Pen­sa­mien­to crí­ti­co. Esta­dos Uni­dos y su apo­yo a los gol­pes de Esta­do y a los dictadores

Por Renán Vega Can­tor. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 12 de mar­zo de 2021.

“Tru­ji­llo es un hijo de puta, pero es nues­tro hijo de puta”. Estas fue­ron las pala­bras de Cor­dell Hull, Secre­ta­rio de los Esta­dos Uni­dos, hablan­do del dic­ta­dor de Repú­bli­ca Dominicana.

El títu­lo de este artícu­lo pue­de pare­cer de entra­da como inju­rio­so y fue­ra de tono, pero adquie­re sen­ti­do por­que para­fra­sea lo dicho por altos fun­cio­na­rios de los Esta­dos Uni­dos en varias oca­sio­nes cuan­do se refe­rían en con­ci­liá­bu­los pri­va­dos a algu­nos dic­ta­do­res de Amé­ri­ca Lati­na que ellos patro­ci­na­ban. Quien ori­gi­nal­men­te pro­nun­ció la pala­bra “hijo de puta” para refe­rir­se a uno de los dic­ta­do­res apo­ya­dos por Washing­ton fue Cor­dell Hull, en 1938.

Des­pués la repi­tió el mis­mí­si­mo pre­si­den­te de los Esta­dos Uni­dos Fran­klin Delano Roo­se­velt para refe­rir­se al dic­ta­dor de Nica­ra­gua Anas­ta­sio Somo­za a quien tam­bién con­si­de­ro como “nues­tro hijo de puta”. Esta últi­ma refe­ren­cia es la que más se sue­le citar, por­que apa­re­ció en un núme­ro de la Revis­ta Time de 1948. La pala­bra soez se usa­ba para seña­lar la ver­da­de­ra cata­du­ra cri­mi­nal de los dic­ta­do­res apo­ya­dos por Washing­ton, algo que al final poco intere­sa­ba en la medi­da en que ellos fue­ran sumi­sos e incon­di­cio­na­les a los Esta­dos Uni­dos. Que esos dic­ta­do­res mata­ran, tor­tu­ran, des­apa­re­cie­ron a miles de per­so­nas en sus res­pec­ti­vos paí­ses, poco le intere­sa­ba a Esta­dos Uni­dos, siem­pre y cuan­do no fue­ran a tocar los intere­ses del capi­tal esta­dou­ni­den­se. Tra­du­ci­da la afir­ma­ción sobre los dic­ta­do­res que­ría decir: sí, son ase­si­nos y cri­mi­na­les, pero nos sir­ven y los nece­si­ta­mos, y por eso si hay que matar y tor­tu­rar para man­te­ner incó­lu­mes nues­tros intere­ses, poco impor­tan esos méto­dos tan poco refi­na­dos. Y para camu­flar­los un poco, y que no sal­pi­ca­ran san­gre has­ta el terri­to­rio de los Esta­dos Uni­dos, a esos dic­ta­do­res se les cali­fi­ca­ba por par­te de polí­ti­cos y medios de des­in­for­ma­ción en Esta­dos Uni­dos, como cam­peo­nes de la liber­tad y ami­gos del mun­do libre.

El tér­mino ofen­si­vo, sobre todo con las pobres madres de los dic­ta­do­res Rafael Tru­ji­llo y Anas­ta­sio Somo­za, ha vuel­to a cobrar actua­li­dad en estos días, pero en un sen­ti­do dife­ren­te, en tér­mi­nos geo­grá­fi­cos y polí­ti­cos, a raíz de la abso­lu­ción que se le hizo a Donald Trump en el segun­do jui­cio polí­ti­co, relám­pa­go por lo demás, que se le hizo en el Sena­do de los Esta­dos Uni­dos, para juz­gar­lo por la toma del Capi­to­lio el 6 de enero de este año.

Algu­nos libe­ra­les, admi­ra­do­res de Esta­dos Uni­dos y que son igno­ran­tes, inge­nuos o cán­di­dos, que tan­to han aplau­di­do la ida de Donald Trump de la Casa Blan­ca y elo­gian a su nue­vo inqui­lino, Joe Biden (el “bona­chón” que bom­bar­dea), se hacen cru­ces de incre­du­li­dad al ente­rar­se del resul­ta­do de ese jui­cio relám­pa­go y com­pro­bar que Trump ha sali­do indem­ne, a pesar de que haya sido pro­mo­tor de un inten­to de gol­pe de Esta­do, para per­pe­tuar­se en el poder, y que dejó un sal­do fatal de cin­co muertos.

Las pre­gun­tas más bien son otras: ¿De qué se sor­pren­den? ¿Aca­so creían que a Trump lo iban a acu­sar de ser gol­pis­ta, lo iban a sen­ten­ciar a cade­na per­pe­tua o a la pena capi­tal y de for­ma inme­dia­ta lo iban a encar­ce­lar? Si Esta­dos Uni­dos nun­ca ha hecho eso con los dic­ta­do­res que ha fabri­ca­do mien­tras le son úti­les, mucho menos lo iba a hacer con uno de los suyos. Si el Con­gre­so de los Esta­dos Uni­dos hubie­ra con­de­na­do a un gol­pis­ta, hubie­ra roto con la tra­di­ción que for­ma par­te de los prin­ci­pios cen­tra­les de la polí­ti­ca exte­rior de los Esta­dos Uni­dos: apo­yar a cuan­to hijo de puta le sir­va al Ame­ri­can way of life, un axio­ma, tan­to “teó­ri­co” como sobre todo prác­ti­co, que ha carac­te­ri­za­do la actua­ción de los Esta­dos Uni­dos des­de fina­les del siglo XIX en el mun­do y par­ti­cu­lar­men­te en Amé­ri­ca Latina.

Recor­de­mos que en lis­ta­do inter­mi­na­ble de gol­pes de Esta­do y de dic­ta­do­res que Esta­dos Uni­dos ha patro­ci­na­do se encuen­tran cri­mi­na­les de la talla de los ya nom­bra­dos Rafael Leó­ni­das Tru­ji­llo y Anas­ta­sio Somo­za, a los cua­les hay que agre­gar Augus­to Pino­chet (Chi­le), Jor­ge Rafael Vide­la (Argen­ti­na), Efraín Ríos Montt (Gua­te­ma­la), Maxi­mi­liano Her­nán­dez Mar­tí­nez (Sal­va­dor), Tibur­cio Carias (Hon­du­ras), Fra­nçois Duva­lier (Hai­tí), Alfre­do Stroess­ner (Paraguay),Ferdinand Mar­cos (Fili­pi­nas), Hahi Moa­maed Suhar­to (Indo­ne­sia), Mobu­to Sese Seko (Zai­re) y una inter­mi­na­ble cade­na de otros hijos de mala madre del impe­rio, a lo lar­go y ancho del mun­do, cuya lis­ta es tan lar­ga que se requie­ren muchas pági­nas para mencionarlos.

La nove­dad “poli­to­lo­gi­ca” del caso de Donald Trump no es que Esta­dos Uni­dos ten­ga hijos malna­ci­dos en casa, por­que la casi tota­li­dad de los pre­si­den­tes y altos fun­cio­na­rios de ese país lo son, sin duda algu­na, sino que aho­ra uno de ellos se haya atre­vi­do a aten­tar con­tra ellos mis­mos. Es decir, el gran cri­men de Trump no radi­ca en los múl­ti­ples crí­me­nes que reali­zó fue­ra de los Esta­dos Uni­dos, algo que es per­fec­ta­men­te nor­mal en cual­quier pre­si­den­te de ese país, sino en que se haya rea­li­za­do en casa lo que se hace y aplau­de en el exte­rior. Al res­pec­to, resul­ta dicien­te y cíni­co que Nancy Pelo­si, del Par­ti­do Demó­cra­ta y pre­si­den­ta de la Cáma­ra de Repre­sen­tan­tes, una de las más beli­ge­ran­tes con­tra Donald Trump por su inten­to del gol­pe en el Capi­to­lio, sea la mis­ma que aplau­dió a rabiar y reci­bió per­so­nal­men­te al gol­pis­ta vene­zo­lano Juan Guai­dó, otro hijo de puta Made in USA. (Ver fotos).

El jui­cio inú­til a un HP domés­ti­co (Nancy Pelo­si fir­ma docu­men­tos de jui­cio con­tra Donald Trump) y en la otra foto se apo­ya a uno de nues­tros HP en Amé­ri­ca Lati­na (Nancy Pelo­si reci­be al gol­pis­ta vene­zo­lano Juan Guaidó)

Aun­que no se le per­do­ne a Donald Trump por lo que hizo el 6 de enero, esto tam­po­co podía lle­var al Par­la­men­to de Esta­dos Uni­dos ‒una ins­ti­tu­ción cri­mi­nal, unta­da de san­gre del res­to del mun­do, has­ta los tuétanos‒ al peli­gro­so extre­mo de con­de­nar­lo. Eso sería sen­tar un pre­ce­den­te funes­to y de algu­na for­ma cerrar las puer­tas a que futu­ros gol­pes de Esta­do, en los que se encuen­tre la mano ase­si­na de Washing­ton, salie­ran des­le­gi­ti­ma­dos de ante­mano y alguien se atre­vie­ra a juz­gar a los gol­pis­tas. No, no se pue­de abrir la Caja de Pan­do­ra, con una con­de­na judi­cial a un gol­pis­ta, que ha sido pre­si­den­te de Esta­dos Uni­dos. No, aho­ra hay que pro­ce­der en el ámbi­to domés­ti­co de la polí­ti­ca de Esta­dos Uni­dos, como se ha hecho con los gol­pis­tas y dic­ta­do­res que manu­fac­tu­ra Esta­dos Uni­dos en el exte­rior (y Juan Guai­dó es uno de los últi­mos), decir en voz baja­que es un malna­ci­do, pero afir­mar en publi­co que es un demó­cra­ta, un genuino lucha­dor por la liber­tad, un com­ba­tien­te por la jus­ti­cia y mil men­ti­ras por el estilo.

Por eso, más bien hay que decir en ade­lan­te que Donald Trump, como lo deben mur­mu­rar polí­ti­cos, perio­dis­tas y aca­dé­mi­cos del esta­ble­ci­mien­to en los Esta­dos Uni­dos, es “un hijo de puta, pero al fin y al cabo es nues­tro hijo de puta” y lo hemos teni­do en casa, en ple­na Casa Blanca.

Foto prin­ci­pal: Fran­klin D. Roo­se­velt, pre­si­den­te de EE.UU. (en la dere­cha), y Anas­ta­sio Somo­za Gar­cía, pre­si­den­te de Nica­ra­gua, en Washing­ton, DC, 1939

Fuen­te: Rebelión

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