Argen­ti­na. Infla­ción como expre­sión del poder

Por Julio Gam­bi­na, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 21 de enero de 2021.

La infla­ción es una mani­fes­ta­ción del poder, del poder que tie­nen los que pue­den incre­men­tar los pre­cios de los bie­nes y ser­vi­cios que se ofre­cen en el mer­ca­do. Solo “pue­de” aumen­tar pre­cios el que “pue­de”, no el que quie­re, para ser más pre­ci­sos, el que tie­ne el poder de hacer­lo. Cual­quie­ra me dirá que la ase­ve­ra­ción es una tau­to­lo­gía y cla­ro, solo pue­de el que pue­de. Vale pen­sar si la mayo­ría de las per­so­nas pue­den defen­der sus ingre­sos incre­men­tan­do su fuen­te de gene­ra­ción de ingre­sos; caso de las tra­ba­ja­do­ras y los tra­ba­ja­do­res. No, no pue­den, inclu­so aque­llos que están den­tro de con­ve­nios colec­ti­vos de tra­ba­jo, que, aun nego­cian­do ingre­sos, no siem­pre le ganan a la carre­ra entre pre­cios y salarios.


El sala­rio es tam­bién un pre­cio. Ape­nas un cuar­to de la pobla­ción tra­ba­ja­do­ra pue­de nego­ciar su ingre­so sala­rial bajo la moda­li­dad de la nego­cia­ción colec­ti­va, por lo que la mayo­ría de la fuer­za de tra­ba­jo no está com­pren­di­da en esas nego­cia­cio­nes colec­ti­vas. La mayo­ría de la fuer­za labo­ral pier­de en la puja dis­tri­bu­ti­va, con su pre­cio con ten­den­cia a la baja con­tra el pro­me­dio de los pre­cios de su canas­ta de con­su­mo en alza, espe­cial­men­te los ali­men­tos. Es simi­lar lo que ocu­rre con la masa labo­ral jubi­la­da, sea la fór­mu­la de actua­li­za­ción que se apli­que, siem­pre pier­den con­tra la canas­ta de con­su­mo de las y los mayo­res. No es dife­ren­te de quie­nes viven de pla­nes o bene­fi­cios socia­les. Entre tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras regu­la­res e irre­gu­la­res, jubi­la­das y jubi­la­dos más perceptores/​as de bene­fi­cios socia­les, remi­ti­mos a la mayo­ría de per­so­nas que viven de ingre­sos fijos, deva­lua­dos ante la infla­ción de precios.

Se tra­ta de una carre­ra des­igual por la apro­pia­ción del Ingre­so, base indis­pen­sa­ble para el acce­so al mer­ca­do de bie­nes y ser­vi­cios para satis­fa­cer nece­si­da­des his­tó­ri­ca­men­te deter­mi­na­das. Por eso el inte­rro­gan­te es si alguien gana con la infla­ción, o si todas/​os per­de­mos. Cla­ro que hay ganadores/​as, y son bene­fi­cia­rios del alza pro­me­dio de los pre­cios quie­nes pue­den defen­der el pre­cio del bien o ser­vi­cio de su fuen­te prin­ci­pal y/​o regu­lar de sus ingre­sos. Los ingre­sos son esen­cial­men­te el sala­rio, la ganan­cia (indus­trial, comer­cial, finan­cie­ra) y la ren­ta; sub­je­ti­va­da en las tra­ba­ja­do­ras y los tra­ba­ja­do­res (sala­rio), las pro­pie­ta­rias y pro­pie­ta­rios de medios de pro­duc­ción (ganan­cia) y los propietarios/​as de la tie­rra (ren­ta). Alu­di­mos a la fór­mu­la tri­ni­ta­ria en que dis­tri­bu­ye el pro­duc­to social­men­te gene­ra­do. Para la eco­no­mía tra­di­cio­nal, el Ingre­so es la expre­sión idén­ti­ca del Pro­duc­to. El pro­duc­to es igual al Ingre­so, por lo que el equi­va­len­te del Pro­duc­to se expre­sa en la tota­li­dad de los sala­rios, de las ganan­cias en sus dis­tin­tas for­mas, y de la ren­ta del sue­lo, petro­le­ra, minera.

Ahí pode­mos enten­der el por qué la defen­sa del pre­cio inter­na­cio­nal en el mer­ca­do interno que sos­tie­nen los gran­des expor­ta­do­res de com­mo­di­ties. Las com­mo­di­ties son pro­duc­tos cuyo pre­cio se esta­ble­ce inter­na­cio­nal­men­te con indi­fe­ren­cia del cos­to de pro­duc­ción local. El petró­leo, la soja, el maíz, o el oro, entre otros pro­duc­tos mer­can­cías tie­nen pre­cio inter­na­cio­nal, con inde­pen­den­cia de su mayor o menor cos­to de pro­duc­ción local. Las gran­des empre­sas que con­tro­lan la pro­duc­ción y comer­cia­li­za­ción de las prin­ci­pa­les com­mo­di­ties que hacen a la pro­duc­ción en la Argen­ti­na y en cual­quier terri­to­rio, defien­den su capa­ci­dad de obte­ner ingre­sos (ganan­cias o ren­ta), sea por que actúan en el mer­ca­do de mane­ra mono­pó­li­ca y esta­ble­cen pre­cios por sí mis­mos, o por­que aún, exis­tien­do “pre­cios regu­la­dos”, tie­nen capa­ci­dad para inci­dir sobre el ente regu­la­dor, que es el pro­pio Esta­do capi­ta­lis­ta, que por defi­ni­ción, está al ser­vi­cio del régi­men del capi­tal. En todo caso, tie­ne la capa­ci­dad de “com­pen­sar” con polí­ti­cas palia­ti­vas de con­ten­ción del con­flic­to social.

Pre­cios y pro­duc­to es lo que está en deba­te, con un 2020 don­de la capa­ci­dad de pro­du­cir cayó entre un 11 y un 12%, un dato a veri­fi­car. Según el pro­yec­to de Pre­su­pues­to 2021, la esti­ma­ción era de ‑12,1% y para varios orga­nis­mos inter­na­cio­na­les ron­da entre ‑10% y ‑12%. El pro­duc­to fue menor que en el 2019, no hay dudas, y por ende, los ingre­sos a repar­tir fue­ron meno­res. Si el ingre­so es igual al pro­duc­to y éste fue menor que el año ante­rior por la rece­sión, la de arras­tre del macris­mo y la resul­tan­te por efec­to pan­de­mia, los ingre­sos a repar­tir fue­ron meno­res. Eso no quie­re decir que la mer­ma se dis­tri­bu­yó equi­ta­ti­va­men­te entre propietarios/​as de medios de pro­duc­ción y propietarios/​as de fuer­za de tra­ba­jo. La mer­ma de los ingre­sos exa­cer­bó la puja dis­tri­bu­ti­va a favor de la ganan­cia y la ren­ta, en con­tra de los ingre­sos fijos. El resul­ta­do es la mayor con­cen­tra­ción del ingre­so entre los/​as menos que son propietarios/​as de los medios de pro­duc­ción y en con­tra de los/​as más, que solo son propietarios/​as de su fuer­za de tra­ba­jo. Agre­gue­mos que la fuer­za de tra­ba­jo no siem­pre encuen­tra deman­da en el mercado.

En esta con­di­ción es que el Esta­do capi­ta­lis­ta inten­ta con­te­ner el con­flic­to social y apli­ca polí­ti­cas socia­les masi­vas. Se tra­ta de una polí­ti­ca glo­bal, caso de EEUU, que en diciem­bre 2020 anun­ció un plan de sub­si­dios millo­na­rios de 900.000 millo­nes de dóla­res, para las fami­lias y empre­sas con pro­ble­mas. Aho­ra, en enero, el pre­si­den­te elec­to enun­cia un paque­te de estí­mu­lo para sacar al país de la peor cri­sis des­de 1930 por 1,9 billo­nes de dóla­res, y así con­te­ner la deman­da de los sec­to­res más per­ju­di­ca­dos en momen­tos en que recru­de­ce la pan­de­mia por el coro­na­vi­rus y los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos de des­ace­le­ra­ción y desempleo.

La infla­ción remi­te a los pre­cios y su evo­lu­ción, y estos se expli­can en torno a la ley del valor, la que expli­ca esen­cial­men­te el inter­cam­bio de equi­va­len­tes en el capi­ta­lis­mo. Una ley del valor aso­cia­da a la pro­duc­ción mer­can­til capi­ta­lis­ta, median­te la cual el capi­tal subor­di­na a la fuer­za labo­ral en el pro­ce­so de pro­duc­ción del exce­den­te que es apro­pia­do por los pro­pie­ta­rios de medios de pro­duc­ción, median­te ganan­cias y renta.

Esto que esen­cial­men­te rige para cual­quier país capi­ta­lis­ta se agi­gan­ta como pro­ble­ma en dispu­ta y por ende en la suba de pre­cios ante los lími­tes para ejer­cer el poder de una frac­ción domi­nan­te, caso recien­te del con­flic­to por el cie­rre tem­po­ral de las expor­ta­cio­nes de maíz. Fue­ron sec­to­res del poder los que empu­ja­ron el loc­kout agra­rio para defen­der el pre­cio inter­na­cio­nal del maíz en el mer­ca­do local, pero tam­bién fue­ron otros sec­to­res del poder agra­rio, en todo caso, agra­rio-indus­trial los que acor­da­ron el moni­to­reo con el gobierno e hicie­ron evi­den­te los lími­tes al poder de la SRA y el sec­tor más tra­di­cio­nal de la bur­gue­sía oli­gár­qui­ca en la Argen­ti­na. Cla­ro que tam­bién inter­vie­ne la capa­ci­dad de dispu­tar con­sen­so social, medios de comu­ni­ca­ción median­te, amplian­do el espa­cio de la dispu­ta de sen­ti­dos, con­tri­bu­yen­do a gene­rar con­fu­sión sobre las cau­sas de la infla­ción en el país, una de las más ele­va­das del mun­do. De hecho, diciem­bre cerró con un 4% de infla­ción y un 36,1% para todo el año, menor que el 53,1% del 2019, pero deja un piso de acu­mu­la­ción para el 2021 que acre­cien­ta las preo­cu­pa­cio­nes en cues­tión de dis­tri­bu­ción del ingre­so y de la riqueza.

¿Pue­de fre­nar­se la infla­ción en la Argen­ti­na o en otros paí­ses en don­de tam­bién es ele­va­da? No en vano, la infla­ción apa­re­ce en aque­llos paí­ses don­de la dispu­ta polí­ti­ca esta exa­cer­ba­da, caso de Vene­zue­la en la región. La res­pues­ta está en la polí­ti­ca y en la eco­no­mía, en un enfo­que de Eco­no­mía Polí­ti­ca y más aún, de crí­ti­ca a la “eco­no­mía polí­ti­ca” del capi­ta­lis­mo. Ello supo­ne la crí­ti­ca al orden eco­nó­mi­co y social y la pro­mo­ción de polí­ti­cas en con­tra y más allá del capi­ta­lis­mo, a favor del ingre­so fijo y en con­tra de la ganan­cia y la renta.

Cla­ro que eso supo­ne defi­nir un rum­bo de con­fron­ta­ción con el sen­ti­do común impe­ran­te. De lo con­tra­rio, la infla­ción solo podrá resol­ver­se cuan­do un gru­po del poder pue­da ter­mi­nar de impo­ner su lógi­ca pro­duc­ti­va. Es lo que siem­pre se dis­cu­tió en el país, en el 30 del siglo pasa­do con la incur­sión de los mili­ta­res vía gol­pes de Esta­do, reite­ra­do en varias oca­sio­nes has­ta la últi­ma del 76, con secue­las como la ley de enti­da­des finan­cie­ras que aun rige en el país, o la lógi­ca del sem­pi­terno endeu­da­mien­to públi­co para favo­re­cer la acu­mu­la­ción en el mun­do de la lógi­ca pro­duc­ti­va ges­ta­da en el país. Es lo que se dis­cu­tió en los 90 con la rup­tu­ra de la bipo­la­ri­dad y la inser­ción subor­di­na­da en la libe­ra­li­za­ción mun­dial de la mano del pero­nis­mo con Menem en la pre­si­den­cia, con­ti­nua­do por el radi­ca­lis­mo y el Fre­pa­so, en la Alian­za a fines de los 90 y reite­ra­do y poten­cia­do en el macris­mo entre 2015 y 2019. Son dispu­tas que gene­ran un sal­do de mayor pobre­za y pre­ca­rie­dad, don­de la infla­ción es uno de los meca­nis­mos de dis­tri­bu­ción regre­si­va del ingre­so, y con ello, de la riqueza.

Fuen­te: AnRed

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