Ban­gla­désh. Rohing­yas, un olvi­do insignificante

Por Gua­di Cal­vo*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 25 de mar­zo de 2021-.

Cer­ca de las tres y media de la tar­de del pasa­do lunes 22 de mar­zo, sin cau­sas cono­ci­das, esta­lló un incen­dio en el cam­pa­men­to de refu­gia­dos rohing­yas de Kutu­pa­long-Balukha­li, pró­xi­mo a la ciu­dad cos­te­ra de Cox’s Bazar, al sudes­te de Ban­gla­desh, en cer­ca­nías de la fron­te­ra con Bir­ma­nia, des­de don­de pro­ce­den los refu­gia­dos, huyen­do de la lim­pie­za étni­ca que, des­de hace más de una déca­da, prac­ti­ca el gobierno bir­mano jun­to al Tat­ma­daw (Ejer­ci­to) con­tra el millón tre­cien­tos mil miem­bros de la etnia musul­ma­na. Repre­sión que a par­tir des­de 2017, se ha incre­men­ta­do a nive­les insos­pe­cha­dos, lo que obli­gó a casi un millón de ellos a aban­do­nar­lo todo y esca­par al país vecino, que los han arrum­ba­do, jun­to a la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, en una trein­te­na de los peque­ños cam­pa­men­tos en torno a Cox’s Bazar, lo que ha se ha con­ver­ti­do, con el millón dos­cien­tos mil, en el asen­ta­mien­to de refu­gia­dos más gran­de del mundo.

Los que, dado el haci­na­mien­to y las con­di­cio­nes de máxi­ma pre­ca­rie­dad, sin infra­es­truc­tu­ra sani­ta­ria sufi­cien­te, prác­ti­ca­men­te sin baños, debien­do reco­rrer gran­des dis­tan­cias para con­se­guir leña y agua, es lla­ma­ti­vo que el Covid, no se haya exten­di­do mucho más, de los que las auto­ri­da­des han reconocido.

Las irre­gu­la­ri­da­des del terreno, de unas 3500 hec­tá­reas, cer­ca­do por alam­bres de púas y vigi­la­do des­de altas torres, por hom­bres del ejér­ci­to ban­gla­de­sí, con­vier­te todo en algo toda­vía mucho más impro­vi­sa­do, ya que más allá de las peque­ñas coli­nas y los pro­fun­do zan­jo­nes, dada la con­di­ción arci­llo­sa del sue­lo, se gene­ran cons­tan­tes des­pla­za­mien­tos de tie­rra con el con­si­guien­te derrum­be de las vivien­das, casi todas de cañas de bam­bú y lonas, gene­ran­do muer­tos y heri­dos, casi, de mane­ra cons­tan­te. Esa área es hora­da­da por las perió­di­cas tor­men­tas tro­pi­ca­les, a las que se les suman los mon­zo­nes, que aso­lan pun­tual­men­te la región entre junio a septiembre.

El incen­dio del lunes, que afec­tó cer­ca de sesen­ta hec­tá­reas y que “afor­tu­na­da­men­te” se pro­du­jo duran­te el día, evi­tan­do una catás­tro­fe mayor de haber­se pro­du­ci­do en horas de la noche, ha pro­vo­ca­do la muer­te de has­ta aho­ra 15 per­so­nas, cuan­do en su inten­to de esca­par de las lla­mas, se vie­ron ence­rra­dos por las altas alam­bras, que rodean el cam­pa­men­to; otras 560 resul­ta­ron heri­das, mien­tras que 400 se encuen­tran des­apa­re­ci­das. Dado que toda­vía los movi­mien­tos de remo­ción de las más de 5 mil “vivien­das” des­trui­das por las lla­mas. Las expec­ta­ti­vas por encon­trar con vida a los des­apa­re­ci­dos son som­brías. Los exper­tos coin­ci­den que la rápi­da pro­pa­la­ción del fue­go, se ha pro­du­ci­do por el esta­lli­do, prác­ti­ca­men­te en cade­na, de cen­te­na­res de garra­fas de gas, que los refu­gia­dos uti­li­zan para cocinar.

La des­truc­ción ha deja­do sin nin­gu­na pro­tec­ción, como si algu­na vez la hubie­ran teni­do, entre 50 y 100 mil per­so­nas, al tiem­po que más de 20 mil, han esca­pa­do. sin que se conoz­ca hacia dón­de. Por lo que se teme sean blan­co del odio, de los muchos ciu­da­da­nos ban­gla­de­síes, que recha­zan su pre­sen­cia en el país.

El cam­pa­men­to de Kutu­pa­long-Balukha­li, for­ma­do por vein­ti­dós cam­pos más peque­ños, los que siguen reci­bien­do refu­gia­dos de mane­ra dia­ria, no cuen­tan con nin­gún orde­na­mien­to y sus tra­za­dos capri­cho­sos, se limi­ta a las calle­jue­las que se crean en los espa­cios que dejan cho­zas y car­pas, las que obvia­men­te care­cen de agua pota­ble, baños y elec­tri­ci­dad. Un deta­lle reve­la­dor del aban­do­nó de los rohing­yas por la comu­ni­dad inter­na­cio­nal es que el cam­pa­men­to cuen­ta con solo diez camas de Cui­da­dos Inten­si­vos (UCI), para el millón tre­cien­tos mil, de los muy poten­cia­les ocupantes.

Tras el incen­dio que se habría exten­di­do por más de doce horas, cen­te­na­res de fami­lia han que­da­do sepa­ra­das, sin que nada supie­ran unos de otros, entre ellos muchos niños, que, al momen­to del incen­dio, se encon­tra­ban en una de las madras­sas (escue­las corá­ni­cas) del cam­pa­men­to y estu­vie­ron deam­bu­lan­do jor­na­das ente­ras sin encon­trar­se con sus mayo­res. Las auto­ri­da­des han con­fir­ma­do que, a más de cua­tro días de los hechos, 23 niños siguen des­apa­re­ci­dos. Mien­tras que en otros luga­res de Kutu­pa­long-Balukha­li, ya se están rea­li­za­do los Jana­zahs (fune­ra­les), de los cuer­pos identificados.

Una vez más, como ha suce­di­do les ha suce­di­do en Bir­ma­nia, miles de rohing­yas, lo han per­di­do todo, es decir su poca ropa, docu­men­tos, algún enser domés­ti­co y los recuer­dos, que habían podi­do sal­var de los incen­dios pro­vo­ca­dos por el Tat­ma­daw, cuan­do entra­ron a saco a sus aldeas, la mayo­ría de ellas ubi­ca­das en el esta­do de Rakhi­ne, en el oes­te de Bir­ma­nia. El mis­mo ejér­ci­to que hoy tras el gol­pe de esta­do del pri­me­ro de febre­ro, masa­cra al pue­blo bir­mano y tie­ne dete­nía a su ex-socia polí­ti­ca y secuaz en el geno­ci­dio rohing­yas, la Pre­mio Nobel de la Paz 1991, Aung San Suu Kyi.

Este es el segun­do gran incen­dio, que se decla­ra en los cam­pa­men­tos rohing­yas en lo que va del año. El ante­rior se pro­du­jo el pasa­do cator­ce de enero, en el sec­tor de Naya­pa­ra, don­de tam­bién hubo gran­des pér­di­das entre las que hay que ano­tar cua­tro escue­las finan­cia­das por Uni­cef, ade­más de 550 cho­zas, que deja­ron sin techo a 3500 per­so­nas, aun­que no se infor­mó de muer­tes. Don­de tam­bién resul­ta­ron des­trui­dos, dos hos­pi­ta­les, uno per­te­ne­cien­te a la Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal para las Migra­cio­nes (OIM) y el otro finan­cia­do por el gobierno tur­co, un cen­tro de dis­tri­bu­ción de ali­men­tos y un mercado

Para algu­nos acti­vis­tas de ONGs, estos acci­den­tes, de los que se des­co­no­ce el resul­ta­do de las inves­ti­ga­cio­nes por par­te de las auto­ri­da­des, podrían estar vin­cu­la­dos a las pre­sio­nes del gobierno ban­gla­de­sí, para con­se­guir tras­la­dar a los rohing­yas a la isla de Bha­san Char, en la Bahía de Bengala.

La isla de las maravillas.

Has­ta aho­ra, unos tre­ce mil rohing­ya, han sido tras­la­da­do, de mane­ra no dema­sia­do cla­ra, a Bha­san Char (Isla Flo­tan­te), que dado su con­for­ma­ción alu­vio­nal, es pro­pen­sa a inun­da­cio­nes, y se encuen­tra en la ruta de los gran­des ciclo­nes por lo que per­ma­ne­cer inun­da­da de junio a sep­tiem­bre. La isla, que tie­ne una for­ma­ción sedi­men­ta­ria, de unos cua­ren­ta kiló­me­tros cua­dra­dos, se ha for­ma­do hace unos vein­te años. A unos trein­ta kiló­me­tros del con­ti­nen­te, fren­te al estua­rio del río Megh­na, a la que solo se pue­de acce­der por bar­co, des­pués de tres horas de nave­ga­ción. Ya que es impo­si­ble la cons­truc­ción de pis­tas de ate­rri­za­je dadas las con­di­cio­nes del sue­lo. La Isla sufre cons­tan­te inun­da­cio­nes, par­ti­cu­lar­men­te en la tem­po­ra­da de Mon­zo­nes. Sin lími­tes pre­ci­sos, Bha­san Char, al tiem­po que pier­de tie­rras en algu­nos luga­res con el mar, en otros pare­ce recu­pe­rar­la, por los que su for­ma y tama­ño son suma­men­te varia­bles, moti­vos por lo que dis­tin­tas orga­ni­za­cio­nes de Dere­chos Huma­nos, denun­cia­ra el lugar como inhabitable.

Bha­san Char, ade­más de encon­tra­se en la ruta de los gran­des ciclo­nes, sus aguas son inten­sa­men­te sur­ca­das por pira­tas, que secues­tran pes­ca­do­res en bus­ca de res­ca­te y saquean las peque­ñas comu­ni­da­des costeras.

Según las auto­ri­da­des de Dac­ca, con el pro­yec­to Ash­ra­yan-3, imple­men­ta­do por la Arma­da de Ban­gla­desh a uno cos­tó de 350 millo­nes de dóla­res, se inten­ta ali­via­nar el peso de Cox´s Bazar, por lo que se ha cons­trui­do en Bha­san Char, 1400 casas, 120 refu­gios con­tra ciclo­nes, edi­fi­cios admi­nis­tra­ti­vos, ofi­ci­nas para la ONU y orga­ni­za­cio­nes no guber­na­men­ta­les, escue­las, dos hos­pi­ta­les con 20 camas cada uno, cen­tro de soco­rros, alma­ce­nes, esta­cio­nes de bom­be­ros y poli­cía, faro, mez­qui­tas, un heli­puer­to, plan­tas de ener­gía rutas y dre­na­je, ade­más de un terra­plén de 12 kiló­me­tros de lar­go y dos metros de alto para con­te­ner las inun­da­cio­nes, ade­más de ins­ta­la­cio­nes para la agri­cul­tu­ra, cría de peces y aves de corral, gana­do y la pro­duc­ción láctea.

El pasa­do cua­tro de diciem­bre se ini­ció el tras­la­do des­de el puer­to de Chat­to­gram, en dos tan­das de 3500 refu­gia­dos cada una y ha con­ti­nua­do has­ta alcan­zar los actua­les tre­ce mil, espe­ran­do alcan­zar este año el tope de los cien mil. Mucho menos del diez por cien­to del total de refu­gia­dos, de los que nadie cono­ce su futuro.

Una comi­sión de Nacio­nes Uni­das, se pre­pa­ra para via­jar a Bha­san Char y com­pro­bar de mane­ra feha­cien­te si lo pro­me­ti­do por Dac­ca, para eso cien mil refu­gia­dos es real, ante el dra­ma total es casi tan insig­ni­fi­can­te, como los pro­pios rohing­yas.

*Gua­di Cal­vo es escri­tor y perio­dis­ta argen­tino. Ana­lis­ta Inter­na­cio­nal espe­cia­li­za­do en Áfri­ca, Medio Orien­te y Asia Cen­tral. En Face­book: https://​www​.face​book​.com/​l​i​n​e​a​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​lGC.

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