Méxi­co. Cómo lavan dine­ro las cua­tro gran­des orga­ni­za­cio­nes del narco

Kari­na G. Gar­cía Reyes /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 de abril de 2021

Exis­ten muy pocos estu­dios que arro­jen luz sobre cómo fun­cio­na el com­ple­jo mun­do del lava­do de dinero.

En su más recien­te artícu­lo La Estruc­tu­ra de las Orga­ni­za­cio­nes de Trá­fi­co de Dro­gas y prác­ti­cas de lava­do de dine­ro: una hipó­te­sis de tole­ran­cia al ries­go, la poli­tó­lo­ga Ceci­lia Far­fán ana­li­za las ope­ra­cio­nes finan­cie­ras de las orga­ni­za­cio­nes de trá­fi­co de dro­gas de Sina­loa, los Are­llano Félix, La Fami­lia Michoa­ca­na y Los Zetas, y exa­mi­na cómo estas orga­ni­za­cio­nes mexi­ca­nas lavan su dine­ro de pro­ce­den­cia ilí­ci­ta. Más con­cre­ta­men­te, en qué acti­vi­da­des líci­tas se invo­lu­cran y qué ele­men­tos toman en consideración.

Far­fán es jefa de inves­ti­ga­ción en pro­gra­mas de segu­ri­dad en el Cen­tro de Estu­dios Méxi­co-Esta­dos Uni­dos de la Uni­ver­si­dad de Cali­for­nia San Die­go e inves­ti­ga­do­ra afi­lia­da del Cen­tro de Estu­dios sobre Segu­ri­dad, Inte­li­gen­cia y Gober­nan­za del Ins­ti­tu­to Tec­no­ló­gi­co Autó­no­mo de México.

El tra­ba­jo de la poli­tó­lo­ga nos mues­tra una pers­pec­ti­va del lava­do de dine­ro pocas veces estu­dia­do. Des­ta­ca por­que pone a dis­po­si­ción del públi­co los méto­dos espe­cí­fi­cos de lava­do de dine­ro que has­ta hace poco sólo se cono­cían en las Cor­tes de jus­ti­cia de Esta­dos Uni­dos. En el plano teó­ri­co, tam­bién supo­ne una con­tri­bu­ción impor­tan­te al ofre­cer un enfo­que que per­mi­te una mejor com­pren­sión sobre el com­por­ta­mien­to y la toma de deci­sio­nes de orga­ni­za­cio­nes de trá­fi­co de dro­gas (OTD).

La auto­ra pro­po­ne dos varia­bles deter­mi­nan­tes para enten­der la toma deci­sio­nes de las OTD:

  1. El tipo de estruc­tu­ra de cada orga­ni­za­ción. Esta varia­ble se rela­cio­na con la can­ti­dad de miem­bros que tie­ne la orga­ni­za­ción y si esos recur­sos huma­nos fun­cio­nan den­tro una estruc­tu­ra jerár­qui­ca o de redes.
  2. La tole­ran­cia al ries­go de la orga­ni­za­ción cri­mi­nal, enten­dien­do por ries­go la mayor varia­bi­li­dad en los posi­bles resul­ta­dos de una deci­sión finan­cie­ra, inde­pen­dien­te­men­te de si los resul­ta­dos son los desea­dos o no (ver tabla 1).

Esta pers­pec­ti­va sugie­re que los méto­dos de lava­do de dine­ro que esco­gen las OTD no son resul­ta­do de la volun­tad de un indi­vi­duo. Esto tie­ne con­se­cuen­cias para el dise­ño de polí­ti­cas públi­cas enfo­ca­das al lava­do de dine­ro. Como demues­tra Far­fán, cada orga­ni­za­ción cri­mi­nal es dife­ren­te: “No pue­de haber una estra­te­gia con­tra el lava­do de dine­ro glo­bal, sino más bien empe­zar a enten­der cada orga­ni­za­ción en su pro­pia dimen­sión, y una varia­ble cla­ve es saber de ante­mano qué nivel de ries­go van a tole­rar”, escri­be en su paper.

Una empre­sa que invier­te en sus empleados

Far­fán dis­tin­gue dos tipos de for­mas que adop­tan las orga­ni­za­cio­nes cri­mi­na­les: estruc­tu­ras jerár­qui­cas y de redes. A las pri­me­ras las lla­ma así no por­que ten­gan un solo líder que cen­tra­li­za el cono­ci­mien­to y toma todas las deci­sio­nes. Su prin­ci­pal carac­te­rís­ti­ca es que en ellas se hace una fuer­te inver­sión en reca­bar infor­ma­ción sobre los emplea­dos así como en su entrenamiento.

Cada tipo de estruc­tu­ra, ade­más, deter­mi­na cier­tos com­por­ta­mien­tos, entre ellos el nivel de “tole­ran­cia al ries­go” que tie­nen al momen­to de lavar el dine­ro. Es allí don­de Far­fán enfo­ca su estudio.

La auto­ra expli­ca que las orga­ni­za­cio­nes jerár­qui­cas “son muy efi­cien­tes en reca­bar infor­ma­ción de sus emplea­dos (quié­nes son, quién es pun­tual, quién hace bien su tra­ba­jo, a quién hay que per­se­guir). Las jerar­quías redu­cen cos­tos de tran­sac­ción. En las orga­ni­za­cio­nes de redes, en cam­bio, te con­tra­tan por tu exper­ti­se: no te desa­rro­llan, no te ense­ñan y enton­ces eres mucho más remplazable”.

Esta dife­ren­cia en cómo se for­ma el capi­tal humano de la orga­ni­za­ción cri­mi­nal mar­ca una dife­ren­cia en su tole­ran­cia al ries­go: “Si a los emplea­dos los matan o arres­tan, a la estruc­tu­ra de redes no le preo­cu­pa tan­to. Pero las estruc­tu­ras jerár­qui­cas tien­den a ser menos tole­ran­tes al ries­go de per­der gen­te que les cos­tó capa­ci­tar”, sos­tie­ne la investigadora.

Dicho de otro modo, las orga­ni­za­cio­nes que invier­ten can­ti­da­des sig­ni­fi­ca­ti­vas de dine­ro, tiem­po y entre­na­mien­to en los dife­ren­tes nive­les de su estruc­tu­ra admi­nis­tra­ti­va, ten­de­rán a ser más cau­te­lo­sas al lavar sus ganan­cias, ya que en caso de que sus emplea­dos sean arres­ta­dos o ase­si­na­dos, su baja cau­sa­ría un alto cos­to para la organización.

Según el artícu­lo de Far­fán, la orga­ni­za­ción de Sina­loa y la de los her­ma­nos Are­llano Félix ope­ran de esta mane­ra, pues son jerár­qui­cas. En con­tras­te, la Fami­lia Michoa­ca­na y Los Zetas, orga­ni­za­cio­nes con estruc­tu­ra de red, uti­li­za­ron méto­dos de lava­do de dine­ro mucho más arriesgados.

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Fami­lia Michoa­ca­na y la música

En el 2010, la enton­ces Pro­cu­ra­du­ría Gene­ral de la Repú­bli­ca en Méxi­co (PGR) acu­só a miem­bros de la orga­ni­za­ción de la Fami­lia Michoa­ca­na de lavar sus ganan­cias ilí­ci­tas a tra­vés de con­cier­tos musi­ca­les en ferias loca­les tan­to en Méxi­co como en Esta­dos Uni­dos. Según Far­fán, se tra­ta de un méto­do tole­ran­te al riesgo.

Los regis­tros públi­cos (basa­dos en los expe­dien­tes de la PGR/​SIEDO/​UEIDCS/​018/​2010) que ana­li­zó la auto­ra denun­cian que esta orga­ni­za­ción con­tra­ta­ba gru­pos musi­ca­les para tocar en los Esta­dos Uni­dos. Lo que levan­tó sos­pe­chas de las auto­ri­da­des nor­te­ame­ri­ca­nas es que, a pesar de que estos con­cier­tos tenían un cos­to pro­me­dio de 50 mil dóla­res, los gru­pos repre­sen­ta­dos por esta orga­ni­za­ción fir­ma­ban con­tra­tos por medio millón. Una vez que el gru­po regre­sa­ba a Méxi­co, la ban­da lle­va­ba el dine­ro en efec­ti­vo, des­pués de haber paga­do impues­tos en Esta­dos Unidos.

El artícu­lo deta­lla que el acuer­do entre las OTD y los gru­pos musi­ca­les es una estra­te­gia poco esta­ble. Una vez que los gru­pos adquie­ren fama y no nece­si­tan del dine­ro de la orga­ni­za­ción, bus­can inde­pen­di­zar­se del cri­men orga­ni­za­do. Eso, sin embar­go, es prác­ti­ca­men­te impo­si­ble ya que según se ha docu­men­ta­do en las últi­mas déca­das, cuan­do los músi­cos inten­tan cor­tar lazos con la orga­ni­za­ción son eje­cu­ta­dos. Ese fue el caso del voca­lis­ta del gru­po K‑Paz de la Sie­rra, Ser­gio Gómez, encon­tra­do muer­to en 2007.

De acuer­do a las inves­ti­ga­cio­nes judi­cia­les revi­sa­das por Far­fán, uno de los admi­nis­tra­do­res prin­ci­pa­les de la Fami­lia Michoa­ca­na, Naza­rio Moreno, alias “el Cha­yo” o “el más loco”, ha sido seña­la­do de haber orde­na­do el ase­si­na­to de Gómez. El cuer­po del can­tan­te mos­tró seña­les de tor­tu­ra y que­ma­du­ras seve­ras en el área genital.

En 2012, seña­la el artícu­lo, en Los Ánge­les (Cali­for­nia), una mujer liga­da a la orga­ni­za­ción de la Fami­lia Michoa­ca­na fue arres­ta­da y extra­di­ta­da a Méxi­co. Ella super­vi­sa­ba la entre­ga de dro­gas ilí­ci­tas que lle­ga­ban al puer­to de Long Beach, escon­di­das en cajas de agua­ca­te y latas de gua­ca­mo­le. Una vez que las dro­gas eran ven­di­das, ella blan­quea­ba el dine­ro a tra­vés de gru­pos musi­ca­les, entre ellos Los zafi­ros, Los her­ma­nos Sal­ga­do, Los her­ma­nos Gil, La dinas­tía Tuzantla y Tri­ni y su leyen­da.

Los Zetas: carre­ras de caballos

Las apues­tas son un recur­so muy usa­do para lavar dine­ro. Esta estra­te­gia fun­cio­na por­que las ganan­cias que se obtie­nen por esa vía son líci­tas y tam­bién por­que es posi­ble arre­glar las apues­tas. La orga­ni­za­ción de Los Zetas, des­cri­be la inves­ti­ga­do­ra, recu­rrió a las carre­ras de caba­llos para lim­piar sus recur­sos ilí­ci­tos. Lo hizo de una for­ma que mues­tra fal­ta de cui­da­do y una gran dis­po­si­ción a tole­rar altos nive­les de ries­go. Los datos reca­ba­dos por Far­fán mues­tran que hacían osten­ta­ción del dine­ro que lava­ban, inclu­so des­pués de varios encuen­tros con las autoridades.

En 2009 el líder de Los Zetas, Miguel Tre­vi­ño, alias “El Z‑40”, creó la cor­po­ra­ción Tre­mor Enter­pri­ses en Lexign­ton, Oklaho­ma. Dos años des­pués se esta­ble­ció una com­pa­ñía de res­pon­sa­bi­li­dad limi­ta­da, Zule Farms. Estas empre­sas tenían por obje­to com­prar, entre­nar, criar, ven­der, y hacer carre­ras con caba­llos de cuar­to de milla (quar­ter hor­ses).

Los nom­bres Tre­mor Enter­pri­ses y Zule Farms son rele­van­tes, ya que el nom­bre Tre­mor vie­ne de la com­bi­na­ción de los ape­lli­dos Tre­vi­ño Mora­les, de los her­ma­nos Tre­vi­ño Mora­les y en par­ti­cu­lar de su líder, Miguel. Zule Farms se deri­va del pri­mer nom­bre de la espo­sa de José Tre­vi­ño, her­mano de Miguel.

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La deci­sión de José Tre­vi­ño de entrar en el nego­cio de las carre­ras de caba­llos pare­cía ser una bue­na opción para esta­ble­cer un nego­cio legí­ti­mo don­de lavar dine­ro en Esta­dos Uni­dos. José obtu­vo la ciu­da­da­nía esta­dou­ni­den­se, adqui­ri­da a tra­vés de su matri­mo­nio con una ciu­da­da­na de ese país, y no tenía ante­ce­den­tes cri­mi­na­les. No obs­tan­te, la rela­ción de José con Miguel era bien sabi­da por las auto­ri­da­des en Esta­dos Uni­dos, quie­nes refor­za­ban las ins­pec­cio­nes de segu­ri­dad cada vez que José cru­za­ba la frontera.

El artícu­lo des­ta­ca que los her­ma­nos Tre­vi­ño Mora­les usa­ron nom­bres reales en las empre­sas que iban a lavar dine­ro, a pesar de que sabían que las auto­ri­da­des esta­dou­ni­den­ses los tenían vigi­la­dos. Esas empre­sas acu­mu­la­ron gran­des can­ti­da­des en poco tiem­po y levan­ta­ron sos­pe­chas. Por ejem­plo, des­pués de la pri­me­ra carre­ra en la que Tre­mor Enter­pri­ses ganó, José depo­si­tó las ganan­cias de 435 mil dóla­res en un ban­co estadounidense.

Ade­más, Miguel Tre­vi­ño empe­zó a gas­tar mucho, com­pran­do caba­llos por estri­den­tes can­ti­da­des en subas­tas en ple­na épo­ca de rece­sión eco­nó­mi­ca en Esta­dos Uni­dos. Y José con­ce­dió varias entre­vis­tas don­de habla­ba de sus éxi­tos en las carre­ras. A dife­ren­cia de los miem­bros de la orga­ni­za­ción de Sina­loa, cuyas foto­gra­fías son esca­sas, la fami­lia Tre­vi­ño Mora­les volun­ta­ria­men­te apa­re­ció en revis­tas de caba­llos. Pare­cía que, más que escon­der­se, lo que bus­ca­ban era pre­su­mir de su éxito.

Inde­pen­dien­te­men­te de las dife­ren­cias de per­so­na­li­dad de los indi­vi­duos de cada orga­ni­za­ción, lo que Far­fán seña­la, com­pro­ban­do así su hipó­te­sis, es que, en el caso de Los Zetas, la deci­sión de esco­ger méto­dos de lava­do de dine­ro tole­ran­tes al ries­go se basó poten­cial­men­te en el hecho de que esta orga­ni­za­ción tenía una nómi­na de per­so­nal rota­ti­va. Es decir, tenían una baja inver­sión en recur­sos huma­nos, y por lo tan­to la pér­di­da de uno o varios ele­men­tos no sig­ni­fi­ca­ría una pér­di­da con­si­de­ra­ble para la organización.

Los Are­llano Félix: casas de cambio

A dife­ren­cia de la Fami­lia Michoa­ca­na y los Zetas, la orga­ni­za­ción de los her­ma­nos Are­llano Félix, cuya estruc­tu­ra es iden­ti­fi­ca­da por Far­fán como jerár­qui­ca, esco­gía méto­dos de lava­do de dine­ro poco tole­ran­tes al riesgo.

En el verano del 2013, Eduar­do Are­llano Félix, alias “El Doc­tor”, fue sen­ten­cia­do a 15 años de pri­sión por car­gos de lava­do en una cor­te fede­ral de San Die­go. Eduar­do fue acu­sa­do des­de 1998, jun­to con sus her­ma­nos Alber­to, Ben­ja­mín, Fran­cis­co Javier, y otros socios, por car­gos de trá­fi­co de dro­gas. En 2002 enfren­tó car­gos por esta­fa, cons­pi­ra­ción para dis­tri­buir e impor­tar marihua­na y cocaí­na y por lava­do de dinero.

La inves­ti­ga­do­ra resal­ta que en la acu­sa­ción los fis­ca­les espe­ci­fi­ca­ron los roles que Eduar­do des­em­pa­ña­ba en la orga­ni­za­ción cri­mi­nal. Sin embar­go, su rol en el lava­do de dine­ro era, y sigue sien­do, poco cla­ra. Y esta incon­gruen­cia lle­vó a la auto­ra a inves­ti­gar más a fon­do: si no era Eduar­do, ¿quién blan­quea­ba los ingre­sos ilí­ci­tos de los Are­llano Félix?

Inves­ti­ga­cio­nes pos­te­rio­res iden­ti­fi­ca­ron a Ivon­ne Soto Vega, alias “La Pan­te­ra”, como una de las encar­ga­das de lavar dine­ro para esta orga­ni­za­ción. Lo hacía des­de la ciu­dad de Tijua­na, en el esta­do nor­te­ño de Baja Cali­for­nia. Ya en julio del 2001, la PGR en Méxi­co la había iden­ti­fi­ca­do en ese rol. Sin embar­go, en el 2005, una cor­te de cir­cui­to en Méxi­co deter­mi­nó que no había sufi­cien­te evi­den­cia en su con­tra, así que Ivon­ne Soto fue pues­ta en liber­tad.

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Ese mis­mo año, en Esta­dos Uni­dos, la Ofi­ci­na de Con­trol de Acti­vos Extran­je­ros (OFAC) seña­ló a Ivon­ne Soto y José Manuel Rue­las Mar­tí­nez como los res­pon­sa­bles en el lava­do de dine­ro para la orga­ni­za­ción de los her­ma­nos Are­llano Félix. Ellos admi­nis­tra­ban un gru­po de corre­do­res de bol­sa que ope­ra­ba una casa de empe­ño, un res­tau­ran­te y nue­ve casas de cam­bio de mone­da, ocho de las cua­les esta­ban en Tijua­na y una en Gua­da­la­ja­ra, en el esta­do de Jalisco.

En el 2005, de acuer­do con la Red para el Cum­pli­mien­to de Deli­tos Finan­cie­ros (Fin­CEN por sus siglas en inglés), los dóla­res de las ven­tas ilí­ci­tas de dro­ga de los Are­llano Félix en Esta­dos Uni­dos se trans­fe­rían en gran­des can­ti­da­des a Méxi­co. Estos dóla­res des­pués regre­sa­ban a Esta­dos Uni­dos a tra­vés de las casas de cam­bio de mone­da en Méxi­co, ocul­tan­do así su ori­gen ile­gal, y se depo­si­ta­ban en ban­cos esta­dou­ni­den­ses a nom­bre de las casas de cam­bio. Como una medi­da extra de pre­cau­ción, el dine­ro de estas cuen­tas era trans­fe­ri­do vía giros ban­ca­rios alre­de­dor del mundo.

Far­fán des­ta­ca el hecho de que no se haya inclui­do a Ivon­ne Soto Vega en el jui­cio de los Are­llano Félix. Esto es lla­ma­ti­vo no sólo por­que en 2001 el Gobierno mexi­cano ya la había iden­ti­fi­ca­do, sino tam­bién por­que en 2005 el Depar­ta­men­to del Teso­ro de Esta­dos Uni­dos decla­ró que Ivon­ne lavó más de 120 millo­nes de dóla­res en un perío­do de tres años. Esto corro­bo­ra la hipó­te­sis de Far­fán de que los méto­dos que eli­gie­ron en ese enton­ces eran adver­sos al ries­go, ya que quie­nes lava­ron el dine­ro no fue­ron arres­ta­dos y se con­ser­va­ron las casas de bol­sa y otras pro­pie­da­des de la organización.

Far­fán argu­men­ta que lavar dine­ro a tra­vés de casas de cam­bio podría ser con­si­de­ra­do como una estra­te­gia adver­sa al ries­go, ya que, en el tiem­po que Ivon­ne Soto lavó dine­ro, exis­tían impor­tan­tes vacíos en las regu­la­cio­nes en Méxi­co. En ausen­cia de ins­ti­tu­cio­nes y regu­la­cio­nes, como era la situa­ción a prin­ci­pios de 2000, uti­li­zar casas de cam­bio de mone­da se pue­de con­si­de­rar como un méto­do adver­so al riesgo.

Sina­loa: comer­cio de oro

En febre­ro del 2015, 31 indi­vi­duos fue­ron arres­ta­dos en Esta­dos Uni­dos por car­gos de lava­do de dine­ro por la can­ti­dad de 98,7 millo­nes de dóla­res para la orga­ni­za­ción de Sinaloa.

La denun­cia indi­ca que estas per­so­nas jun­ta­ron 101 millo­nes de dóla­res en ingre­sos de la ven­ta de dro­gas. De ellos, 98,7 millo­nes fue­ron usa­dos para com­prar oro, 1,4 millo­nes fue­ron con­fis­ca­dos por las auto­ri­da­des y apro­xi­ma­da­men­te medio millón fue trans­fe­ri­do a una cuen­ta bancaria.

De acuer­do con las auto­ri­da­des esta­dou­ni­den­ses, estas per­so­nas lava­ban dine­ro de la orga­ni­za­ción de Sina­loa com­pran­do pie­zas suel­tas de oro y oro refi­na­do. Des­pués lo reven­dían a joye­rías loca­li­za­das en su mayo­ría en Flo­ri­da. Final­men­te trans­fe­rían el dine­ro a México.

Con el fin de amor­ti­guar los ries­gos, Sina­loa dife­ren­cia­ba fun­cio­nes y roles inclu­yen­do ope­ra­cio­nes de reco­lec­ción de dine­ro, ope­ra­cio­nes de con­tra­ban­do de dine­ro en gran­des can­ti­da­des y ope­ra­cio­nes que incluían com­prar oro.

En una tran­sac­ción están­dar, un corre­dor de la orga­ni­za­ción de Sina­loa le otor­ga­ba un núme­ro de telé­fono a un socio jun­to con una con­tra­se­ña que ten­dría que decir al indi­vi­duo que res­pon­die­ra el telé­fono. La con­tra­se­ña se usa­ba para con­fir­mar que ambas par­tes esta­ban eje­cu­tan­do una tran­sac­ción acor­da­da pre­via­men­te entre el corre­dor y la orga­ni­za­ción de Sina­loa. Si la con­tra­se­ña y el nom­bre no cua­dra­ban, la reco­lec­ción no se rea­li­za­ba y el com­pra­dor con­tac­ta­ba al corre­dor para acor­dar una nue­va fecha o bien can­ce­lar la ope­ra­ción completamente.

Una vez que el men­sa­je­ro entre­ga­ba el dine­ro, la per­so­na que lo reci­bía lo usa­ba para com­prar oro y man­dar­lo a refi­ne­rías pre­via­men­te acor­da­das en Flo­ri­da y oca­sio­nal­men­te en Cali­for­nia. El oro se man­da­ba usan­do sobres pre­pa­ga­dos con núme­ros de ras­treo que se le daban al corre­dor vía email. Una vez que el oro había sido man­da­do, el corre­dor y el remi­ten­te con­fir­ma­ban el pre­cio para esti­mar el pago por los ser­vi­cios pres­ta­dos, usual­men­te entre 1 y 2 por cien­to del total del dine­ro lavado.

El pre­cio al con­ta­do era gene­ral­men­te veri­fi­ca­do por un miem­bro de la orga­ni­za­ción de Sina­loa, que se lo con­fir­ma­ba al corre­dor. En algu­nas oca­sio­nes, cuan­do el miem­bro de la orga­ni­za­ción no esta­ba de acuer­do con el pre­cio que esta­ble­cía el corre­dor, era el corre­dor y su equi­po quie­nes absor­bían los costos.

Debi­do a la natu­ra­le­za ile­gal del nego­cio, la entre­ga del dine­ro entre el men­sa­je­ro y el com­pra­dor de oro se rea­li­za­ban en luga­res públi­cos, gene­ral­men­te esta­cio­na­mien­tos duran­te el día, per­mi­tien­do a ambas par­tes inter­cam­biar el dine­ro sin levan­tar sos­pe­chas. El dine­ro nun­ca se con­ta­ba en públi­co y era trans­por­ta­do en bol­sas de plás­ti­co de super­mer­ca­dos comu­nes para no lla­mar la atención.

La auto­ra con­clu­ye que este méto­do de lava­do de dine­ro es adver­so al ries­go para la orga­ni­za­ción, ya que quie­nes corren el mayor ries­go son los indi­vi­duos invo­lu­cra­dos en la ope­ra­ción. Sin embar­go, para Sina­loa el ries­go es menor, ya que de ser cap­tu­ra­dos los corre­do­res o men­sa­je­ros, las can­ti­da­des de dine­ro per­di­das serían menores.

Impli­ca­cio­nes de la investigación

La inves­ti­ga­ción de Ceci­lia Far­fán pre­sen­ta evi­den­cia de cómo cua­tro orga­ni­za­cio­nes de trá­fi­co de dro­gas esco­gie­ron dife­ren­tes méto­dos de lava­do, depen­dien­do de su nivel de inver­sión en capi­tal humano, lo que tie­ne un impac­to en su tole­ran­cia al ries­go. Esto demues­tra que la elec­ción de los méto­dos de lava­do de dine­ro son el resul­ta­do de una estra­te­gia par­ti­cu­lar y no de la casualidad.

Esta inves­ti­ga­ción per­mi­te enten­der mejor cómo las orga­ni­za­cio­nes de trá­fi­co de dro­gas toman deci­sio­nes sobre lava­do de dine­ro. Esto a su vez con­tri­bu­ye a que quie­nes toman deci­sio­nes y dise­ñan polí­ti­cas públi­cas pue­dan anti­ci­par con mayor pre­ci­sión el com­por­ta­mien­to de las orga­ni­za­cio­nes de trá­fi­co de dro­gas depen­dien­do de su estruc­tu­ra y de su tole­ran­cia o no al riesgo.

Lo que que­da cla­ro es que, a dife­ren­cia de los deli­tos aso­cia­dos con el nar­co­trá­fi­co, como bien lo seña­la la auto­ra, exis­ten muy pocos estu­dios que arro­jen luz sobre cómo fun­cio­na el com­ple­jo mun­do del lava­do de dinero.

Kari­na G. Gar­cia Reyes es pro­fe­so­ra de la Escue­la de Socio­lo­gía, Polí­ti­ca y Rela­cio­nes Inter­na­cio­na­les y del depar­ta­men­to de Estu­dios Lati­no­ame­ri­ca­nos, Uni­ver­sity of Bristol


La ver­sión ori­gi­nal de este artícu­lo fue publi­ca­da por el Cen­tro de Inves­ti­ga­ción Perio­dís­ti­ca (CIPER) de Chile.

FUENTE: La Rebelion

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