Argen­ti­na. Las fotos que hoy lle­nan tu Instagram

Por Inés Ula­novsky, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 10 de diciem­bre de 2021. 

El esta­lli­do de 2001 no fue ins­tra­gra­mea­do pero cam­bió la his­to­ria del regis­tro foto­grá­fi­co de la noti­cia. La últi­ma gran cober­tu­ra ana­ló­gi­ca parió el futu­ro, fue la ante­sa­la de la ima­gen digi­tal y del perio­dis­mo colaborativo.

“Un auto pren­di­do fue­go sobre Ave­ni­da Bel­grano duran­te las mani­fes­ta­cio­nes de diciem­bre de 2001.”

“Alber­to Már­quez yace heri­do de dos bala­zos en el tórax en la esqui­na de Ave­ni­da 9 de Julio y Sar­mien­to, duran­te la repre­sión poli­cial a las mani­fes­ta­cio­nes de diciem­bre de 2001.”

“Saqueo al super­mer­ca­do El sol de Whan Cai So, hacia las dos de la tar­de entre las calles Gao­na y Acos­ta, en Ciudadela.”

No es nece­sa­rio ver las fotos. Leer los epí­gra­fes alcan­za para que las imá­ge­nes del 19 y 20 de diciem­bre de 2001 vuel­van níti­das a nues­tra memo­ria. Acce­der a las 816 foto­gra­fías pro­du­ci­das por los 88 repor­te­ros grá­fi­cos de ARGRA (85 varo­nes y 3 muje­res) que estu­vie­ron en la calle duran­te esos dos días, deja­ría a cual­quie­ra sin alien­to. A ese regis­tro se le suma una enor­me y valio­sa pro­duc­ción hecha por repor­te­ros no pro­fe­sio­na­les, estu­dian­tes y mani­fes­tan­tes con cáma­ras que arries­ga­ron su vida para regis­trar la his­to­ria urgente. 

Vol­ver a esos archi­vos ‑vein­te años des­pués- nos lle­va a esa sen­sa­ción físi­ca: el calor húme­do de diciem­bre agi­gan­ta­do por el fue­go que esta­ba en todas par­tes, el ine­quí­vo­co soni­do de las cace­ro­las sien­do gol­pea­das con furia y ese olor tan par­ti­cu­lar de las cosas que se que­ma­ban sobre el asfal­to. Pero al mis­mo tiem­po gene­ran una espe­cie de incre­du­li­dad. ¿De ver­dad vivi­mos esos días de caos, deso­la­ción, mie­do, tris­te­za y espe­ran­za? Esas fotos son la prue­ba de que efec­ti­va­men­te ocurrió.

Los saqueos, el fue­go, la repre­sión y los muer­tos no fue­ron ins­ta­gra­mea­dos: Inter­net era toda­vía para muy pocos, los celu­la­res no eran masi­vos ni tenían cáma­ra y no exis­tían las redes socia­les ni whatsapp. La del 19 y 20 fue ade­más la últi­ma gran cober­tu­ra ana­ló­gi­ca, muy pocos meses des­pués lle­ga­ría al país uno de los gran­des cam­bios tec­no­ló­gi­cos del siglo: la foto­gra­fía digital.

A vein­te años de esos días tre­men­dos, vol­vi­mos a los nega­ti­vos y a los recuer­dos de cin­co fotó­gra­fos que estu­vie­ron ahí. 

1. Diez rollos

Gon­za­lo Mar­tí­nez era fotó­gra­fo del dia­rio Pági­na 12. Del 19 de diciem­bre, recuer­da haber vis­to un alu­vión de gen­te saca­da que pasa­ba por la puer­ta del dia­rio ‑ubi­ca­do en Ave­ni­da Bel­grano al 600- que iba gol­pean­do cace­ro­las: “Era impre­sio­nan­te ver mar­chan­do a la cla­se media. Duran­te las dos noches siguien­tes, no dor­mí. El 19 y 20 fue­ron días sin tiem­po, los recuer­do como un lim­bo, con vértigo”.

Gon­za­lo hizo fotos de los mani­fes­tan­tes, vol­vió al dia­rio a reve­lar los rollos y a las pocas horas ya esta­ba de nue­vo en Pla­za de Mayo. Minu­tos antes del medio­día del 20, la poli­cía mon­ta­da empe­zó a repri­mir a los mani­fes­tan­tes, entre los que se encon­tra­ba un gru­po de Madres de Pla­za de Mayo. De ese momen­to hay una ima­gen con­mo­ve­do­ra que pare­ce irreal: en medio de un humo, el fotó­gra­fo ‑con su cáma­ra en la mano- abra­za a Auro­ra Morea, Madre de Pla­za de Mayo que se tapa la cara con un pañue­lo blan­co. “Le hago una foto enfren­tan­do a la poli­cía y a par­tir de ahí vie­ne el caos, la mon­ta­da, los gases. Enton­ces nos abra­za­mos. Fue ins­tin­ti­vo. Nos encon­tra­mos en la huma­re­da y nos acom­pa­ña­mos has­ta poder salir de ahí. No fue que yo la sal­vé a ella. El pai­sa­je que nos rodea­ba era un des­con­trol absoluto.”

Gon­za­lo Mar­tí­nez y Auro­ra Morea, 20 de diciem­bre de 2001. Foto: Raúl Ferra­ri, Agen­cia Telam.

Mar­tí­nez siguió en la calle. Ya se habla­ba de masa­cre: la bru­tal repre­sión poli­cial se había cobra­do la vida de 38 per­so­nas en todo el país.

Según las cró­ni­cas de ese día, Fer­nan­do De La Rúa subió al heli­cóp­te­ro a las 19:50. Dos minu­tos más tar­de Gon­za­lo sacó la foto que fue la tapa de todos los dia­rios del día siguien­te: “Está­ba­mos en la Pla­za y alguien dijo que De La Rúa se iba en heli­cóp­te­ro. Yo esta­ba muy cer­ca, corrí y jus­to lo pude hacer. En 15 segun­dos hice 10 fotogramas”.

Ano­che­cer en Casa Rosa­da. La fuga de Fer­nan­do De La Rúa, 20 de diciem­bre de 2001. Foto: Gon­za­lo Martínez.

Gon­za­lo Mar­tí­nez cubrió muchos momen­tos impor­tan­tes de la his­to­ria argen­ti­na pero el del 19 y 20 fue para él uno de los más impor­tan­tes: “Cuan­do veo cada una de las 360 fotos que hice esos días (ape­nas diez rollos) veo que en cada foto­gra­ma había una inten­ción. Esos días los fotó­gra­fos tuvi­mos un rol impor­tan­te. Si la cana nos veía para­ba un poco. Las cáma­ras fun­cio­na­ron como pro­tec­to­ras de la gente.”

2. El fue­go en todas partes

Pepe Mateos tra­ba­ja­ba en la sec­ción Suple­men­tos de Cla­rín. Las imá­ge­nes tele­vi­si­vas de los saqueos le resul­ta­ron impac­tan­tes, y cuan­do escu­chó el dis­cur­so trans­mi­ti­do en cade­na nacio­nal de ape­nas 3 minu­tos 58 segun­dos del enton­ces pre­si­den­te De la Rúa, pen­só: “Este es el final”. Se subió a su auto, aga­rró Liber­ta­dor y pasó por la casa de Domi­go Feli­pe Cava­llo. En Barrio Par­que un gru­po de per­so­nas repar­tía hue­vos para tirar­le al Ministro. 

Mateos deci­dió seguir has­ta Pla­za de Mayo: “Cuan­do lle­gué ya esta­ba lle­na de gen­te, me di cuen­ta de que eso que pasa­ba era un hecho his­tó­ri­co. Yo esta­ba en cri­sis con la foto­gra­fía y hacía bas­tan­te que no cubría polí­ti­ca ni infor­ma­ción gene­ral. Pero ahí supe que tenía que sacar fotos”. Pepe Mateos fue al dia­rio a bus­car su cáma­ra y vol­vió a la pla­za. Ya había empe­za­do la repre­sión y el fue­go esta­ba por todas par­tes, has­ta en las palmeras.

Pla­za de Mayo, 19 de diciem­bre de 2001. Foto: Pepe Mateos

Con el fue­go vinie­ron los gases lacri­mó­ge­nos: “Dejé el equi­po y metí la cabe­za en la fuen­te, no podía res­pi­rar. Me podían haber roba­do todo por­que duran­te varios minu­tos no veía abso­lu­ta­men­te nada.” El repor­te­ro estu­vo ahí has­ta las 4 de la maña­na. Al día siguien­te entró tem­prano al dia­rio pero ese día no salió a foto­gra­fiar, siguió los acon­te­ci­mien­tos des­de la redacción.

Pocos días des­pués, Mateos deci­dió que que­ría vol­ver al cuer­po prin­ci­pal del dia­rio: “El 19 de diciem­bre fue un día cla­ve, como fotó­gra­fo algo cam­bió en mí, empe­cé a ver la calle de otra mane­ra”. Mateos vol­vió a foto­gra­fiar la actua­li­dad, a cubrir las colas en los ban­cos, la cri­sis social y el movi­mien­to pique­te­ro. Seis meses des­pués, el 26 de junio de 2002, en la esta­ción de tre­nes de Ave­lla­ne­da foto­gra­fió el ase­si­na­to de Maxi­mi­liano Kos­te­ki y de Darío San­ti­llán. Las fotos demos­tra­ron que había sido un fusi­la­mien­to. Al reve­lar­se la prue­ba, el enton­ces pre­si­den­te Duhal­de tuvo que renunciar.

3. El esta­lli­do es feminista

La expe­rien­cia del 2001 tam­bién modi­fi­có defi­ni­ti­va­men­te los para­dig­mas polí­ti­cos, infor­ma­ti­vos y socia­les de la épo­ca. Es pro­ba­ble que por esos días hayan empe­za­do a ges­tar­se tam­bién los cam­bios pro­fun­dos en mate­ria de femi­nis­mos y disi­den­cias. Hoy las muje­res repre­sen­tan solo el 12 por cien­to de la tota­li­dad de los socios de ARGRA, pero hace dos déca­das eran toda­vía menos. No es casual que des­de el año pasa­do la Aso­cia­ción que nuclea a los fotó­gra­fos pro­fe­sio­na­les ten­ga por pri­me­ra vez en sus casi 80 años de his­to­ria una pre­si­den­ta, la repor­te­ra grá­fi­ca Eva Cabrera.

Cora Gamar­nik es comu­ni­ca­do­ra social, Doc­to­ra en Cien­cias Socia­les y es pro­ba­ble­men­te quien más haya estu­dia­do el foto­pe­rio­dis­mo argen­tino. Según su rele­va­mien­to sobre la cober­tu­ra del 19 y 20 sur­ge que hubo solo 3 socias hacien­do fotos. 

Palo­ma Gar­cía no era socia de ARGRA pero sí era fotó­gra­fa. Ella pasó esos dos días en la calle regis­tran­do todo. Tie­ne un tra­ba­jo com­ple­tí­si­mo y con­mo­ve­dor ‑prác­ti­ca­men­te iné­di­to- que está por con­ver­tir­se en libro.

“Cuan­do esta­lla el 2001 yo era par­te del equi­po de inves­ti­ga­ción de Miguel Bonas­so, tra­ba­ja­ba en el Con­gre­so en el des­pa­cho de Alfre­do Bra­vo y for­ma­ba par­te de un gru­po de veci­nos en Saa­ve­dra”, cuen­ta. La noche del 19, Palo­ma y sus veci­nos cami­na­ron los casi 14 kiló­me­tros que sepa­ran el cru­ce de Bal­bín y Dona­do has­ta Pla­za de Mayo. Ella supo que tenía que lle­var su cáma­ra Canon, mode­lo AE‑1 y rollos (blan­co y negro y color) para regis­trar eso que ocu­rría que ya tenía carac­te­rís­ti­cas his­tó­ri­cas: “El apu­ro me hizo salir sin el flash pero el fue­go me ayu­dó a ilu­mi­nar. De hecho a una de las par­tes de ese tra­ba­jo foto­grá­fi­co yo lo lla­mé ´fue­go´ por­que esta­ba lite­ral­men­te por todos lados”.

La maña­na siguien­te Palo­ma vol­vió a la pla­za: “Ese día fue deam­bu­lar y hacer fotos por Dia­go­nal, por Ave­ni­da de Mayo, por Corrien­tes, fue como un loop que no se sabía cuán­do ter­mi­na­ba. Por momen­tos había muchos gases y mucho humo. Me con­cen­tré en foto­gra­fiar a la gen­te resis­tien­do, pero no me ani­mé a foto­gra­fiar a los muertos”.

Palo­ma recuer­da que en un momen­to un poli­cía le pegó a una mujer gran­de, ella lo enfren­tó y su len­te de 50 milí­me­tros ter­mi­nó arrui­na­do con­tra el cas­co del poli­cía: “Un repor­te­ro con expe­rien­cia me vino a sacar de ahí. Ter­mi­né de foto­gra­fiar con un len­te 35 milí­me­tros (un gran angu­lar) que me obli­ga­ba a estar muy cer­ca de todo. Por momen­tos era como estar en una pelí­cu­la. Por mi tra­ba­jo yo esta­ba acos­tum­bra­da a ver fotos de hechos his­tó­ri­cos pero no podía creer que me toca­ba hacer­las a mí”.

Duran­te los meses siguien­tes, en el mar­co del movi­mien­to asam­blea­rio naci­do el 19 y 20, un gru­po de fotó­gra­fos y docu­men­ta­lis­tas ‑entre los que esta­ba Palo­ma Gar­cía- con­for­ma­ron un colec­ti­vo de con­tra-infor­ma­ción lla­ma­do Argen­ti­na arde. El nom­bre esta­ba ins­pi­ra­do en esa expe­rien­cia artís­ti­ca-polí­ti­ca de fines de los 60 que fue Tucu­mán arde: “Nues­tra con­sig­na era ´vos lo vivis­te, no dejes que te la cuen­ten´. Fue­ron meses inten­sos de asam­bleas masi­vas que creo que empe­za­ron a debi­li­tar­se con el ase­si­na­to de Kos­te­ki y Santillán”. 

Duran­te muchos años Palo­ma no pudo vol­ver a ver esos nega­ti­vos pero aho­ra tuvo la nece­si­dad de hacer­lo. Revi­só con lupa los 70 rollos que hizo entre diciem­bre de 2001 y junio de 2002 y des­cu­brió el enor­me valor de su tra­ba­jo: “Me da orgu­llo poder decir que yo estu­ve ahí”.

Obe­lis­co. Tar­de del 20 de diciem­bre, minu­tos antes de la renun­cia de De la Rúa. Foto: Palo­ma García.
Dia­go­nal Nor­te. Medio­día del 20 de diciem­bre. Mani­fes­tan­tes se cubren de los gases y la repre­sión. Foto: Palo­ma García
Pla­za de Mayo. Madru­ga­da del 20 de diciem­bre. La repre­sión se des­ató y los jóve­nes resis­ten ponien­do el cuer­po. Foto: Palo­ma García

4. Dis­tin­tos tipos de disparos

Enri­que Gar­cía Medi­na es un fotó­gra­fo inde­pen­dien­te que pasa muchas horas por día en la calle cubrien­do la actua­li­dad. Los edi­to­res foto­grá­fi­cos saben que si él estu­vo en el lugar de los hechos, la foto está ase­gu­ra­da. Gar­cía Medi­na está siempre.

La sen­sa­ción que se tie­ne al mirar el mate­rial que pro­du­jo entre el 19 y 20, es que Enri­que se mul­ti­pli­có para estar en varios luga­res al mis­mo tiem­po, que no se per­dió nada. “Me acuer­do del día que el pre­si­den­te decre­tó el Esta­do de sitio. Empe­za­ron a sonar las cace­ro­las, era raro ese rui­do. Yo vivo en San Tel­mo y sona­ba dema­sia­do fuer­te. Me aso­mé por la ven­ta­na y vi que mucha gen­te sin ban­de­ras cami­na­ba hacia el lado de la Pla­za de Mayo.” Gar­cía Medi­na aga­rró el bol­so con su equi­po y salió. A eso de las ocho de la noche empe­zó la repre­sión. Deci­dió ir al Con­gre­so. Se subió a su auto pero no arran­ca­ba: “Mis com­pa­ñe­ros me empu­ja­ron en la baja­da del Minis­te­rio de Eco­no­mía y así pude arran­car. Algu­nos vinie­ron con­mi­go en el auto”. Cuan­do lle­ga­mos al Con­gre­so ya había balas y explo­sio­nes. “Balas reales, se nota­ba la dife­ren­cia”, aclara. 

En ese momen­to Gar­cía Medi­na vio un señor arras­trán­do­se en las esca­li­na­tas del Pala­cio. Era Jor­ge Deme­trio Cár­de­nas. “Cual­quie­ra sabe que no hay que tocar a alguien heri­do, pero la poli­cía lo arras­tró del pan­ta­lón. Me acer­qué para pedir­les que no lo toca­ran y me gri­ta­ron que me calla­ra. Saca­mos fotos has­ta que se lo lle­va­ron.” No había mucho tiem­po para enten­der lo que aca­ba­ba de pasar, había que reve­lar los rollos y seguir trabajando.

Jor­ge Deme­trio Cár­de­nas yace heri­do en las esca­li­na­tas del Con­gre­so. Madru­ga­da del 20 de diciem­bre de 2001. Foto: Enri­que Gar­cía Medina.

El 20 de diciem­bre a las seis de la tar­de, Enri­que Gar­cía Medi­na esta­ba cer­ca del obelisco.

La poli­cía venía dis­pa­ran­do a man­sal­va por Dia­go­nal Nor­te. Uno de ellos lo reco­no­ció y le gri­tó: “¡Como­do­ro Py!”. Le tenía bron­ca de antes, por una foto que le había saca­do a Cava­llo cuan­do había ido a decla­rar. Le tiró y le pegó con una bala de goma. El fotó­gra­fo lle­gó a gri­tar: “¡Sore­te!”, mien­tras dis­pa­ra­ba la cámara.

En la foto se ve un mani­fes­tan­te tiran­do una pie­dra, con el obe­lis­co de fon­do y es sin dudas un ícono de esos días de furia. El que la vio pri­me­ro fue un edi­tor de Telam lla­ma­do Ser­gio Quin­te­ros y ense­gui­da se repli­có en todo el país. Des­pués fue publi­ca­da en todo el mun­do, se con­vir­tió en tapa de varios libros, apa­re­ció en docu­men­ta­les y has­ta se hicie­ron reme­ras, sten­cils y memes con su ima­gen. El autor nun­ca supo la iden­ti­dad de su foto­gra­fia­do: “Me gus­ta­ría encon­trar al hom­bre­ci­to que la tiró y cono­cer­lo para ver qué pien­sa hoy”.

Para Cora Gamar­nik, esa es una de las fotos que cuen­tan mejor el 2001: “La pie­dra en el aire tie­ne algo meta­fó­ri­co. Nos per­mi­te hablar de eso que que­dó laten­te, pen­dien­te, de lo que no se con­cre­tó del 2001”.

Atar­de­cer del 20 de diciem­bre de 2001. Foto: Enri­que Gar­cía Medina

5. Otra escuela

Nico­las Poustho­mis tra­ba­ja­ba como pre­cep­tor en una escue­la, estu­dia­ba foto­pe­rio­dis­mo en ARGRA y soña­ba con ser fotó­gra­fo pro­fe­sio­nal. La noche del 19, des­pués del dis­cur­so de De La Rúa aga­rró su cáma­ra Nikon EM ‑por la que había paga­do 50 pesos‑, bajó a la calle, com­pró un rollo color en un kios­ko y empe­zó a cami­nar hacia Pla­za de Mayo. Ese año había naci­do su pri­me­ra hija y como tan­tos otros, vivía al día: “Empe­cé a cami­nar con la gen­te. En un momen­to íba­mos por la calle Tucu­mán y pasó un colec­ti­vo de línea. El colec­ti­ve­ro se vol­vió loco y dijo: ´Vamos para la pla­za´. Ahí me sor­pren­dí. Ya venía subien­do la cal­de­ra y sabía­mos que esta­ba por explotar”.

Ya en la pla­za la poli­cía empe­zó a repri­mir con balas de goma. Nico­lás puso el rollo y foto­gra­fió las pal­me­ras incen­dia­das, la pla­za vacía, la gen­te resis­tien­do. Más tar­de cami­nó has­ta el Con­gre­so, los mani­fes­tan­tes can­ta­ban el himno. Eufo­ria. Escu­chó por pri­me­ra vez el otro himno:

Oooooh, que se vayan todos. O‑o-o-o-oh…

Oooh, que se vayan tooodos, 

Que no queee­deee 

Ni uno sooooloo’.

El 20 de diciem­bre del 2001, des­pués de varias horas de enfren­ta­mien­tos, el pre­si­den­te Fer­nan­do De La Rua huye en heli­cóp­te­ro y renun­cia como pre­si­den­te. Foto: Nico­las Pousthomis
19 de Diciem­bre de 2001. La gen­te salió a la calle des­pués del anun­cio del Esta­do de Sitio del pre­si­den­te De La Rúa.Foto: Nico­las Pousthomis
20 de Diciem­bre de 2001.Foto: Nico­las Pousthomis
20 de Diciem­bre de 2001.Foto: Nico­las Pousthomis
20 de diciem­bre. Obe­lis­co por­te­ño. Momen­to en el que los mani­fes­tan­tes se ente­ran de la renun­cia del pre­si­den­te Fer­nan­do De la Rúa. Foto: Nico­las Pousthomis

“Esta­ba la sen­sa­ción de que iba a pasar algo y el deseo de que pase algo. Nos sen­tía­mos indes­truc­ti­bles”, se acuer­da Nicolás. 

A la maña­na siguien­te, Poustho­mis tenía que entrar tem­prano a su tra­ba­jo. En la escue­la esta­ban miran­do lo que pasa­ba por la tele­vi­sión. Dijo: “Chau, me voy para la pla­za”. Tra­ta­ron de rete­ner­lo, pero dejó todo y se fue.

Lle­gó al Obe­lis­co cami­nan­do por Dia­go­nal Nor­te. Había gen­te dis­per­sa inten­tan­do armar barre­ras. Los vidrios del Ban­co Coma­fi ya esta­ban rotos: “Aga­rré San Mar­tín y jus­to cuan­do lle­gué a Ave­ni­da de Mayo cae Gus­ta­vo Bene­det­to. Vemos al pibe con un agu­je­ro en la cabe­za, esta­ban tiran­do con balas de plomo”.

Sus fotos tie­nen un pun­to de vis­ta dife­ren­te al de otras cober­tu­ras, no solo por el ángu­lo de toma sino tam­bién por su posi­cio­na­mien­to polí­ti­co. Era un mani­fes­tan­te más. Como él, en el 2001 salie­ron muchí­si­mos mani­fes­tan­tes que tenían cáma­ras y se asu­mie­ron como repor­te­ros grá­fi­cos por la pro­pia reali­dad, por su víncu­lo con la mili­tan­cia y al acti­vis­mo visual. En esos días nacen varios colec­ti­vos foto­grá­fi­cos. En 2004 Nico­lás Poustho­mis y otros com­pa­ñe­ros fun­dan Sub, una coope­ra­ti­va de fotó­gra­fos que se orga­ni­zó siguien­do los esta­tu­tos de las fábri­cas recuperadas.

Las fotos de esos días son par­te del extra­or­di­na­rio libro “Diciem­bre”, edi­ta­do por la edi­to­rial de Sub. Nico­lás mira con dete­ni­mien­to el mate­rial que hizo hace vein­te años: “Tal vez tomo mejo­res fotos aho­ra, con una cáma­ra en con­di­cio­nes y qui­zás tam­bién con el tiem­po mejo­ré mi téc­ni­ca, pero estoy segu­ro de que nun­ca vol­ve­ré a sacar fotos tan buenas”.

Fuen­te: Anfibia

Itu­rria /​Fuen­te

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