Uru­guay. Una demo­cra­cia ple­na… con pleno ros­tro de impunidad

Por Nico­lás Cen­tu­rión*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de junio de 2021. 

Vís­pe­ra del 27 de junio, a 48 años del gol­pe de Esta­do. Aque­lla fatí­di­ca noche, el Pre­si­den­te elec­to Juan María Bor­da­berry disol­vió las cáma­ras legis­la­ti­vas. Se inau­gu­ra­ba así, la noche más lar­ga y tene­bro­sa de la his­to­ria uruguaya.

8 años des­pués, este 25 de junio falle­ció por un derra­me cere­bral José “Nino” Gavaz­zo, repre­sor, tor­tu­ra­dor y vio­la­dor: el ros­tro de la dic­ta­du­ra. El uru­gua­yo que tie­ne la mayor can­ti­dad de con­de­na de homi­ci­dios sobre sus hom­bros. Murió sin decir nada, mofán­do­se de la jus­ti­cia y exten­dien­do el man­to de impu­ni­dad que cam­pea a sus anchas con múl­ti­ples ros­tros en una de “las demo­cra­cias ple­nas” del continente.

La impu­ni­dad de ayer

Uru­guay goza del pres­ti­gio de ser una de las demo­cra­cias ple­nas del mun­do. Así lo dice la revis­ta bri­tá­ni­ca “The Eco­no­mist” en el año 2020. Pri­me­ro en Amé­ri­ca Lati­na, segun­do en Amé­ri­ca detrás de Cana­dá y 15 en el mundo.

Pero ¿qué demo­cra­cia tene­mos en Uru­guay? De los cien­tos de repre­so­res de la últi­ma dic­ta­du­ra ape­nas 67 han sido pro­ce­sa­dos y/​o con­de­na­dos. Inclu­so algu­nos de ellos siguen pró­fu­gos de la justicia. 

Los mili­ta­res se auto­am­nis­tia­ron lue­go de la dic­ta­du­ra y legis­la­do­res de los dos par­ti­dos tra­di­cio­na­les (Colo­ra­do y Nacio­nal) con­fec­cio­na­ron la Ley de Cadu­ci­dad de la pre­ten­sión puni­ti­va del Esta­do, tam­bién cono­ci­da como “ley de impu­ni­dad” para dar­le mar­co legal a la injus­ti­cia. Una ley en la que el Esta­do se ampu­ta a sí mis­mo de una de sus fun­cio­nes nuclea­res que es la de con­de­nar delitos.

En dos con­sul­tas direc­tas (1989 y 2009) la ciu­da­da­nía, por dis­tin­tas razo­nes y con­tex­tos, eli­gió seguir amnis­tian­do a los mili­ta­res. La impu­ni­dad triun­fó en esas dos opor­tu­ni­da­des, pero sigue avan­zan­do día a día. De 203 des­apa­re­ci­dos en Uru­guay sólo se han encon­tra­do los res­tos de seis compatriotas. 

José “Nino” Gavaz­zo murió la noche del 25 de junio en un hos­pi­tal con los mejo­res tra­tos. Resi­día en su cha­let de Par­que Mira­mar, zona selec­ta del este de Cane­lo­nes y con vis­ta a un lago. Se fue sin decir una pala­bra, con esa son­ri­sa en la que apa­re­cía en la pren­sa lue­go de asis­tir a algún juz­ga­do a decla­rar. Esa son­ri­sa que se sabe por fue­ra de la ley por­que él en su momen­to fue la ley; la ley del más despiadado. 

Gavaz­zo fue con­de­na­do en múl­ti­ples cau­sas en el exte­rior y en Uru­guay por par­ti­ci­pa­ción en crí­me­nes de lesa huma­ni­dad, entre los que se cuen­tan secues­tros, des­apa­ri­cio­nes, tor­tu­ras y ase­si­na­tos. Tam­bién fue pro­ce­sa­do en el año 1995 por extor­sión en una cau­sa sobre fal­si­fi­ca­ción de dólares.

En 2006 cum­plió pri­sión en la cár­cel vip de Domin­go Are­na, has­ta 2013 don­de fue tras­la­da­do al Hos­pi­tal Mili­tar en un sec­tor espe­cial des­ti­na­do a jerar­cas mili­ta­res. Des­de el 24 de diciem­bre de 2015 cum­plía pri­sión domiciliaria.

La impu­ni­dad hoy

La muer­te de Gavaz­zo, aun­que haya sido el mas­ca­rón de proa de la dic­ta­du­ra, mar­ca un hecho más en este derro­te­ro de impu­ni­dad que cada tan­to tiem­po resur­ge y que es cuan­do la inte­li­gen­cia mili­tar se da el gus­to de enviar men­sa­jes para decir: “aquí esta­mos, nun­ca nos fui­mos. Segui­mos ope­ran­do des­de las cloa­cas del Estado.”

No se le pue­de acha­car a los orga­nis­mos de inte­li­gen­cia que hagan inte­li­gen­cia. Lo que es alar­man­te es que exis­tan orga­nis­mos para­es­ta­ta­les e inclu­so indi­vi­duos que ope­ran en las som­bras, por motu pro­pio y a pia­ce­re. Tal era el caso del falle­ci­do ins­pec­tor Víc­tor Cas­ti­glio­ni, quien estu­vo al fren­te de la Direc­ción Nacio­nal de Infor­ma­ción e Inte­li­gen­cia (DNII) entre 1971 y 1982 y tuvo en su poder par­te del archi­vo que docu­men­ta las acti­vi­da­des de espio­na­je en democracia. 

Esto se des­cu­brió recién en 2006 y se cono­ce con el nom­bre de Archi­vo Berru­ti, por­que fue bajo la admi­nis­tra­ción de dicha Minis­tra de Defen­sa que se incau­ta­ron en una ofi­ci­na del Minis­te­rio de Defen­sa, 1.144 rollos de archi­vos micro­fil­ma­dos con mucha información.

En 2015 se des­cu­brióe en el domi­ci­lio de Elmar Cas­ti­glio­ni, sobrino de Vic­tor Cas­ti­glio­ni, como si fue­ra una espe­cie de heren­cia de la impu­ni­dad; docu­men­ta­ción que com­ple­men­ta el Archi­vo Berru­ti. En dichos archi­vos se daba cuen­ta de espio­na­je en demo­cra­cia a líde­res de la izquier­da, de los par­ti­dos tra­di­cio­na­les, sin­di­ca­lis­tas, etc.

En 2020 se le reali­zó un home­na­je a Vic­tor Cas­ti­glio­ni, bajo la admi­nis­tra­ción del recien­te­men­te falle­ci­do minis­tro del Inte­rior Jor­ge Larra­ña­ga, uno de los líde­res del Par­ti­do Nacio­nal, colo­can­do una pla­ca en su honor. El Direc­tor Nacio­nal de Poli­cía dijo que “fue un acto de jus­ti­cia pro­fe­sio­nal”. Esto gene­ró con­tro­ver­sia en la pro­pia Coa­li­ción Mul­ti­co­lor gober­nan­te, ya que el pro­pio Cas­ti­glio­ni estu­vo invo­lu­cra­do en la deten­ción de diri­gen­tes del Par­ti­do Nacional.

Si de “inte­li­gen­cia” habla­mos, no es cues­tión del pasa­do. El ex inten­den­te de Rocha por el Fren­te Amplio, Ani­bal Perey­ra, denun­ció ante la Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación un pre­sun­to ope­ra­ti­vo de inte­li­gen­cia y segui­mien­to a mili­tan­tes que bus­can fir­mas en ese depar­ta­men­to para lle­var a refe­rén­dum 135 artícu­los de la ley de urgen­te con­si­de­ra­ción (LUC) que impul­sa el gobierno.

El Fren­te Amplio, la cen­tral úni­ca de tra­ba­ja­do­res PIT-CNT y varias orga­ni­za­cio­nes socia­les están embar­ca­das en la reco­lec­ción de fir­mas para dero­gar par­te del buque insig­nia de Luis Laca­lle Pou. que apun­ta a un mode­lo agro­ex­por­ta­dor de mate­rias pri­mas, con­cen­tra­dor, de achi­ca­mien­to y des­man­te­la­mien­to de las empre­sas públi­cas, repre­sor y mer­can­ti­li­za­dor de la edu­ca­ción, entre otras tan­tas cuestiones.

De com­pro­bar­se dicho ope­ra­ti­vo, esta­ría­mos hablan­do de una embes­ti­da de dos fren­tes (legal y no legal) por par­te del gobierno. La par­te legal se demos­tró cuan­do el mediá­ti­co pre­si­den­te Laca­lle Pou le negó la últi­ma sema­na a la comi­sión nacio­nal pro refe­rén­dum la cade­na nacio­nal para expo­ner sus argu­men­tos con­tra la LUC. Una cam­pa­ña que ya lle­va reco­lec­ta­da más de medio millón de fir­mas (en un país de poco más de tres millo­nes de habitantes).

La impu­ni­dad del futuro

La impu­ni­dad de ayer es cimen­ta­da por sus pro­pios due­ños y a veces por sus ede­ca­nes. Cabil­do Abier­to, par­ti­do de ultra­de­re­cha y par­te de la coa­li­ción gober­nan­te, cuen­ta en sus filas con per­so­na­jes sinies­tros como Eduar­do Radae­lli, invo­lu­cra­do en el caso del ase­si­na­to del quí­mi­co chi­leno Euge­nio Berrios. 

Cabil­do Abier­to, como for­ma­ción polí­ti­ca, ha absor­bi­do las fac­cio­nes más extre­mis­tas de los par­ti­dos tra­di­cio­na­les e inclu­so otras que esta­ban por fue­ra del espec­tro polí­ti­co-par­ti­da­rio. Pre­ten­de relan­zar la ley de impu­ni­dad y el pro­pio líder de su par­ti­do, el ex gene­ral Gui­do Mani­ni Ríos, escon­dió duran­te un año (cuan­do era mili­tar en acti­vi­dad) las con­fe­sio­nes de Gavaz­zo sobre la tor­tu­ra, homi­ci­dio y des­apa­ri­ción de Rober­to Gomen­so­ro, que con­ta­ba con deta­lles escabrosos. 

Gui­do Mani­ni Ríos es hoy sena­dor de la Repú­bli­ca, y se ampa­ró en los fue­ros par­la­men­ta­rios para no decla­rar ante la jus­ti­cia cuan­do había mani­fes­ta­do en más de una oca­sión que no lo iba a hacer. Es líder indis­cu­ti­do de Cabil­do Abier­to y se pro­yec­ta como uno de los pre­si­den­cia­bles para 2024. 

La ultra­de­re­cha aún tie­ne hori­zon­te para cre­cer y con ella el man­to de impu­ni­dad que se vie­ne per­pe­tuan­do hace casi medio siglo. Los repu­bli­ca­nos, demó­cra­tas y libe­ra­les que ayer pac­ta­ron con los mili­ta­res, que engro­sa­ron las filas de sus gobier­nos pos­dic­ta­du­ra, hoy están coali­ga­dos y gober­nan­do nue­va­men­te jun­to a los nos­tál­gi­cos de las botas y la picana.

¿Qué tipo de demo­cra­cia es ésta? 

Nico­lás Cen­tu­rión. Licen­cia­do en Psi­co­lo­gía, Uni­ver­si­dad de la Repú­bli­ca, Uru­guay. Miem­bro de la Red Inter­na­cio­nal de Cáte­dras, Ins­ti­tu­cio­nes y Per­so­na­li­da­des sobre el estu­dio de la Deu­da Públi­ca (RICDP). Ana­lis­ta aso­cia­do al Cen­tro Lati­no­ame­ri­cano de Aná­li­sis Estra­té­gi­co (CLAE, estra​te​gia​.la)

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