Eco­lo­gía social. El dere­cho al agua ante la cri­sis del recur­so hídri­co en el mundo

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 de diciem­bre de 2020. 

La cri­sis mun­dial de insu­fi­cien­te abas­te­ci­mien­to de agua para el con­su­mo humano se agu­di­za con la emer­gen­cia cli­má­ti­ca y, en la cre­cien­te esca­sez de este recur­so, sur­ge el pri­mer mer­ca­do de futu­ros del agua en la bol­sa de valo­res de Esta­dos Uni­dos. Ante este pano­ra­ma, es impor­tan­te apre­ciar al agua y recor­dar que este recur­so es un dere­cho de la humanidad. 

En tiem­pos en que se ha crea­do el pri­mer mer­ca­do de futu­ros del agua, en el con­tex­to de la cri­sis cli­má­ti­ca, es nece­sa­rio abor­dar sobre el dere­cho humano al agua.

Este recur­so natu­ral se ve afec­ta­do por las alte­ra­cio­nes cli­má­ti­cas en torno a la dis­po­ni­bi­li­dad, cali­dad y can­ti­dad de agua esen­cial para las nece­si­da­des huma­nas básicas.

Según las Nacio­nes Uni­das, en la actua­li­dad, apro­xi­ma­da­men­te 2200 millo­nes de per­so­nas care­cen de agua pota­ble en el mundo.

Ade­más, 4200 millo­nes de indi­vi­duos –que repre­sen­ta el 55 % de la pobla­ción mun­dial– care­cen de un sis­te­ma de sanea­mien­to adecuado.

Esta situa­ción soca­va el dere­cho bási­co al uso del agua pota­ble y al sanea­mien­to para miles de millo­nes de personas.

El agua está en el epi­cen­tro del desa­rro­llo sos­te­ni­ble y es fun­da­men­tal para la super­vi­ven­cia de los seres huma­nos, por lo que es una cues­tión de derecho.

El dere­cho al agua

El 28 de julio del 2010, a tra­vés de la Reso­lu­ción 64292, la Asam­blea Gene­ral de las Nacio­nes Uni­das reco­no­ció explí­ci­ta­men­te el dere­cho humano al agua.

La Asam­blea admi­tió el dere­cho a tener acce­so a una can­ti­dad de agua sufi­cien­te para el uso domés­ti­co y per­so­nal, entre 50 y 100 litros de agua por per­so­na y día.

Tam­bién que este recur­so sea salu­da­ble, tan­to para el uso per­so­nal como domés­ti­co; es decir, libre de micro­or­ga­nis­mos, sus­tan­cias quí­mi­cas y peli­gros radio­ló­gi­cos que cons­ti­tu­yan una ame­na­za para la salud humana.

Asi­mis­mo, que sea acep­ta­ble: el agua ha de pre­sen­tar un color, olor y sabor acep­ta­bles, cul­tu­ral­men­te apro­pia­dos y sen­si­bles al géne­ro, al ciclo de la vida y a las exi­gen­cias de privacidad.

De igual for­ma, tie­ne que ser físi­ca­men­te acce­si­ble den­tro o situa­dos en la inme­dia­ta cer­ca­nía del hogar, de las ins­ti­tu­cio­nes aca­dé­mi­cas, en el lugar de tra­ba­jo o las ins­ti­tu­cio­nes de salud.

De acuer­do con la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (OMS), la fuen­te de agua debe encon­trar­se a menos de 1000 metros del hogar y el tiem­po de des­pla­za­mien­to para la reco­gi­da no debe­ría supe­rar los 30 minutos.

Por últi­mo, debe ser ase­qui­ble en cuan­to a los ser­vi­cios e ins­ta­la­cio­nes de acce­so al agua.

El Pro­gra­ma de las Nacio­nes Uni­das para el Desa­rro­llo (PNUD) sugie­re que el cos­to del agua no debe­ría supe­rar el 3 % de los ingre­sos del hogar.

Cri­sis del agua

La cri­sis mun­dial de insu­fi­cien­te abas­te­ci­mien­to de agua no es un tema nue­vo, vie­ne sien­do tra­ta­do des­de déca­das pasa­das por orga­nis­mos inter­na­cio­na­les, inclui­do las Nacio­nes Unidas.

Exis­te una cre­cien­te deman­da por este recur­so para satis­fa­cer las nece­si­da­des huma­nas, comer­cia­les y agrícolas.

Datos de la Unes­co indi­can que el con­su­mo de agua se ha mul­ti­pli­ca­do por seis en el últi­mo siglo y cre­ce a un rit­mo de 1 % anual.

Ello con­lle­va otro pro­ble­ma: la ame­na­za con­tra la segu­ri­dad ali­men­ta­ria y la nutri­ción, debi­do a las limi­ta­cio­nes cada vez mayo­res del abas­te­ci­mien­to hídrico.

La emer­gen­cia cli­má­ti­ca agu­di­za esta situa­ción, por lo que sur­gen pro­pues­tas res­pec­to al uso sos­te­ni­ble del agua.

La Unes­co refie­re que para pro­du­cir una ges­tión ópti­ma de los recur­sos hídri­cos, se debe inver­tir en téc­ni­cas de tra­ta­mien­to moder­nas de las aguas residuales.

Esto impli­ca la extrac­ción de metano, de mate­ria orgá­ni­ca y pos­te­rior­men­te uti­li­zar este bio­gás para gene­rar la ener­gía nece­sa­ria para eje­cu­tar el pro­ce­so de tratamiento.

Esta téc­ni­ca se usa en paí­ses con esca­sez de agua, como Jor­da­nia, Méxi­co, Perú y Tai­lan­dia, don­de se ha con­se­gui­do redu­cir las emi­sio­nes con­ta­mi­nan­tes en miles de tone­la­das de CO2.

Otros ejem­plos inno­va­do­res es la cap­tu­ra de agua de la nie­bla y la pro­tec­ción de los humedales.

O la téc­ni­ca de la “agri­cul­tu­ra de con­ser­va­ción», que per­mi­te pre­ser­var la estruc­tu­ra del sue­lo, la mate­ria orgá­ni­ca y la hume­dad pese a la dis­mi­nu­ción de las precipitaciones.

Por otra par­te, el pasa­do 7 de diciem­bre, CME Group lan­zó el pri­mer con­tra­to de comer­cio de futu­ros de agua del mundo.

Así, el agua comen­zó a coti­zar en la bol­sa de valo­res de Esta­dos Uni­dos y posi­bi­li­ta que su pre­cio fluc­túe como el oro, el petró­leo y otras mate­rias pri­mas comercializadas.

Este caso fue cues­tio­na­do por las Nacio­nes Uni­das a tra­vés de su rela­tor espe­cial Pedro Arro­jo-Agu­do, quien enfa­ti­zó que el agua es de todos y es un bien público.

Fuen­te AnRed

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