Méxi­co. Par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca de jóvenes

Por José Gar­cía Sán­chez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de diciem­bre de 2021.

En Méxi­co se vive un pro­ce­so de des­po­li­ti­za­ción diri­gi­do prin­ci­pal­men­te a los jóve­nes, para tener una socie­dad abs­ten­cio­nis­ta en el futu­ro, que comen­zó con la idea de los con­ser­va­do­res acer­ca de que a la uni­ver­si­dad sólo se va a estu­diar, sobre esa fra­se lapi­da­ria irrum­pe en la fra­se en la matan­za de 1968, cuyas con­se­cuen­cias des­ac­ti­van la par­ti­ci­pa­ción de los jóve­nes en la vida polí­ti­ca del país.

El movi­mien­to de 1968, fue juve­nil más que estu­dian­til, pero los desig­nios de la his­to­ria ofi­cial en el mun­do encap­su­la­ron las expre­sio­nes de liber­tad para redu­cir­lo con el tiem­po, a movi­li­za­cio­nes que sur­gían en las uni­ver­si­da­des y de su fra­ca­so cul­pa­ban a las ideas mar­xis­tas y los pla­nes de estu­dio de las uni­ver­si­da­des públi­cas, sin que esto haya sido del todo real.

Los seis pun­tos del plie­go peti­to­rio del Con­se­jo Gene­ral de Huel­ga en Méxi­co, en ese año, care­cían de ideo­lo­gía y man­te­nían sus exi­gen­cias en el ámbi­to de jus­ti­cia y libertad.

Des­de el momen­to en que se dio a cono­cer la noti­cia de la matan­za de Tla­te­lol­co los medios se dedi­ca­ron, y siguen hacién­do­lo, a des­ca­li­fi­car el movi­mien­to, como suce­dió, y sigue suce­dien­do, con los 43 des­apa­re­ci­dos de Ayotzi­na­pa, Gue­rre­ro, en 2014. Des­ca­li­fi­car el hecho y sus con­se­cuen­cias. que mue­ve a los jóve­nes a par­ti­ci­par repre­sen­ta adver­tir sobre los peli­gros que impli­ca ese compromiso.

La dere­cha eter­na­men­te ha tra­ta­do de des­ac­ti­var a la uni­ver­si­dad como motor de cam­bio social y reso­nan­cia polí­ti­ca, quie­re colo­car a la juven­tud en una espe­cie de hiber­na­ción de la par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca y social. Para con­ven­cer que el indi­vi­dua­lis­mo es el mejor camino y no el tra­ba­jo en comu­ni­dad. El éxi­to pro­fe­sio­nal ya no sería un esfuer­zo común de con­tri­bu­yen­tes, edu­ca­ción y apren­di­za­je sino una acción indi­vi­dual, don­de se adop­ta­ba la edu­ca­ción como una mer­can­cía y no un dere­cho, por lo tan­to, todo con­su­mo era indi­vi­dual, per­so­nal, pro­duc­to del tra­ba­jo de los jóve­nes en lo par­ti­cu­lar, para quie­nes abrie­ron las puer­tas al con­su­mo por pri­me­ra vez en la his­to­ria, esta prác­ti­ca esta­ba des­ti­na­da a los adul­tos, que eran los úni­cos con poder adquisitivo.

El gol­pe­teo con­tra los jóve­nes que no logran meter al redil del con­su­mo como era la inten­ción ini­cial de su mani­pu­la­ción al pre­sen­tar­les artícu­los, moda, músi­ca, espa­cios, héroes, ído­los, pelí­cu­las, arte, etc. No cesa has­ta no ver exter­mi­na­da su par­ti­ci­pa­ción en la vida social, pero sobre todo política.

Sub­ra­yan­do las dife­ren­cias socia­les y segre­gan­do a quie­nes no tenían acce­so a la edu­ca­ción de paga, que bien podría ini­ciar en la pri­ma­ria, con una doc­tri­na espi­ri­tual que ale­ja­ba de la socie­dad y el com­pro­mi­so social a los alum­nos y loas acer­ca­ba al a pasi­vi­dad de la ora­ción reli­gio­sa y el individualismo.

Par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca y edu­ca­ción van toma­das de la mano en todo el mun­do a tra­vés de la his­to­ria. No es requi­si­to disen­tir con el gober­nó para par­ti­ci­par en la polí­ti­ca, tam­po­co es indis­pen­sa­ble que el móvil de la acti­vi­dad polí­ti­ca sea estar de acuer­do con el gobierno, la par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca es la que guía de la acción y no al revés.

Des­pués de este impac­tan­te sabo­ta­je a la par­ti­ci­pa­ción en la vida polí­ti­ca y social de los jóve­nes uni­ver­si­ta­rios de las ciu­da­des, dejan la res­pon­sa­bi­li­dad del com­pro­mi­so polí­ti­co al inte­rior del país, prin­ci­pal­men­te en las nor­ma­les, las escue­las de agro­no­mía, las inge­nie­rías y todo lo que tie­ne que ver con las tareas rura­les y las acti­vi­da­des del campo.

Las pro­tes­tas juve­ni­les que ini­cian en la déca­da de los sesen­ta tam­bién reci­ben un revés al caer el muro de Ber­lín, en 1991, y el mun­do se con­ven­ce que el socia­lis­mo real­men­te exis­ten­te deja sin argu­men­tos algu­nos con­cep­tos revo­lu­cio­na­rios radi­ca­les y des­cu­bre una buro­cra­cia en los paí­ses tras la cor­ti­na de hie­rro repre­si­va y autoritaria.

Mien­tras los poli­tó­lo­gos recom­po­nen la izquier­da, y expli­can los des­víos prác­ti­cos de la Unión Sovié­ti­ca y su ale­ja­mien­to de la teo­ría socia­lis­ta, los jóve­nes aban­do­nan las calles. La des­mo­vi­li­za­ción social de la juven­tud tie­ne adver­ten­cia en los medios como una mane­ra de impo­ner san­cio­nes a la par­ti­ci­pa­ción de la juven­tud y regre­sa con más fuer­za la vie­ja con­sig­na acer­ca de que los estu­dian­tes sólo deben estu­diar y los polí­ti­cos deben rea­li­zar las tareas de gobierno más allá de la liber­tad, lle­gan­do al liber­ti­na­je sin nin­gún rubor ni sanción.

La gue­rra fría se con­vier­te en una tre­gua béli­ca pero no en cuan­to la mani­pu­la­ción acer­ca de la des­mo­ti­va­ción de la par­ti­ci­pa­ción social en la polí­ti­ca, de la socie­dad en gene­ral y de los jóve­nes en par­ti­cu­lar. En Méxi­co los gobier­nos empie­zan a emplear a fun­cio­na­rios públi­cos egre­sa­dos de uni­ver­si­da­des pri­va­das y crean todo un mito sobre la cali­dad de la edu­ca­ción de paga.

Al mis­mo tiem­po se des­acre­di­ta a las uni­ver­si­da­des públi­cas, se les sata­ni­zan y se les colo­ca como una fábri­ca de bue­nos para nada, y, lo peor, con ideas “comu­nis­tas”, que aten­tan con­tra el neo­li­be­ra­lis­mo que en ese momen­to cobra auge des­de el sexe­nio de Miguel de la Madrid, con cola­bo­ra­do­res lla­ma­dos, en su momen­to, tec­nó­cra­tas, que no eran otra cosa geren­tes pri­va­ti­za­do­res de las empre­sas del país, con deci­sio­nes antipopulares.

Esos fue­ron los días del cre­ci­mien­to expo­nen­cial de la pobre­za, del des­cen­so de muchas fami­lias a la mise­ria, de las cares­tías y las cri­sis eco­nó­mi­cas recu­rren­tes, impues­tas por los nue­vos titi­ri­te­ros extran­je­ros de los gober­nan­tes de Amé­ri­ca Lati­na, don­de Méxi­co no era la excepción.

Las movi­li­za­cio­nes socia­les de los jóve­nes tie­nen su mayor deca­den­cia con la lle­ga­da de la pan­de­mia. La apa­tía de una gene­ra­ción sobre la par­ti­ci­pa­ción se encuen­tra en su momen­to más alto, sobre todo en Méxi­co, don­de los medios con­ven­cio­na­les han for­za­do ver en la pro­tes­ta autén­ti­ca de la socie­dad una con­duc­ta ridí­cu­la, pero sobre todo innecesaria.

En las recien­tes elec­cio­nes de Chi­le, la par­ti­ci­pa­ción de los jóve­nes fue deter­mi­nan­te, sus civi­li­za­cio­nes en paí­ses como Espa­ña anun­cian nue­vas medi­das del gobierno y en otros paí­ses se pre­pa­ran para vol­ver a ver en las calles la mejor mane­ra de mos­trar los que los medios quie­ren escon­der y trans­for­mar su entorno.

La par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca no se limi­ta al recha­zo o al apo­yo es una acti­vi­dad inhe­ren­te al ser humano. Es una mate­ria obli­ga­to­ria en nues­tra carre­ra por la democracia.

Fuen­te: Rebe­lión ha publi­ca­do este artícu­lo con el per­mi­so del autor median­te una licen­cia de Crea­ti­ve Com­mons, res­pe­tan­do su liber­tad para publi­car­lo en otras fuentes.

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