Tu cuer­po no es el problema

Esta­mos har­tas de mode­los, de medi­das per­fec­tas y de que se tra­ten la celu­li­tis, las arru­gas ‚la mens­trua­ción, menopausia…como enfer­me­da­des, como pro­ble­mas para los que, por supues­to, alguien tie­ne una solu­ción que ven­der­nos. Com­pra­rán cada vez más tiem­po en tele­vi­sión y más espa­cios en nues­tras calles, revis­tas, perió­di­cos, para­das de gua­guas, tran­vía… para recor­dar­nos ¿cuán­tas veces al día? que no pode­mos salir a la calle sin depi­lar­nos, sin “estar gua­pas”, sexys, fla­cas y son­rien­tes. Nun­ca sere­mos per­fec­tas, pero tam­po­co que­rre­mos ser­lo… sabe­mos de la difi­cul­tad de rom­per con todo lo que nos han meti­do des­de el momen­to que nace­mos (o ya antes de nacer…). Somos noso­tras las que hoy gri­ta­mos esto, y las mis­mas que maña­na nos mira­mos preo­cu­pa­das al espe­jo. Pero esta situa­ción no pue­de más que mul­ti­pli­car nues­tras ganas de cam­biar esta basu­ra que tene­mos dentro.

Ya vemos las con­se­cuen­cias de la vio­len­cia con que la socie­dad tra­ta a las muje­res, des­de las muer­tas has­ta las niñas ano­ré­xi­cas. Cómo esta pre­sión y re-pre­sión sobre noso­tras nos tie­ne tan sumi­sas que no mor­de­mos a quién nos hace daño y com­pra­mos sus productos.

Que en una tien­da de salud, haya un car­tel enor­me que diga: “ Es horri­ble que ten­gas arru­gas, no ense­ñes la celu­li­tis en verano, deseas ser la mujer de este anun­cio, tie­nes que reafir­mar tu pecho, cóm­pra­me para curar­te la baja auto­es­ti­ma, estás gor­da, tie­nes gra­nos, eres vie­ja, aver­güén­za­te de ti mis­ma…” es violencia.

La publi­ci­dad, aun­que no lo parez­ca, jamás pasa des­aper­ci­bi­da por nues­tras vidas, nos man­da men­sa­jes al cere­bro infi­ni­tas veces al día que van hacien­do mella en noso­tras mis­mas y en nues­tras rela­cio­nes. En vez de exi­gir que dejen de inva­dir nues­tro espa­cio vital, nos cree­mos sus solu­cio­nes crean­do nues­tros pro­ble­mas. Y les ayu­da­mos a publicitarse…

No vamos a per­mi­tir que esto siga así. Tene­mos nues­tros cuer­pos, con sus dis­tin­tas for­mas, sen­si­bi­li­da­des, reco­ve­cos y pla­ce­res… Esta­mos apren­dien­do a cono­cer­lo y dis­fru­tar­lo, a sen­tir­lo como lo que es, una par­te de noso­tras que nos da pla­cer y nos per­mi­te crear, y que tie­ne infi­ni­tas posi­bi­li­da­des más… Esta­mos apren­dien­do que en este pro­ce­so hay per­so­nas e ins­ti­tu­cio­nes que no nos per­mi­ten avan­zar, que nos agre­den y nos vio­len­tan, que nos man­tie­nen don­de no moles­te­mos, que impi­den que nos comu­ni­que­mos… Y por eso, este noche nos hemos pro­pues­to que un buen núme­ro de far­ma­cias no nos insul­ten maña­na, cuan­do pasee­mos por la calle delan­te de esca­pa­ra­tes que no podrán decir­nos: “Es horri­ble que ten­gas arru­gas, no ense­ñes la celu­li­tis en verano, deseas ser la mujer de este anun­cio, tie­nes que reafir­mar tu pecho, cóm­pra­me para curar­te la baja auto­es­ti­ma, estás gor­da, tie­nes gra­nos, eres vie­ja, aver­güén­za­te de ti misma…”

En una socie­dad enfer­ma cre­cen per­so­nas enfer­mas, algu­nas aún creen que su cuer­po es el problema…

NO LLAMES SALUD A LA ANOREXIA Y LA BULIMIA

NO LLAMES SALUD A METERNOS MIEDO A SALIR A LA CALLE…

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