Libia. O la ser­pien­te que se muer­de la cola

Por Gua­di Cal­vo*, Resu­men Medio Orien­te, 26 de febre­ro de 2021-.

Mien­tras las cúpu­las de poder tan­to nacio­na­les y extran­je­ras, fes­te­jan los acuer­dos de un alto el fue­go en el con­flic­to libio, una gue­rra, que no solo pro­mo­vie­ron, sino que fue­ron acti­vos par­ti­ci­pan­tes y de la que se enri­que­cie­ron, uti­li­zan­do para si los “gene­ro­sos” apor­tes de gobier­nos occi­den­ta­les, nacio­nes seu­do demo­crá­ti­cas, monar­quías ára­bes, entes inter­na­cio­na­les y dife­ren­tes hol­dings, fun­da­men­tal­men­te del área petro­le­ra, que van por los ricos recur­sos natu­ra­les del país en disec­ción, el ya tan menea­do petró­leo y uno toda­vía mucho más impor­tan­te, para los tiem­pos que vie­ne: agua, así a secas, ya que Libia posee uno de los acuí­fe­ros más ricos del mundo.

Tras los acuer­dos, alcan­za­dos en la ciu­dad sui­za de Gine­bra, el pasa­do cin­co de febre­ro, los 74 dele­ga­dos de los dife­ren­tes gru­pos arma­dos, con más o menos capa­ci­dad de fue­go, eli­gie­ron a los hom­bres que ten­drán la difí­cil tarea de lle­var al país, una vez más, a las elec­cio­nes esta­ble­ci­das para el pró­xi­mo 24 de diciembre.

Sin duda en muchos gabi­ne­tes del mun­do “civi­li­za­do”, los mis­mos que con meto­do­lo­gía y esme­ro se plan­tea­ron hace más de una déca­da la des­truc­ción de la nación, que, has­ta febre­ro de 2011, fue mode­lo y ejem­plo de los paí­ses del Ter­cer Mun­do, a velo­ci­dad de vér­ti­go ya deben estar comen­zan­do a tra­zar pla­nes mul­ti­mi­llo­na­rio de recons­truc­ción, los que debe­rá pagar el pue­blo libio.

El nue­vo gobierno ungi­do en Gine­bra, com­pues­to por hom­bres del esta­blish­ment pro­ve­nien­tes de la polí­ti­ca, la diplo­ma­cia y la empre­sa pri­va­da, como es el caso del Pri­mer Minis­tro Abdul al-Dbei­bah, quien su fami­lia ha posee empre­sas cons­truc­to­ras y medios de comu­ni­ca­ción, el mis­mo en tiem­pos de Gada­fi diri­gió la cons­truc­to­ra esta­tal Lib­yan Invest­ment and Deve­lop­ment Com­pany, su nom­bre apa­ri­ción en los Pana­má Papers, Moham­mad Men­fi, ex emba­ja­dor en Gre­cia, como pre­si­den­te del Con­se­jo de la Pre­si­den­cia, Mos­sa al-Koni líder tri­bal de la pro­vin­cia sure­ña de Fezan y Abdu­llah al-Lafi es dipu­tado del Par­la­men­to de Tobruk, ambos a car­go de la vicepresidencia.

Quie­nes han segui­do con aten­ción la cues­tión libia des­de ini­cia­do la enten­te que ter­mi­nó con el gobierno del coro­nel Muham­mad Gad­da­fi y se con­ti­nuó en una gue­rra civil que se man­tie­ne has­ta hoy, no tie­ne dema­sia­dos ele­men­tos para con­fiar que este pro­ce­so des­em­bo­que en la pau­ta­da elec­ción de diciem­bre ya que los diez meses que deben tras­cu­rrir has­ta enton­ces, en tiem­pos libios son eras geo­ló­gi­cas, por lo que podría suce­der cual­quier impre­vis­to o no tanto.

Como mues­tra de lo dicho es nece­sa­rio seña­lar que las nue­vas auto­ri­da­des libias ya han pac­ta­do con los líde­res de las muchas mili­cias que ope­ran o bien por la pro­pia o quien los con­cha­be. La gran mayo­ría de ellos res­pon­sa­bles de crí­me­nes de lesa huma­ni­dad, como ase­si­na­tos masi­vos, secues­tros, deten­cio­nes arbi­tra­rias, tor­tu­ra, vio­la­cio­nes, des­pla­za­mien­tos for­za­dos y trá­fi­co entre otras “vitua­llas” de per­so­nas, dro­ga, com­bus­ti­bles y armas.

Tras la ope­ra­ción aérea de la OTAN, que ter­mi­nó con la Jamahi­ri­ya (Esta­do de las Masas), pro­pug­na­da por el Coro­nel Gad­da­fi, y al calor de la anar­quía réi­na­te, entre los miles de mer­ce­na­rios apor­ta­dos por Ara­bia Sau­di­ta y los miles de jóve­nes libios que per­di­da cual­quier posi­bi­li­dad de futu­ro y gra­cias a al arma­men­to lle­ga­do des­de el exte­rior, en la actua­li­dad se cal­cu­la que exis­ten en el país cer­ca de 30 millo­nes de armas, se con­fi­gu­ra­ron cen­te­na­res de peque­ñas orga­ni­za­cio­nes arma­das, que se estruc­tu­ra­ron según las nece­si­da­des del “señor de la gue­rra” que las pague, bien podía ser el Gene­ral Kha­li­fa Hafther, el pro­pio Daesh o los polí­ti­cos finan­cia­do por Nacio­nes Uni­das como al has­ta aho­ra jefe de gobierno de Trí­po­li, Fayez al Sarraj.

Nin­guno de los gobier­nos que se levan­ta­ron en estos últi­mo diez años tan­to en Trí­po­li, Ben­ga­si, Tobruk o Sabha (Fezan) ha podi­do, ni que­ri­do ter­mi­nar con las siem­pre úti­les ban­das arma­das. Duran­te una déca­da, se han sacri­fi­ca­do la ren­di­ción de cuen­tas y la jus­ti­cia en Libia en arma­das, y por lo que pare­ce este gobierno recién sur­gi­do en Gine­bra tam­po­co. Pare­ce muy intere­sa­do en des­ha­cer estos gru­pos, sino todo lo con­tra­rio, ya que ape­nas echa­do a rodar ya se cono­ce que ha inte­gra­do a ver­da­de­ros cri­mi­na­les de gue­rra a sus equipos.

La vio­len­cia, es mi trabajo.

Los suce­si­vos gobier­nos que han con­ti­nua­do a la caí­da del Coro­nel Gad­da­fi, han incor­po­ra­do a las nómi­nas ofi­cia­les de Minis­te­rios como de Defen­sa o del Inte­rior, inde­pen­dien­tes del eje­cu­ti­vo, a com­pro­ba­dos ase­si­nos y cri­mi­na­les, líde­res de ban­das arma­das de la que cues­ta enten­der, si son sim­ples delin­cuen­tes o juga­do­res cla­ves en del extra­ño jue­go de la gue­rra libia. Los nue­vos gober­nan­tes, a pesar de cono­cer muy bien esta reali­dad, los van a man­te­ner en sus puestos.

En enero pasa­do, el Gobierno de Acuer­do Nacio­nal con sede en Trí­po­li, tri­bu­ta­rio de Nacio­nes Uni­das, inte­gró a Abdel Gha­ni “Ghe­ni­wa” al-Kikli, jefe de la mili­cia Fuer­zas de Segu­ri­dad Cen­tral de Abu Salim (una de los barrios más más popu­lo­sos y vio­len­tos de la capi­tal) como direc­tor en la ofi­ci­na Auto­ri­dad de Apo­yo a la Esta­bi­li­dad, el que res­pon­de direc­ta­men­te a la pre­si­den­cia es decir el hom­bre de ONU, Fayez al Sarraj. El adjun­to a Ghe­ni­wa, en su nue­vo car­go es Haitham al-Tajou­ri, líder de la Bri­ga­da de Revo­lu­cio­na­rios de Trí­po­li, tam­bién con un lar­go his­to­rial en la vio­la­ción de dere­chos humanos.

Trí­po­li, ya en 2018 había incor­po­ra­do al esta­men­to guber­na­men­tal a la Rada (Fuer­zas Espe­cia­les de Disua­sión), fue­ron inte­gra­das en el Minis­te­rio del Inte­rior en 2018 y, en sep­tiem­bre de 2020, bajo la facha­da de ser una uni­dad de poli­cía mili­tar, espe­cia­li­za­da en secues­tros, de cor­te fun­da­men­ta­lis­ta está diri­gi­da por de Abdel Raouf Kara, un cri­mi­nal muy acti­vo des­de la caí­da del Coro­nel. Amnis­tía Inter­na­cio­nal, al igual que otras y otras orga­ni­za­cio­nes, han docu­men­ta­do la par­ti­ci­pa­ción de Rada en secues­tros, des­apa­ri­cio­nes for­za­das, tor­tu­ras, ase­si­na­tos, y ata­ques con­tra la liber­tad de expre­sión y muje­res, que no se some­ten a la sha­ria. En sep­tiem­bre de 2020, el Gobierno de al-Sarraj (ONU) ascen­dió a Emad al Tra­bul­si, que diri­gía la mili­cia Segu­ri­dad Públi­ca, a la direc­ción de inte­li­gen­cia a pesar de que él y su gru­po están impli­ca­dos en nume­ro­sos hechos criminales.

Tam­po­co han sido juz­ga­dos los miem­bros, ni lo serán, de las mili­cias con base en la ciu­dad de Mis­ra­ta, res­pon­sa­bles de núme­ros crí­me­nes de gue­rra, entre los que se cuen­ta los ata­ques a la ciu­dad de Tawergha, en 2011, hoy una ciu­dad fan­tas­ma, ya que obli­ga­ron a más de cua­ren­ta mil civi­les a huir de sus hoga­res, por su apo­yo al Coro­nel Gad­da­fi, y has­ta el día de hoy no han podi­do retor­nar a sus vivien­das, sien­do for­za­dos a vivir en cam­pa­men­tos impro­vi­sa­dos en el desierto.

Otro alia­do del nue­vo gobierno, es Mah­moud al-Wer­fa­lli, cabe­ci­lla de la Bri­ga­da al-Sai­qa bus­ca­do por la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal por el ase­si­na­to de más de 33 per­so­nas, a quien han apa­ña­do las Fuer­zas Arma­das Ára­bes Libias (LAAF), otra ban­da cri­mi­nal con cober­tu­ra ofi­cial. Al igual que a los jefes de la Nove­na Bri­ga­da, per­te­ne­cien­tes a las fuer­zas del maris­cal Hafther, Ejer­ci­to Nacio­nal Libio (LNA), tam­bién cono­ci­da como bri­ga­daskha­ti­bas al‑Kaniat”, res­pon­sa­bles de la masa­cre de Tarhu­na, a cuyas víc­ti­mas han ente­rra­do en fosas comu­nes, duran­te la fra­ca­sa­da avan­za­da de 2019, las que fue­ron des­cu­bier­tas en junio del año pasado.

Con el inten­to de ase­si­na­to del pode­ro­so minis­tro del Inte­rior, Fathi Bachagha, de la Libia regi­da por Trí­po­li, del pasa­do domin­go 21, se mues­tra que, si bien las cúpu­las han podi­do lle­gar a un acuer­do, dicho aten­tan­do se debe­rá tomar con un avi­so de que los cien­tos de ban­das arma­das, tan­tas veces uti­li­za­das por el poder polí­ti­co están recla­man­do su lugar y su par­te del botín del saqueo a que el país de Coro­nel Gadaf­fi, está sien­do some­ti­do des­de febre­ro de 2011, cuán­do la ser­pien­te se adue­ñó de Libia.

*Gua­di Cal­vo es escri­tor y perio­dis­ta argen­tino. Ana­lis­ta Inter­na­cio­nal espe­cia­li­za­do en Áfri­ca, Medio Orien­te y Asia Cen­tral. En Face­book: https://​www​.face​book​.com/​l​i​n​e​a​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​lGC.

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