Argen­ti­na. Se estre­na «Yo nena, yo prin­ce­sa», sobre la pri­me­ra niña trans en obte­ner la rec­ti­fi­ca­ción de su DNI

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 26 de octu­bre de 2021. 

El 28 de octu­bre lle­ga a los cines la pelí­cu­la que cuen­ta la vida de Lua­na, que en 2013 logró un cam­bio regis­tral en su docu­men­to gra­cias a la ley de Iden­ti­dad de Género.

Manuel tenía dos años cuan­do fue des­cu­bier­to por su madre jugan­do con sus ves­ti­dos aden­tro del pla­card. Ante la pre­gun­ta de qué esta­ba hacien­do, la miró a los ojos y bal­bu­ceó: “Yo nena, yo prin­ce­sa”. Cua­tro pala­bras que tor­ce­rían no solo el des­tino fami­liar, sino tam­bién el de todo país, pues Manuel, en 2013, pasó a lla­mar­se ofi­cial­men­te Lua­na, con­vir­tién­do­se en la pri­me­ra menor trans en el mun­do en tener un docu­men­to ofi­cial acor­de a su iden­ti­dad de géne­ro sin nece­si­dad de judi­cia­li­zar el trá­mi­te. No fue un pro­ce­so fácil para la fami­lia, por­que debió enfren­tar pre­jui­cios (pro­pios y aje­nos) y los temo­res de aden­trar­se en terre­nos des­co­no­ci­dos. La buro­cra­cia, des­de ya, tam­bién se encar­gó de emba­rrar la cancha. 

Aque­lla his­to­ria tomó noto­rie­dad públi­ca a prin­ci­pios de la déca­da pasa­da, cuan­do Gabrie­la Man­si­lla tra­ji­nó cana­les de tele­vi­sión para visi­bi­li­zar el recla­mo iné­di­to de su hija. Una madre que, en 2013, escri­bió un libro con los por­me­no­res del caso lla­ma­do, cla­ro, Yo nena, yo prin­ce­sa, cuya adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca lle­ga­rá a la car­te­le­ra comer­cial este jue­ves y que tuvo su pre­mie­re este lunes en la sala de la Uni­ver­si­dad Metro­po­li­ta­na para la Edu­ca­ción y el Tra­ba­jo, Sar­mien­to 2037.

Diri­gi­da por Fede­ri­co Palaz­zo y pro­ta­go­ni­za­da por Eleo­no­ra Wex­ler, Juan Palo­mino, Isa­be­lla G. C. y Valen­tino Vena, la pelí­cu­la abre fue­go pre­sen­tan­do una diná­mi­ca fami­liar fácil­men­te cata­lo­ga­ble como nor­mal: mamá tra­ba­ja ven­dien­do pre­piz­zas case­ras, papá tie­ne un taller mecá­ni­co, los dos hijos melli­zos pasan sus días en el jar­dín y com­par­tien­do jue­gos y aven­tu­ras. En todos ellos, Manuel siem­pre que­ría inter­pre­tar roles feme­ni­nos, un pre­lu­dio a la fra­se que sir­ve de títu­lo al film. De allí en más, Palaz­zo mues­tra los dis­tin­tos obs­tácu­los que tuvo que supe­rar la fami­lia has­ta acce­der al docu­men­to. Obs­tácu­los gene­ra­dos muchas veces por las taras de esos adul­tos inca­pa­ces de ade­cuar su mira­da a la de ese nene pro­fun­da­men­te infe­liz con el cuer­po que le depa­ró la biología.

“Fue una expe­rien­cia de apren­di­za­je inexo­ra­ble. Tal vez, una de las cosas más hones­tas que tie­ne la pelí­cu­la es que está escri­ta y diri­gi­da por una per­so­na que care­cía de los cono­ci­mien­tos que hicie­ron que esas dife­ren­cias pudie­ran ser sal­da­das”, con­tó el rea­li­za­dor duran­te la rue­da de pren­sa rea­li­za­da el lunes por la tar­de en la UMET. Y agre­gó: “Lo que me apor­tó fue la cons­tan­cia en la lucha y la con­fir­ma­ción de que no hubo nin­gu­na for­ma de mani­pu­la­ción infan­til, que es el mie­do social más habi­tual detrás de una situa­ción de este tipo. Todos los seres huma­nos nos auto­per­ci­bi­mos, y aquí lo sig­ni­fi­ca­ti­vo fue que esta niña trans se auto­per­ci­bió como tal con un gri­to iden­ti­ta­rio que no tenía freno”.

Gabrie­la Man­si­lla jun­to a su hijo Fede­ri­co y su hija Luana

Para Palo­mino –que inter­pre­ta al padre de Lua­na y este jue­ves ten­drá estreno doble, ya que por la noche se emi­ti­rá el pri­mer epi­so­dio de la serie Mara­do­na: sue­ño ben­di­to, don­de se pone en la piel del fut­bo­lis­ta en su eta­pa adul­ta – , la pelí­cu­la impli­có “dejar­se inter­pe­lar”. “Fue como una pri­me­ra cla­se de tea­tro en la que me pre­gun­té qué haría yo en estas cir­cuns­tan­cias, con la edu­ca­ción des­gra­cia­da­men­te ecle­siás­ti­ca y patriar­cal que he reci­bi­do, habien­do con­su­mi­do de chi­co pelí­cu­las en tele­vi­sión con mira­das machis­tas que pre­sen­ta­ban mun­dos a los que que­ría per­te­ne­cer. Toda esa cons­truc­ción de la reali­dad ha mina­do gene­ra­cio­nes ente­ras. Mi pre­mi­sa fue esa, pen­sar de qué mane­ra podría sobre­lle­var la situa­ción de enten­der que uno de mis hijos se sien­ta nena. ¿De qué mane­ra abor­da­ría eso? ¿Des­de la com­pren­sión o la bio­lo­gía? Mi per­so­na­je está teñi­do de eso, atra­pa­do en esa cons­truc­ción”, defi­nió el actor.

Tan­to Palaz­zo como Wex­ler tuvie­ron acce­so a la inti­mi­dad actual de Lua­na gra­cias al bene­plá­ci­to de Man­si­lla, quien abrió las puer­tas de su casa de la loca­li­dad bonae­ren­se de Mer­lo para recor­dar en pri­me­ra per­so­na aque­llos años de lucha. “Ape­nas le dije que iba a hacer la pelí­cu­la, Fede­ri­co me dijo de ir a cono­cer a Gabrie­la. Pen­sa­ba que iba a estar una hora con ella, pero fue­ron cua­tro. Me abrió su alma: cono­cí a su hijo Elías, a Lua­na, a la mamá de Gabrie­la, a su her­mano. Ella me mos­tró la trans­for­ma­ción de Manu a Lua­na con un álbum de fotos. Yo ya me sen­tía impreg­na­da de la his­to­ria en ese momen­to. Ella me dijo: ‘Tomá, esta es mi his­to­ria, te la ofrez­co’”, recor­dó la actriz a car­go de per­so­ni­fi­car­la en la ficción.

“Un ser brillante”

El papel de Lua­na, que hoy tie­ne 14 años, es inter­pre­ta­do por Isa­be­lla G.C., otra nena trans­gé­ne­ro que tam­bién for­ma par­te, con su fami­lia, de la orga­ni­za­ción Infan­cias Libres que enca­be­za Man­si­lla. Palaz­zo expli­có cómo fue tra­ba­jar con ella: “Reco­rri­mos los cami­nos comu­nes para encon­trar a alguien que die­ra el phy­si­que du role. Pero cuan­do cono­cí a Isa­be­lla, a sus seis años, una de las pri­me­ras cosas que me dijo fue que que­ría ser actriz por­que de esa mane­ra la niñez iba a ser más feliz. Ella tenía muy cla­ro todo por­que las per­so­nas trans, con la dis­cri­mi­na­ción que sopor­tan, viven en un esta­do de aler­ta per­ma­nen­te. Tenía una pres­tan­cia, una entre­ga y una faci­li­dad enor­mes, por­que lo que había tran­si­ta­do Lua­na era un terreno reco­no­ci­ble. El reco­rri­do de su per­so­na­je le resul­ta­ba hones­to, por lo que enten­der que la actua­ción no era otra cosa que un jue­go fue algo muy fácil y a la vez muy intenso”.

Casi todas las esce­nas de Isa­be­lla tie­nen como par­te­nai­re a Wex­ler, su madre en la fic­ción. “Ella es la pelí­cu­la, sin dudas; es un ser bri­llan­te. Encon­trár­me­la, con su valen­tía y su com­pro­mi­so, con­tan­do lo que tenía que con­tar y con la ver­dad que lo hacía, fue con­mo­ve­dor. Ella cono­cía la his­to­ria de Lua­na y esta­ba invo­lu­cra­da en todo esto. Y su fami­lia la apo­ya mucho. Hay un lugar don­de esta niña, con esa men­te bri­llan­te, sabía lo que esta­ba con­tan­do. Era fácil y her­mo­so conec­tar con ella. Fue un via­je para mi alma”, con­clu­yó.

Itu­rria /​Fuen­te

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