Vene­zue­la. Lác­teos Los Andes: Una tra­ba­ja­do­ra con­tra los corruptos

Por Geral­di­na Colot­ti, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano 16 de mayo de 2021

Sólo aque­llos perio­dis­tas que visi­tan un país para con­fir­mar los este­reo­ti­pos impues­tos por la ideo­lo­gía domi­nan­te, pue­den defi­nir al socia­lis­mo boli­va­riano como una «dic­ta­du­ra». Quie­re decir que nun­ca han asis­ti­do a una de las tan­tas asam­bleas popu­la­res, nun­ca han ido a una de las comu­ni­da­des que han apo­ya­do el «pro­ce­so» duran­te casi 23 años, que actúan y se orga­ni­zan según el prin­ci­pio de corresponsabilidad.

En los deba­tes que tie­nen como tema el espi­no­so pro­ble­ma de la corrup­ción, habrían escu­cha­do enton­ces esta exhor­ta­ción: «¡Lim­pie­za, lim­pie­za, lim­pie­za popu­lar!». Una con­sig­na que no se refie­re a la ausen­cia de medi­das anti-covid o la remo­ción de resi­duos orgá­ni­cos, sino al con­trol social sobre el com­por­ta­mien­to de los fun­cio­na­rios públi­cos y el uso de los recur­sos esta­ta­les. Una facul­tad pre­vis­ta por la Ley Orgá­ni­ca de Con­tra­lo­ría Social, pro­mul­ga­da el 21 de diciem­bre de 2010.

Una ley basa­da en el prin­ci­pio cons­ti­tu­cio­nal de «corres­pon­sa­bi­li­dad», que defi­nió el con­trol social como una «fun­ción com­par­ti­da entre las ins­tan­cias del Poder Públi­co y los ciu­da­da­nos, ciu­da­da­nas y orga­ni­za­cio­nes del Poder Popu­lar, para ase­gu­rar que se lle­ve a cabo la inver­sión públi­ca de for­ma trans­pa­ren­te y efi­cien­te en bene­fi­cio de los intere­ses de la socie­dad, y que las acti­vi­da­des del sec­tor pri­va­do no afec­ten los intere­ses colec­ti­vos y socia­les ”. Un prin­ci­pio que tam­bién sus­ten­ta la Ley de las Comu­nas y que se for­ta­le­ce­rá en la Ley Orgá­ni­ca de Ciu­da­des Comu­na­les, actual­men­te en dis­cu­sión en las comu­ni­da­des, y que debe regu­lar el fun­cio­na­mien­to de las Ciu­da­des Comunales.

En este con­tex­to se pue­de enten­der la denun­cia de Nerenys del Car­men, voce­ra del Con­se­jo Pro­duc­ti­vo de Tra­ba­ja­do­res y Tra­ba­ja­do­res (CPT) pre­sen­ta­da en vivo al Pre­si­den­te de la Repú­bli­ca duran­te una con­fe­ren­cia vir­tual dedi­ca­da a la ins­ta­la­ción del Con­se­jo Pre­si­den­cial del Gobierno Popu­lar de la cla­se obre­ra, de los tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras. La por­ta­voz denun­ció que en una impor­tan­te empre­sa esta­tal, Lác­teos Los Andes, «no se escu­chan los CPT «, y que no se están con­si­de­ran­do pro­pues­tas para aumen­tar la pro­duc­ción, ni tam­po­co se con­tem­plan con­tac­tos con pro­duc­to­res y comu­nas pro­pues­tos por los tra­ba­ja­do­res para tal efecto.

“¿Qué está pasan­do en Lác­teos Los Andes? ¿Por qué no se escu­chas a la cla­se tra­ba­ja­do­ra? ”, pre­gun­tó el pre­si­den­te. Lue­go, reite­ró el pun­to 6 de los 9 con­tem­pla­dos en la agen­da del Con­se­jo Pre­si­den­cial de Gobierno Popu­lar de la Cla­se Obre­ra, que impli­ca la par­ti­ci­pa­ción de los CPT en un nue­vo mode­lo de ges­tión, y por ello pre­vé la desig­na­ción de Direc­ti­vas de tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras en cada empre­sa. Una línea, recor­dó, ya seña­la­da hace 15 años por Hugo Chá­vez, y sobre la que «no hay nece­si­dad de dis­cu­tir, solo es cues­tión de pla­ni­fi­car­la bien y poner­la en práctica».

No es posi­ble ‑aña­dió el pre­si­den­te- que “com­pa­ñe­ros que lle­gan a la pre­si­den­cia de empre­sas repu­dien la línea obre­ra, la línea socia­lis­ta, y asu­man el poder como si fue­ran capi­ta­lis­tas, o peor que capi­ta­lis­tas. ¿Pode­mos acep­tar esto, cama­ra­das? La revo­lu­ción boli­va­ria­na tomó el poder polí­ti­co, defen­dió la patria y derro­tó al impe­ria­lis­mo y las cons­pi­ra­cio­nes para dar­le el poder a la cla­se obre­ra y al pueblo”.

Lue­go de pedir pro­tec­ción para la tra­ba­ja­do­ra, Madu­ro orde­nó al vice­pre­si­den­te sec­to­rial de Desa­rro­llo Social Terri­to­rial, Eduar­do Piña­te y demás auto­ri­da­des rele­van­tes, una inves­ti­ga­ción «den­tro de las 48 horas» sobre la empre­sa esta­tal: para escu­char «todas las denun­cias, crí­ti­cas y las pro­pues­tas de los tra­ba­ja­do­res y de las tra­ba­ja­do­ras «. El resul­ta­do no tar­dó en lle­gar y lle­vó a la deten­ción del pre­si­den­te de Lác­teos Los Andes, el coro­nel Luis Pili­gra, acu­sa­do de estar en el cen­tro de una red de corrup­ción que uti­li­za­ba la empre­sa esta­tal para enriquecerse.

«Vivía en el lujo, hacien­do alar­de de ser pro­pie­ta­rio de yates, avio­nes pri­va­dos, autos gran­des, apar­ta­men­tos, pro­pie­da­des, fin­cas, ade­más de con­tro­lar una red de empre­sas pri­va­das pro­pie­dad de fami­lia­res y ami­gos», dijo el fis­cal gene­ral Tarek William Saab en una rue­da de pren­sa, des­ta­can­do que el coro­nel había esta­do en la mira del poder judi­cial duran­te algún tiempo.

La inves­ti­ga­ción, que tam­bién des­em­bo­có en el sui­ci­dio de un alto eje­cu­ti­vo de la empre­sa, Rei­nal­do Gon­zá­lez, ha sus­ci­ta­do un gran deba­te en el país. Algu­nas medi­das toma­das por el gobierno para enfren­tar la bru­tal caí­da de los ingre­sos, debi­do a las medi­das coer­ci­ti­vas uni­la­te­ra­les impues­tas por el impe­ria­lis­mo, abren las puer­tas a la inver­sión pri­va­da con una vuel­ta pare­ci­da a la Nue­va Polí­ti­ca Eco­nó­mi­ca de Lenin, la NEP, pero al esti­lo bolivariano.

Un pro­yec­to que bus­ca ele­var el poder adqui­si­ti­vo de los tra­ba­ja­do­res y las tra­ba­ja­do­ras aumen­tan­do la pro­duc­ción, pero sin dis­tor­sio­nar la esen­cia del pro­ce­so boli­va­riano. Es decir: sal­var lo esen­cial para no per­der­lo todo. Un camino que, por ello, impli­ca la par­ti­ci­pa­ción acti­va de la cla­se obre­ra y sec­to­res popu­la­res, cuya con­cien­cia y orga­ni­za­ción cons­ti­tu­yen la prin­ci­pal línea de resis­ten­cia al impe­ria­lis­mo. El men­sa­je de Madu­ro, en esta oca­sión, lle­gó alto y cla­ro: mien­tras los tra­ba­ja­do­res aprie­tan los dien­tes y renue­van su com­pro­mi­so con la revo­lu­ción, los apro­ve­cha­dos no están per­mi­ti­dos, menos que nun­ca en esta coyuntura.

Sobre la lucha con­tra la corrup­ción, el man­da­ta­rio ya ha indi­ca­do un rum­bo cla­ro, flan­quea­do por Tarek William Saab, cuyas inves­ti­ga­cio­nes ya han lle­va­do a la cár­cel a varios fun­cio­na­rios de alto nivel que uti­li­za­ron empre­sas públi­cas con fines pri­va­dos. Una bata­lla cam­pal, con­si­de­ran­do que, cuan­ta más rique­za cir­cu­la en un país, más corrup­ción encuen­tra la mane­ra de mani­fes­tar­se y atrin­che­rar­se, repro­du­cien­do des­igual­da­des socia­les a favor de las éli­tes polí­ti­cas y eco­nó­mi­cas que apro­ve­chan el des­vío de los recur­sos públi­cos. Y cuan­do la corrup­ción se gene­ra­li­za, cuan­do los intere­ses pri­va­dos de los fun­cio­na­rios públi­cos entran en con­flic­to con los de la socie­dad, se des­le­gi­ti­ma todo el sis­te­ma político.

Con res­pec­to a la corrup­ción, que tam­bién está deter­mi­na­da his­tó­ri­ca­men­te, la Vene­zue­la boli­va­ria­na no tie­ne tér­mi­nos de com­pa­ra­ción con la his­to­ria del socia­lis­mo don­de se han rea­li­za­do revo­lu­cio­nes, habien­do opta­do por con­vi­vir con una bur­gue­sía agre­si­va y resen­ti­da, que hace alar­de de su rique­za y bus­ca impo­ner su pro­pio sis­te­ma polí­ti­co por cual­quier medio. Tam­bién en este sen­ti­do, el socia­lis­mo boli­va­riano, por tan­to, apa­re­ce como un labo­ra­to­rio: que vuel­ve a cru­zar el río, pal­pan­do las piedras.

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