Argen­ti­na. Jus­ti­cia por Sathya

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de mayo de 2021.

Sath­ya Alda­na Insau­rral­de tenía 19 años cuan­do se qui­tó la vida en enero de 2020. Dos años antes había denun­cia­do a su padre bio­ló­gi­co, Wal­ter Insau­rral­de, por abu­so sexual reite­ra­do entre los 8 y los 14 años. Sin embar­go, la (in)justicia no accio­nó has­ta des­pués de su muer­te. El miér­co­les 26 de mayo comien­za el jui­cio oral con­tra el abu­sa­dor, con la espe­ran­za de que no que­de en la nada su sui­ci­dio femicida. 

“Sath­ya era una chi­ca muy espe­cial, eso que tenía guar­da­do de chi­qui­ta la hacía espe­cial. Era muy cari­ño­sa y mimo­sa con­mi­go, siem­pre bus­ca­ba estar cer­ca mío y de mi mamá, bus­ca­ba afe­rrar­se a alguien que la cui­de y pro­te­ja. Cuan­do supi­mos todo lo que sufrió mi chi­qui­ta, enten­di­mos por qué”, nos cuen­ta Nancy Mon­jes, mamá de Sathya.

El 21 de diciem­bre de 2019 Sath­ya escri­bió en sus redes: “¿Te can­sa leer his­to­rias de vio­la­cio­nes todos los días en las redes socia­les? Peor es vivir­lo”. Allí narró el abu­so sexual al que la some­tió Wal­ter Insau­rral­de, su padre bio­ló­gi­co, duran­te seis años. “Tenía 8 años cuan­do mi papá empe­zó a abu­sar de mí (…) no era un extra­ño que ofre­cía dul­ces en la calle, tam­po­co es un dro­ga­dic­to o alcohó­li­co, es un hom­bre que has­ta com­par­tía la mis­ma mesa que yo”, escri­bió.

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(Ima­gen: Fer­nan­do Bor­dón para La tinta)

En mayo de 2017, en una cla­se de Edu­ca­ción Sexual Inte­gral (ESI) en su cole­gio, Sath­ya se lar­gó a llo­rar y con­tó por pri­me­ra vez lo que había vivi­do. Como muches otres niñes, fue en las cla­ses de ESI don­de pudo decir lo que le hacía su pro­pio padre, que ade­más era pas­tor evan­gé­li­co. Había mani­fes­ta­do en ese tiem­po cam­bios de con­duc­ta, pero todes lo atri­bu­ye­ron a cues­tio­nes típi­cas de la edad.

La escue­la noti­fi­có a su fami­lia, que no dudó en apo­yar­la. Lo denun­cia­ron en el Polo de la Mujer, don­de Sath­ya pres­tó decla­ra­ción, inter­vi­nien­do la Fis­ca­lía de Deli­tos con­tra la Inte­gri­dad Sexual 2do Turno a car­go de Ingrid Vago. Entre mayo y sep­tiem­bre de ese año se orde­nan una serie de medi­das de acuer­do a los hechos que rela­tó la ado­les­cen­te: lla­ma­ron al per­so­nal de la escue­la, cita­ron a quie­nes esta­ban pre­sen­tes cuan­do pudo con­tar lo vivi­do, se reali­zó una ins­pec­ción ocu­lar del domi­ci­lio de la denun­cian­te y el denun­cia­do, quien per­ma­ne­cía sin ser imputado.

“Lue­go hay un silen­cio abso­lu­to en la cau­sa, has­ta el 19 de enero de 2020, cuan­do se sui­ci­da Sath­ya ‑narra la abo­ga­da Danie­la Mora­les Lean­za, en con­ver­sa­ción con La tin­ta – Ahí tomo cono­ci­mien­to y nos cons­ti­tui­mos como que­re­llan­tes. Hici­mos una serie de mar­chas y nos reuni­mos con la fis­cal la úni­ca vez que nos reci­bió. Cuan­do pre­gun­ta­mos qué pasó entre sep­tiem­bre de 2017 y enero de 2020, nos habla­ron de la satu­ra­ción del sis­te­ma, no había respuestas”.

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(Ima­gen: Fer­nan­do Bor­dón para La tinta)

Si bien la cau­sa per­ma­ne­ció para­da, en la vida de Sath­ya siguie­ron pasan­do cosas. “Wal­ter Insau­rral­de siem­pre entor­pe­ció la cau­sa. Según tes­ti­mo­nios de las ami­gas, supi­mos que él sí se acer­có a ella. Sath­ya tuvo una recaí­da emo­cio­nal en agos­to de 2019, cuan­do Insau­rral­de la con­tac­tó y le pidió jugue­tes para su igle­sia. El fis­cal de cáma­ra reco­no­ce que, mien­tras ella vivía, él demos­tró acti­tu­des para entor­pe­cer el pro­ce­so”, expli­ca Mora­les Leanza.

Nancy cuen­ta que su hija sufría depre­sión y había inten­ta­do sui­ci­dar­se ante­rior­men­te. Estu­vo inter­na­da varias veces en el Sana­to­rio Morra. Las per­so­nas que esta­ban cer­ca de Sath­ya, y que sabían lo que ella sen­tía, dicen que nece­si­ta­ba que él le pida per­dón, reco­no­cien­do lo que hizo, por­que la cul­pa cala hon­do has­ta en estas situa­cio­nes. Sino, al menos, espe­ra­ba que la jus­ti­cia le dije­ra que él era el cul­pa­ble. Nin­gu­na de las dos cosas llegó.

Sui­ci­do femicida

¿Qué hay detrás de los sui­ci­dio de muje­res e iden­ti­da­des disi­den­tes? Las razo­nes de géne­ro pue­blan muchas de esas bio­gra­fías, con la vio­len­cia y los abu­sos como cons­tan­tes. Sin embar­go, el sui­ci­dio femi­ci­da no es una figu­ra legal ni de estu­dio en la mayo­ría de los paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, redu­cien­do esta deci­sión al ámbi­to pri­va­do de las personas.

En Argen­ti­na exis­te la Ley Nacio­nal de Pre­ven­ción del Sui­ci­dio (N° 27130), que tie­ne como obje­ti­vo dis­mi­nuir la inci­den­cia y pre­va­len­cia del sui­ci­dio a tra­vés de la pre­ven­ción, asis­ten­cia y pos­ven­ción, es decir accio­nes e inter­ven­cio­nes pos­te­rio­res a un sui­ci­dio que se hacen con las per­so­nas, fami­lia o ins­ti­tu­cio­nes rela­cio­na­das con quien se qui­tó la vida. Esto se pre­ten­de rea­li­zar a par­tir de un abor­da­je coor­di­na­do, inter­dis­ci­pli­na­rio e ins­ti­tu­cio­nal, desa­rro­llan­do accio­nes y estra­te­gias de sen­si­bi­li­za­ción, ser­vi­cios asis­ten­cia­les y capa­ci­ta­ción. No hay men­ción al géne­ro como cau­sa ni para el abordaje.

Para Pau­li­na del Río Jimé­nez, Pre­si­den­ta de la Fun­da­ción José Igna­cio de Chi­le, no sólo exis­te el sui­ci­dio de muje­res por razo­nes de géne­ro, sino que es más común de lo que se cree. Como par­te de la edi­ción Femi­ci­dio y sui­ci­dio de muje­res por razo­nes de géne­ro, expli­ca: “Cuan­do la asi­me­tría del poder hom­bre-mujer deri­va en abu­so (del tipo que sea) siem­pre afec­ta psi­co­ló­gi­ca­men­te a una mujer. Al ser sis­te­má­ti­co y pro­lon­ga­do este abu­so, va dis­mi­nu­yen­do len­ta­men­te la auto­es­ti­ma de la mujer, redu­cien­do el espa­cio que ella sien­te que ocu­pa en el mun­do y con­du­cién­do­la a un lugar en que ya no hay nin­gu­na espe­ran­za de cambio”. 

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(Ima­gen: Fer­nan­do Bor­dón para La tinta)

Si la des­es­pe­ran­za y la depre­sión son las prin­ci­pa­les cau­sas de sui­ci­dio, un posi­ble sín­dro­me de estrés pos­trau­má­ti­co empeo­ra una situa­ción que es posi­ble que esta­lle. “La inmen­sa mayo­ría de los sui­ci­das no quie­re morir, sino poner fin a su dolor psí­qui­co. Así, cuan­do pen­sa­mos en el nivel de dolor que va acu­mu­lan­do una mujer abu­sa­da a lo lar­go del tiem­po, se hace más fácil enten­der que este tipo de sui­ci­dios es una reali­dad” expli­ca la autora.

Los avan­ces de la cau­sa judicial

La fis­ca­lía de Ins­truc­ción de Deli­tos con­tra la Inte­gri­dad Sexual de Segun­do Turno impu­tó a Insau­rral­de días des­pués de que se hicie­ra públi­ca la muer­te de Sath­ya. “Para impu­tar a una per­so­na tie­ne que haber bas­tan­tes moti­vos para enten­der que la per­so­na come­tió un deli­to ¿qué cam­bió el sui­ci­dio para, ahí sí, impu­tar a Insau­rral­de de abu­so sexual cuan­do ya esta­ba todo en el expe­dien­te?” se pre­gun­ta Mora­les Lean­za, y refle­xio­na sobre la pre­sión ejer­ci­da por la movilización.

Nancy y su abo­ga­da no se que­da­ron quie­tas y comen­za­ron a reu­nir evi­den­cia pro­ba­to­ria: bus­ca­ron tes­ti­gos, rele­va­ron todas las per­so­nas con las que habló Sath­ya y reco­pi­la­ron qué les había con­ta­do. “Recons­trui­mos un rela­to de una víc­ti­ma que ya no esta­ba. Fue­ron tes­ti­mo­nios muy impor­tan­tes para la cau­sa. Se hizo la peri­cia post mor­tem por­que tam­po­co se había hecho la peri­cia de rigor que se tie­ne que hacer inme­dia­ta­men­te, y ahí se lo impu­ta. Gra­cias a que Sath­ya hizo tera­pia, tuvi­mos un infor­me de facul­ta­ti­vos que deter­mi­na­ron que sufría depresión”.

En diciem­bre de 2020 se fijó el jui­cio para el 5 de mayo. La impu­tación era abu­so sexual gra­ve­men­te ultra­jan­te con­ti­nua­do agra­va­do por el víncu­lo, abu­so sexual con acce­so car­nal agra­va­do y pro­mo­ción a la corrup­ción de meno­res, doble­men­te agra­va­da por el víncu­lo y por el medio inti­mi­da­to­rio. El jue­ves 29 de abril, el fis­cal Mar­ce­lo Hidal­go orde­nó el arres­to de Insau­rral­de por ries­go de fuga fren­te a una posi­ble con­de­na de pena efec­ti­va. “Es impor­tan­te que esté dete­ni­do. Noso­tras está­ba­mos sufrien­do el dolor y él seguía libre como si nada, lle­van­do una vida nor­mal, era muy injus­to”, expre­sa Nancy.

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(Ima­gen: Fer­nan­do Bor­dón para La tinta)

El fis­cal fue más allá y sus­pen­dió el jui­cio, enten­dien­do que pue­de haber un agra­van­te a la cali­fi­ca­ción por un abu­so segui­do de muer­te que, en el Códi­go Penal, tie­ne una pena de pri­sión per­pe­tua. Nancy y Danie­la reci­bie­ron la noti­cia con emo­ción. La peti­ción fue apro­ba­da por la Cáma­ra 3era del Cri­men, y fijó una nue­va fecha de jui­cio para el miér­co­les 26 de mayo de 2021, esta vez con jura­dos populares.

“Des­de la fis­ca­lía de cáma­ra se tra­ba­jó lo que no se tra­ba­jó en la ins­truc­ción, que no posi­bi­li­tó la deten­ción”, dice la abo­ga­da y seña­la: “Si ves el expe­dien­te te das cuen­ta que no te podés ir a dor­mir sin mover­lo, no sé cómo pudo estar tres años para­do, es terri­ble lo que vivió Sathya”.

Las muje­res seña­lan que pre­ten­den inves­ti­gar a la fis­cal Davos “por­que no hizo nada ¿Cómo pue­de ser que el fis­cal Hidal­go encuen­tre moti­vos para impu­tar y ella no? Si no son aptos para tra­ba­jar en estos temas, enton­ces dejen a otros”, expli­ca la mamá.

Pese al dolor que supo­ne revi­vir la his­to­ria, Nancy tie­ne espe­ran­zas: “Yo no creo en la jus­ti­cia, por­que en Argen­ti­na no exis­te para noso­tros, pero espe­ro que esto me demues­tre que sí exis­te, que se haga jus­ti­cia por mi hija, que no que­de en vano su muer­te y que no le pase a otras chi­cas”, con­clu­ye.

Fuen­te: La Tinta

Itu­rria /​Fuen­te

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