Pales­ti­na: Que la ale­gría rom­pa la tris­te­za- Car­los Aznarez

Gaza hier­ve de mul­ti­tu­des que, por fin, pue­den son­reír des­pués de una lar­ga noche de bom­bar­deos per­ma­nen­tes que dura­ron 50 días y des­tru­ye­ron gran par­te de la infra­es­truc­tu­ra de la Fran­ja. Ayer mis­mo, el inva­sor sio­nis­ta se fue matan­do, des­tru­yen­do lo poco que que­da­ba en pie.

Sin embar­go, por estas horas Gaza fes­te­ja, los jóve­nes y los niños lan­zan cara­me­los al aire, las muje­res se estre­me­cen de emo­ción abra­zán­do­se unas a otras, feli­ci­tán­do­se por haber resis­ti­do has­ta las últi­mas con­se­cuen­cias. Llo­ran­do sí, gri­tan­do de dolor tam­bién por esos hijos, her­ma­nos, espo­sos y veci­nos que­ri­dos que yacen sepul­ta­dos bajos los escom­bros pro­du­ci­dos por la mal­dad sio­nis­ta, pero fir­mes y dig­nas dicien­do a quien quie­ra escu­char­las: “Diji­mos que no nos íba­mos a ren­dir y no nos ren­di­mos. Dios pro­te­ja y dé lar­ga vida a nues­tra Resistencia”.

Los hom­bres se arro­di­llan y besan su que­ri­da tie­rra a la que las bom­bas ase­si­nas pudie­ron lle­nar de crá­te­res pero jamás mancillar.
Dis­pa­ros al aire, jóve­nes levan­tan­do sus fusi­les aho­ra sí en cla­ve de ale­gría por este peda­ci­to de paz que le han arran­ca­do al mons­truo sio­nis­ta. Miles de puños cerra­dos apun­tan­do al cie­lo, como que­rien­do decir: “No pudie­ron con noso­tros” o “Aquí esta­mos, de pie y victoriosos”.

El pue­blo pales­tino es mucho pue­blo para medir­lo en pala­bras, sin que el hecho de pro­nun­ciar­las no nos par­ta la voz por la emo­ción admi­ra­ti­va que ayer, 26 de agos­to, tene­mos hacia quie­nes lo han dado todo para demos­trar­le al mun­do que sólo con lucha se obtie­nen las gran­des reivindicaciones.

Ha lle­ga­do el tan ansia­do alto el fue­go per­ma­nen­te, car­ga­do de con­ce­sio­nes arran­ca­das a Israel en la mesa de nego­cia­cio­nes pero tam­bién en la deci­sión de los lucha­do­res de Hamas, de la Yihad Islá­mi­ca, del FPLP, el FDLP, los mili­tan­tes de Al Fatah, los Comi­tés Popu­la­res de Resis­ten­cia, y todos y cada uno de quie­nes en estos durí­si­mos 50 días no cedie­ron ante el terror.

Esta vic­to­ria de hoy en Gaza, no nos equi­vo­que­mos, le per­te­ne­ce total y exclu­si­va­men­te a la Resis­ten­cia uni­fi­ca­da pales­ti­na, a todas sus orga­ni­za­cio­nes com­ba­tien­tes, al con­jun­to del pue­blo de la Fran­ja que sopor­tó un infa­me blo­queo duran­te once años, y que vio cómo cada uno de los ata­ques de ayer y de hoy inten­ta­ban arran­car­le la ilu­sión de alcan­zar una Nación Pales­ti­na inde­pen­dien­te, libre de invasores.


Tam­bién, obvia­men­te, son par­te deci­si­va las muje­res y los hom­bres que en Cis­jor­da­nia vie­ne sopor­tan­do estoi­ca­men­te razias, deten­cio­nes, demo­li­cio­nes de sus vivien­das. Y qué decir de los miles de pre­sos y pre­sas que en las maz­mo­rras israe­líes sopor­tan día a día la bru­ta­li­dad del opresor.

Que nadie, menos los polí­ti­cos buró­cra­tas que sue­len apa­re­cer a la hora del triun­fo, quie­ra sacar rédi­to de lo con­se­gui­do. Solos, abso­lu­ta­men­te solos en lo que hace a espe­rar algo de la mal lla­ma­da comu­ni­dad inter­na­cio­nal, los pales­ti­nos y pales­ti­nas, los de Gaza y los del West Bank se empon­de­ra­ron de Patria y toma­do del bra­zo avan­za­ron hacia el futu­ro. Sabían que jun­to a ellos, cami­na­ban los pue­blos del mun­do, que por miles se mani­fes­ta­ron en las calles una y otra vez.

Aho­ra que el alto el fue­go per­ma­nen­te y la vic­to­ria se han hecho posi­ble, es nece­sa­rio vigi­lar las pro­me­sas for­mu­la­das por los ase­si­nos de Tel Aviv, ya que no es la pri­me­ra vez que ampa­ra­dos en la tra­di­cio­nal impu­ni­dad que los pro­te­ge, bur­lan lo pac­ta­do. Ade­más, es fun­da­men­tal que quie­nes han come­ti­do el más terri­ble de los Geno­ci­dios, paguen por esos crí­me­nes. Así como en su momen­to fue lógi­co levan­tar un Nurem­berg, hoy es indis­pen­sa­ble que Netan­yahu, Liber­man, Pérez y todos sus secua­ces com­pa­rez­can como impu­tados ante la jus­ti­cia internacional.

Por últi­mo, que el fes­te­jo de esta vic­to­ria con­se­gui­da a pul­so por el pue­blo pales­tino, no nos haga olvi­dar que una bue­na par­te de la con­fron­ta­ción con el sio­nis­mo y sus pro­tec­to­res de Washing­ton y la Unión Euro­pea se libra todos los días, desa­rro­llan­do el Boi­cot eco­nó­mi­co, aca­dé­mi­co y cul­tu­ral con­tra quie­nes gobier­nan el Esta­do Terro­ris­ta de Israel. Como ocu­rrie­ra con los nazis en su momen­to, es nece­sa­rio denun­ciar­los, impe­dir­les que via­jen por el mun­do como si nada hubie­ra pasa­do, seña­lar­los como lo que son: cri­mi­na­les de lesa humanidad.

Pero hoy, más que nun­ca, gri­te­mos con fuer­za: TODAS Y TODOS SOMOS PALESTINA

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