Bolí­var y su Cam­pa­ña Admirable

Nun­ca con menos se hizo más en tan vas­to espa­cio y en tan breve tiem­po.

La Cam­pa­ña Admi­ra­ble comien­za en Car­ta­ge­na a fina­les de 1812. Fue­ron más de 1.200 kiló­me­tros de bata­llas y com­ba­tes vic­to­rio­sos, sin un solo revés. Tene­ri­fe, Mom­pox, Oca­ña, Cúcu­ta, La Gri­ta, Méri­da, Cara­che, Tru­ji­llo, Las Mesi­tas, Bari­nas, Tagua­nes…, vie­ron ful­gu­rar el genio de Bolí­var, el gue­rre­ro que avan­zó como resuel­to hura­cán des­tro­zan­do las hues­tes inva­so­ras rea­lis­tas con su tác­ti­ca sin tre­gua basa­da en el secre­to, la movi­li­dad y la sor­pre­sa y sus manio­bras de engaño.

En la Cam­pa­ña Admi­ra­ble nació el Bolí­var con­duc­tor de tro­pas. Las vic­to­rias del Ejér­ci­to liber­ta­dor impo­si­bi­li­ta­ron efec­ti­va­men­te la inva­sión de la Nue­va Gra­na­da como lo había expli­ca­do en su expo­si­ción de moti­vos a los gobier­nos de Tun­ja, Bogo­tá y Car­ta­ge­na enca­be­za­dos por Cami­lo Torres, Anto­nio Nari­ño y Rodrí­guez Tori­ces. La pri­me­ra gran vic­to­ria del héroe en la his­tó­ri­ca cam­pa­ña fue sin duda la del ver­bo, mate­ria­li­za­da en su Mani­fies­to de Car­ta­ge­na titu­la­do por él como Memo­ria diri­gi­da a los ciu­da­da­nos de la Nue­va Gra­na­da por un cara­que­ño.

Bolí­var lle­gó a Car­ta­ge­na a des­per­tar a los gra­na­di­nos, a sacu­dir con­cien­cias. El peli­gro que ame­na­za a este país ‑decía- está en que, pose­yen­do la Espa­ña el terri­to­rio de Vene­zue­la, podrá sacar­le hom­bres y muni­cio­nes de boca y gue­rra para que, bajo la con­duc­ción de expe­ri­men­ta­dos jefes mili­ta­res, pene­tren des­de Mara­cai­bo y Bari­nas has­ta los últi­mos con­fi­nes de la Amé­ri­ca meridional.

Liber­tar a la Nue­va Gra­na­da de la suer­te de Vene­zue­la y redi­mir a ésta de la que pade­ce, era el alma de su dis­cur­so. Mien­tras siga­mos des­uni­dos ‑adver­tía- el enemi­go obten­drá las más com­ple­tas ventajas.

Pode­mos decir que el Mani­fies­to de Car­ta­ge­na es el acta del naci­mien­to ideo­ló­gi­co y polí­ti­co de Simón Bolí­var. Allí encon­tra­mos los pri­me­ros tra­zos de su estra­te­gia con­ti­nen­tal. Una visión que se fue per­fec­cio­nan­do con sus razo­na­mien­tos sub­si­guien­tes plas­ma­dos en la Car­ta de Jamai­ca, el Dis­cur­so de Angos­tu­ra, el Con­gre­so de Pana­má y su pro­yec­to de Cons­ti­tu­ción de Boli­via. La liber­tad de Amé­ri­ca es la espe­ran­za del uni­ver­so ‑decía- ple­tó­ri­co de con­ven­ci­mien­to. Nadie nos sub­yu­ga­rá si nos unimos.

Pro­yec­tar la libe­ra­ción de toda Sura­mé­ri­ca era un asun­to side­ral que solo podía sur­gir de la gran­de­za. El Cara­que­ño no podía subor­di­nar­se a la visión de aldea, pobre y mez­qui­na, de jefe­ci­llos mili­ta­res como Cas­ti­llo y Laba­tut quie­nes lo con­si­de­ra­ban loco y exal­ta­do por pro­po­ner­se miras tan ele­va­das, y por pen­sar como un qui­jo­te que, podía reto­mar a Cara­cas y derro­tar con un puña­do de valien­tes a los 16 mil sol­da­dos de Mon­te­ver­de. Lo mira­ban con los ojos del rece­lo y de la envi­dia al mis­mo tiem­po. Por eso le nega­ron un papel pro­ta­gó­ni­co en la lucha con­tra los rea­lis­tas de San­ta Mar­ta, y por eso lo man­da­ron a cui­dar con 70 sol­da­dos biso­ños el case­río de Barran­ca (hoy Cala­mar) a ori­llas del río Mag­da­le­na, con la orden pre­ci­sa de no mover­se de allí.

Y Bolí­var los entre­nó; y fue for­man­do con sus pro­pias manos, a par­tir de cero, al ejér­ci­to patrio­ta. A los pocos días, remon­tan­do el Mag­da­le­na copó sor­pre­si­va­men­te la guar­ni­ción rea­lis­ta de Tene­ri­fe com­pues­ta por 500 sol­da­dos. Sin pér­di­da de tiem­po tomó a Mom­pox. «Vamos a apren­der jun­tos el arte de la gue­rra y de ven­cer» les dice a sus pobla­do­res. Y sigue su cam­pa­ña aplau­di­do por las auto­ri­da­des de Car­ta­ge­na, per­si­guien­do en pro­fun­di­dad a los opre­so­res, has­ta lim­piar el Mag­da­le­na de rea­lis­tas. Pen­san­do en Cara­cas dejó el río, tomó a Oca­ña y de allí ascen­dió a Cúcu­ta, para poner en fuga al rea­lis­ta Correa que con sus tro­pas ame­na­za­ba la segu­ri­dad de la Nue­va Gra­na­da. En esa ciu­dad pidió per­mi­so y apo­yo de tro­pas al Con­gre­so de la Unión, para inva­dir Vene­zue­la por su flan­co occi­den­te. Muy pron­to se incor­po­ran a su fuer­za los ofi­cia­les gra­na­di­nos Girar­dot, Ricaur­te, Maza y otros, acom­pa­ña­dos de sus tropas.

Con ellos, el hura­cán Bolí­var ascien­de el Ande meri­de­ño y saca corrien­do de sus guar­ni­cio­nes a Cañas y a Correa que se habían uni­do. Todo el amor de Méri­da ‑que siem­pre resis­tió a la tira­nía espa­ño­la- se vol­có para abra­zar a sus liber­ta­do­res. El jefe de la van­guar­dia, Ata­na­sio Girar­dot, per­se­guía en cum­pli­mien­to de la orden ope­ra­ti­va de Bolí­var a los rea­lis­tas en Tru­ji­llo, en Cara­che, en Beti­jo­que, don­de estu­vie­sen. Girar­dot era como un ángel arma­do coman­dan­do la van­guar­dia de la liber­tad. «Jamás olvi­da­ré que los gra­na­di­nos me abrie­ron el camino de la glo­ria ‑decía el Liber­ta­dor-. Los gra­na­di­nos tuvie­ron la for­tu­na de ser los pri­me­ros inva­so­res de la tira­nía».

El 14 de junio de 1813 lle­ga Bolí­var a Tru­ji­llo, y el 15 pro­mul­ga el decre­to de gue­rra a muer­te con el que bus­ca­ba des­alen­tar e impac­tar sico­ló­gi­ca­men­te a los espa­ño­les y esti­mu­lar al mis­mo tiem­po la vin­cu­la­ción de crio­llos al ejér­ci­to liber­ta­dor. Y voso­tros, ame­ri­ca­nos, ‑se lee en el decre­to- que el error o la per­fi­dia os ha extra­via­do de las sen­das de la jus­ti­cia, sabed que vues­tros her­ma­nos os per­do­nan y lamen­tan sin­ce­ra­men­te vues­tros des­ca­rríos… Con­tad con una inmu­ni­dad abso­lu­ta en vues­tro honor, vida y pro­pie­dad: el solo títu­lo de ame­ri­ca­nos será vues­tra garan­tía y salvaguardia.

Nues­tras armas han veni­do a pro­te­ge­ros y no se emplea­rán jamás con­tra uno solo de nues­tros her­ma­nos… Espa­ño­les y Cana­rios, con­tad con la muer­te, aun sien­do indi­fe­ren­tes, si no obráis acti­va­men­te en obse­quio de la liber­tad de la Amé­ri­ca. Ame­ri­ca­nos, con­tad con la vida, aun cuan­do seáis culpables.

Por don­de pasa­ba Bolí­var iba orga­ni­zan­do el nue­vo gobierno, o res­ta­ble­cien­do con sus res­pec­ti­vos car­gos al de la pri­me­ra Repú­bli­ca. La Cam­pa­ña Admi­ra­ble no fue solo una epo­pe­ya mili­tar. Con su pro­gre­sión iba cons­tru­yen­do repú­bli­ca democrática.

Veloz­men­te Bolí­var con Girar­dot y Urda­ne­ta se con­cen­tran en Gua­na­re para ata­car Bari­nas. Pero lue­go de la estruen­do­sa derro­ta de Ribas al rea­lis­ta Mar­tí en Las Mesi­tas, Tíz­car, el jefe espa­ñol de Bari­nas huye por los lla­nos inun­da­dos y en la per­se­cu­ción Girar­dot lo derro­ta recu­pe­ran­do 400 fusi­les cau­sán­do­le igual núme­ro de pri­sio­ne­ros. La cam­pa­ña de la vic­to­ria se con­so­li­da al con­tro­lar Arau­re, Bar­qui­si­me­to y derro­tan­do a Izquier­do en Taguanes.

El día 6 de agos­to los liber­ta­do­res entran a Cara­cas enca­be­za­dos por Bolí­var, Girar­dot, Urda­ne­ta, Ribas, Cam­po Elías, D´Elhúyar, Mon­ti­lla, Ser­viez, Ricaur­te, Bri­ce­ño Mén­dez. En Cara­cas Bolí­var reci­bió el títu­lo de LIBERTADOR.

Como Bolí­var, tene­mos que sur­gir de la nada para cons­truir lo nue­vo. «Los pue­blos del mun­do que han lidia­do por la liber­tad han exter­mi­na­do al fin a sus tira­nos». Ese sen­ti­mien­to del liber­ta­dor sigue tre­mo­lan­do en nues­tro cie­lo como ban­de­ra al viento.

FARC-EP

Segun­da Mar­que­ta­liaAgos­to 6 de 2021

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