Perú. Entre el lim­bo y la segun­da independencia

Por Bár­ba­ra Ester Mora­ña, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 27 de junio de 2021.

A un mes de la asun­ción de un nue­vo pre­si­den­te, las auto­ri­da­des elec­to­ra­les siguen sin pro­cla­mar al gana­dor, por las pre­sio­nes y chi­ca­nas del fujimorismo.

La vic­to­ria de Pedro Cas­ti­llo ha sido inusi­ta­da, pero más aún lo son las reper­cu­sio­nes que ha des­ata­do. Las elec­cio­nes de segun­da vuel­ta se rea­li­za­ron el 6 de junio, el con­teo se demo­ró has­ta el 15 de junio cuan­do la Ofi­ci­na Nacio­nal de Pro­ce­sos Elec­to­ra­les (ONPE) cul­mi­nó la tota­li­dad del escru­ti­nio en el que Pedro Cas­ti­llo aven­ta­jó a su rival por una dife­ren­cia de 0,23% de los votos. El fuji­mo­ris­mo recu­rrió a todo tipo de arti­lu­gios, des­co­no­cien­do y modi­fi­can­do las reglas del jue­go sobre la mar­cha. En pri­mer lugar, el Jura­do Nacio­nal de Elec­cio­nes (JNE) alar­gó la fecha para pre­sen­tar pedi­dos de nuli­dad de actas. Cuan­do el JNE se encon­tra­ba ana­li­zan­do más de la mitad de las impug­na­cio­nes, sin encon­trar jus­ti­fi­ca­ti­vos y sien­do esta la últi­ma ins­tan­cia para la pro­cla­ma­ción del gana­dor, se pre­sen­tó una nue­va juga­da: la renun­cia de uno de sus miembros.

La sor­pre­si­va renun­cia de Luis Arce Cór­do­va, miem­bro titu­lar del Pleno del JNE, impe­día el quó­rum nece­sa­rio para cul­mi­nar su pro­ce­so de revi­sión, de por sí extra­or­di­na­rio. La renun­cia es incons­ti­tu­cio­nal, el artícu­lo 16 de la Ley Orgá­ni­ca Elec­to­ral impi­de que sus miem­bros renun­cien en medio de un pro­ce­so elec­to­ral en cur­so. Aún así, pre­sen­tó su “decli­na­ción irre­vo­ca­ble” al car­go. Arce se encuen­tra acu­sa­do por el pre­sun­to deli­to de orga­ni­za­ción cri­mi­nal en el caso Los Cue­llos Blan­cos del Puer­to, las acu­sa­cio­nes son por cohe­cho y el trá­fi­co de influen­cias, pre­ci­sa­men­te este caso es el que lo vin­cu­la con la pre­sun­ta orga­ni­za­ción cri­mi­nal que enca­be­zó Kei­ko para rea­li­zar actos de intro­mi­sión en el apa­ra­to esta­tal, el Poder Judi­cial, el Minis­te­rio Públi­co, el des­apa­re­ci­do Con­se­jo Nacio­nal de la Magis­tra­tu­ra y la ONPE. El JNE final­men­te deci­dió sus­pen­der al magis­tra­do por pre­sen­tar con­flic­to de intere­ses a favor de Fuer­za Popu­lar, el par­ti­do Kei­ko. En la noche del jue­ves el fis­cal supre­mo Víc­tor Rodrí­guez Mon­te­za –tam­bién inves­ti­ga­do en el caso de los Cue­llos Blan­cos del Puer­to- fue desig­na­do en sus­ti­tu­ción de Arce. De esta mane­ra, el Pleno del JNE vuel­ve a tener los miem­bros que nece­si­ta para funcionar.

La bata­lla por impe­dir pro­cla­mar a Cas­ti­llo como pre­si­den­te el 28 de julio tam­bién recu­rrió a ope­ra­cio­nes psi­co­so­cia­les para ins­ta­lar el temor a un gol­pe de Esta­do. Para ello ha recu­rri­do a la pre­sen­ta­ción de una misi­va –supues­ta­men­te de las FF. AA. – lue­go des­men­ti­do por el Minis­te­rio de Segu­ri­dad, que ter­mi­nó sien­do pro­duc­to de un gru­po de mili­ta­res reti­ra­dos. Del mis­mo modo, otros líde­res polí­ti­cos de ultra dere­cha, pre­sen­ta­do­res de T. V. y el pro­pio Var­gas Llo­sa han inten­ta­do pro­mo­ver sin éxi­to el gol­pis­mo. A dife­ren­cia de Boli­via, Fuji­mo­ri no tie­ne apo­yo para rea­li­zar un gol­pe de Esta­do: los orga­nis­mos obser­va­do­res inter­na­cio­na­les ava­la­ron la trans­pa­ren­cia de los comi­cios y has­ta la Admi­nis­tra­ción de Joe Biden – quien tam­bién fue víc­ti­ma del enca­pri­cha­mien­to de su adver­sa­rio- reco­no­ció las elec­cio­nes como trans­pa­ren­tes y justas.

Tal vez el últi­mo car­tu­cho del fuji­mo­ris­mo sea el Con­gre­so, pre­ci­sa­men­te la ins­ti­tu­ción que des­ató esta lar­ga cri­sis de 5 años. Fuer­za Popu­lar jun­to a otras tres ban­ca­das pre­sen­tó una moción de cen­su­ra con­tra su pro­pia Mesa Direc­ti­va para desig­nar en su lugar a repre­sen­tan­tes afi­nes. La opción es deses­pe­ra­da: vacar a la Pre­si­den­ta del Con­gre­so, lue­go vacar al actual Pre­si­den­te, Fran­cis­co Sagas­ti, y lle­gar al Eje­cu­ti­vo para des­co­no­cer los resul­ta­dos y con­vo­car nue­vos comi­cios. Los moti­vos de Kei­ko Fuji­mo­ri son genui­nos, su derro­ta elec­to­ral la pri­va de la inmu­ni­dad nece­sa­ria para evi­tar la cár­cel. En medio, el enquis­ta­mien­to de la mafia fuji­mo­ris­ta en las ins­ti­tu­cio­nes demo­crá­ti­cas se deve­ló ante los ojos del mun­do. Has­ta el momen­to no ha habi­do nin­gún caso des­de el fin del últi­mo gobierno mili­tar hace más de 40 años en que no se haya pro­cla­ma­do a tiem­po al pre­si­den­te elec­to, la fecha no podría ser más sim­bó­li­ca ya que Cas­ti­llo, lue­go de un lar­go peri­plo, asu­mi­rá en el bicen­te­na­rio de la independencia.

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