Pales­ti­na. Fuga y re-cap­tu­ra de Zaka­ria Zubeidi

Por Israel Sha­mir, Resu­men de Medio Orien­te, 9 de octu­bre de 2021.

Los héroes son pocos; son trá­gi­cos e ins­pi­ra­do­res al mis­mo tiem­po. Un héroe de la vida real es Zaka­ria Zubei­di, 45 años, de Yenín, en Pales­ti­na. Hom­bre de fuer­za y cere­bro, de arpa espa­da, fue coman­dan­te de la Bri­ga­da al Aqsa y direc­tor del Tea­tro de la Liber­tad. Hace años, el Sun­day Times lo lla­mó “uno de los enemi­gos más bus­ca­dos e impla­ca­bles de Israel”. Como gato de nue­ve vidas, sobre­vi­vió a muchos inten­tos de ase­si­na­to israe­líes; había entra­do y sali­do de la cár­cel muchas veces; reci­bió su pri­me­ra bala israe­lí a los 13 años; su estreno cine­ma­to­grá­fi­co a los 14.

Hace unos días, pro­ta­go­ni­zó una audaz fuga de la pri­sión de alta segu­ri­dad de Israel, jun­to con otros cin­co con­vic­tos. Cava­ron un túnel de 20 metros de lar­go con sus cucha­ras, como el Con­de de Mon­te­cris­to, y salie­ron fue­ra de los muros, colán­do­se por un estre­cho canal de comu­ni­ca­ción. Esta haza­ña valien­te, por no decir impo­si­ble, ani­mó a los pales­ti­nos cau­ti­vos y les dio un segun­do aire cuan­do esta­ban ago­ta­dos y deses­pe­ra­dos. La pobla­ción de Tie­rra San­ta y la gran diás­po­ra pales­ti­na con­tu­vie­ron su alien­to colec­ti­vo tras su eva­sión y reza­ron para que se pusie­ran a salvo.

Es nor­mal que los seres huma­nos empa­ti­cen con los fugi­ti­vos, más que con los per­se­gui­do­res. Los jóve­nes lec­to­res de La caba­ña del tío Tom siguie­ron así la situa­ción de Eli­za, con su hijo a cues­tas, cru­zan­do el hela­do río Ohio des­de la escla­vi­tud has­ta la liber­tad, esca­pan­do de los perros ase­si­nos y de los caza­do­res de escla­vos. Por des­gra­cia, Zaka­ria nun­ca lle­gó a la ori­lla segu­ra. En el Dixie de la déca­da de 1830, hubo blan­cos valien­tes y nobles que ampa­ra­ban a los escla­vos negros fugi­ti­vos. Ale­ma­nes y rusos, pola­cos y fran­ce­ses die­ron refu­gio a los judíos que esca­pa­ban de los cam­pos. En Israel 2021, ni un solo judío ofre­ció a los fugi­ti­vos agua ni pan, ni ayu­dó a un pales­tino fuga­do; todos los que los vie­ron infor­ma­ron inme­dia­ta­men­te a la poli­cía, dije­ron las auto­ri­da­des. En pocos días, cua­tro pri­sio­ne­ros ham­brien­tos fue­ron per­se­gui­dos, gol­pea­dos y lle­va­dos de vuel­ta a la cár­cel; dos de ellos siguen en libertad.

Vi en las noti­cias de la tele­vi­sión israe­lí a cua­tro pre­sos con gri­lle­tes en el tri­bu­nal. Zaka­ria había sido muy gol­pea­do. Sus cap­to­res le rom­pie­ron las cos­ti­llas y la man­dí­bu­la, cuan­do ya esta­ba espo­sa­do. Su ros­tro esta­ba som­brío y seve­ro como el de un Cris­to sufrien­te ante el tor­ci­do tri­bu­nal de Syne­drion. Era un espec­tácu­lo tris­te, el regre­so del héroe a las oscu­ras maz­mo­rras del Esta­do judío. Hay que enten­der que él nació y cre­ció bajo la ocu­pa­ción. Su his­to­ria es la de la gene­ra­ción enga­ña­da que salió a la luz tras la gran traición.

En 1993, el Esta­do de Israel y la OLP fir­ma­ron los acuer­dos de Oslo; este acuer­do, cer­ti­fi­ca­do median­te un apre­tón de manos en el cés­ped de la Casa Blan­ca, pro­me­tía a los pales­ti­nos la ple­na inde­pen­den­cia tras cin­co años de tran­si­ción. Los judíos incum­plie­ron el acuer­do. Mien­tras que los judíos indi­vi­dua­les pue­den ser hones­tos y hono­ra­bles, como colec­ti­vo son extre­ma­da­men­te poco fia­bles. Este ras­go pro­ce­de de un com­ple­jo de supe­rio­ri­dad judía, de un recha­zo a obe­de­cer las reglas esta­ble­ci­das para espe­cies meno­res; de sen­tir que pue­den hacer lo que les ven­ga en ganas. El jue­go lim­pio no es una idea judía en absoluto.

Los pales­ti­nos, esta­fa­dos por Israel, no tenían a quién recu­rrir; res­pon­die­ron ini­cian­do la Segun­da Inti­fa­da, el levan­ta­mien­to que tuvo lugar en 2000. Fue el acon­te­ci­mien­to fun­da­men­tal para la gene­ra­ción de Zaka­ria; para mí tam­bién. La Inti­fa­da me radi­ca­li­zó, por la des­ho­nes­ti­dad y la cruel­dad del Esta­do judío y por el valor de los resis­ten­tes pales­ti­nos. En 2001, empe­cé a escri­bir en inglés para un públi­co inter­na­cio­nal; al año siguien­te, en 2002, entré en la igle­sia, sepa­rán­do­me de la judería.

Los judíos tam­bién se radi­ca­li­za­ron: El apo­yo de los judíos esta­dou­ni­den­ses a la narra­ti­va del 11‑S y a la gue­rra con­tra el terro­ris­mo no pue­de enten­der­se fue­ra de este con­tex­to: los acuer­dos de Oslo, la renun­cia a Oslo, la Inti­fa­da y el 11‑S son esla­bo­nes de una mis­ma cade­na. Antes del 11‑S, a los judíos se les cri­ti­ca­ba por rene­gar de Oslo y por la san­grien­ta repre­sión de la Inti­fa­da. Des­pués del 11‑S pudie­ron aplas­tar a los pales­ti­nos con todas sus fuer­zas. Para jóve­nes como Zaka­ria has­ta sobre­vi­vir se con­vir­tió en algo problemático.

Zaka­ria mere­ce­ría que un Plu­tar­co escri­ba su vida, pero yo haré lo que pue­da, mien­tras apa­rez­ca un Plu­tar­co. Zaka­ria nació y cre­ció en el cam­po de refu­gia­dos de Jenin, un lugar don­de los pales­ti­nos expul­sa­dos del Car­me­lo de Hai­fa fue­ron aco­rra­la­dos en 1948 por los judíos vic­to­rio­sos. Su padre era pro­fe­sor de inglés; murió bas­tan­te joven, dejan­do a una viu­da y a sus ocho hijos para ayu­dar­se entre sí.

Zaka­ria tenía 11 años cuan­do comen­zó la Pri­me­ra Inti­fa­da. Fue una pro­tes­ta espon­tá­nea, pro­vo­ca­da por el cerra­mien­to de las tie­rras comu­nes pales­ti­nas y su cesión a colo­nos judíos. Los abo­ga­dos judíos, en su mayo­ría damas de ten­den­cia libe­ral, apli­ca­ron la idea ingle­sa del siglo XVI de “cer­ca­mien­to de los bie­nes comu­nes” y recla­ma­ron que todas las tie­rras de pro­pie­dad común per­te­ne­cie­ran úni­ca­men­te a los judíos. En Ingla­te­rra, esta polí­ti­ca pro­vo­có “dis­tur­bios de cer­ca­mien­to”, al igual que en Pales­ti­na. En res­pues­ta al aca­pa­ra­mien­to de tie­rras por par­te de los judíos, los cam­pe­si­nos des­ar­ma­dos toma­ron la pie­dra más cer­ca­na y la lan­za­ron con­tra los coches de los colo­nos judíos. Los judíos res­pon­die­ron con fue­go. Apun­ta­ron ase­si­na­ron a cien­tos de pales­ti­nos. Los niños fue­ron los que más sufrieron.

Los niños como Zaka­ria vivían peli­gro­sa­men­te en el cam­po de refu­gia­dos. El ejér­ci­to israe­lí tra­ta­ba los cam­pos de refu­gia­dos como su coto de caza. Entra­ban en sus jeeps y dis­pa­ra­ban, ate­rro­ri­zan­do a niños y adul­tos. Chris Hed­ges, del New York Times, escri­bió sobre su modus ope­ran­di en su Dia­rio de Gaza, publi­ca­do en Harper’s Maga­zi­ne: “el cam­po de refu­gia­dos… está quie­to y tran­qui­lo. Los niños jue­gan con come­tas de papel y balo­nes de fút­bol. De repen­te, dos jeeps de las FDI con alta­vo­ces se detie­nen. Inme­dia­ta­men­te se bur­lan de los niños con obs­ce­ni­da­des, atra­yén­do­los hacia la valla. Enton­ces explo­ta una gra­na­da de per­cu­sión. Los chi­cos, la mayo­ría de los cua­les no tie­nen más de 10 u 11 años, se dis­per­san, corrien­do tor­pe­men­te por la pesa­da are­na. Des­cien­den has­ta per­der­se de vis­ta detrás de un ban­co de are­na fren­te a mí… Los sol­da­dos dis­pa­ran; las balas de los M‑16 atra­vie­san los cuer­pos lige­ros de los niños. He vis­to dis­pa­rar­les a niños en otros con­flic­tos que he cubier­to, pero nun­ca antes había vis­to a los sol­da­dos atraer a los niños como rato­nes a una tram­pa y ase­si­nar­los por deporte”.

En lugar de aco­bar­dar­se, los niños del cam­pa­men­to, como Zaka­ria, se toma­ron el peli­gro con cal­ma. Los atre­vi­dos lan­za­ban pie­dras a los jeeps inva­so­res como lo había hecho el legen­da­rio niño de 13 años, Farris Odeh. Farris era el niño pales­tino al que vimos lan­zar pie­dras a los tan­ques israe­líes con la des­preo­cu­pa­ción de un niño de pue­blo que ahu­yen­ta a un perro feroz. Era un jue­go peli­gro­so: la famo­sa foto de Farris fue toma­da el 29 de octu­bre, y una sema­na des­pués, el 8 de noviem­bre, un fran­co­ti­ra­dor judío lo ase­si­nó a san­gre fría.

En cir­cuns­tan­cias simi­la­res, a Zaka­ria, de 13 años, le dis­pa­ró un sol­da­do judío. La bala le entró en la pier­na; pasó seis meses en el hos­pi­tal y fue some­ti­do a múl­ti­ples ope­ra­cio­nes. Has­ta el día de hoy sigue ren­go. El sol­da­do nun­ca ha sido juz­ga­do ni cas­ti­ga­do por dis­pa­rar a un niño, pero un sol­da­do judío prác­ti­ca­men­te nun­ca es juz­ga­do ni cas­ti­ga­do por herir o ase­si­nar a un niño pales­tino, y hay miles de niños asesinados.

Mien­tras Zaka­ria se recu­pe­ra­ba, su madre (que era una gran cre­yen­te en la coexis­ten­cia pací­fi­ca con los judíos israe­líes) invi­tó a una nue­va com­pa­ñía de tea­tro a hacer ensa­yos en su casa. Les cedió el piso supe­rior de su casa, les dio de comer y les ayu­dó. Se tra­ta­ba de un tea­tro infan­til, repre­sen­ta­do por niños del cam­po y para niños del cam­po, orga­ni­za­do por una per­so­na insó­li­ta, Arna Mer. Esta dama judía comu­nis­ta “trai­cio­nó a su pue­blo” (como solían decir muchos judíos) y se casó con un ára­be, un ára­be pales­tino cris­tiano orto­do­xo, tam­bién comu­nis­ta, inclu­so miem­bro des­ta­ca­do del Par­ti­do Comu­nis­ta. Lla­ma­ron a su hijo Sput­nik, como mues­tra de su amor por la Unión Sovié­ti­ca, el faro de luz de esos movi­mien­tos de libe­ra­ción. Con el tiem­po, Sput­nik encon­tró su nom­bre dema­sia­do exó­ti­co y lo cam­bió por “Juliano Mer”. Se hizo ami­go de Zaka­ria. Jun­tos actua­ron en el esce­na­rio; la com­pa­ñía esta­ba for­ma­da por seis u ocho niños. El tea­tro se lla­ma­ba “el tea­tro de (la) pie­dra” (The Sto­ne Thea­tre). Fue alre­de­dor de 1988 – 89, en el momen­to álgi­do de la Pri­me­ra Inti­fa­da, el levan­ta­mien­to que con­ven­ció a Israel de bus­car un acuer­do y entrar en los acuer­dos de Oslo con los líde­res palestinos.

Años más tar­de, Juliano Mer reali­zó una pelí­cu­la, Arna’s Chil­dren, basa­da en sus recuer­dos y en un archi­vo de vídeo. Resul­ta que la mayo­ría de los jóve­nes acto­res fue­ron ase­si­na­dos por los judíos en esa épo­ca. La madre de Zaka­ria tam­bién fue ase­si­na­da por un fran­co­ti­ra­dor judío, que le dis­pa­ró a tra­vés de la ven­ta­na, mien­tras esta­ba en casa. Una hora des­pués, el mis­mo fran­co­ti­ra­dor le dis­pa­ró a su hijo mayor y lo mató. Su casa, que había ser­vi­do de hogar para el Tea­tro de Pie­dra, fue arra­sa­da jun­to con muchas otras casas de Yenín.

Yenín fue el lugar de una embes­ti­da judía con­tra los pales­ti­nos en 2002. Recien­te­men­te, el tri­bu­nal israe­lí prohi­bió Jenin, Jenin, una pelí­cu­la sobre estos fatí­di­cos acon­te­ci­mien­tos, pero toda­vía se pue­de encon­trar en You­Tu­be. Zaka­ria fue un gran lucha­dor; lle­gó a ser el coman­dan­te de la Bri­ga­da Al Aqsa de Yenín. Sobre­vi­vió a cua­tro inten­tos de ase­si­na­to por par­te de los israe­líes: en 2004, ase­si­na­ron a cin­co pales­ti­nos, entre ellos un niño de 14 años, cuan­do el obje­ti­vo era un vehícu­lo en el que se sos­pe­cha­ba que via­ja­ba Zaka­ria. En otra oca­sión mata­ron a 9 pales­ti­nos, pero Zaka­ria escapó.

Zaka­ria se hizo muy cono­ci­do y res­pe­ta­do en Cis­jor­da­nia e inclu­so en Israel. Se hizo ami­go de Yas­ser Ara­fat; apo­yó la elec­ción de Mah­mud Abbas, el suce­sor de Ara­fat. Una mujer israe­lí, Tali Fahi­ma, lle­gó a Yenín para apo­yar a Zaka­ria y ser­vir­le de escu­do humano. Israel la detu­vo en 2004 y pasó tres años en pri­sión por “ayu­dar a una orga­ni­za­ción terro­ris­ta”. Tras su pues­ta en liber­tad, se con­vir­tió al islam al que­dar total­men­te des­ilu­sio­na­da por el masi­vo apo­yo judío a las san­grien­tas accio­nes puni­ti­vas con­tra los pales­ti­nos. Zaka­ria, que habla­ba per­fec­ta­men­te hebreo y tenía muchos ami­gos israe­líes, tam­bién se sin­tió decep­cio­na­do por la izquier­da judía israe­lí. Nin­guno le defen­dió duran­te estos terri­bles años, a pesar de todos los esfuer­zos de su difun­ta madre por esta­ble­cer rela­cio­nes con los israelíes.

Sin embar­go, el levan­ta­mien­to fue derro­ta­do. Y Zaka­ria con­ti­nuó su lucha por otros medios, esta­ble­cien­do, jun­to con Juliano Mer, su ami­go de la infan­cia, una nue­va y mayor com­pa­ñía de tea­tro, el Tea­tro de la Liber­tad de Yenín. Toda­vía exis­te, e inclu­so pros­pe­ra, aun­que Zaka­ria está aho­ra en la cár­cel, y Juliano Mer fue ase­si­na­do por des­co­no­ci­dos. En 2007, Zaka­ria acep­tó la amnis­tía ofre­ci­da por los israe­líes a los com­ba­tien­tes de Al Fatah, aun­que por sus con­di­cio­nes no pudo aban­do­nar Yenín. Aca­tó las con­di­cio­nes de la amnis­tía, pero no le sir­vió de nada: unos años más tar­de, Israel res­cin­dió la amnis­tía. En 2019, Zaka­ria fue cap­tu­ra­do y envia­do a la cár­cel de por vida.

Se pudri­ría en la cár­cel como otros pre­sos, y uno de cada dos pales­ti­nos de su gene­ra­ción ha esta­do en una cár­cel israe­lí duran­te algu­na par­te de su vida. Pero enton­ces, la audaz fuga devol­vió su nom­bre a nues­tra con­cien­cia. Devol­vió la espe­ran­za a los cora­zo­nes de los pales­ti­nos y sus ami­gos, pero, por des­gra­cia, por poco tiempo.

Esto suce­dió exac­ta­men­te vein­te años des­pués del 11‑S, el acon­te­ci­mien­to que dio poder a los judíos para aplas­tar la resis­ten­cia pales­ti­na. Hoy en día, los judíos pue­den hacer lo que quie­ran con sus goyim cau­ti­vos. A la gen­te ni siquie­ra se le per­mi­te obje­tar. En los recien­tes Jue­gos Olím­pi­cos de Tokio, el judo­ka arge­lino Fethi Nou­ri­ne se negó a for­mar pare­ja con un depor­tis­ta israe­lí, ale­gan­do que su apo­yo a la cau­sa pales­ti­na le impe­día com­pe­tir con­tra un israe­lí. La Fede­ra­ción Inter­na­cio­nal de Judo sus­pen­dió rápi­da­men­te al valien­te arge­lino, por diez años.

En el dis­cur­so, los judíos poseen una posi­ción inex­pug­na­ble, y cual­quie­ra que se mues­tre con­tra­rio se encuen­tra de un día para otro sin tra­ba­jo y cas­ti­ga­do como “faná­ti­co”. Cada vez que publi­co un artícu­lo sobre Pales­ti­na, Zuc­ker­berg de Face­book me prohí­be duran­te una sema­na. Nun­ca el domi­nio judío fue tan com­ple­to. Antes del 11‑S, la dere­cha era tra­di­cio­nal­men­te anti­ju­día. Hoy en día, la dere­cha nacio­na­lis­ta euro­pea y esta­dou­ni­den­se acep­ta las reglas del jue­go. Es difí­cil encon­trar un ‘fas­cis­ta’ o ‘nacio­na­lis­ta blan­co’ que no ado­re a Israel. La ‘izquier­da’ judía de Israel apo­ya ávi­da­men­te al actual pri­mer minis­tro israe­lí Ben­nett, que es un chau­vi­nis­ta judío tan fuer­te como nun­ca nin­gún cho­vi­nis­ta ha ocu­pa­do este car­go; y Ben­nett dice abier­ta­men­te que los pales­ti­nos jamás serán libres.

Y noso­tros tam­bién hemos per­di­do nues­tra liber­tad. Liber­tad para reco­rrer la tie­rra, liber­tad para tener y expre­sar nues­tra opi­nión. Liber­tad para recha­zar un dudo­so tra­ta­mien­to “médi­co”. Lo que empe­zó el 11‑S, lo com­ple­tó el Coro­na­vi­rus. Aho­ra todos somos palestinos.

Sin embar­go, mien­tras obser­va­ba el ros­tro seve­ro, como el de Cris­to, de Zaka­ria Zubei­di en la sala, pen­sé que, a pesar de todos los esfuer­zos del Syne­drion, el Cris­to sufrien­te y cru­ci­fi­ca­do vol­vió a la vida. Así lo hará Pales­ti­na. Tam­bién lo hará el mun­do. La resu­rrec­ción es tan inevi­ta­ble como la muer­te, y ven­ce a la muerte.*

Ori­gi­nal: https://​www​.unz​.com/​i​s​h​a​m​i​r​/​t​h​e​-​e​s​c​a​p​e​-​a​n​d​-​c​a​p​t​u​r​e​-​o​f​-​z​a​k​a​r​i​a​-​z​u​b​e​i​di/

Tra­duc­ción al espa­nol: MP. para Red Inter­na­cio­nal

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