Cuba. Las reme­sas que no llegan

Por Rosa Miriam Eli­zal­de, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de sep­tiem­bre de 2021.

Con el dine­ro que gana lim­pian­do casas en la maña­na y una ofi­ci­na en la noche, Vir­gen Ele­na Pupo, migran­te cuba­na de 47 años, ha logra­do sacar ade­lan­te a su fami­lia en Washing­ton DC, pero no ha podi­do ayu­dar a sus padres en Hol­guín, sepa­ra­da de ellos por más de 2 mil kiló­me­tros. A la ciu­dad del noroes­te de Cuba, gol­pea­da en estos días con el incre­men­to de casos de Covid-19, no lle­gan ni vue­los ni reme­sas de Esta­dos Uni­dos por las polí­ti­cas de Donald Trump que ha man­te­ni­do Joe Biden.

Una sema­na antes de las elec­cio­nes en Esta­dos Uni­dos, el 27 de octu­bre de 2020, Trump emi­tió su últi­ma medi­da con­tra la isla. Inclu­yó enton­ces en la Lis­ta Res­trin­gi­da de Cuba a la empre­sa finan­cie­ra cuba­na Fin­ci­mex, con­tra­par­te de Wes­tern Union, con el pre­tex­to ridícu­lo de que per­te­ne­ce a la cor­po­ra­ción empre­sa­rial cuba­na Gaesa.

La medi­da cor­tó de gol­pe los cana­les para reme­sas, y los ancia­nos padres de Vir­gen Ele­na, en medio de la epi­de­mia, no han podi­do reci­bir nin­gu­na ayuda.

Este lunes, Fin­ci­mex anun­ció en un comu­ni­ca­do retra­sos en las entre­gas de reme­sas que lle­gan a Cuba por ter­ce­ros paí­ses, debi­do a la difi­cul­tad de encon­trar ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras que auto­ri­cen las ope­ra­cio­nes. La inclu­sión de esta empre­sa en la lis­ta de enti­da­des res­trin­gi­das por el Depar­ta­men­to del Teso­ro esta­du­ni­den­se, sigue gene­ran­do en el sec­tor ban­ca­rio inter­na­cio­nal temo­res a acep­tar ope­ra­cio­nes diri­gi­das a la enti­dad y ten­den­cias a limi­tar su alcan­ce.

Es una situa­ción con­tra toda lógi­ca. Las reme­sas han sali­do al res­ca­te de las fami­lias cas­ti­ga­das por el coro­na­vi­rus en todo el mun­do. Según el Ban­co Mun­dial, el envío de dine­ro de los emi­gra­dos a sus fami­lia­res superó en 2020 la suma de la inver­sión extran­je­ra direc­ta (259 mil millo­nes de dóla­res) y la ayu­da ofi­cial al desa­rro­llo (179 mil millo­nes) de los paí­ses en desa­rro­llo. Por ejem­plo, en los pri­me­ros seis meses de 2021, las reme­sas tuvie­ron un cre­ci­mien­to his­tó­ri­co en Méxi­co, como dio cuen­ta recien­te­men­te La Jor­na­da. Alcan­za­ron 23 mil 681 millo­nes de dóla­res, 22.4 por cien­to más que igual perio­do del año anterior.

Mien­tras el Covid-19 sigue devas­tan­do a las fami­lias de todo el mun­do, las reme­sas siguen sien­do un sal­va­vi­das fun­da­men­tal para los más pobres y vul­ne­ra­bles, comen­tó a pro­pó­si­to Michal Rut­kows­ki, direc­tor mun­dial de Pro­tec­ción Social y Empleo del Ban­co Mun­dial. Esto pasa en Méxi­co y en todas par­tes. Los envíos regu­la­res que hacen los migran­tes lati­no­ame­ri­ca­nos pobres a sus fami­lias se han con­ver­ti­do en vita­les para muchas de las eco­no­mías de la región. Gene­ral­men­te son los tra­ba­ja­do­res pobres quie­nes man­dan has­ta ocho veces por año sumas peque­ñas sacán­do­las de don­de no tie­nen. Han sido el segun­do ingre­so de Méxi­co duran­te años y cer­ca o más de 20 por cien­to del pro­duc­to interno bru­to de Hon­du­ras, El Sal­va­dor, Gua­te­ma­la y otros paí­ses. Pro­te­gen a millo­nes de per­so­nas. ¿Por qué lo hacen, por qué tan­to sacri­fi­cio? Las encues­tas dicen que la expli­ca­ción de este gran ges­to soli­da­rio de enor­me impac­to macro­eco­nó­mi­co está ante todo en la fami­lia. Lo hacen por ins­pi­ra­ción moral, por leal­tad a sus padres, her­ma­nos, hijos y sobrinos.

En un estu­dio rea­li­za­do en 2006 sobre las reme­sas y su impron­ta en la fami­lia cuba­na, el inves­ti­ga­dor Edel Fres­ne­da Cama­cho reco­no­cía que esta ayu­da no se des­ti­na a la inver­sión pro­duc­ti­va. Cons­ti­tu­ye una fuen­te impor­tan­te de ingre­sos para las fami­lias recep­to­ras, de su capa­ci­dad de con­su­mo y aho­rro e impli­can un mejo­ra­mien­to en las con­di­cio­nes de vida, que en el caso de Cuba inclu­ye la posi­bi­li­dad de inver­tir en un peque­ño nego­cio particular.

Él y otros inves­ti­ga­do­res han dado cuen­ta de los escar­ceos mani­pu­la­do­res de Washing­ton en este fren­te. En los años 90, duran­te la cri­sis cono­ci­da en Cuba como el Perio­do Espe­cial, Esta­dos Uni­dos refor­zó el cer­co eco­nó­mi­co. Bill Clin­ton prohi­bió de agos­to de 1994 a 1998 las reme­sas excep­to bajo con­di­cio­nes estric­ta­men­te huma­ni­ta­rias: enfer­me­dad o en casos de per­so­nas con per­mi­so ofi­cial de inmi­gra­ción. Bush impu­so res­tric­cio­nes aún más crue­les, al per­mi­tir sólo visi­tas a la isla, una vez cada tres años, si se tra­ta­ba de fami­lia­res muy cer­ca­nos –los tíos y pri­mos no eran con­si­de­ra­dos fami­lia–.

Aun así, la reme­sa se las inge­nió para con­ti­nuar lle­gan­do a la isla. Has­ta aho­ra. Sin ofi­ci­nas de Wes­tern Union, sin posi­bi­li­dad de envíos por DHL, con ban­cos bajo inti­mi­da­ción y vue­los sus­pen­di­dos a todas las pro­vin­cias –sal­vo los muy limi­ta­dos a La Haba­na – , a Vir­gen Ele­na sólo le que­da espe­rar que sus ancia­nos padres resis­tan la pan­de­mia. Y rue­ga cada día para que el sen­ti­do común tome pose­sión en la Casa Blan­ca, ubi­ca­da a sólo dos cua­dras de la ofi­ci­na que ella lim­pia en las noches con la ter­ca volun­tad de seguir sacan­do a flo­te a sus seres queridos.

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