Pen­sa­mien­to crí­ti­co. ¿Fra­ca­so del neoliberalismo?

Por Julio C. Gam­bi­na*, RedE­co, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de junio de 2021. 

En varia­das oca­sio­nes escu­cho decir, o leo, que el “neo­li­be­ra­lis­mo” ha fra­ca­sa­do, y creo enten­der lo que se pre­ten­de tras­mi­tir, espe­cial­men­te cuan­do el que emi­te la opi­nión orien­ta sus con­clu­sio­nes a la denun­cia del impac­to socio eco­nó­mi­co regre­si­vo. Pero, inme­dia­ta­men­te me sur­ge la nece­si­dad de expli­car que las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas hege­mó­ni­cas, lla­ma­das neo­li­be­ra­les (no son nue­vas ni libe­ra­les), no se pro­po­nen un obje­ti­vo de pro­gre­si­vi­dad eco­nó­mi­ca en la socie­dad, sino exa­cer­bar el obje­ti­vo de la ganan­cia. De hecho, se pue­de dis­cu­tir si algu­na vez la pro­gre­si­vi­dad fue el obje­ti­vo de las polí­ti­cas públi­cas del orden capi­ta­lis­ta, cuan­do solo pro­duc­to de las luchas de los sec­to­res subal­ter­nos se le arran­ca­ron tem­po­ral­men­te ingre­sos al capital. 

En varia­das oca­sio­nes escu­cho decir, o leo, que el “neo­li­be­ra­lis­mo” ha fra­ca­sa­do, y creo enten­der lo que se pre­ten­de tras­mi­tir, espe­cial­men­te cuan­do el que emi­te la opi­nión orien­ta sus con­clu­sio­nes a la denun­cia del impac­to socio eco­nó­mi­co regre­si­vo. Pero, inme­dia­ta­men­te me sur­ge la nece­si­dad de expli­car que las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas hege­mó­ni­cas, lla­ma­das neo­li­be­ra­les (no son nue­vas ni libe­ra­les), no se pro­po­nen un obje­ti­vo de pro­gre­si­vi­dad eco­nó­mi­ca en la socie­dad, sino exa­cer­bar el obje­ti­vo de la ganan­cia. De hecho, se pue­de dis­cu­tir si algu­na vez la pro­gre­si­vi­dad fue el obje­ti­vo de las polí­ti­cas públi­cas del orden capi­ta­lis­ta, cuan­do solo pro­duc­to de las luchas de los sec­to­res subal­ter­nos se le arran­ca­ron tem­po­ral­men­te ingre­sos al capital.

Con las polí­ti­cas key­ne­sia­nas, entre 1930 y 1980, la “pro­gre­si­vi­dad” está aso­cia­da a la máxi­ma acu­mu­la­ción de poder popu­lar en el ámbi­to mun­dial, revo­lu­ción rusa median­te y bipo­la­ri­dad sis­té­mi­ca des­de 1945 entre el socia­lis­mo y el capi­ta­lis­mo (se pien­se lo que se pien­se sobre lo que acon­te­ció en la URSS has­ta su deba­cle en 1991), lo que con­tra­rres­tó la ofen­si­va del capi­tal. Se tra­ta de un momen­to a la defen­si­va de la ini­cia­ti­va polí­ti­ca del capi­tal, cuyo pun­to más ele­va­do y últi­mo, para lan­zar la con­tra­ofen­si­va, es la derro­ta esta­dou­ni­den­se en Viet­nam entre 1973 y 1975, fecha coin­ci­den­te con la expe­rien­cia mone­ta­ris­ta libe­ra­li­za­do­ra del terro­ris­mo de Esta­do en Suda­mé­ri­ca, ori­gen de la ofen­si­va capi­ta­lis­ta en ascen­so has­ta la situa­ción actual.

Nun­ca ha sido la “pro­gre­si­vi­dad” el obje­ti­vo de la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca en el orden capi­ta­lis­ta. El obje­ti­vo his­tó­ri­co apun­ta a la pro­duc­ción de valor y plus­va­lor, de ganan­cia y acu­mu­la­ción, de valo­ri­za­ción del capi­tal inver­ti­do para una acu­mu­la­ción amplia­da que ase­gu­re la domi­na­ción del capi­tal sobre la socie­dad en su conjunto.

Cla­ro que el capi­ta­lis­mo es una rela­ción social sus­ten­ta­da en la explo­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo y en el saqueo de la natu­ra­le­za, por lo que deman­da con­sen­so social para sus pro­pó­si­tos. Ese con­sen­so le resul­ta nega­do y con­tra­rres­ta­da con for­mas de orga­ni­za­ción social que luchan por el logro de mejo­res con­di­cio­nes de vida, sea en la lucha sin­di­cal, ambien­tal o con­tra el patriar­ca­lis­mo. Esas y otras for­mas de con­fron­ta­ción con el “orden” del régi­men del capi­tal res­tan “poder” al obje­ti­vo de la ganan­cia, la acu­mu­la­ción y la domi­na­ción. Solo bajo esas con­di­cio­nes de resis­ten­cia social es que las polí­ti­cas de los Esta­dos capi­ta­lis­tas pro­mue­ven con­ce­sio­nes de con­te­ni­do progresivo.

Dicho de otro modo, la polí­ti­ca públi­ca en el capi­ta­lis­mo pre­ten­de resol­ver la deman­da esen­cial del orden social, con con­sen­so exten­di­do en que el capi­ta­lis­mo es el úni­co modo de resol­ver la satis­fac­ción de nece­si­da­des has­ta dón­de ello es posi­ble. Por lo que el ascen­so de la pro­tes­ta social orga­ni­za­da con­tri­bu­ye a la pre­emi­nen­cia de polí­ti­cas de dis­tri­bu­ción del ingre­so, y en cier­tas con­di­cio­nes de acu­mu­la­ción de fuer­zas de poder popu­lar, a la dis­tri­bu­ción de la riqueza.

Resul­ta elo­cuen­te en este sen­ti­do el últi­mo infor­me del Cre­dit Suis­se sobre la rique­za global.

En un 2020 de pan­de­mia, lock­down (cie­rre de empre­sas) e impac­to rece­si­vo en la pro­duc­ción mun­dial, tras un pri­mer impac­to de retro­ce­so en la gene­ra­ción y apro­pia­ción de rique­za des­de enero has­ta mayo, la recu­pe­ra­ción des­de junio gene­ra una des­igual­dad acre­cen­ta­da de la apro­pia­ción per­so­nal de la rique­za, alta­men­te con­cen­tra­da. Se des­ta­ca en el Infor­me, en la pági­na 17 que:

“Las dife­ren­cias de rique­za entre adul­tos se amplia­ron en 2020 para el mundo…en la mayo­ría de los países.”

“El núme­ro glo­bal de millo­na­rios se expan­dió en 5,2 millo­nes para lle­gar a 56,1 millones…para per­te­ne­cer al 1% más rico del mun­do. El gru­po de alto patri­mo­nio neto (UHNW) agre­gó un 24% más de miem­bros, el más alto tasa de aumen­to des­de 2003.”

La grá­fi­ca de la pirá­mi­de de la rique­za es elo­cuen­te, en don­de el 1,1% de la pobla­ción adul­ta del mun­do, unos 56 millo­nes de per­so­nas, cada uno con más de 1 millón de dóla­res se apro­pian de 191,6 tri­llo­nes de dóla­res, el 45,8% de la rique­za total acu­mu­la­da hacia el 2020, año de la pandemia.

En la esca­la siguien­te, los que acu­mu­lan rique­za entre 100.000 dóla­res y 1 millón, son casi 583 millo­nes de adul­tos, el 11,1% del total, acu­mu­lan 163,9 tri­llo­nes de dóla­res, un 39,1% de la rique­za total. Entre ambas cate­go­rías suman 639 millo­nes de per­so­nas adul­tas que con­cen­tran el 12,1% de la rique­za. En la base de la pirá­mi­de, 2.879 millo­nes de per­so­nas adul­tas, el 55% del total, con menos de 10.000 dóla­res se apro­pia del 1,3% de la riqueza.

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