Bra­sil. Un país cada vez más devastado

Por Eric Nepo­mu­ceno. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de noviem­bre de 2021. 

Nue­vas imá­ge­nes divul­ga­das en los últi­mos días refuer­zan lo ya sabi­do: la impu­ni­dad total con que actúan mine­ros ile­ga­les en la región ama­zó­ni­ca, inclu­si­ve en áreas de reser­va ambien­tal y terri­to­rios demar­ca­dos de comu­ni­da­des indí­ge­nas, cre­ce cada vez más.

Aho­ra son cen­te­na­res de bar­cos ancla­dos en aguas del río Madei­ra, a unos 115 kiló­me­tros de Manaos, capi­tal del esta­do de Ama­zo­nas, todos dedi­ca­dos a bus­car oro (foto).

Lle­ga­ron hace poco más de quin­ce días y se ins­ta­la­ron. La extrac­ción mine­ral está prohi­bi­da en la región, pero tra­ba­jan sin que nadie les moleste.

Con­ta­mi­na­ción

Ade­más de ile­gal, la mine­ría trae un ries­go mayor: con­ta­mi­na­ción por mer­cu­rio. Los mine­ros revuel­ven el fon­do del río, fil­tran para bus­car oro y lue­go devuel­ven el agua con­ta­mi­na­da, que por su vez con­ta­mi­nan a los peces que son la die­ta bási­ca de la población.

Espe­cia­lis­tas dicen que, pese al impac­to pro­vo­ca­do por las imá­ge­nes, la mine­ría en aguas del río Madei­ra es menos des­truc­to­ra que las inva­sio­nes de reser­vas indígenas.

Las inva­sio­nes de las reser­vas del pue­blo Yano­ma­mi tan­to en el esta­do de Ama­zo­nas como en el vecino Rorai­ma se dan por ban­dos orga­ni­za­dos que lle­gan en avio­nes y heli­cóp­te­ros, dis­po­nen de equi­pos caros, cuen­tan con res­pal­do finan­cie­ro de nar­co­tra­fi­can­tes y con la iner­cia del gobierno, cuan­do no el incen­ti­vo, para actuar impunemente.

El pasa­do miér­co­les, cuan­do la acción en las aguas del Madei­ra ya cum­plía dos sema­nas, las auto­ri­da­des deci­die­ron abrir una inves­ti­ga­ción. Al día siguien­te el vice­pre­si­den­te, gene­ral refor­ma­do Hamil­ton Mou­rão, anun­ció que la Poli­cía Fede­ral y la Mari­na “se pre­pa­ran para actuar”. Cuán­do, no dijo. Lo más pro­ba­ble es que ya no encuen­tren a nin­guno de los mine­ros ilegales.

Ais­la­mien­to

Se tra­ta de otro avan­ce en la degra­da­ción ambien­tal des­ata­da bajo el ultra­de­re­chis­ta Jair Bol­so­na­ro. Como con­se­cuen­cia inme­dia­ta, ven­drán más pre­sio­nes y cre­ce­rá el ais­la­mien­to de Bra­sil en el esce­na­rio internacional.

El pasa­do jue­ves el emba­ja­dor ale­mán en Bra­si­lia, Hei­ko Tohms, aler­tó que el nue­vo gobierno de su país, enca­be­za­do por Olaf Scholz, dará más énfa­sis a la cues­tión ambien­tal. De paso, des­ta­có que reci­bió, de par­te del gobierno de Bol­so­na­ro, infor­ma­cio­nes “equi­vo­ca­das” – diplo­má­ti­ca­men­te evi­tó la pala­bra correc­ta, “men­ti­ro­sas” – sobre el avan­ce del des­ma­te en la amazonia.

En reunio­nes con inte­gran­tes del gobierno, fue infor­ma­do de que el des­mon­te había retro­ce­di­do un cin­co por cien­to entre agos­to de 2020 y julio de 2021. En reali­dad aumen­tó el 22 por cien­to. Dijo que fue “una gran sor­pre­sa negativa”.

A pro­pó­si­to de esos datos, con­vie­ne recor­dar que esta­ban con­so­li­da­dos y dis­po­ni­bles des­de el 27 de octu­bre, cua­tro días antes del ini­cio de la Con­fe­ren­cia de las Nacio­nes Uni­das sobre Cam­bio Cli­má­ti­co, rea­li­za­da en Glas­gow. Otra de las mani­pu­la­cio­nes de Bol­so­na­ro y com­pa­ñía: solo fue­ron cono­ci­dos cua­tro días des­pués del cie­rre de la reunión.

El aumen­to de 22 por­cien­to per­mi­tió el cálcu­lo de lo que ocu­rrió entre agos­to de 2020 y el pasa­do mes de julio: el des­mon­te de al menos 745 millo­nes de árbo­les, lo que sig­ni­fi­ca 13.235 kiló­me­tros, un área equi­va­len­te a 65 veces la Ciu­dad de Bue­nos Aires.

Des­de el pri­me­ro de enero de 2019, cuan­do Bol­so­na­ro lle­gó a la pre­si­den­cia, fue­ron tum­ba­das – ¡ojo! – mil nove­cien­tos millo­nes de árboles.

Pero el ultra­de­re­chis­ta insis­te en dis­mi­nuir el tama­ño de la tra­ge­dia y sus con­se­cuen­cias no solo para el medioam­bien­te, sino tam­bién para la ima­gen de Bra­sil, cada vez más des­gas­ta­da en el esce­na­rio global.

Desan­gra

Mien­tras la ama­zo­nia desan­gra fren­te a los ojos del mun­do, su gobierno osci­la entre la iner­cia y el incen­ti­vo a las agre­sio­nes a reser­vas indí­ge­nas, inva­di­das con vora­ci­dad creciente.

El ultra­de­re­chis­ta tra­ta de defen­der­se a los ojos del mun­do, tra­ta de con­ven­cer que lo que ocu­rre no ocu­rre. Esfuer­zo inútil.

Lo más gra­ves es que el pre­cio del desas­tre no cae­rá sobre los hom­bros del gobierno, pero de los 213 millo­nes de brasileños.

Fuen­te: Pági­na 12

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