Pen­sa­mien­to crí­ti­co. Dere­chos huma­nos: de la tenen­cia al ejercicio

Por Alfre­do Gran­de, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 de abril de 2021.

(APe).- En 1998, se cum­plie­ron 50 años de la decla­ra­ción de los dere­chos huma­nos. Para una publi­ca­ción de ese tiem­po, escri­bí un artícu­lo con este mis­mo títu­lo. Eran los momen­tos de la idea­li­za­ción del juez Bal­ta­sar Gar­zón. Había rea­li­za­do una inves­ti­ga­ción con­tra los Gru­pos Arma­dos de Libe­ra­ción (GAL) que ope­ra­ron prin­ci­pal­men­te duran­te los pri­me­ros años del gobierno de Feli­pe Gon­zá­lez. Años más tar­de el juez per­si­guió acti­va­men­te a la cúpu­la de Herir Bata­su­na, el bra­zo polí­ti­co de ETA. Las bodas de oro de la Decla­ra­ción no sig­ni­fi­can que esos 50 años fue­ron de cum­pli­mien­to abso­lu­to de los dere­chos enun­cia­dos. Al igual que un matri­mo­nio al cual hijos y nie­tos le obli­gan a cele­brar, con­me­mo­rar, fes­te­jar o lamen­tar sin que se note los 50 años de sacra­men­to, los fes­te­jos son aptos para todo tipo de encu­bri­mien­to y la con­sa­gra­ción de lo que deno­mino “alu­ci­na­to­rio polí­ti­co social”.

El énfa­sis en la Decla­ra­ción deja en evi­den­cia y en fla­gran­cia que la pre­ten­sión es, en el mejor de los casos, una ase­ve­ra­ción o expo­si­ción que se hace públi­ca­men­te. Para decir­lo sin pre­ten­der ofen­der, pero qui­zá sin lograr­lo, diría que sólo es para la tri­bu­na. Podría decir para la gila­da, pero no lo digo. Uno decla­ra su amor, pero no nece­sa­ria­men­te lo garan­ti­za. Dime cuan­to decla­ras, y te diré que care­ces. El énfa­sis en la posi­ti­vi­dad, es un indi­ca­dor de caren­cia y no de abun­dan­cia. En el Himno Nacio­nal Argen­tino, se can­ta tres veces: “¡liber­tad, liber­tad, liber­tad!”. Sin embar­go, y es el cen­tro de la cues­tión, la liber­tad exi­ge la lucha con­tra todas las for­mas de la escla­vi­tud. La dife­ren­cia fun­dan­te entre las dere­chas y las izquier­das es cómo se lle­ga a una posi­ti­vi­dad. Para las dere­chas es una enfá­ti­ca e infla­ma­da afir­ma­ción. Para las dere­chas, es la nega­ti­vi­za­ción de todo lo que se opo­ne a esa posi­ti­vi­dad. Un ejem­plo que espe­ro ayu­de: hay una opción por los pobres, pero no hay una opción con­tra los ricos.

Con Alber­to Mor­la­chet­ti qui­si­mos orga­ni­zar el FRENACRI (Fren­te Nacio­nal con­tra la Rique­za). No pudo ser. Ni siquie­ra el impues­to a la rique­za, que ape­nas lle­gó a ser un apor­te soli­ta­rio (sic) por úni­ca vez. Des­de ahí pien­so que no hay lucha por los dere­chos huma­nos sin luchar con­tra los vio­la­do­res seria­les de esos dere­chos. O sea: los esta­dos. Des­de la por­no­gra­fía del Terro­ris­mo de Esta­do has­ta el ero­tis­mo berre­ta de los Esta­dos Terro­ris­tas. Ero­tis­mo berre­ta cuya iden­ti­dad auto per­ci­bi­da es “demo­cra­cia repre­sen­ta­ti­va”. Vio­la­ción que es ade­más polí­ti­ca. Por­que al igual que los amo­res de estu­dian­te, hoy un jura­men­to y maña­na una trai­ción. Sal­van­do las dis­tan­cias, que son pocas: ¿Por qué nun­ca la Patria le deman­da nada a tan­to fun­cio­na­rio per­ju­ro? La mer­can­ti­li­za­ción de la vida inclu­ye la de los dere­chos huma­nos por­que coti­zan en la bol­sa de las mayo­res esta­fas de la humanidad.

¿Para mues­tra no bas­ta un botón? “Capi­ta­lis­mo serio más dere­chos huma­nos”. En la bol­sa elec­to­ral, lava­ron la cara al capi­ta­lis­mo con el deter­gen­te de los dere­chos huma­nos. Obvio que es una para­do­ja irre­so­lu­ble. Un vio­la­dor serial de los dere­chos huma­nos es el capi­ta­lis­mo, cuan­do más humano y serio su ros­tro, peor. Pero en año elec­to­ral, los dere­chos huma­nos y no aumen­tar las tari­fas, garpa.

La esta­fa prin­ci­pal, lo que sería el botón de los boto­nes, es la deli­be­ra­da con­fu­sión entre tenen­cia y ejer­ci­cio. Los dere­chos huma­nos no se tie­nen: se ejer­cen. Y para que sean ejer­ci­dos es nece­sa­ria una mate­ria­li­dad polí­ti­co – social y eco­nó­mi­ca. Sin esa mate­ria­li­dad, los dere­chos huma­nos son ape­nas una decla­ra­ción. Y las decla­ra­cio­nes satu­ra­das de pala­bras se las lle­van los vien­tos de los ajus­tes, las infla­cio­nes, las canas­tas inal­can­za­bles, las ham­bru­nas, las sin­fo­nías de los exterminios.

Nadie nace con dere­chos huma­nos y cien­tos de millo­nes mue­ren sin haber­los cono­ci­dos. Los dere­chos huma­nos no son una ente­le­quia jurí­di­ca ni una alqui­mia guber­na­men­tal. Los dere­chos huma­nos se ejer­cen o no hay dere­chos huma­nos. Y tam­bién son una nega­ti­vi­dad. Es inú­til afir­mar­los con menos o mayor énfa­sis. Hay que rela­ti­vi­zar todo aque­llo que impi­de su ejer­ci­cio. Sin rela­ti­vi­zar los cen­tros impe­ria­les del poder pla­ne­ta­rio, el úni­co dere­cho que podre­mos ejer­cer es el de des­can­sar en paz. Y ni siquie­ra estoy segu­ro que eso se posi­ble. Y tam­po­co que sea deseable.

fuen­te: Agen­cia Pelo­ta de Trapo

Itu­rria /​Fuen­te

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