Disi­den­cias. El hom­bre bise­xual y el punk de género

Por Jor­di Bri­zo, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 4 de julio de 2021

Pen­sar lo bise­xual se ha vuel­to un tema cla­ve últi­ma­men­te. Sin embar­go, sigue sien­do poco común la refle­xión de la bise­xua­li­dad des­de las mas­cu­li­ni­da­des. Soy hom­bre, soy bise­xual y me gus­ta el punk rock. Y esto últi­mo va a resul­tar muy impor­tan­te para mi refle­xión. El punk nos habla de rom­per las nor­mas, de levan­tar el dedo cora­zón y sacar la len­gua. Y creo que cuan­do habla­mos de mas­cu­li­ni­da­des, las per­so­nas bi esta­mos en la mejor de las posi­cio­nes para dar un buen con­cier­to de punk rock. De reven­tar la fies­ta des­de den­tro. De derri­bar esa estruc­tu­ra con­cep­tual tan arrai­ga­da de lo mas­cu­lino y lo feme­nino vin­cu­la­do a lo hete­ro­se­xual y lo homosexual. 


La posi­ción bise­xual es aque­lla que hac­kea un poco la nor­ma de las iden­ti­da­des y las cate­go­rías. Des­ar­ti­cu­la bina­ris­mos, plan­tea los entre­me­dios, pero no como una ter­ce­ra opción en medio: la per­so­na bise­xual no es 50% hete­ro y 50% homo­se­xual. Es mucho más flui­do: y plan­tea la cues­tión de que el deseo, la sexua­li­dad y el amor se mani­fies­ta en espec­tros, no en caji­tas bien separadas.

Pen­sar lo bise­xual se ha vuel­to un tema cla­ve últi­ma­men­te, y apor­ta­cio­nes tan nece­sa­rias como la de Eli­sa Coll, con su genial libro Resis­ten­cia bise­xual (Melu­si­na, 2021). Sin embar­go, sigue sien­do poco común la refle­xión de la bise­xua­li­dad des­de las masculinidades.

En lo bise­xual exis­te una cla­ve para poder enten­der y cola­bo­rar en des­mon­tar los con­cep­tos mas­cu­li­nos heteronormativos

Sé que por ser bise­xua­les no pode­mos (ni debe­mos) rehuir de la res­pon­sa­bi­li­dad como hom­bres, de nues­tra impli­ca­ción en el sis­te­ma patriar­cal, del daño que haya­mos hecho o poda­mos hacer por nues­tros pri­vi­le­gios. No hay que hacer ban­de­ra de nue­vas mas­cu­li­ni­da­des, o alter­na­ti­vas o como se las quie­ra lla­mar, para crear una dis­tan­cia entre ellos y noso­tros, para esca­par de la dia­na femi­nis­ta por deba­jo de la puer­ta, y poder seña­lar al res­to y decir: “El pro­ble­ma lo tie­ne él y no yo”. Sin embar­go, creo que en lo bise­xual exis­te una cla­ve para poder enten­der y cola­bo­rar en des­mon­tar los con­cep­tos mas­cu­li­nos heteronormativos.

La lógi­ca de los opuestos

Empe­ce­mos por la nor­ma: la mas­cu­li­ni­dad tra­di­cio­nal siem­pre ha nece­si­ta­do que la dife­ren­cia entre lo hete­ro­se­xual y lo homo­se­xual sea lo más cla­ra posi­ble. Hay una línea don­de lo mas­cu­lino nor­ma­ti­vo cru­za un pun­to de no retorno. Don­de se es dema­sia­do “gay” para par­ti­ci­par del chi­rin­gui­to mas­cu­lino. Por supues­to, todo lo que es feme­nino que­da evi­den­te­men­te fue­ra del terri­to­rio del hom­bre “de verdad”.

Creo que la bise­xua­li­dad mas­cu­li­na jue­ga un papel muy impor­tan­te en des­di­bu­jar esa línea y para apo­yar a todos esos hom­bres que, a día de hoy, tra­tan de derri­bar esas corre­la­cio­nes del géne­ro y la expre­sión de géne­ro, el géne­ro y los roles de géne­ro, los roles de géne­ro y las orien­ta­cio­nes sexua­les, y todos esos pre­cep­tos de la hete­ro­nor­ma­ti­vi­dad y la cisnormatividad.

Por supues­to, exis­ten muchos (o qui­zá no tan­tos) hom­bres hete­ro­se­xua­les que tran­si­tan la línea, que tra­tan de rom­per con mode­los nor­ma­ti­vos de mas­cu­li­ni­dad, y muchos hom­bres homo­se­xua­les que son muy mas­cu­li­nos. A estos últi­mos me refie­ro aque­llos que lo son por natu­ra­le­za y en posi­ti­vo. No a los plu­mò­fo­bos del “solo mas­cu­li­nos” de Grindr, ni a los de la pasi­vo­fo­bia (el recha­zo a ser el pasivo/​femenino) de los que repro­du­cen mode­los sexis­tas hetero-relacionales.

En los hom­bres, sigue habien­do una con­cep­tua­li­za­ción de lo mas­cu­lino aso­cia­do a lo hete­ro y de lo feme­nino a lo homosexual

Pero aún con todo, ambas par­tes siguen jugan­do en dis­tin­tos patios, siem­pre sepa­ra­das. Y la orien­ta­ción sigue jugan­do un papel muy impor­tan­te en el enfo­que. En los hom­bres, sigue habien­do una con­cep­tua­li­za­ción de lo mas­cu­lino aso­cia­do a lo hete­ro y de lo feme­nino a lo homosexual.

Ade­más, sigue habien­do una diso­cia­ción de las iden­ti­da­des mas­cu­li­nas, don­de muchos hom­bres hete­ro­se­xua­les se rodean de per­so­nas mayo­ri­ta­ria­men­te hete­ro­se­xua­les y per­so­nas homo­se­xua­les, de per­so­nas homo­se­xua­les. Gene­ran­do poca inter­ac­ción en cuan­to a lla­ma­da decons­truc­ción masculina.

Lo bi y la difu­mi­na­ción de la norma

Y en estas entra­mos noso­tros, los hom­bres bi. Como el sig­ni­fi­ca­do del color lavan­da de nues­tra ban­de­ra, que Michael Page (su crea­dor), des­cri­be como la mez­cla indis­tin­gui­ble de los otros dos colo­res de la ban­de­ra, el rosa y el azul, así como indis­tin­gui­ble somos las per­so­nas bi mez­cla­das entre las comu­ni­da­des hete­ro­se­xua­les y homosexuales.

E inmer­so en esa ima­gi­ne­ría indu­ci­da por el señor Page, en las que nos sitúa como poco menos que agen­tes infil­tra­dos en una gue­rra secre­ta, o como esos ladro­nes de cuer­pos veni­dos del espa­cio. Los hom­bres bise­xua­les le pega­mos pata­das a las cajas. A esas dos cajas: la hete­ro­se­xual y la homo­se­xual. En la que veni­mos a demos­trar que tran­si­ta­mos en un espec­tro que no cabe en ellas, que eso es posi­ble, que eso está bien. Y que con el espec­tro entre lo mas­cu­lino y lo feme­nino ocu­rre lo mismo.

Es ver­dad, el cere­bro está pre­pa­ra­do para cata­lo­gar y eti­que­tar. Así es como entien­de el mun­do. Con la obse­sión por no dejar­se nada fue­ra ni nada al azar. Pues sorry not sorry. La vida no es así, no es blan­co o negro. No hay líneas, ni cami­nos, ni esca­le­ras. El deseo no se aco­ta, la atrac­ción no se limi­ta. Y todo es sus­cep­ti­ble al cambio.

Pero vol­vien­do al plan, lo que sugie­ro es que apro­ve­che­mos nues­tra trans­ver­sa­li­dad. No somos hete­ro­se­xua­les, tam­po­co homo­se­xua­les, pero de algu­na for­ma, a nivel expe­rien­cial, las tran­si­ta­mos. La hete­ro­se­xua­li­dad debe por tan­to acep­tar que, en su región, en su zona de deseo, noso­tros somos visi­tan­tes oca­sio­na­les. Que hay hom­bres que se ena­mo­ran de muje­res, que tie­nen sexo con ellas, que tie­nen rela­cio­nes afec­ti­vas con ellas y que son corres­pon­di­dos. Y que no son heterosexuales.

No se es más hom­bre en nin­gún lado, no hay nada por mas­cu­lino ni feme­nino que sea patri­mo­nio de nin­gún bando

Que esos hom­bres, ade­más, pue­den acos­tar­se y ena­mo­rar­se de otros hom­bres. Que pue­den inclu­so tener una expre­sión de géne­ro feme­ni­na. Que esa línea que tan­to uti­li­zan para refor­zar la mas­cu­li­ni­dad tra­di­cio­nal y que a menu­do se apo­ya en la dis­tin­ción de lo hete­ro y lo gay es una pan­to­mi­ma. Que no se es más hom­bre en nin­gún lado, que no hay nada por mas­cu­lino ni feme­nino que sea patri­mo­nio de nin­gún bando.

Pero lo más impor­tan­te, y más opti­mis­ta. Que, si esa línea no exis­te, tam­po­co deben dejar­se limi­tar por ellas. Que nadie es más o menos hete­ro, ni más ni menos gay, por tran­si­tar el espec­tro. Que lo mas­cu­lino y lo feme­nino no tie­ne que estar reñi­do, ni limi­tar, ni estar en opo­si­ción. Y que si toca replan­tear­nos cosas pode­mos hacer­lo entre todos. Por­que no es la casa de nadie, sino la casa de todos. Por­que si habla­mos de mas­cu­li­ni­dad debe­mos hacer­lo entre todos. Por­que para recons­truir lo que es nor­ma debe­mos hacer­lo con­tan­do tam­bién con la disi­den­cia. Y poner­nos jun­tos manos a la obra.

¿Y qué hay de las muje­res mas­cu­li­nas?, ¿Qué hay de las les­bia­nas butch por ejem­plo?, por­que qui­zá ellas tam­bién tie­nen algo a decir al res­pec­to. ¿O vamos a dejar que las mas­cu­li­ni­da­des lla­ma­das “alter­na­ti­vas” tam­bién las asien­te la mis­ma nor­ma que tra­ta­mos de cuestionar?

Así que esta es mi fan­ta­sía tran­si­to­ria: los hom­bres bise­xua­les borran­do líneas, patean­do cajas, hacien­do gran­de el patio, levan­tan­do el dedo cora­zón y sacan­do la len­gua. Demos­tran­do que se pue­de cons­truir y decons­truir, no solo des­de la opo­si­ción de con­cep­tos, las líneas divi­so­rias y las líneas con­ti­nuas. No solo des­de los bina­ris­mos y las con­tra­po­si­cio­nes. Sino des­de los espec­tros, los difu­sos y lo fluido.

¡Viva el punk y mue­ra la norma!

Fuen­te: ANRed

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