Don­bass. El día del conocimiento

Por Yulia Andrien­ko. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de sep­tiem­bre de 2021.

El pasa­do miér­co­les, 1 de sep­tiem­bre, como es tra­di­ción, comen­zó en Don­bass el nue­vo cur­so esco­lar. Este año, se incor­po­ran al pri­mer cur­so de pri­ma­ria niños naci­dos ya des­pués del ini­cio de la gue­rra, niños cuya úni­ca nor­ma­li­dad ha sido el esta­do de gue­rra o de “ni gue­rra ni paz” que impe­ra en Donetsk y Lugansk des­de que comen­zó el enfren­ta­mien­to arma­do en 2014.

Cró­ni­ca de Kom­so­mols­ka­ya Pravda:

Es 1 de sep­tiem­bre y una vez más las redes están lle­nas de bro­mas sobre el Día del Cono­ci­mien­to y memes sobre “los des­gra­cia­dos per­de­do­res que tie­nen que ir al cole­gio”. Qué se le va a hacer, yo mis­ma escri­be una vez un poe­ma cómi­co sobre ello. Pero eso era así has­ta 2014, que divi­dió nues­tras vidas en una antes y un después.

En 2014 no sabía­mos en abso­lu­to si nues­tros hijos podrían empe­zar el cur­so. En julio, nues­tra fami­lia se mar­chó de Avdeev­ka para esca­par de los bom­bar­deos y vivi­mos en la loca­li­dad de Mele­kino un mes más. Ahí, en un tran­qui­lo pue­blo de mar, los niños pudie­ron ir al cole­gio el 1 de sep­tiem­bre. Noso­tros, har­tos de la pla­ya, acu­di­mos al cole­gio con toda la fami­lia. Era impo­si­ble ir a la odia­da pla­ya el Día del Cono­ci­mien­to. Aun­que no pudi­mos par­ti­ci­par, fui­mos espec­ta­do­res de ter­ce­ra fila de la fies­ta. ¡Cómo odiá­ba­mos esas tedio­sas colas y lar­gos dis­cur­sos de los invi­ta­dos has­ta entonces!

Pero mi hijo de octa­vo cur­so mira­ba a esos afor­tu­na­dos estu­dian­tes con envi­dia y ya no pre­gun­ta­ba: ¿Cuán­do vamos a vol­ver a casa para seguir los estu­dios? Podría haber sido un momen­to de jac­tar­se, de decir­les a todos esos niños en la escue­la que tenía suer­te, que esta­ba en la pla­ya. Pero no era una bro­ma. Y no se sen­tía afor­tu­na­do. No pudo ir al cole­gio has­ta octu­bre, tras tras­la­dar­nos a Donetsk y empe­zar las cla­ses con una sema­na de retra­so. Ya enton­ces, todos noso­tros, horro­ri­za­dos por la gue­rra y por sus pri­me­ras víc­ti­mas, sen­tía­mos que nues­tros niños esta­ban sien­do pri­va­dos de algo impor­tan­te. Y no podía­mos hacer nada al respecto.

Aquel año, en 2014, el 1 de sep­tiem­bre lle­gó para los estu­dian­tes de la Repú­bli­ca el 1 de octu­bre. ¡Y qué fies­ta fue! Con qué impa­cien­cia lo espe­ra­ban todos ellos: pro­fe­so­ra­do, estu­dian­tes, padres y madres. No hubo memes, no hubo bro­mas. Fue un signo de vida, un impor­tan­te signo de vida. En la vida nor­mal, los niños van al cole­gio y aquí tam­bién irían al cole­gio para poder apren­der. No todo esta­ba per­di­do. Sobre­vi­re­mos. Y se hizo con una ale­gría espe­cial, con flo­res espe­cial­men­te ele­gi­das y cami­sas blan­cas espe­cial­men­te bien planchadas.

Es pro­ba­ble que sin­tie­ran tam­bién la ale­gría gene­ral que había el 1 de octu­bre quie­nes murie­ron la maña­na siguien­te jun­to al recin­to escolar.

Un pro­yec­til ucra­niano explo­tó a cin­co metros del edi­fi­cio de un cole­gio en el que en aquel momen­to había 238 per­so­nas, 70 estu­dian­tes y 28 pro­fe­so­res. Cua­tro per­so­nas murie­ron en el terreno del cole­gio, ocho per­so­nas resul­ta­ron heri­das y sie­te de ellas fue­ron tras­la­da­das al hos­pi­tal. La metra­lla dañó las ven­ta­nas del cole­gio en el pri­mer y segun­do piso. Los estu­dian­tes fue­ron rápi­da­men­te eva­cua­dos al sótano. Esa mis­ma maña­na, un mini­bús de la ruta 17 fue impac­ta­do y murie­ron seis per­so­nas. Un total de 40 per­so­nas resul­ta­ron heri­das de diver­sa con­si­de­ra­ción aquel día. Fue como si con son­ri­sa mali­cio­sa nos estu­vie­ran dicien­do: “No estéis feli­ces. No tenéis futu­ro. Estáis condenados”.

Pero pudi­mos, nos levan­ta­mos. Des­de enton­ces, para mí, el Día del Cono­ci­mien­to es casi un ritual. Es sagra­do, gafar­lo equi­va­le a gafar el futu­ro. Si este día lle­ga sin retra­so y pasa con flo­res y fies­ta, quie­re decir que la vida continúa.

Como dijo una sabia pro­fe­so­ra de Gor­lov­ka: “Cada estu­dian­te reci­be su vaso de leche. Si no lo reci­be, es que algo malo pasa en el mundo”.

La segun­da oca­sión en la que el Día del Cono­ci­mien­to fue pos­pues­to ocu­rrió cuan­do Zajar­chen­ko fue ase­si­na­do la vís­pe­ra. Donetsk pare­cía con­ge­la­do de dolor y los resi­den­tes com­pra­ron ramos de flo­res el día ante­rior, pero no fue para el cole­gio, sino que los lle­va­ron al fére­tro de Bat­ya. Los niños vol­vie­ron al cole­gio el 4 de sep­tiem­bre. No hubo fies­ta, no había ale­gría de reen­con­trar­se con pro­fe­so­res y com­pa­ñe­ros sino un pro­fun­do sen­ti­mien­to de pér­di­da. Nos cos­tó mucho recu­pe­rar­nos de ello y aún sigue doliendo.

Así que este día no es de bro­ma. Es una ale­gría que haya escue­las, que nues­tros niños pue­dan acu­dir y pue­dan estu­diar. Es difí­cil expli­car a quie­nes nun­ca lo han per­di­do el sim­ple dere­cho a poner­se gran­des lazos blan­cos en el pelo el 1 de sep­tiem­bre, coger el ramo de flo­res que tus padres han com­pra­do el día ante­rior y salir a apren­der con un mon­tón de com­pa­ñe­ros igual­men­te inte­li­gen­tes. Por­que si te qui­tan ese dere­cho, te qui­tan la vida, te qui­tan ese vaso de leche.

Feliz nue­vo cur­so esco­lar, amigos.

Fuen­te: Slavyangrad

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