pa, entre media­dos del Siglo XV y del Siglo XVI, y su reem­pla­zo por el sis­te­ma capi­ta­lis­ta. Ese perío­do, que cul­mi­na con las gue­rras de reli­gión, vio el derrum­be de la influen­cia de las auto­ri­da­des reales, seño­ria­les y reli­gio­sas sobre las comu­ni­da­des cam­pe­si­nas más ricas y sobre las ciu­da­des. Fue enton­ces cuan­do se cons­tru­ye­ron, median­te tan­teos suce­si­vos y de modo incons­cien­te, solu­cio­nes ines­pe­ra­das cuyo éxi­to ter­mi­nó por «hacer sis­te­ma» exten­dién­do­se poco a poco, bajo la for­ma del capitalismo.

¿Cuán­to tiem­po debe­ría durar la tran­si­ción actual, y en qué podría desembocar?

Imma­nuel Wallers­tein: El perío­do de des­truc­ción de valor que cie­rra la fase B de un ciclo Kon­dra­tieff dura gene­ral­men­te entre dos y cin­co años antes de que se reúnan las con­di­cio­nes de ingre­so a una fase A, en las que se pue­de extraer nue­va­men­te un bene­fi­cio real de nue­vas pro­duc­cio­nes mate­ria­les des­cri­tas por Schum­pe­ter. Pero el hecho de que esta fase corres­pon­da actual­men­te a una cri­sis de sis­te­ma nos ha hecho entrar en un perío­do de caos polí­ti­co en el cual los acto­res pre­do­mi­nan­tes, a la cabe­za de empre­sas y de Esta­dos occi­den­ta­les, van a hacer todo lo que sea téc­ni­ca­men­te posi­ble por vol­ver encon­trar el equi­li­brio, pero es muy pro­ba­ble que no lo logren.

Los más inte­li­gen­tes, ya han com­pren­di­do que había que esta­ble­cer algo ente­ra­men­te nue­vo. Pero nume­ro­sos acto­res ya se mue­ven, de mane­ra des­or­de­na­da e incons­cien­te, para hacer emer­ger nue­vas solu­cio­nes, sin que se sepa toda­vía qué sis­te­ma sal­drá de esos tanteos.

Nos encon­tra­mos en un perío­do, bas­tan­te raro en el que la cri­sis y la impo­ten­cia de los pode­ro­sos dejan sitio al libre albe­drío de cada cual: hoy exis­te un lap­so de tiem­po duran­te el cual cada uno de noso­tros tie­ne la posi­bi­li­dad de influen­ciar el futu­ro a tra­vés de su acción indi­vi­dual. Pero como ese futu­ro será la suma de una can­ti­dad incal­cu­la­ble de esas accio­nes, es abso­lu­ta­men­te impo­si­ble pre­ver qué mode­lo ter­mi­na­rá por pre­va­le­cer. Den­tro de diez años, tal vez se vea más cla­ro; en trein­ta o cua­ren­ta años, habrá emer­gi­do un nue­vo sis­te­ma. Creo que, por des­gra­cia, es igual de posi­ble que se pre­sen­cie la ins­ta­la­ción de un sis­te­ma de explo­ta­ción aún más vio­len­to que el capi­ta­lis­mo, como que se esta­blez­ca un mode­lo más igua­li­ta­rio y redistributivo.

Las muta­cio­nes ante­rio­res del capi­ta­lis­mo han ter­mi­na­do a menu­do en un des­pla­za­mien­to del cen­tro de «la eco­no­mía – mun­do», por ejem­plo de la cuen­ca medi­te­rrá­nea hacia la cos­ta Atlán­ti­ca de Euro­pa, y más ade­lan­te hacia la de Esta­dos Uni­dos. ¿Se cen­tra­rá en Chi­na el sis­te­ma por venir?

La cri­sis que esta­mos vivien­do corres­pon­de tam­bién al fin de un ciclo polí­ti­co, el de la hege­mo­nía esta­dou­ni­den­se, ini­cia­da igual­men­te en los años seten­ta. EE.UU. segui­rá sien­do un actor impor­tan­te, pero jamás podrá recon­quis­tar su posi­ción domi­nan­te fren­te a la mul­ti­pli­ca­ción de los cen­tros del poder, en Euro­pa Occi­den­tal, Chi­na, Bra­sil, India. Un nue­vo poder hege­mó­ni­co, si uno de se refie­re al tiem­po lar­go brau­de­liano, pue­de tomar toda­vía cin­cuen­ta años para impo­ner­se. Pero se igno­ra cual sería.

Mien­tras tan­to, las con­se­cuen­cias polí­ti­cas de la cri­sis actual serán enor­mes, en la medi­da en la que los due­ños del sis­te­ma inten­ta­rán encon­trar chi­vos expia­to­rios por el derrum­be de su hege­mo­nía. Pien­so que la mitad del pue­blo esta­dou­ni­den­se no acep­ta­rá lo que está suce­dien­do. Por lo tan­to, los con­flic­tos inter­nos se exa­cer­ba­rán en EE.UU., que está con­vir­tién­do­se en el país más ines­ta­ble del mun­do des­de el pun­to de vis­ta polí­ti­co. Y no hay que olvi­dar que noso­tros, los esta­dou­ni­den­ses, vamos todos armados…

(*) Inves­ti­ga­dor del depar­ta­men­to de socio­lo­gía de la Uni­ver­si­dad de Yale, ex pre­si­den­te de la Aso­cia­ción Internacional
de Sociología.

http://​www​.socia​lis​mo​-​o​-bar​ba​rie​.org/
http://​www​.socia​lis​mo​-​o​-bar​ba​rie​.org/​e​c​o​n​o​m​i​a​/​0​8​1​0​1​9​_​a​_​e​n​t​r​e​v​i​s​t​a​a​w​a​l​l​e​r​s​t​e​i​n​.​htm Publi­ca­do en le Mon­de, tra­du­ci­do para Rebe­lión por Ger­mán Leyenes.

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