El fran­quis­mo del siglo XXI- Víc­tor Alexandre

Tene­mos suer­te de que la vida no sea exce­si­va­men­te lar­ga, de otro modo Fran­co se habría man­te­ni­do en el poder unos cuan­tos años más. ¿O no es cier­to que Fran­co, para ver­güen­za de la his­to­ria, murió en la cama sin ser juz­ga­do, desig­nan­do un suce­sor que juró los Prin­ci­pios Fun­da­men­ta­les del Movi­mien­to, impo­nien­do una monar­quía ‑la mis­ma que masa­cró los Paí­ses Cata­la­nes hace tres siglos‑, y deján­do­lo todo bien ata­do para que el libro sagra­do de la Cons­ti­tu­ción espa­ño­la, pre­ser­va­ra aque­llos Principios?

Como ocu­rre casi siem­pre que mue­re un cau­di­llo tota­li­ta­rio, sus here­de­ros se afa­nan en crear un mar­co legal que garan­ti­ce su per­pe­tui­dad. Por eso el fran­quis­mo no se ha sen­ta­do nun­ca ante un tri­bu­nal penal inter­na­cio­nal; por eso todos sus crí­me­nes per­ma­ne­cen impu­nes; por ello el Esta­do sub­ven­cio­na la aso­cia­ción que pre­ser­va el nom­bre del cri­mi­nal dic­ta­dor y los hechos de su régi­men de terror; por eso tam­bién pre­ser­va su tum­ba y se nie­ga a derri­bar el monu­men­to fas­cis­ta del Valle de los Caí­dos; por eso se pue­den gri­tar con­sig­nas fas­cis­tas el 12 de octu­bre mien­tras ciu­da­da­nos cata­la­nes son dete­ni­dos y mul­ta­dos con más de tres mil euros por can­tar el himno de Cata­lu­ña a las puer­tas del esta­dio de Mestalla.

Es el fran­quis­mo ideo­ló­gi­co el que redac­ta los artícu­los 8 y 145 de la Cons­ti­tu­ción espa­ño­la. En el caso del pri­me­ro, impo­nien­do la fuer­za mili­tar con­tra una volun­tad expre­sa­da en las urnas; y en el caso del segun­do, prohi­bien­do la fede­ra­ción de los Paí­ses Cata­la­nes. Los muros de la Ciu­da­de­la que man­dó cons­truir Feli­pe V para domi­nar­nos ya hace años que fue­ron derri­ba­dos, pero Espa­ña sigue sien­do una cár­cel de pue­blos, y el pue­blo cata­lán es el pri­sio­ne­ro más odia­do. Fran­co, ade­más de un Tri­bu­nal de Orden Públi­co, tenía el Gabi­ne­te de Inves­ti­ga­cio­nes psi­co­lo­gi­cas de Anto­nio Valle­jo-Náje­ra, y la Espa­ña de hoy, ade­más de la Audien­cia Nacio­nal, tie­ne la Fun­da­ción para el Aná­li­sis y los Estu­dios Socia­les (FAES) de José María Aznar. En todos los casos, se tra­ta de orga­nis­mos que no tie­nen otro obje­ti­vo que velar por el prin­ci­pio supre­mo del fran­quis­mo: la uni­dad de Espa­ña. «¡Di que eres espa­ñol o te encie­rro!», decía la fis­cal de la Audien­cia Nacio­nal a Èric Ber­tran en 2004; «Cata­lu­ña no es una nación; el dere­cho a deci­dir no exis­te», dice Javier Zar­za­le­jos, secre­ta­rio gene­ral de la FAES, en 2014. Valle­jo-Náje­ra y su gabi­ne­te ya no están, pero el estu­dio sobre la pre­ten­di­da «infe­rio­ri­dad psi­co­ló­gi­ca» de los inter­nos de la pri­sión espa­ño­la, que tan­to les inquie­ta­ban, encuen­tra hoy con­ti­nui­dad en la FAES, aun­que bajo un bar­niz de for­ma­li­dad polí­ti­ca. Es, en defi­ni­ti­va, el labo­ra­to­rio ideo­ló­gi­co del PP, un par­ti­do fun­da­do por un exdi­ri­gen­te fas­cis­ta, de don­de par­ten las ideas repre­so­ras y opre­so­ras con­tra Cata­lu­ña, con­tra sus dere­chos nacio­na­les y con­tra su lengua

«¿Y dón­de están los anti­fran­quis­tas espa­ño­les del gran par­ti­do de la opo­si­ción?», se pre­gun­ta­rá alguien. «¿Cómo pue­de ser que el Par­ti­do Socia­lis­ta se avi­nie­ra a dar car­ta de natu­ra­le­za al fran­quis­mo ideo­ló­gi­co en vez de com­ba­tir­lo?» Pues, para obte­ner la res­pues­ta, sólo hay que mirar cuá­les son los temas en los que ambos par­ti­dos con­cuer­dan, sólo hay que mirar con­tra quie­nes son sus vota­cio­nes en el Con­gre­so espa­ñol para des­cu­brir qué les une. Las vota­cio­nes son sis­te­má­ti­ca­men­te con­tra las liber­ta­des de Cata­lu­ña y lo que les une es el prin­ci­pio supre­mo del fran­quis­mo: la uni­dad de Espa­ña. Los diri­gen­tes socia­lis­tas Alfre­do Pérez Rubal­ca­ba y Ele­na Valen­ciano han deja­do bien cla­ro que el gobierno espa­ñol pue­de con­tar con el PSOE para «decir un no como una casa de cam­po a la inde­pen­den­cia de Cata­lu­ña». Se unen para ello y para impe­dir que el pue­blo de Cata­lu­ña pue­da votar. Prohi­bi­do deci­dir, prohi­bi­do con­sul­tar, prohi­bi­do pre­gun­tar. «Las pre­gun­tas son cami­nos de divi­sión», dice Zapa­te­ro. Una fra­se dig­na de 1939. ¿Toda­vía hay alguien que se pre­gun­ta por qué Fran­co murió en la cama?

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