Pen­sa­mien­to crí­ti­co. ¿Y des­pués de esta pan­de­mia? Una mira­da sudamericana

Por Sirio López Velas­co, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de noviem­bre de 2020.

Cuan­do trans­cu­rre casi un año de la pan­de­mia pro­vo­ca­da por el COVID19 se repi­te una pre­gun­ta: ¿qué tipo de socie­dad ven­drá des­pués de esta pandemia?

Las pre­vi­sio­nes tie­nen per­fil gené­ri­co y varían entre un futu­ro dere­chis­ta y muy auto­ri­ta­rio, y una nue­va era poscapitalista.

Muchos eco­no­mis­tas y polí­ti­cos capi­ta­lis­tas anun­cian una “nue­va nor­ma­li­dad”, que con­sis­ti­ría en el vie­jo “más de lo mis­mo capi­ta­lis­ta”, con algu­nos cam­bios cos­mé­ti­cos. Éstos inclu­yen cua­ren­te­nas recu­rren­tes (pues a pesar de las vacu­nas el COVID19 segui­ría entre noso­tros), la manu­ten­ción de los cui­da­dos de la pro­tec­ción e higie­ne per­so­nal (inclu­yen­do el uso de las más­ca­ras, que ya era muy común en Asia antes de esta pan­de­mia), y de los luga­res públi­cos, y el dis­tan­cia­mien­to social, por ejem­plo en la ocu­pa­ción par­cial de las pla­zas dis­po­ni­bles en los trans­por­tes públi­cos, res­tau­ran­tes, bares, cines, esta­dios, etc.. Algu­nos tam­bién men­cio­nan la dis­mi­nu­ción (y‑o rota­ción) de las plan­ti­llas de tra­ba­ja­do­res y del aumen­to de la dis­tan­cia entre cada uno de ellos en cada cen­tro labo­ral. (Eso es más difí­cil de ima­gi­nar en con­tex­tos capi­ta­lis­tas, a no ser que el capi­ta­lis­ta encuen­tre la for­ma de imple­men­tar esas medi­das sin afec­tar su tasa de ganan­cia, pues cada una de sus deci­sio­nes está obse­si­va­men­te moti­va­da por la bús­que­da del mayor lucro posi­ble, por enci­ma de cual­quier otro tipo de con­si­de­ra­ción, como las de carác­ter sanitario) .

Por si fue­ra poco Bill Gates ya anun­cia una nue­va pan­de­mia futura.

Aho­ra bien, al ter­mi­nar el año 2020 ya se cons­ta­ta el sig­ni­fi­ca­ti­vo aumen­to del des­em­pleo y de la pobre­za en rela­ción a los índi­ces pre­pan­de­mia. Al mis­mo tiem­po, con la dis­cul­pa de la actual pan­de­mia y con el pre­tex­to de cui­da­dos sani­ta­rios, la dere­cha inten­ta des­es­ti­mu­lar cual­quier mani­fes­ta­ción popu­lar anti­ca­pi­tal­si­ta, o que sim­ple­men­te se opon­ga a las aris­tas más crue­les del capi­ta­lis­mo, que se hacen más evi­den­tes en estos tiem­pos de pan­de­mia. Por nues­tra par­te defen­de­mos la idea de que los movi­mien­tos que luchan por la supera­ción del capi­ta­lis­mo o por la sim­ple ate­nua­ción de sus face­tas más crue­les deben tomar las pre­cau­cio­nes sani­ta­rias indis­pen­sa­bles para no arries­gar vidas inú­til­men­te, pero sin dejar de man­te­ner y aún incre­men­tar el acti­vis­mo que logre tener el mayor impac­to social posi­ble (con vie­jas y nue­vas for­mas de lucha que habrá que inven­tar en cada caso).

Por­que la alter­na­ti­va auto­ri­ta­ria mues­tra su esen­cia en hechos pun­tua­les reve­la­do­res; por ejem­plo, se dis­cu­te en el Par­la­men­to fran­cés y por ini­cia­ti­va de la dere­cha, una ley que prohí­be divul­gar en cual­quier medio de comu­ni­ca­ción, inclu­yen­do las redes socia­les, imá­ge­nes de cual­quier repre­sión eje­cu­ta­da por fuer­zas del Estado.

Como Mar­tí cono­cí al mons­truo des­de sus entra­ñas, ya que el exi­lio me lle­vó a reca­lar en París y lue­go a vivir ocho años en Bél­gi­ca. Cono­cí (sin sufrir­la, por­que soy blan­co y fui rubio antes de sufrir el asal­to de las canas), la xeno­fo­bia rei­nan­te en uno y otro lugar; com­par­tí la inse­gu­ri­dad de los extran­je­ros que hacen y ven­den clan­des­ti­na­men­te chu­che­rías; cons­ta­té la hipo­cre­sía domi­nan­te en las rela­cio­nes entre los pro­pios nati­vos cuan­do detrás del “Bon­jour Mada­me” o “Bon­jour Mon­sieur” que nos reci­be en cada pana­de­ría, se escon­de una total indi­fe­ren­cia ante la vida del pró­ji­mo. Pero en ese perío­do de exi­lio, duran­te par­te de los años 70 y 80 del siglo XX, dis­fru­té del otro lado bel­ga de la mone­da, que fue el apo­yo finan­cie­ro a los refu­gia­dos polí­ti­cos lati­no­ame­ri­ca­nos, que per­mi­tió que no pocos de ellos (inclu­yen­do al autor de estas líneas) cur­sa­sen estu­dios uni­ver­si­ta­rios. Hoy el Esta­do bel­ga no prac­ti­ca más esa gene­ro­si­dad, y tan­to allí como en Fran­cia hay expec­ta­ti­va para saber si des­pués de la pan­de­mia pre­pon­de­ra­rá la pri­me­ra o la segun­da de las caras aquí men­cio­na­das. En Fran­cia los Cha­le­cos Ama­ri­llos fue­ron una espe­ran­za, inte­rrum­pi­da por la actual pan­de­mia, pero que espe­re­mos que pue­da vol­ver, de un nue­vo país que reate con el vie­jo Esta­do de Bien­es­tar Social y lo mejo­re en la aten­ción soli­da­ria a las nece­si­da­des bási­cas de cada per­so­na; y que lo haga en el con­tex­to de una eco­no­mía eco­ló­gi­ca (y de pre­fe­ren­cia coope­ra­ti­va y apun­tan­do al socia­lis­mo, como lo quie­re par­te del movi­mien­to social más acti­vo en aquél país). Creo que en Bél­gi­ca las espe­ran­zas de cami­nar hacia el socia­lis­mo eco­mu­ni­ta­ris­ta son más mode­ra­das, pero las últi­mas elec­cio­nes mos­tra­ron allí un sig­ni­fi­ca­ti­vo avan­ce de los eco­lo­gis­tas, y es muy posi­ble que tras la pan­de­mia se expre­sen con vigor fuer­zas socia­les que exi­jan la vuel­ta a lo mejor del Esta­do de Bien­es­tar Social y de la con­vi­ven­cia pací­fi­ca y soli­da­ria entre wallo­nes y fla­men­cos (y la peque­ña mino­ría ale­ma­na), y el diez por cien­to de inmi­gran­tes, sobre todo afri­ca­nos, que com­po­nen la pobla­ción del país. Eso ya no sería poca cosa, cuan­do se teme que la alter­na­ti­va pudie­ra ser la emer­gen­cia en uno y otro país (y en otros luga­res de Euro­pa) de nue­vos führers.

En lo que res­pec­ta a Suda­mé­ri­ca soy más soña­dor: creo que la pos­pan­de­mia tie­ne que encon­trar­nos rein­ven­tan­do y per­fec­cio­nan­do el camino socia­lis­ta ini­cia­do hace sesen­ta años por la Cuba revo­lu­cio­na­ria. Por­que aquí la cri­sis del COVID19 tra­jo a ple­na luz todas las mise­rias del capi­ta­lis­mo coti­diano, demos­tran­do, como dicen los jóve­nes, que “el capi­ta­lis­mo ya era”, y que es hora de aven­tu­rar­se en la cons­truc­ción del socia­lis­mo con rum­bo eco­mu­ni­ta­ris­ta. En éste habrá de vigo­rar la par­ti­ci­pa­ción inter­cul­tu­ral de cada un@ según su capa­ci­dad en la cons­truc­ción del gran fon­do social a par­tir del cual cada un@ reci­bi­rá según sus nece­si­da­des, lo que le per­mi­ti­rá desa­rro­llar­se como per­so­na uni­ver­sal; y todo ello en el con­tex­to de la nece­sa­ria fru­ga­li­dad eco­ló­gi­ca (exi­gi­da por la ter­ce­ra nor­ma fun­da­men­tal de la Ética).

No cabe duda de que la tarea en cada país no será fácil, aun­que per­fec­cio­ne­mos nues­tra coope­ra­ción mutua. Pero nues­tros des­cen­dien­tes y la Pacha Mama mere­cen el con­cur­so de todos nues­tros esfuer­zos. Boli­via aca­ba de salir del Gol­pe oli­gár­qui­co, racis­ta y proim­pe­ria­lis­ta que la ava­sa­lló duran­te un año, y oja­lá reto­me el camino hacia el “bien vivir” pos­ca­pi­ta­lis­ta, ancla­do en el comu­ni­ta­ris­mo eco­ló­gi­co indí­ge­na. El pue­blo chi­leno lucha por sacu­dir­se de enci­ma la Cons­ti­tu­ción pino­che­tis­ta y por for­jar una nue­va Car­ta Mag­na que pro­pi­cie un nue­vo Esta­do plu­ri­na­cio­nal, cui­da­do­so de los más nece­si­ta­dos y de la natu­ra­le­za no huma­na. Ecua­dor inten­ta­rá reto­mar y corre­gir a prin­ci­pios de 2021el camino abier­to por la Revo­lu­ción Ciu­da­da­na, trai­cio­na­da por el actual Pre­si­den­te. Vene­zue­la lucha para sal­var el mode­lo soli­da­rio boli­va­riano y para evi­tar la inva­sión del Impe­rio y sus saté­li­tes, que pre­ten­de aplas­tar­lo. Y en Uru­guay, mi peque­ño país natal hacia el que vuel­vo mis mira­das espe­ran­za­das (aun­que vivo a dos­cien­tos kiló­me­tros de su fron­te­ra legal), la lla­ma­da “izquier­da” debe­rá enten­der que el lla­ma­do “pro­gre­sis­mo” del Fren­te Amplio “ya era”, pues tras 15 años gober­nan­do al país, al no atre­ver­se a avan­zar deci­di­da­men­te hacia el socia­lis­mo eco­mu­ni­ta­ris­ta por inven­tar, tra­jo de vuel­ta al Gobierno nacio­nal a la vie­ja dere­cha oli­gár­qui­ca. Los nue­vos tiem­pos exi­gen, para evi­tar futu­ros retro­ce­sos de ese tipo, avan­zar, inven­tan­do, hacia el socia­lis­mo eco­mu­ni­ta­ris­ta. En esa difí­cil tarea Cuba nos ilu­mi­na con sus acier­tos y sus erro­res, y con las evi­den­cias de todos los obs­tácu­los que el impe­ria­lis­mo y las oli­gar­quías ponen en la ruta de quie­nes osan aven­tu­rar­se por ese derro­te­ro inno­va­dor, que, no obs­tan­te, es impres­cin­di­ble para la sobre­vi­da de la mayo­ría de la Huma­ni­dad y de bue­na par­te de la Natu­ra­le­za no huma­na, hoy masa­cra­das por el capitalismo

Itu­rria /​Fuen­te

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