Colom­bia. La repre­sión que no cesa des­de 1928

Por Gus­ta­vo Vei­ga. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 10 de mayo de 2021.

Las pro­tes­tas estu­dian­ti­les en Bogo­tá en 1929, el Bogo­ta­zo, el movi­mien­to del 68, el paro cívi­co del 77, el Paro Agra­rio, el esta­lli­do de noviem­bre de 2019 y las pro­tes­tas de sep­tiem­bre de 2020. La lis­ta se com­ple­ta con la bru­ta­li­dad poli­cial con­tra las últi­mas manifestaciones.

Exis­te una con­ti­nui­dad entre la Colom­bia de Iván Duque que repri­me y mata a un pue­blo auto­con­vo­ca­do con­tra la refor­ma fis­cal o el cum­pli­mien­to de los acuer­dos de paz y la masa­cre de las bana­ne­ras que retra­tó Gabriel Gar­cía Már­quez en Cien años de sole­dad. Pasa­ron 93 años des­de aquel epi­so­dio de 1928. El pre­si­den­te era el con­ser­va­dor Miguel Aba­día Mén­dez. Una huel­ga de los obre­ros de la Uni­ted Fruit Com­pany esta­dou­ni­den­se la man­dó a sofo­car con el ejér­ci­to. La can­ti­dad de muer­tos nun­ca se supo con exac­ti­tud. A lo lar­go del siglo XX y lo que va del XXI, a cada pro­tes­ta ciu­da­da­na se res­pon­dió de mane­ra pare­ci­da. Con las fuer­zas arma­das o la Poli­cía. Con balas y en el más leve de los casos, gases lacri­mó­ge­nos, carros hidran­tes o el boli­llo, como se lla­ma en este país a la cachi­po­rra que usa el Escua­drón Móvil Anti­dis­tur­bios (ESMAD), res­pon­sa­ble de las muer­tes según los mani­fes­tan­tes y orga­ni­za­cio­nes huma­ni­ta­rias. En la actua­li­dad, la Defen­so­ría del Pue­blo infor­ma que al menos 27 per­so­nas fue­ron ase­si­na­das duran­te las mani­fes­ta­cio­nes, que empe­za­ron el 28 de abril.

La ONG Tem­blo­res cita­da en la mayo­ría de los infor­mes sobre víc­ti­mas fata­les y per­so­nas des­apa­re­ci­das, redac­tó un tra­ba­jo de 74 pági­nas que titu­ló Boli­llo, Dios y Patria. El pró­lo­go lo escri­bió María José Piza­rro Rodrí­guez, con­gre­sis­ta, nie­ta de un mili­tar e hija de Car­los Piza­rro Leon­gó­mez, líder de la gue­rri­lla del M‑19 ase­si­na­do en 1990 des­pués de fir­mar el pro­ce­so de paz y cuan­do era can­di­da­to a pre­si­den­te. Cuen­ta ella que des­de la masa­cre de las bana­ne­ras, Colom­bia ha vivi­do muchos perío­dos de excep­ción don­de se vio­la­ron los dere­chos civi­les. Su lis­ta es lar­ga: “las pro­tes­tas estu­dian­ti­les en Bogo­tá en 1929, el Bogo­ta­zo, el movi­mien­to del 68, el paro cívi­co del 77, el Paro Agra­rio, las movi­li­za­cio­nes indí­ge­nas, la Min­ga del suroc­ci­den­te, las movi­li­za­cio­nes estu­dian­ti­les, el paro del 21N y las pro­tes­tas del 9 y 10 de sep­tiem­bre de 2020 han defi­ni­do una mane­ra poli­cial de enfren­tar y diri­mir nues­tros conflictos”.

En ese rela­to de luchas repri­mi­das por los dis­tin­tos gobier­nos con­ser­va­do­res o libe­ra­les, fal­tan los fal­sos posi­ti­vos: la eje­cu­ción de civi­les que el ejér­ci­to siem­pre pre­sen­tó como gue­rri­lle­ros para opti­mi­zar las esta­dís­ti­cas de las bajas que pro­vo­ca­ba. Des­pués del acuer­do de paz que el Esta­do fir­mó con la Fuer­zas Arma­das Revo­lu­cio­na­rias de Colom­bia (FARC) en 2016 se siguie­ron suman­do los ase­si­na­tos de líde­res socia­les y exgue­rri­lle­ros, igual que como había pasa­do en los ’90 con los exin­te­gran­tes del M‑19.

Tem­blo­res, crea­da en 2016 tras las exten­sas nego­cia­cio­nes de La Haba­na entre el gobierno de Juan Manuel San­tos y los coman­dan­tes de las FARC, rele­vó hechos de vio­len­cia ins­ti­tu­cio­nal entre 2017 y 2019. En sus inves­ti­ga­cio­nes con­clu­ye que “el accio­nar de la Poli­cía colom­bia­na cobró la vida de 289 per­so­nas, dejó 39.613 lesio­na­dos y vio­len­tó sexual­men­te a 102 per­so­nas” en ese perío­do de tres años.

Pero des­de que se ini­ció el paro nacio­nal en Colom­bia y has­ta el 5 de mayo, la orga­ni­za­ción regis­tró 1.708 casos de vio­len­cia del apa­ra­to repre­si­vo del Esta­do, 37 homi­ci­dios come­ti­dos por la Poli­cía, 222 víc­ti­mas de vio­len­cia de esa fuer­za de segu­ri­dad, 831 deten­cio­nes arbi­tra­rias de mani­fes­tan­tes, 312 inter­ven­cio­nes vio­len­tas por par­te de agen­tes esta­ta­les, 22 víc­ti­mas de agre­sión en sus ojos, 110 casos de dis­pa­ros de armas de fue­go pro­vo­ca­dos por la Poli­cía y 10 víc­ti­mas de vio­len­cia sexual por par­te de esa fuer­za pública.

El año pasa­do Tem­blo­res lan­zó la pla­ta­for­ma G.R.I.T.A (Gra­ba, Regis­tra, Inves­ti­ga, Trian­gu­la y Ase­so­ra casos de vio­len­cia poli­cial) y empe­zó a sis­te­ma­ti­zar sus repor­tes en una base de datos uni­fi­ca­da que le per­mi­tió inves­ti­gar tan­to los hechos publi­ca­dos en la pren­sa como en los regis­tros ofi­cia­les del Esta­do. Des­pués che­queó todo con las infor­ma­cio­nes que man­te­nía en su poder.

Para la ONG “cada vez es más evi­den­te que, para deter­mi­nar la peli­gro­si­dad de un ciu­da­dano, la poli­cía uti­li­za cri­te­rios sub­je­ti­vos que están cons­trui­dos sobre las peli­gro­sas bases del pre­jui­cio esta­tal y rea­li­za pro­ce­di­mien­tos poli­cia­les arbi­tra­rios en con­tra de cier­tas ciu­da­da­nías sin más cau­sa pro­ba­ble que su color de piel, su géne­ro, su edad, su apa­rien­cia, su dedi­ca­ción labo­ral o su per­te­nen­cia étnico-racial”.

Las con­se­cuen­cias jurí­di­cas que tie­nen los hechos son expli­ca­das en otro infor­me de 26 orga­ni­za­cio­nes de Dere­chos Huma­nos: “en Colom­bia los deli­tos que son come­ti­dos por inte­gran­tes de las fuer­zas de segu­ri­dad en el desa­rro­llo de sus fun­cio­nes son juz­ga­dos, en prin­ci­pio, ante la Jus­ti­cia Penal Mili­tar. Esto no impi­de, no obs­tan­te, que la Fis­ca­lía ade­lan­te sus inda­ga­cio­nes y pue­da pedir la com­pe­ten­cia de los pro­ce­sos o que se acu­da a los tri­bu­na­les para deci­dir quién asu­me los casos. La juris­dic­ción mili­tar no inclu­ye, no obs­tan­te, los deli­tos de tor­tu­ra, geno­ci­dio, des­apa­ri­ción for­za­da, lesa huma­ni­dad o aque­llos que aten­ten con­tra el Dere­cho Inter­na­cio­nal Humanitario”.

Amnesty Inter­na­tio­nal denun­ció que los están­da­res de inter­ven­ción de la poli­cía ante movi­li­za­cio­nes de la socie­dad civil tam­po­co fue­ron res­pe­ta­dos: “A tra­vés del aná­li­sis y veri­fi­ca­ción de imá­ge­nes audio­vi­sua­les, Amnis­tía Inter­na­cio­nal con­fir­mó que la poli­cía colom­bia­na hizo uso de arma­men­to letal en varios inci­den­tes, así como uso de armas menos leta­les de for­ma indis­cri­mi­na­da, como gases lacri­mó­ge­nos y caño­nes de agua y otros mate­ria­les con­tra mani­fes­tan­tes en varias par­tes del país. Se iden­ti­fi­có, por ejem­plo, el uso del rifle Galil Tavorn y un vehícu­lo blin­da­do dis­pa­ran­do muni­ción viva. Todo este tipo de arma­men­to está prohi­bi­do para la dis­per­sión de pro­tes­tas bajo los están­da­res internacionales”.

La orga­ni­za­ción huma­ni­ta­ria tam­bién indi­có que “el des­con­ten­to de la pobla­ción por medi­das eco­nó­mi­cas que no per­ci­be como jus­tas y que pue­den poner en ries­go sus dere­chos huma­nos, no debe ser cali­fi­ca­do como ‘van­da­lis­mo y terrorismo’”.

Así como los Escua­dro­nes Móvi­les Anti­dis­tur­bios (ESMAD) son per­ci­bi­dos en las pro­tes­tas como el sig­ni­fi­can­te más fuer­te de la repre­sión y muer­tes cau­sa­das a los movi­li­za­dos, los CAI (Coman­dos de Aten­ción Inme­dia­ta) que están repar­ti­dos por toda Colom­bia son con­si­de­ra­dos luga­res hos­ti­les don­de se come­ten abu­sos, la poli­cía tra­fi­ca dro­gas y armas y por eso muchos han sido incen­dia­dos o van­da­li­za­dos, inclu­so con efec­ti­vos adentro.

Solo en Bogo­tá, la noche del 4 de mayo fue­ron incen­dia­dos quin­ce de estos CAI. La capi­tal del país es don­de más hechos de vio­len­cia físi­ca se come­tie­ron con­tra la socie­dad civil entre 2017 y 2019: 10.271 según el infor­me de Tem­blo­res. La sen­sa­ción de tie­rra arra­sa­da que hoy reco­rre las calles de Colom­bia está dada por otro dato del tra­ba­jo Boli­llo, Dios y Patria. De los 289 ase­si­na­tos come­ti­dos por la Poli­cía en aquel perío­do de tres años, la Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación solo repor­tó su inter­ven­ción en ape­nas 127 inves­ti­ga­cio­nes. Es decir, un 44 % de los homi­ci­dios. Solo dos de ellos ter­mi­na­ron con con­de­na. Ape­nas el 0,69 de los casos. El res­to sigue en la impu­ni­dad. Las movi­li­za­cio­nes de estos últi­mos días rati­fi­can la ten­den­cia. Los ESMAD tie­nen zona libe­ra­da para ope­rar y matar.

Foto: AFP

Fuen­te: Pági­na 12

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *