Cuba. La nue­va Ope­ra­ción Verdad

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de agos­to de 2021.

El 22 de enero de 1959, tres sema­nas des­pués del triun­fo de la Revo­lu­ción cuba­na, Fidel Cas­tro con­vo­có a perio­dis­tas de todo el mun­do para des­ba­ra­tar una cam­pa­ña con­tra la isla gene­ra­da des­de Esta­dos Uni­dos a pro­pó­si­to de los jui­cios a ase­si­nos de la dic­ta­du­ra de Ful­gen­cio Batista.

La Ope­ra­ción Ver­dad, como la lla­mó Fidel, fue el pri­mer enfren­ta­mien­to de Cuba a las calum­nias, la fal­si­fi­ca­ción de los hechos y los fake news que caye­ron sobre el país des­de el día uno del triun­fo revo­lu­cio­na­rio has­ta la fecha.

“Hemos vis­to esta his­to­ria repe­ti­da mil veces en más de 60 años. Solo cam­bió la épo­ca, de la mano de la Revo­lu­ción socio-tec­no­ló­gi­ca lide­ra­da y con­tro­la­da por Esta­dos Uni­dos”, la perio­dis­ta cuba­na Rosa Miriam Eli­zal­de expli­có duran­te un even­to orga­ni­za­do por la ins­ti­tu­ción cul­tu­ral Casa de las Amé­ri­cas, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, la Unión de Escri­to­res y Artis­tas de Cuba (UNEAC), y otras ins­ti­tu­cio­nes del país.

Duran­te la sesión “Cuba Tren­ding Topic: ¿qué pasó?”, expli­có Eli­zal­de cómo los dis­tur­bios del 11 de julio en la isla cari­be­ña no fue­ron for­tui­tos. Los ante­ce­den­tes y las cau­sas de la revuel­ta, que fue inci­ta­da des­de la Flo­ri­da a tra­vés de las redes socia­les, se remon­tan a las pri­me­ras déca­das de Revolución.

“Des­de la admi­nis­tra­ción de Bush padre (quien impul­sa la Ley Torri­ce­lli, que per­mi­tió el acce­so de Cuba a Inter­net), has­ta hoy, Washing­ton se ha apro­ve­cha­do de la lla­ma­da auto­pis­ta de la infor­ma­ción con el obje­ti­vo de des­truir al gobierno cubano”, refle­xio­nó la académica.

Hay mucha infor­ma­ción y evi­den­cias de cuán tem­pra­na­men­te los tan­ques pen­san­tes de Esta­dos Uni­dos vie­ron en la glas­nost digi­tal una opor­tu­ni­dad para alcan­zar sus obje­ti­vos estra­té­gi­cos en la Mayor de las Anti­llas, añadió.

Las suce­si­vas admi­nis­tra­cio­nes de la Casa Blan­ca arma­ron dos estruc­tu­ras de into­xi­ca­ción comu­ni­ca­cio­nal con­tra la isla. La pri­me­ra fue crea­da duran­te la era de Barack Oba­ma (2009−2017), diri­gi­da a sec­to­res pro­fe­sio­na­les y aca­dé­mi­cos. Aun­que la audien­cia es peque­ña, el impac­to es con­si­de­ra­ble por­que son sec­to­res que ayu­dan a cons­truir con­sen­sos en la sociedad.

La segun­da estruc­tu­ra sur­gió duran­te la admi­nis­tra­ción de Donald Trump (2017−2021) y se carac­te­ri­zó por la pro­li­fe­ra­ción de sitios web cha­ta­rras que no res­pe­tan los valo­res tra­di­cio­na­les del perio­dis­mo. Siguen la escue­la de Ste­ve Ban­non, quien fue ase­sor del expre­si­den­te duran­te su cam­pa­ña de 2016 y es el gran gurú de la lla­ma­da dere­cha alter­na­ti­va, pro­fun­da­men­te anticomunista.

“Esos sitios ges­tio­nan la frag­men­ta­ción de los públi­cos, se intro­du­cen en los flu­jos iden­ti­ta­rios de Cuba y se cen­tran en sec­to­res popu­la­res mar­gi­na­dos o auto mar­gi­na­dos de nues­tras ins­ti­tu­cio­nes. Su prin­ci­pal espa­cio de expre­sión y arti­cu­la­ción son las pla­ta­for­mas de redes socia­les”, agre­gó la tam­bién vice­pre­si­den­ta pri­me­ra de la Unión de Perio­dis­tas de Cuba (UPEC).

Duran­te el encuen­tro, la perio­dis­ta acla­ró que “ambos gru­pos res­pon­den a labo­ra­to­rios que han estu­dia­do las bre­chas de comu­ni­ca­ción que tene­mos y cono­cen en pro­fun­di­dad qué pien­san, cuá­les son las expec­ta­ti­vas e intere­ses de los cuba­nos que están en las pla­ta­for­mas sociales.”

Los líde­res de esas estruc­tu­ras tie­nen acce­so a los datos que están veda­dos para el gobierno cubano y que Face­book, You­tu­be, Twit­ter, Goo­gle y otras empre­sas pri­va­das ven­den al mejor postor.

“Si fué­ra­mos a repre­sen­tar el espa­cio públi­co comu­ni­ca­ti­vo cubano, se pue­de apre­ciar un núcleo muy cohe­sio­na­do que con­fía en los sis­te­mas ins­ti­tu­cio­na­les. Fue­ra de este gru­po se apre­cian nume­ro­sas bur­bu­jas dis­per­sas ‑se unen cuan­do hay una emo­ción en la que coin­ci­den, más que dis­cur­sos racionales‑, cuyas rela­cio­nes de con­fian­za se anclan en el espa­cio no regu­la­do del entorno digi­tal, como ocu­rre tam­bién en otras socie­da­des”, expli­có Elizalde.

Son dos mun­dos muy pola­ri­za­dos atra­pa­dos en prác­ti­cas ana­ló­gi­cas, y es esta bre­cha a la que apun­ta la maqui­na­ria tóxi­ca de la Flo­ri­da, comentó.

A esta reali­dad se suman los pro­ble­mas que está vivien­do todo el mun­do duran­te la pan­de­mia: ais­la­mien­to, aumen­to de la depen­den­cia tec­no­ló­gi­ca; incre­men­to de la velo­ci­dad y sin­cro­ni­za­ción de la dere­cha trans­na­cio­nal que se mue­ve a la velo­ci­dad de un clic.

“El mun­do vive un aumen­to de la dispu­ta por cap­tar la aten­ción de los usua­rios, el pre­do­mi­nio de la emo­ción fren­te a la razón, y el sur­gi­mien­to de una nue­va arqui­tec­tu­ra mediá­ti­ca que empo­de­ra aún más a los medios hege­mó­ni­cos: quie­nes enmar­can las agen­das, resig­ni­fi­can la reali­dad, mode­lan los esce­na­rios polí­ti­cos,” acla­ró la experta.

Como si esto fue­ra poco, Cuba vive una ola sin pre­ce­den­tes de fake­news y vira­li­za­ción, que es en reali­dad una gue­rra de infor­ma­ción con tác­ti­cas mili­ta­res cuyo blan­co es la pobla­ción civil.

En medio de esta reali­dad, pode­mos afir­mar que los dis­tur­bios del 11 de julio no comen­za­ron ese día, sino mucho antes. En febre­ro de 2020, la maqui­na­ria tóxi­ca de la Flo­ri­da se enfo­có en dos ver­tien­tes de una mis­ma cau­sa: la reelec­ción de Trump y el fin del socia­lis­mo cubano, con el apo­yo de los alia­dos de la dere­cha transnacional.

Ese mes, cuan­do Cuba toda­vía no tenía ni un solo caso de COVID-19, comen­zó a des­ple­gar­se una cam­pa­ña que fue cam­bian­do de nom­bre sobre la mar­cha, pero que se redu­jo a unas pocas muni­cio­nes semán­ti­cas: Cuba en cri­sis, ham­bre repre­sión y coro­na­vi­rus, resal­tó la Doc­to­ra en Cien­cias de la Comunicación.

“Hoy Cuba des­ata una nue­va Ope­ra­ción Ver­dad. Es injus­to e inacep­ta­ble que, con todos estos ele­men­tos, se le pida a una nación bajo ase­dio y gue­rra comu­ni­ca­cio­nal de últi­ma gene­ra­ción que no se defien­da”, concluyó.

Itu­rria /​Fuen­te

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